ROMANCE DEL

DUERO

Río Duero, río Duero,

nadie a acompañarte baja,

nadie se detiene a oír

tu eterna estrofa de agua.

Indiferente o cobarde

la ciudad vuelve la espalda.

No quiere ver en tu espejo

su muralla desdentada.

Tú, viejo Duero, sonríes

entre tus barbas de plata,

moliendo con tus romances

las cosechas mal logradas.

Y entre los santos de piedra

y los álamos de magia

pasas llevando en tus ondas

palabras de amor, palabras.

Quién pudiera como tú,

a la vez quieto y en marcha,

cantar siempre el mismo verso

pero con distinta agua.

Río Duero, río Duero,

nadie a estar contigo baja,

ya nadie quiere atender

tu eterna estrofa olvidada,

sino los enamorados

que preguntan por sus almas

y siembran en tus espumas

palabras de amor, palabras.

Gerardo Diego

(1896 - 1987)

El santanderino Gerardo Diego fue profesor en el Instituto de Soria, al igual que Antonio Machado, y en esta poesía quiere ensalzar al río que discurre por la capital castellana y al que, por lo visto, no valoraban lo suficiente los habitantes de la ciudad.

En los versos queda claro el desprecio, o falta de aprecio, que sufre el río y también puedes fijarte en los juegos de palabras que utiliza, unos como si fuera una adivinanza ("a la vez quieto y en marcha" o "cantar siempre el mismo verso pero con distinta agua") y otras con metáforas (y personificación) como al decir "barbas de plata" y dar a entender la longevidad del río, pues ya tiene barba blanca.

Ojalá que, si algún día vas a Madrid y pasas por el río Duero, seas capaz de repetir algún verso de esta poesía y dedicárselo al viejo de barbas de plata.