celos mórbidos

Resumen psicopatológico de LOS CELOS MÓRBIDOS. 

Estudio nº 18. De H. Ey.

“Los celos son una conciencia dolorosa de frustración; una pasión vivida en la angustia, en la cólera, en el despecho, un sufrimiento engendrado y exasperado por la imagen de un rival” (nos dice H. Ey)  

Este sufrimiento es independiente tanto del hecho como de la naturaleza del "bien" celado o deseado, es decir: 1° que los celos son ante todo según la palabra de MAIRET' el pesar, el dolor "de una frustración de la que el celoso tiene miedo", sea esa frustra­ción, real o no, 2° que los celos pueden ejercerse en todos los campos (celos de fortu­na, de honores, de amor).

Mairet. La jalouse, 1 Vol. 1908.

Sin embargo generalmente se reserva el nombre de celos a los celos amorosos que son la forma más intensa y la más característica de los celos en razón de que en el amor, la posesión y la entrega tienen un carácter permanentemente conjetural. Sin duda el tér­mino "celos" se aplica aparte de toda situación de competición o de rivalidad, en el sen­tido de "vinculación a" o de "zelo por" en tanto es esencial y simplemente un "deseo ardiente".

H. Ey sigue el trabajo monumental de LAGACHE, dedicado  a esta pasión y que nos servi­rá de guía a lo largo de este estudio, Pero si es verdad que los celos son diferentes de la envidia, como decía D'ALEM­BERT, en que "se es celoso de lo que se posee y envidioso de lo que poseen los otros", se capta bien que el sentido profundo de los celos está constituido por el sentimiento de ser frustrado de un bien, de un bien que se sustrae de nuestra posesión para ir hacia otro y más aún de un bien que se aparta de nosotros para ir hacia otro.

(Ver también etiología de la palabra “zelosus” (latín) y “gelos” del provenzal).

 

 LAGACHE, La jalousie amoureuse, 2 vol., Presses Universitaires, 1947.

http://fr.wikipedia.org/wiki/Daniel_Lagache

 

O sea que lo que es el objeto fuerte y auténtico de los celos es una persona, como desafío a nuestra posesión, Esa es la razón por la que los verdaderos celos son los celos "amorosos".

 

A: Los celos amorosos.

Como lo dice excelentemente LAGACHE el amor es celoso porque, para utilizar el término de PICHON, es "captativo". Cuando el amor es "oblativo", es decir cuando se da y es vivido como un don casi desinteresado (que se satisface en el sentimiento de pertenecer al otro en un acto de ofrenda de la que el amoroso sigue siendo el dueño, aun cuando se entregue a una esclavitud total), los celos no son posibles. Por el con­trario, el amor desde el momento que es vivido como posesión del objeto, como un derecho de propiedad, plantea por su propio movimiento la posibilidad indefinidamen­te abierta de una "frustración", de un ataque a ese derecho de posesión. El amor pose­sivo no es vivido como una relación entre dos seres sino como una relación entre sí mismo y un ser que puede escaparse. Es decir que la situación afectiva del amor con­tiene en potencia la situación "triangular" de la rivalidad. Pero los celos no sólo con­tienen el sufrimiento de la privación, sino que también implican la cólera y el amor pro­pio herido. Por un lado el celoso está hundido en la pena del bien perdido, y por otro en la irritación que le causa la alegría del rival. Frustración de amor y despecho, así son los celos amorosos. En este sentido, recordemos las frases de los moralistas y de los psicó­logos que clásicamente son citados: "en los celos hay más amor propio, que amor" (LA ROCHEFOUCAULD).

François de La Rochefoucauld, « Maximes et aphorismes », Horaz.

"Aquel que ama quiere para él solo a la persona que desea, quiere tener un poder absoluto, tanto sobre su alma como sobre su cuerpo, quiere ser amado únicamente y habitar al otro, y dominar como lo que en el mundo es lo más alto y lo más admirable" (NIETZSCHE).

Citemos también la famosa proposición de la Ética de Spinoza: "aquel que se imagina que la mujer que ama se prostituye con otro no se entristece por el obstáculo que esa infidelidad puede levantar entre él y su pasión, sino que se ve for­zado a unir la imagen de lo que ama a la imagen del sexo y de las excreciones del otro. Desde este punto de vista, el celoso odia a esa mujer, y los celos constituyen un tras­torno del alma obligada a la vez, a amar y a odiar al mismo "objeto". (El amor imposible de Nietzsche fue Lou-Andreas Salomé (1861-1937), y sus celos por Paul Ree…)

Acabamos de indicar una primera ambigüedad de los celos (frustración y despecho), señalemos ahora una segunda, que es sugerida por el texto de SPINOZA: los celos son una mezcla de odio y de amor donde la proporción de odio puede ser más grande que el com­ponente amoros.

1. Espinoza. Ëthique, libre III, teorima 35.

2. "El amante ama al amado como el lobo ama al cordero". Este aforismo de Platon fue puesto por LEVY-VALENSI (Concours médical, 1932, n° 20) al principio de sus estudios sobre los celos.

 

Los celos envuelven al objeto en el odio al rival; o para decirlo mejor, los celos disimulan la distribución exacta de los sentimientos de amor y de odio entre el sujeto, el objeto y el rival, en la figura triangular de la situación fundamental.

Por último, un tercer carácter ambiguo: los celos son una mezcla de convicción y de duda. Forma parte de la esencia de este sentimiento el estar adherido profunda, obsesivamente a la creencia de que existe un motivo de celos y por otra parte no ser más que una serie de aproximaciones hipotéticas, de suposiciones interminables. El celoso esta ávido de certeza. Persigue la prueba sin lograrla, sin poder lograrla nunca.

El carácter angustiante, vertiginoso de los celos, fue señalado por LA ROCHEFOU­CAULD: "Los celos se nutren de las dudas: constituyen una pasión que siempre busca nuevos objetos de inquietud y nuevos tormentos"; los celos resurgen sin cesar.

Antes de desarrollar la psicopatología de los celos, -nos dice H. Ey- debemos detenemos en el estudio de sus diversos aspectos fundamentales (los celos mezcla de amor y de odio, los celos herida del amor propio, los celos como duda, y la ambivalencia del compor­tamiento celoso).

 

1ª  Los celos, mezcla de amor y de odio

El amor está fijado fuertemente sobre el "objeto" del cual el sujeto perdió el goce.

Incluso sucede que esta pérdida, solo ella, revele e incluso desencadene el amor; en todo caso lo exacerba, lo galvaniza. En los celos hay un paroxismo de deseo y el deseo como tal supone siempre cierto obstáculo y cierta insatisfacción. La constante virtuali­dad de la infidelidad precisamente, concreta el aguijón del amor y justifica por adelan­tado el sufrimiento, los tormentos, las "locuras" del amor decepcionado. Pero los celos al mismo tiempo que amor, en una alternancia rápida de esos dos sentimientos, son, pri­mero, odio del rival y más profundamente, también del objeto. Odio intenso y asesino de Otelo orientado hacia la desarticulación de la felicidad de los otros, "de su felici­dad", "de la felicidad de ellos".

-       Otelo: el moro de Venecia de  Shakespeare (aprox. 1603)

Rabia violenta de aniquilarse, de cambiar algo en el goce de los otros disfrutado aparte de él, contra él. Uno de los aspectos de esta ambi­valencia sentimental, en el que más han profundizado FREUD y los psicoanalistas, es la proyección por el celoso de sus propios sentimientos de hostilidad y de infidelidad con respecto al objeto, sobre el objeto (yo no lo engaño, él me engaña).

En la raíz de los celos y de la aversión que representan, disfrazada y "fuera de lugar", se encuentra la imagen de un conflicto que separa al celoso del objeto de su amor, obstáculo que entre sí, levantan sus complejos inconscientes. De ese modo los celos se nos presentan como la expresión de una doble corriente afectiva que liga el amante (o el celoso) a su obje­to: corriente de atracción y corriente de repulsión. Mejor aún, el amor debe ser consi­derado como un "organismo bipolar" (LAGACHE) "en el cual el objeto y el sujeto están coordinados y subordinados.  Es decir que el amor abre la puerta al odio que colma el vacío ope­rado en la pareja, por la constante posibilidad de rechazar darse al sujeto y por la posesión del sujeto incompletamente satisfecho. El amor se carga de odio, cuando en la vivencia de los celos, explicita este conflicto latente.

 

2ª.  El celosos, víctima del amor propio.

El celoso sufre en su honor, en su ideal del yo, en su persona social. Se siente des­preciado, ridiculizado. Necesariamente existe un sentimiento de inferioridad en la base de la frustración vivida en los celos. El celoso se siente afectado en su dignidad: por eso las reacciones de cólera que se agregan a la agresividad del odio. La venganza es la forma perentoria de los sentimientos del celoso; satisface más el despecho del orgu­llo que la vehemencia amorosa. El alejamiento del objeto, su apartarse del amor pose­sivo, su "humillante" atracción por el rival, hiere al sujeto en su sentimiento de pro­piedad y de derecho exclusivo. La situación vivida por el celoso es la de un atentado dirigido a su persona más allá de la frustración de su derecho de propiedad. No sólo se siente robado, sino aludido.

 

3° La duda y las vacilaciones del celoso

La estructura "intelectual" del estado de celos evidentemente es "pasional" (polarización ideica exclusiva, opresión sentimental, monoideísmo, lógica pasional, etc...). Sin embargo el conjunto de la ideación justificadora se hace en el modo de la duda, por series indefinidas de dudas. La duda es lo que inicia y en la duda es en lo que termina. A pesar de las explosiones, las certezas afirmadas, los hechos alegados, los índices, las revelaciones, las pruebas, "todas las pruebas", el celoso sin cesar duda, del mismo modo que vive en la más cruel y en la más hábilmente mantenida de las incertidumbres el "magnífico cornudo" de CROMELYINK.

Fernand Crommelynck (1876-1970), y su obra: El Magnífico Cornudo (1919)

Esa duda tiene una razón y es que implica la esperanza. La celosa espera que eso no sea verdad, que sus celos proclamados puedan mágicamente defenderlo contra la infidelidad real, que gritando "fuego" y que se quema, se protegerá del incendio. Pero esa esperanza no está basada necesaria y sim­plemente en el amor, también puede no ser más que el deseo más o menos consciente de odiar sin ser engañado, de torturar sin ser torturado. La duda entonces expresa la ambivalencia de la corriente de los celos, que es al mismo tiempo una necesidad de ale­jarse del objeto y una necesidad de gozar de él. De tal manera que la "realidad" de la situación de infidelidad no constituye el verdadero fondo de los celos; esa "realidad”, siempre virtual es continuamente cuestionada, ya que también la certeza de la "presen­cia continua y total" (LAGACHE) del objeto exigida por el sujeto nunca es completa e incluso en ciertos aspectos siempre es imposible. La proyección de esa exigencia en la relación sujeto-objeto, como condición de una satisfacción irrealizable en su plenitud es lo que compromete la serenidad del amor, lo que lo trastorna y lo que lo llena de per­plejidad y de celos.

 

4° El comportamiento celoso

El celoso quiere "saber", por todos los medios: abre las cartas, sorprende los encuentros, las citas, los guiños, examina las sábanas, escudriña el empleo del tiempo, calcula lo verosímil, valora las probabilidades, verifica idas y venidas, vigila o hace vigilar, espía los gestos, las menores palabras, diseca las actitudes, los lapsus, persigue la mentira y el delito flagrante. En lo que vive, vive sin cesar un mundo totalmente diri­gido contra su bienestar y su derecho. Basta sólo ser amenazado con no responder y con no plegarse más a su amor, y entonces todo se puebla de sombras, de misterios, de complots, de intrigas y de conspiraciones. El celoso para defender su propio persona­je, tiene necesidad de dar consistencia al infiel y al rival y de ese modo, siempre como el "magnífico cornudo", llega a crear la situación que sus sospechas construyen y que su perseverancia en la demostración pieza por pieza, exige incansablemente.

Intenta proteger el objeto de su amor posesivo por todos los medios físicos (reclusión, cintu­rón de castidad), o morales (chantaje sentimental, escenas, pruebas, simulacros de infi­delidad, maquinaciones, etc.). Pero aún más, intenta hacerle mal.

Es agresivo, humilla, injuria, golpea; la cólera sube, debe explotar, vengarse, romper el círculo que lo aprie­ta, matar. .. Y su crimen, a través del cuerpo del objeto o del rival alcanzará las fanta­sías que su inconsciente interpuso entre el infiel objeto de su amor y sus propias posi­bilidades de amar.

Destaquemos también que los celos proceden por paroxismos, por crisis y que los sueños desempeñan a veces un papel considerable en la instauración de la convicción pasional. Sea como sea, los sueños, reveladores de visiones, ayudan al desarrollo de la pasión celosa.

En cuanto al carácter masculino de los celos, si con cierta verosimilitud se puede admitir que los celos son más frecuentes en el hombre en razón del carácter más típi­camente posesivo del amor masculino, los caracteres propios de la "hiperestesia" celo­sa y de la fragilidad de la fijación amorosa en la mujer nos explican la mayor frecuen­cia de sus celos mórbidos (MOREAU, de Tours, hijo).

 

Moreau (de Tours). De la folie jalouse, Paris, 1877. Fac similé en ligne sur Gallica

Paul Moreau dit "de Tours" (1844-1908) (Hijo) .

Los celos naturalmente, ese aspecto tan viviente de la vida humana familiar y social, esa pasión, una de las más ricas en desarrollos dramáticos, siempre ha sido objeto privilegiado de estudios morales, psicológicos y literarios. Por cierto que deberían ser citados los nombres de los personajes de las grandes tragedias, Orestes, Hermión, Otelo. Recordemos el sutil análisis que de ese sentimiento contiene la obra de PROUST 

 (Un amor de Swann. Du côté de chez Swann. Una experiencia amorosa indisoluble, del sufrimiento, de la mentira y de los celos).

Esta violenta pasión humana de la que TRELAT  dijo: "Los celos llevados al exceso son una verdadera locura", se asemeja así por su propia intensidad a la locura por lo menos de acuerdo al concepto de ERASMO, de DESCARTES y de tan­tos moralistas. Quizá no es necesariamente la opinión de todos los psiquiatras. Preci­samente nos esforzamos en mostrar que los celos patológicos presentan una estructura particular. En efecto, liberan todo el aparato "fantasmático" (del sujeto) y fantasmagórico (el objeto como “fantasma” imaginado en el entorno exterior),  que en los celos normales únicamente está contenido, ya que son esencialmente reacción a una situación de infidelidad segura o plausible.

 

B: Celos normales y celos patológicos.

Esos sentimientos, esos comportamientos que constituyen la existencia del celoso, acabamos de decirlo, pertenecen al amor posesivo, es decir a la forma de la pasión amorosa que no puede ser considerada como patológica sólo por su violencia. Un hombre o una mujer que ama y que expresa el tormento de los celos, de estos fuegos que devoran a Hermión o a Desdémona o a Swann, no es necesariamente "et ipso Jacto" un enfermo. Su celo puede tener una estructura pasional normal. Pero ¿en qué, precisamente, la pasión celosa es normal?

Ver: Trelat. La folie lucide. (Chapitre “Les jaloux”). Paris. 1861.

http://scielo.isciii.es/pdf/neuropsiq/v27n2/v27n2a10.pdf

http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k769219


Ante todo cuando los celos nacen en una situación de infidelidad real que, por así decirlo, es "contenida" por la misma situación que los engendró, todo cuanto en esos celos proviene de la situación "objetiva" de infidelidad, tanto menos deriva de la estructura afectiva del sujeto: es decir no hay delirio. Ahora bien, existen criterios "estructurales" de esa pasión normal que le confieren una fisonomía especial: la ansie­dad, las reacciones de fracaso, el desánimo y el deseo de venganza se presentan como un conjunto de "reacciones comprensibles" y proporcionales a las dimensiones de la situación vital catastrófica. El sujeto comprometido en ese acontecimiento reacciona, o bien como lo dice M. BERGERET con calma, sangre fría y resignación, o bien como ese suboficial (objeto de nuestro primer peritaje criminal) que menospreciado por su mujer adorada y por su "mejor amigo" que lo engañaba, con un profundo cinismo refinado, le cortó "fríamente" la garganta. (Jean Bergeret)

 

J. Bergeret. La personnalité normale et pathologique, Paris, Dunod, 1974,

El carácter directo, claro reflejo de la reacción en uno y otro caso, incluso la "sangre fría" con la que el universitario ponderado aceptó, y el militar apasionado "reestableció" la situación que la infidelidad había roto, uno con paciencia, el otro con violencia, contienen elementos para un análisis de los motivos de un comportamiento humano que sigue siendo para todos enteramente transparente si no ejemplar. Incluso cuando el "cornudo" se encuentra en el colmo de la emoción, esa emoción conserva en su expresión, en sus matices e incluso en sus excesos una forma de sufrimiento que se desarrolla enteramente en el plano de la conciencia de cuya orga­nización "pasional" toma las leyes de sus determinaciones. Esto es tan verdad que una infidelidad real se puede "diagnosticar" por el análisis de los celos,… (Sugiere H. Ey),  

Pero, como maliciosa y profundamente lo decía G. DE CLÉRAMBAULT a propósito de un celoso patológico que había sido llevado a la Enfermería Especial de Alienados de la Prefectura de Policía de París: "¡Si pudiese ser, señor, que bastase con ser enga­ñado para no ser enfermo!". Sucede, incluso, que aun cuando la infidelidad sea real los celos son patológicos. (¡ celotípico y cornudo ¡)

 

En el fondo, es el caso de los celos pasionales que LAGACHE, con JASPERS, considera, en mi opinión abusivamente, más "reactivos" que "mórbidos" y que llama "reacciones de la personalidad". Lo que caracterizaba a esta forma de celos según LAGACHE que pro­porcionó dos observaciones (sobre los 51 casos, objeto de su trabajo), son los siguien­tes rasgos: l° La reacción no habría surgido sin el acontecimiento. 2° El contenido está en relación comprensible con el acontecimiento "aunque sea necesario hacer intervenir mecanismos extraconscientes". 3° La evolución depende del acontecimiento y de las relaciones de la reacción con él. Si así fuese verdaderamente, uno se pregunta por qué y en nombre de qué esos "celos" tendrían que ser considerados como patológicos. Pero, en realidad, el estudio de estos casos nos parece que permite admitir un factor "carac­terial" por lo menos tan importante como el factor "circunstancial", y a propósito de observaciones de este tipo se vuelve siempre al concepto de "hiperemotividad difusa". Realmente parece que en estos celosos, lo que es esencial es el criterio de "desborde" emocional, es decir que todo sucede como si el umbral de la emoción fuese anormal­mente bajo de tal modo que el sujeto no puede dominar su situación catastrófica y se deja sumergir por ella. Porque no se trata de una simple "reacción" sino de una reac­ción inadecuada a una infidelidad aunque sea patente.

Inversamente un celoso puede ser un celoso patológico cuando no vive la situación de infidelidad como real sino solamente como posible o virtual. Entonces es la estructura de la personalidad y a veces el delirio relacionado lo que nos hace plantear el diag­nóstico de celos patológicos.

 

¿Celos mórbidos , ideas sobrevaloradas, o delirio?.

Si en estos dos casos, en verdad los más delicados, el delirio no se ha manifestado, está latente en la estructura de los celos, porque los celos mórbidos siempre son delirantes, -asevera H. Ey- sea que los celosos vivan la situación de infidelidad sin fundamento real, sea que los celos proyecten en una situación real las exigencias de las fantasías imaginarias e inconscientes.

Así, los celos mórbidos comprenden clásicamente los delirios de celos y un pequeño sector de reac­ciones emocionales celosas que se desarrollan en la historia de algunas personalidades mórbidas.

De acuerdo a la clasificación de K. JASPERS  retomada por LAGACHE y que constituye un verdadero progreso en el estudio de los delirios por celos y de los delirios en general distinguiremos:

1º.  Los celos delirantes como desarrollo de la personalidad.

2º  Los celos delirantes por una alteración procesal de la personalidad (1).

3° Los celos delirantes sintomáticos de procesos orgánicos.

K. Jaspers. Escritos  psicopatológicos. Ed. Gredos Madrid. 1977. Delirio celotípico: ¿”desarrollo de una personalidad” o “proceso”?  Pág. 111-182.

(1) Según H. Ey, los conceptos de "proceso psíquico" y de "proceso físico" en la concepción de JASPERS no son claros, y facilitan la ambigüedad. Es mejor hablar de desarrollo mórbido de una personali­dad, por un lado, y de "delirios procesuales" o mejor de alteración procesual de la personalidad por otro.

 

A. LOS CELOS DELIRANTES VINCULADOS AL DESARROLLO ANORMAL DE LA PERSONALIDAD

Esta clase de "delirio de celos" corresponde al concepto de "Monomanía" de ESQUIROL quien decía "Es una afección en la cual el delirio está limitado a un solo objeto o a pocos objetos, con exaltación y predominio de una pasión alegre o triste ... En la mayor parte de los casos los monomaníacos no desvarían sino que sus afectos y su carácter están pervertidos; por motivos plausibles, por explicaciones bien razonadas, justifican el estado actual de sus sentimientos y disculpan la extravagancia, la inconve­niencia de su conducta. Es lo que los autores llamaron monomanía razonante, pero que yo querría denominar monomanía afectiva".

 

-          Ver también su texto sobre Erotomanía: « L’érotomanie, dit Esquirol, diffère essentiellement de la nymphomanie et du satyriasis. Dans celle-ci le mal naît des organes reproducteurs, dont l’irritation réagit sur le cerveau ; dans l’érotomanie, l’amour est dans la tête. Le nymphomane et le satyrisiaque sont victimes d’un désordre physique ; l’érotomaniaque est le jouet de son imagination ».       Delirio erotomaníaco o La erotomanía de Clérambault.  

-          Ver “Monomaníasy sus tipos”, según Giné y Partagas, (tomado de J.L.Día)

En esos delirios parece haber una gradua­ción progresiva, una simple diferencia de intensidad entre la pasión normal y la pato­lógica. Según MOREAU (de Tours), hijo: "Un monomaníaco domina­do por el pensamiento de que tal o cual persona es su enemigo encarnizado lo detesta cordialmente y desea su pérdida. Está loco, porque está bajo la captación de una creen­cia errónea y porque odia a su enemigo o a aquel que considera tal. Su odio, sus celos son la consecuencia natural de su error. Entre esta reminiscencia y el odio verdadero existe la misma diferencia que hay entre la sensación de un sonido que se oye y su recuerdo, la reminiscencia de esa sensación".

Esta pasión llevada al extremo ha sido considerada pues como una verdadera "locura parcial", una verdadera monomanía, que puede pasar por todas las fases clínicas habituales, ir desde un simple desorden de las facultades que se traduce por un carácter especial de desconfianza, hasta la exaltación más violenta que lleva al homicidio y a veces también al suicidio.

En el fondo es la misma concepción que se encuentra en la noción de "desarrollo de la personalidad" que debemos a K. JASPERS.

Cuando la psicosis es debida al desarrollo de la personalidad, según JASPERS, pre­senta los siguientes caracteres:

"El desarrollo lento de los síntomas, de acuerdo a un modo análogo al progreso normal de la vida, según se manifestó desde la infancia. -Los episodios difusos no pro­vocan ningún desorden durable. -La vida entera puede ser deducida de una predisposición personal unívoca" (JASPERS)

 

Según LAGACHE -que retoma los criterios de JASPERS- los casos de celos "por desarrollo de la personalidad" pueden caracterizarse del siguiente modo:

1º.  Se trata de individuos cuyas disposiciones a los celos se remontan a la juventud (con frecuencia existen anomalías instintivas y especialmente sexuales). 2° El cuadro clínico aparece de manera comprensible en ocasión de acontecimientos susceptibles de provocar la pasión del sujeto (no hay ideas de persecución o de envenenamiento). 3° Las ideas delirantes surgidas de ese modo son reactivadas en nuevas ocasiones y con el tiempo en parte se olvidan, se transforman: solo subsiste la tendencia a nuevas reagudizaciones reactivas.  

No aceptamos –dice H.Ey- sin reserva la idea de que se trata de una pasión "excesiva" o de un "simple desarrollo psicogenético de una personalidad", en tanto precisamente se trata de verdaderos delirios paranoicos de estructura pasional. Si LACAN admite que todo es comprensible en ese tipo de desarrollo mórbido que consistirían sólo en la elaboración sistemática de los acontecimientos en la historia del individuo (lo que nos parece que define a la personalidad normal) debemos señalar que más recientemente los celos mórbidos "aun bajo su forma puramente paranoica" son irreductibles al desarrollo his­tórico de la personalidad.

    -Lacan. La psychose paranoïque dans ses rapports avec la perosonalité. Thèse. Paris. 1931.

 

En estos casos existe un eretismo emocional, un factor cons­titucional y también "momentos fecundos", crisis delirantes, que si bien no alteran pro­fundamente y de manera progresiva la personalidad, imprimen una modificación patológica a su trayectoria.

Es lo que vamos a ver describiendo los dos tipos clínicos más conocidos de estas formas de celos mórbidos: la hiperestesia celosa y el delirio sistematizado de celos.

 

1º. La hiperestesia celosa de Mairet

Ante todo puede describirse la hiperestesia celosa denominada así por MAIRET, "No llegando al grado de una monomanía y ubicándose entre estos y los celos fisioló­gicos, de los que no se distinguen más que por una más fácil y mayor reactividad".

Se trata de personalidades psicopáticas y en la mayor parte de los casos de sujetos hiperemotivos y ansiosos. Realizan el tipo del "celoso constitucional". Para MAIRET la "puesta en actividad fácil y la intensidad de las vibraciones" son los caracteres cons­tantes de esta forma de celos. El delirio, por lo general, eclosiona de modo brusco y a veces desaparece del mismo modo. La evolución es remitente con exacerbaciones por causas diversas. En el curso de esos paroxismos o en las formas acompañadas de angustia, se observan a veces sueños en relación con la preocupación patológica.

Una enferma de MAIRET, acostada al lado de su marido soñaba que él la engañaba, se des­pertaba angustiada y le hacía una escena como si su sueño hubiese sido expresión de la realidad. En relación a este tema FREUD contrariamente a su opinión anterior según la cual el delirio habitual no entra en el sueño, fue sorprendido al comprobar en un paciente la existencia en esos sueños de las ideas delirantes. Pero según él, este hecho contrasta con la observación de otro delirante celoso por crisis en quien los sueños esta­ban "limpios" de todo delirio en el momento de sus paroxismos y que sólo, fuera de las fases de exaltación celosa, mostraban las tendencias homosexuales subyacentes. ¿Papel de los sueños en la eclosión y/ o mantenimiento del delirio?.

 

En otro de sus pacientes, las ideas de celos eran soñadas antes de su aparición clínica y fue necesario el análisis para ponerlas de manifiesto. Esto muestra que en estos dos casos el sueño acoge lo que es precisamente reprimido en la vida vigil...

La hiperestesia celosa parece una reacción de fragilidad. Aquellos que la sufren experimentan un sentimiento de desgracia y de temor. Tienen "temor por la vida", temor por la felicidad, temor de no saber retener al objeto amado. Puede ser considerado como portadores de un verdadero “complejo de inferioridad”. Son temblorosos y pusilánimes. De hecho es un tipo frecuente de los celos patológicos femeninos.

Actualmente en nuestro servicio observamos un caso totalmente típico, añade H. Ey,  Se trata de una mujer joven cuyos celos "feroces" respecto a su marido expresan una reivindicación afectiva más profunda, una “neurosis de fracaso” y un sentimiento de frustración y de inferioridad.  

Papel de la neurosis en las formas reactivas de psicosis. 

Tema I. PSICOPATOLOGÍA Y FENOMENOLOGÍA DE LA NEUROSIS DE ANSIEDAD. 

(Alfred Adler (1870-1937)  “El carácter neurótico”. 1912. (Paidos. 1993).

 

El retrato del "hiperemotivo celoso" corresponde muy bien al "Octavio" de MUSSET. En él, la hiperestesia presentaba una evolución claramente remitente: tenía "bue­nos y malos días". Estos últimos estaban marcados por ataques de malevolencia hacia su mujer a la que buscaba envilecer, al mismo tiempo que él también sufría cruelmen­te. En sus buenos días era presa de una gran excitación amorosa y tenía la necesidad de hacerse perdonar, pero el menor gesto o la menor palabra podían despertar su emoción.

Igualmente las observaciones III, IV y V de LAGACHE parecen entrar en este últi­mo grupo. Su observación III (Jeanne D.R., 50 años) es particularmente interesante. Las reacciones paranoicas y los episodios de celos que sucedían en su vida amorosa y conyugal constituían, como en nuestra enferma, la continuidad de reacciones análo­gas, ya manifestadas en su infancia. Hija de un psicópata inestable, su existencia reve­ló numerosos rasgos de perversión sexual. Fue celosa de su hermana menor. LAGACHE dice muy adecuadamente que parece que aquí la noción de detención de desarrollo es más adecuada que la de desarrollo de la personalidad y que eso parece ser correcto para todos los pacientes de este grupo. Una vida psíquica tumultuosa, rasgos de desequili­brio de tipo histérico, mitomaníaco, hiperemotivo, ciclotímico, etc... , conflictos sexua­les importantes, una labilidad extrema del comportamiento, configuran los rasgos esen­ciales de este retraso afectivo.

En los sujetos de tipo ciclotímico, las disposiciones a los celos no son raras, tomando del polo melancólico la debilidad y la ansiedad que los subtienden y del polo maníaco los elementos de una pasión esténica que los refuerzan. En los obsesivos, la idea se impone al espíritu con convicción en tanto que la voluntad hace esfuerzos para resis­tida. Es frecuente que la tensión pasional, la polarización de esta forma de celos tome el aspecto de una "idea prevalente" o de una "obsesión" o a veces de una "fobia". Los celos de los histéricos han sido estudiados por TRUBERT  en su tesis, naturalmente se manifiestan por los paroxismos, por los excesos neuropáticos característicos de esta neurosis.

 « L’étude de l'hystérie et la mythomanie ». Trubert Edouard 1929.

Por último, en los ancianos se puede observar aparte de toda otra causa, manifes­taciones de celos en las cuales la hiperemotividad juega el rol principal. Quizás era así en esos dos ancianos de la tesis de RUIN) que dispararon su revólver en medio de esce­nas de celos basándose en motivos plausibles, pero con reacciones ansiosas y emotivas violentas. (Ruin.La jalousie homicide” Thèse, Paris 1932)

. Este tipo de celoso igualmente está descrito en la literatura clásica, como el Amolfo de Les Femmes savantes, el Bartolo de El Barbero de Sevilla, etc

 

. 2º. Delirio sistematizado de celos

    El paciente llega a este por el desarrollo de la personalidad.(según Jaspers)

BOMBARDA fue el primero que en 1896 y 1899 separó del resto este delirio sistematizado de celos, admitía que su evolución exigía el terreno de la paranoia:

.(BOMBARDA, Délire systématisé de jalousie, Ann. Méd.-Psycho., 1902)

Sic "Algunos celosos son paranoicos, desconfiados, que sin razón hacen llevar a su mujer una vida de martirio de fe conyugal". MAIRET describió muy bien las fases y los carac­teres de este delirio.

- El comienzo está marcado por la aparición de la idea fija de celos. Esta idea nace de la duda, pero esta duda tiene por punto de partida un motivo fútil. Esta primera duda supone, y a la vez crea, la perplejidad fundamental y una certeza aproximada de acuerdo a una ambivalencia que es máxima en esta forma patológica. En un caso, es una referencia hecha por una vecina sobre la amabilidad de un tercero hacia su mujer, referencia a la que primeramente no presta atención y que le "volverá" a la mente con el significado de falta de afecto por él. Otro, entrando de tarde de impro­viso y después de haber golpeado la puerta antes que su mujer le venga a abrir, encuen­tra que la cama no está deshecha y se imagina que sólo pudo tener relaciones en la cama del propietario. Una mujer, luego de veinticuatro años de matrimonio, un día se pregunta si realmente son las obligaciones las que impiden a su marido volver a almor­zar a su casa al mediodía. Otra, excitada genésicamente y cuyo marido no puede satis­facer todos los deseos, se imagina que es porque él tiene amantes, etc.

El celoso delirante, después de haber experimentado por su sospecha, vergüenza pasajera, busca confirmar su duda. Contrariamente al celoso "normal" no busca prue­bas precisas que si fuesen negativas lo llevarían a abandonar su sospecha, sino que se dirige a los hechos más mínimos y a los menos demostrativos para obtener la confir­mación imposible de su duda. Esa es la historia del gendarme en quien la duda parecía haber nacido de la comprobación de una mancha sospechosa y que confirmaba sus temores acerca de las relaciones de su mujer con uno de sus colegas en el simple hecho de que este había encargado a su mujer "que le llevase repollos del mercado... "

En suma, se trata de un malestar invasor e indefinidamente progresivo.

- El tema delirante en la evolución se amplifica se enriquece a través de las experiencias vitales que se presentan como en un verdadero delirio de interpretación. La idea de celos se hace fija, todo se organiza para llegar a una prueba patente de la desgracia conyugal. El celoso se entrega a una serie de investigaciones. Dice MAIRET, "parecería que un hombre como el monómano, que adquirió la convicción de su desgracia conyugal, con­vicción tal que las razones más perentorias que se pueden darle de la futilidad de su idea no podrían quebrada, parecería, digo, que un hombre así no tiene necesidad de más pruebas patentes de su desgracia que aquellas sobre las cuales fundamenta esa idea. Sin embargo no es así; no poseyendo pruebas palpables de la infidelidad de su pareja, querría tener esas pruebas y emplea todos los medios para obtenidas".

- Las investigaciones son de todo tipo: el celoso vigila a su mujer en los menores hechos y gestos, disimula para sorprendedla, la espía en su baño, la observa en sus perfumes, olfatea sus vestidos al volver, examina su ropa de cama, y si encuentra alguna mancha sospechosa la examina con lupa o la hace analizar, abre sus cartas, llega a suponer una criptografía complicada, etc. Una observación nos muestra a un celoso que espía a su mujer, juzgando que si está fatigada es que acaba de entregarse a su amante, etc.... Permanentemente estaba al acecho de las mirada intercambiadas furtivamente entre ella y un transeúnte. Una mañana fue a visitar todas las iglesias de la ciudad para buscada allí, entendiendo que allí era donde tendría que haber ido, y que al no encontrarla, sólo podía estar en mala compañía. Se añaden las sospechas incestuosas.

 

- Mediadas de control y coacción: Muchos de estos delirantes no se contentan con investigaciones. Recurren a medi­das de control y de prueba de todo tipo para poner término a su perplejidad cuando no a su desgracia. Tal celoso sigue todos los movimientos de su mujer, le prohíbe hablar con nadie y no la deja ir a la fuente más que mirándola desde el costado de la puerta. Otro la obliga a seguido por donde él va, e incluso a pasar fuera la noche con él para vigilar sus forrajes cortados. Otro, obligado a dejar su hogar por unos días y no pudiendo llevar a su mujer consigo, la encierra en su dormitorio y la encadena a la ventana y a la caja de la escalera. MAIRET cita el caso de un delirante celoso, que acostado al lado de su mujer, temía que ella lo durmiese con un narcótico para correr a una cita o que recibiese a un amante en su cama: entonces puso detrás de la puerta una mesa cargada de vajilla para despertarse ante la menor tentativa. Otro de sus pacientes ponía ceniza delante de la puerta de su dormitorio para asegurarse de que nadie hubiese entrado durante la noche. Algunos atan a su mujer a la cama, uno la ataba con una correa, sin que eso lo tranquilizase: a veces se despertaba en la noche y tocaba las piernas de su mujer y "si las encontraba frescas, pensaba inmediatamente que había aprovechado de su sueño para correr al desenfreno" (MAIRET). Un paciente de BOMBARDA que sometía a su esposa a una verdadera inquisición ponía candados en todas las puertas. Un pacien­te cerraba de noche su puerta con un candado del cual sólo él tenía la llave; pero las "pajitas de control" le habían "mostrado" que su mujer (que es "muy delgada") lograba escaparse y de eso concluyó que le ponía un polvo que lo dor­mía y, un nuevo "suero de la verdad", le hacía traicionar su secreto ... La reclusión, los controles por agencias de policía privados, los cinturones de castidad son los medios más frecuentes de presión y de verificación, empleados por estos delirantes celosos.

- Evolución de la celotipia: Según MAIRET, la evolución de este delirio puede hacerse persistiendo solamente la idea delirante de celos, entonces se trata de monomanía celosa pura o de idea fija de celos. En algunos casos sin embargo se agregan ideas de persecución: es la monoma­nía celosa con delirio de persecución y el celoso se comporta como un perseguido-per­seguidor. En la evolución de la "monomanía celosa pura" vemos persistir con intensi­dad creciente la idea fija. Esta forma corresponde a la breve descripción que acabamos de recordar del delirio sistematizado progresivo de BOMBARDA. "Al contrario de lo que pasa en la hiperestesia celosa el alejamiento del cónyuge no hace desaparecer el deli­rio, solo atenúa su actividad". Separado de su medio familiar, el paciente a menudo parece calmo, y afirma con energía la desaparición de toda idea de celos: pero estas rea­parecen a partir del alta. Para MAIRET, la "monomanía celosa" continúa de manera indefinida así como es, o bien, agregaba, termina en un momento dado en una "locu­ra" cuya forma es variable; raramente terminaría en la demencia (esquizofrenia) , eventualidad que por el contrario se observaría más a menudo cuando se trata de "monomanía con delirio de persecución". Cuando se trata de esta última forma se ve que al tema de celos se agre­gan persecuciones de todo tipo con quejas a las autoridades. Pero, para MAIRET, "La diferencia que distingue al perseguido-perseguidor celoso del perseguido ordinario es que en él la idea fija de celos es el pivote alrededor del cual cristalizan las ideas de per­secución". Es así que el perseguido celoso a menudo acusa a la esposa culpable de envenenarlo y al cómplice de mofarse abiertamente de él.

Veamos la descripción de un paciente de Bombarda.

(Nos aclara H. Ey que 20 médicos habían rehusado certificar la locura en este paranoico celotípico)  Este paciente, sospechando desde hacía muchos años la infidelidad de su mujer, creía que sus hijos eran fruto de adulterios y la perse­guía sin cesar. Por todos lados encontraba trazas numerosas de esperma. Creía que sus perseguidores se ingeniaban para penetrar en su casa mediante maniobras muy comple­jas. Uno de ellos, habiendo alquilado la casa de al lado, entraba por la ventana, pasaba por el primer piso y saltaba a la casa del paciente, desde una ventana a otra. Cuando el marido se aproximaba, él huía por la ventana del fondo. Saliendo de ahí, se iba a dor­mir con la propia hija del paciente. Los hijos se han puesto de acuerdo con su madre, para que lo traicionase. Una vez la audacia de su mujer y de su amante llegó hasta "lle­var a cabo la infamia bajo sus narices", esto había pasado en un sillón de la pieza veci­na porque, mientras dormía por un breve momento, estuvo abierta la puerta de comu­nicación con su pieza. Las faldas de la mujer habían servido para ocultar al amante de tal manera que era imposible que se lo viese. En el asilo no tenía duda de la complici­dad de su mujer y del médico, y sospechaba que querían envenenarlo, por lo que des­confiaba de los medicamentos que se quería hacerle tomar.

 

LAGACHE refirió siete casos que son muy interesantes. He aquí las conclusiones que saca del análisis de esas observaciones. Pudo poner en evidencia antecedentes hereditarios en estos pacientes pero descartó la idea de una herencia similar. Los ras­gos de carácter celoso se remontan a la infancia pero están intrincados con otros ras­gos de retraso afectivo (fijación a la madre, conflicto con la madre, rivalidad entre hermanos, conflicto edípico, etc....) para configurar "un conjunto caracterial comple­jo". Con frecuencia existen disposiciones paranoicas o hiperesténicas, rasgos sensi­tivos de KRETSCHMER. Es en este terreno que el delirio se desarrolla después de un "trabajo de maduración de la predisposición".

 

Según LAGACHE esta elaboración pro­gresiva obedece a las siguientes reglas:

1°. En la mayor parte de los casos, la anamnesis revela una predisposición fre­cuente bajo la forma de un carácter esténico, dominante, con propensión al senti­miento de injusticia sufrida, o por lo menos índices de tal disposición en la forma de rasgos de la serie paranoica; pero no se trata de una predisposición unívoca que com­prenda explícitamente los celos.

2°. Durante mucho tiempo, a menudo muchos años, estos sujetos viven una situa­ción insatisfactoria objetiva o no, en la mayoría de las veces esta frustración es experi­mentada en el dominio de la vida conyugal, pero agrega frustraciones en el dominio de la vida profesional y de las ambiciones personales, que son traspuestas en celos por un mecanismo de desplazamiento.

 

3°. El estado de celos se desarrolla de un modo generalmente insidioso y progresivo hasta paroxismos en los cuales, a las aspiraciones frustradas, siguen reacciones rei­vindicadoras y agresivas.

El núcleo psicológico del desarrollo de estos celos reside en la transformación de la avidez frustrada y herida en reivindicación agresiva.

He aquí un extracto de la obser­vación VII de LAGACHE.

Se trata de María J, de 40 años de edad. A los 21 años un joven que no quería, la habría violado para embarazarla y obligarla a casarse. Habiendo conocido a su futuro marido, 6 años más joven que ella, continuaba frecuentando a su antiguo amante. Poco amor por su marido pero satisfacción sexual en sus relaciones conyugales. Conflictos con su fami­lia política, largo período de "celos difusos". Sospechas, vigilancias, y luego cristalización del delirio.

Se señalan las siguientes particularidades:

1°. En la evolución de toda su historia y de la observación se muestra muy unida a la madre, quien se lamenta que se haya casado a causa de sus crisis de locura; la actitud de la madre, revelada espontáneamente, completa y provoca la de la hija.

2°, Fuerte atracción por el padre.

 3°. Señales de rivalidad fraterna: estima que su padre prefería a su hermana ya su her­mano.

 4°. Atracción apasionada por el hermano menor.

 5°. Educación severa por parte de la madre.

 6°. Vida seria e incluso retirada durante la adolescencia

 7°. A pesar de un afecto persistente por un muchacho de su país, para él sólo es una "her­mana"

  8°. La pérdida de su virginidad es atribuida a una violación; pone en su futuro esposo la responsabilidad de su relación; ella sigue siendo "moralmente" pura.

Se aprecian algunos rasgos del carácter paranoico:  apasionado de las relaciones familiares; dificultad en separarse, señales de celos, tendencia a la introver­sión, tendencia a verse inocente y a poner la responsabilidad en los demás. De modo concreto el carácter encuentra su unidad en la noción de fijación familiar: se trata de una mujer insuficientemente destetada de su familia y correlativamente, mal dispuesta para abrirse a una vida social más amplia y también a la vida amorosa.

4°. El fracaso matrimonial consagra estas disposiciones desfavorables. Desde el ini­cio de su vida de pareja se puso en guardia comprendiendo que su marido no era "serio", sin que esta información haya provocado celos inmediatos y aparentes. Para que los celos se desarrollen será necesario la acción progresiva de un conflicto conyugal cróni­co; sexualmente satisfecha -por lo menos así lo señala- nunca fue enteramente feliz; el embarazo y los partos difíciles, la sobrecarga materna y doméstica no es compensada por manifestaciones tangibles de amor y de interés que espera; ve a su marido no teniendo interés o generosidad más que por sus amigos y por su familia propia; la familia según la paciente siempre ha querido dominarla y siempre le ha reprochado tener muchos hijos y no un trabajo; el conflicto conyugal se extiende al conflicto de las dos familias, y en la medida en que ella desplaza a su marido hacia su familia política, la paciente se repliega sobre la suya. No quiere frecuentar a nadie de su entorno, de sus vecinos.

El conflicto entre sus deseos y la realidad se desarrolla de 1926 a 1933. Ya hay celos en el reproche que hace a su marido: no ama a su mujer y a sus hijos, prefiere a sus amigos y a sus propios familiares. Es en 1933 que las ideas de infidelidad conyu­gal se formulan; comienza a vigilarlo disimulando sus sospechas ("yo lo analicé bas­tante") que se concretan favorecidas por algunos incidentes. En 1935, le confía sus celos a su madre que los juzga inmotivados. En 1936, con la cuarentena --ella es un poco mayor que su marido- los celos se exacerban; se siente minimizada a causa del segundo trabajo de su marido, ampliamente justificado por sus gastos. Una estadía de verano en casa de sus suegros agrava la tensión; y los celos se cristalizan por último en una cliente de su marido, una enfermera de reputación dudosa en el hospital donde él es cocinero.

Así  la reacción reivindicadora de 1936 no es más que un fragmento y el coronamiento de un desarrollo paranoico de la personalidad cuyas fases son las siguientes:

I. En la juventud, se comprueban rasgos de carácter de tonalidad paranoica, como los celos, la estabilidad muy marcada de los vínculos afectivos; es probable que el tem­peramento fuese ya excitable y esténico; sin embargo por la encuesta biográfica no se puede hablar de carácter paranoico; el conjunto de las disposiciones se cristaliza en la fijación familiar marcada que obstaculiza el desarrollo de relaciones sociales y amorosas; hay convergencia entre las disposiciones de la paciente y la severidad moral de la madre, su deseo de conservar cerca a su hija y de no exponerla a los ries­gos del matrimonio.

II.  En el curso de los siete primeros años de la pareja, la enferma es golpeada por la rea­lidad, que le aporta más exigencias que satisfacciones a sus deseos; las equivocaciones son atribuidas al marido, …

III. De este estado general de frustración se pasa a celos más específicamente amorosos y conyugales que se manifiestan ante todo por sospechas y vigilancias disimuladas.

IV. Sobre este fondo, a raíz de incidentes se constituyen episodios interpretativos y de reivindicación en tema de celos. La oposición entre el deseo y la realidad continúa ejer­ciendo su acción profunda y continua.

La Sra. M... de 51 años, ingresó  por un delirio de celos con amenaza de muerte respecto a su marido por la vía de los hechos, convicción profunda de la culpabilidad de su pareja, basada sobre interpretaciones delirantes, algunas de carácter retrospectivo.

Un caso personal como resumen:

Se trataba de una psicosis paranoica del tipo de reivindicación pasional con construcción de un sistema demostrativo de seudo-comprobaciones y de acumulación de prue­bas irrisorias. El conjunto del comportamiento y de la convicción pasional era muy esté­nico y arrastraba una actitud de protesta violenta contra la hospitalización. El análisis (corroborado por dos narco-análisis) evidenciaba en las tendencias heteroagresivas un substrato masoquista de tendencias auto-punitivas. Insatisfacción conyugal. Rechazo de relaciones contra natura y acusación complementaria del vicio de la rival. En este caso que podría parecer exclusivamente psicogenético, la naturaleza mórbida de los celos se transparentaba en el fondo ciclotímico, la considerable hiperestesia emocional y una profunda neurosis de angustia. Habiendo provocado el acmé pasional la internación se había acompañado de una experiencia delirante con obnubilación de la conciencia deter­minando una amnesia muy clara de los acontecimientos, que fueron la causa directa del ingreso a mi servicio.

El carácter patológico de estos celos se encontraba confirmado por sus antecedentes hereditarios: su abuela materna había presentado una crisis melancólica. Una de sus her­manas fue neurasténica y la otra internada en Canadá como paranoica.

En la base de todos estos delirios, Sea que Se trate de hiperestesia celosa o de deli­rio de interpretación sistematizado de celos, existen alteraciones de la estructura formal de la vida psíquica que hacen a estos estados "incomprensibles" en el sentido de Jaspers. El análisis de estos delirios revela un estado de desequilibrio radical, crisis de excitación, experiencias delirantes complejas, todos fenómenos heterogéneos en relación al desarrollo de la personalidad. Por lejos que nos permitan llegar las relaciones de comprensión que ligan el delirio a la personalidad, no nos dan cuenta del delirio.

l. Esta "incomprensibilidad" constituye la estructura formal de estos delirios. Para el clínico hábil es tan patente que, desde que el celoso es examinado, salta a los ojos la "tipicidad" de estos deli­rios, sus caracteres evolutivos y sus aspectos semiológicos.

A nuestro criterio, estos delirios no se distinguen de los precedentes, de los que señalamos que no deberían ser reducidos a un desarrollo psicogenético, sino por su carácter más claramente "procesual", es decir por la frecuencia, la intensidad y la dura­ción de las experiencias delirantes primarias. Por consiguiente aportamos aquí los criterios de JASPERS como criterios comunes a los dos grupos de delirios.

La psicosis por proceso, según JASPERS, se presenta con los siguientes caracteres. Se comprueba -dice JASPERS- que a partir de un momento determinado, se inicia un nuevo desarrollo. Siempre hay irrupción nueva de instancias psíquicas heterogéneas.

 

'Depende del proceso subyacente que el desorden sea pasajero o durable. En la evolución de los síntomas mentales existe una ausencia anárquica de regularidad. Todas las manifestaciones se suceden en transiciones donde no aparece ninguna derivación psico­lógica; ya que ordinariamente dependen del proceso". JASPERS partiendo del análisis de dos observaciones describió estos delirios de celos condicionados por un proceso, des­cripción de la que se desprenden algunas particularidades clínicas características:

1 ° Se trata de personas "un poco particulares" que muestran cierta terquedad y que son muy excitables, sin que sea posible distinguirlas de los miles de personas que pre­sentan los mismos rasgos.

2° El delirio de celos (seguido prontamente de ideas de persecución) se declara en un lapso relativamente corto que no va más allá de un año.

3° Esta formación delirante es acompañada de síntomas diversos: inquietud ("¿acaso no entendiste nada?"), ideas delirantes de ser observado... Ilusiones de memoria. "Caen las escamas de sus ojos". Síntomas somáticos interpretados.

4° Obviamente estos pacientes relatan de una manera muy expresiva su envenenamiento y los estados terribles que han seguido. No existe ningún punto de apoyo para afirmar las alucinaciones.

5° No se encuentra ninguna causa exterior al desencadenamiento de todo el proce­so (a saber, ninguna modificación en las circunstancias de vida ni el menor accidente).

6° En el curso ulterior de la vida (7 a 18 años) ningún agregado de nuevas ideas delirantes, sino que el sujeto mantiene su antiguo delirio, no lo olvida, considera su contenido como la clave de su destino y traduce su convicción por actos. Es posible y probable que se acaben las ideas delirantes, pero esto se limita a fechar con anterioridad algunos datos de la época fatal relativamente corta, y del tiempo que la precedió. El sujeto no es reticente.

  7° No hay ningún deterioro demencia\. Hubo un desorden delirante que puede prensarse como localizado en un punto, y que la personalidad antigua elabora racionalmente  con sus sentimientos y sus viejos instintos.

  8° Estas personalidades presentan un complejo de síntomas que se puede aproxi­mar a la hipomanía; conciencia de sí que no desfallece nunca, irritabilidad, tendencia a la cólera y al optimismo, disposiciones que a la menor ocasión se vuelven en su con­tra, actividad incesante, alegría de iniciar cosas.

 

LAGACHE  (“la jalousie amoreuse”)  por su parte ha insistido:

1° En la imposibilidad de una interpretación comprensible a partir de los aconteci­mientos o del carácter.

 2° En un cierto número de trastornos concomitantes: inquietud, ilusión de la memo­ria, ideas de envenenamiento, etc....

3° En la rápida formación (en menos de un año) de una sistematización cuyas expe­riencias delirantes iniciales constituyen la clave de bóveda.

En este sentido le pareció típica la observación publicada por MINKOWSKI, de que el delirio estaba envuelto en una atmósfera de misterio, se situaba en un "espacio negro" análogo al que tenemos delan­te de nosotros cuando cerramos los ojos, homogéneo y monótono. En este caso los celos se desarrollaron sobre el tema de infidelidad homosexual y el rival, amigo del marido, había sido precisamente el amante de la enferma. A esa proyección complexual mani­fiesta, correspondía un pensamiento muy alterado (trastorno de la conciencia de sí, extrañeza de los sentimientos, alienación del pensamiento y de la palabra interior, alte­ración de la percepción del otro, cambio de personalidad entre ella y otro). Por otro lado los celos perdían su pureza para confundirse en un contexto delirante y alucinatorio.

 

Las observaciones de LAGACHE correspondientes a este tipo de "delirio procesual" son diez. En un primer grupo (3 observaciones) se trata de celos contemporáneos de la alteración de la personalidad. Rápida constitución del delirio, ideas de envenenamien­to, imprecisión de las sospechas y de las pruebas, deformación de la percepción del momento y de los personajes de la situación triangular, situación complexual manifiesta, etc., tales son los rasgos mayores de este tipo de celos mórbidos que se confunden más o menos con la evolución de la psicosis esquizofrénica . 

El caso de Dominique (observación XVI) es particularmente interesante y LAGACHE insiste especialmente sobre la proyección anacrónica del tema en el pasado, sobre la incongruencia de este pasado con el presente y sobre la carga de alteración que los celos toman del momen­to presente para edificarse en el pasado. Los celos de Dominique son como extraños a su personalidad, diríamos que son esencialmente "fantasmáticos". Las observaciones XVII y XVIII constituyen un segundo grupo caracterizado por el hecho que después de un proceso psicótico de alteración de la personalidad, se constituyen celos anacrónicos, igualmente vueltos hacia el pasado.

 Por último en un tercer grupo de hechos (observa­ciones XIX a XXII) son los celos los que "inauguran el proceso", es decir que los celos mórbidos, análogos inicialmente a un "delirio pasional" (para el que generalmente se emplea el término de "paranoico" en razón de su "claridad" y del cual, con JASPERS, LACAN o LAGACHE, se habla como de un simple desarrollo de la personalidad) se hacen luego manifiestamente "procesuales"; este tipo de observaciones tienen un gran interés, porque muestran precisamente que no se debería separar, lo repetimos, el "deli­rio-desarrollo de una personalidad" del "delirio proceso", siendo el primero en nuestra opinión ya "proceso", en la medida misma en que es delirio.

E.  MINKOWSKI, Jalousie morbide sur un fond d'automatisme mental, Ann. Médico-Psycho., 1929.  

Ver también : Le Temps vécu. Étude phénoménologique et psychopathologique, de 1933,

C. LOS CELOS MÓRBIDO S SINTOMÁTICOS DE PROCESOS ORGÁNICOS

Acabamos de decir que el "delirio-desarrollo de la personalidad" hay que vincular­lo con el "delirio proceso", ahora podemos agregar que esos delirios "sin condicionamiento orgánico conocido" tienen a su vez relación con lo que pasa en las formas pato­lógicas de "celos por procesos orgánicos". Tanto es verdad que "delirio", "proceso" y "enfermedad" son sinónimos mediante los cuales se designa la misma alteración soma­to-psíquica que nosotros llamamos "psicosis". Sólo es pues como un artificio que estu­diamos aparte estos "delirios de celos sintomáticos", del que somos conscientes y por­que aquí podemos señalar un proceso etiológico conocido o plausible.

 

1 ° El delirio de celos alcohólico

En primer lugar conviene estudiar el delirio alcohólico de celos. Estudiado ya por MARCEL en 1847.

(MARCEL, De la folie causée par les boissons alcoolique, Paris, 1847)

En Alemania KRAFFT-EBING (1891) atribuyeron una importancia considerable al alcoholismo en la etiología de los celos, porque estimaban que un 80% de los alcohólicos son celosos. En 1901, PARANT recordaba que la acción del alcoholismo, no haciendo en general más que colaborar con otras causas, como la degeneración y trastornos sexuales, podía hacer nacer el delirio de celos fuera de todo "temperamento celoso". Sin embargo, más recientemente, DUPOUY, CHATAGNON y TRELLES, se colocaban en una posición opuesta y para ellos, el alcohol no crea los celos; sólo provoca una acción liberadora y estimulante sobre las disposiciones paranoi­cas preexistente de celos. Para LAGACHE la acción del alcohol es ante todo "cuantitati­va", es decir que el alcohol provoca una disminución del control y estimula los automatismos; pero también es cualitativa actuando electivamente sobre las funciones sexuales.

Este delirio casi específico del sexo masculino se elabora en los accesos alcohóli­cos agudos, pero se lo encuentra más o menos organizado, más o menos intenso, más o menos durable en todas las manifestaciones del alcoholismo.

En los delirios alcohólicos agudos, las ideas de celos son frecuentes. Se pueden observar ebriedades celosas, estados de onirismos celosos que generalmente son efíme­ros, pero que sin embargo pueden constituir una etapa hacia un delirio permanente más o menos sistematizado.

Pero es sobre todo en el alcoholismo crónico que el delirio de celos es más frecuen­te. Se manifiesta, después de un período de incubación, por sospechas a punto de par­tida a menudo nocturnas. Este delirio es excesivamente inflexible y sobrevive incluso a la impregnación alcohólica.

"El delirio de interpretación de forma celosa de los Bebedores" fue estudiado anti­guamente por ESCOUBE, BATTIER y ISCOVESC0. R. MIGNOT,  señalaban que estos delirios se construyen sobre interpretaciones más que sobre alucinaciones; escribió que "es el tipo perfecto de las psicosis en base a interpretaciones delirantes". SÉRIEUX y CAPGRAS  acentuaron los "eclipses" y los accesos "paroxísticos" que ritman la evolu­ción de estos delirios, verdaderos "momentos fecundos" de la inspiración celosa mórbi­da. En cierto sentido son "delirios de sueño a sueño", de "confusión a confusión". En el curso de estos delirios crónicos aparecen accesos subagudos que agravan el pronóstico y durante los cuales se exacerban las ideas delirantes. Estas "experiencias delirantes agudas" más o menos oníricas se acompañan de trastornos psicosensoriales como en la famosa observación de GARNIER  donde el paciente golpeaba la imagen alucinatoria del amante de su mujer. Recordemos por último que todos los clásicos insistieron sobre el erotismo y la obscenidad de las representaciones en los sueños y en las alucinacio­nes penosas de estos pacientes.


1. KRAFFT-EBING, Traité clinique et Médecine Légale des Aliénes.

2. PARANT, Les délires de jalousie, These, Paris, 1901.

3. DUPOUY, CHATAGNON et TRELLES, Présentation de deux jaloux, Soco Méd. Ment., 1930.

4. Cité por NEVEU, These, Paris, 1941.

5. ISCOVESCO, Des idées de jalousie dans le délire alcoolique, These, Paris, 1898.

6. TRIBOULET, MATHIEU, MIGNOT, Traité de l'Alcoolisme, Paris, 1903.

7. SÉRIEUX y CAPGRAS, Le délire d'interprétations, 1909.

 Para LAGACHE, en la clínica los delirios de celos alcohólicos se presentan, según toda una gama de tipos. Distingue: 1° los celos ebriosos (1 caso); 2° las reacciones psicoló­gicas mórbidas del tipo de los celos pasionales mórbidos o "hiperestesia celosa" de los clásicos (4 casos); 3° los delirios de interpretación que se continúan más allá de la des­intoxicación tóxica (3 casos); 4° estado de celos del tipo del delirio crónico de interpre­tación (1 caso); 5° brotes interpretativos con alteraciones de la personalidad (1 caso); 6° estados de celos del tipo de la psicosis alucinatoria crónica (1 caso); 7° estado de celos del tipo confuso crónico de delirium tremens (1 caso); 8° por último, casos mixtos donde se intrincan los diversos síntomas y los diversos mecanismos (1 caso). Insiste sobre los caracteres comunes de todos estos casos: eretismo afectivo de carácter mixto, más claro que en el pasional o en el interpretador; papel considerable de la lubricidad y de la per­versidad sexual en las representaciones delirantes; trastornos sexuales y especialmente impotencia; carácter ruidoso, escandaloso y obsceno de las manifestaciones; agravación bajo la influencia de factores de alcoholización (influencia estacional, del atardecer y de la nocturnidad); por último, frecuencia de las ideas de envenenamiento en relación con los trastornos digestivos.

 NEVEU, Les Délires chroniques des alcooliques, These, Paris, 1941.

NEVEU  en su estudio de los "delirios crónicos" también señaló, y una vez más, la frecuencia de las "ideas de celos" en los alcohólicos: dice que se desarrollan sobre un fondo de interpretaciones. A veces, puede ser inconsciente y no expresarse más que en el soñar. "Esta puede ser la fuente de una convicción delirante y esta convicción a veces es mantenida por sueños sucesivos parcialmente amnésicos, origen de un senti­miento de celos inexplicado. En una de sus observaciones, su paciente expresa en los celos respecto a su madre el odio que sentía en relación a ella y sus sueños de coito incestuoso revelaban naturalmente las profundas tendencias edípicas. Otras veces los celos se proyectaron en la alucinación. Según NEVEU el tema de celos debe ser apro­ximado al de la agresión sexual, igualmente tan frecuente en los delirios alcohólicos y también al de envenenamiento que, por así decir, liga el odio y la venganza pérfida en el acontecimiento perseguidor.

 B. LLOPIS LLORET y A. ESCUDERO ORTUÑO,  han analizado la estructura formal de la conciencia onírica de los celos en el delirium tremens. Insistieron en la multiplicidad de la imagen del rival (serie de personajes, árabes, soldados, etc.).

Ver: Delirio de infidelidad en losalcohólicos. B Llopis. (J.L.Día)

l. LLOPIS LLORET el A. ESCUDERO ORTUÑO, El delirio de infidelidad conyugal múltiple. Actas luso-españolas de Neuro. y Psiq., 1948, pp. 217-225.

2. CLAUDE y HENRI EY, Troubles psychosensoriels et états oniriques dans l'Encéphalile épidémi­que chronique, Presse Médicale, 1933.

2° Los celos mórbidos de los toxicómanos

LAGACHE (Observación VII) describió los celos de un diseñador de 49 años desequilibrados, perversos, emotivos impulsivos, y adicto al éter. La sobrexcitación psicomotora, la inestabilidad agresiva, la excitación erótica y perversa constituían sus rasgos esenciales. En este sentido Lagache señaló muy adecuadamente que las particularidades clínicas no dependen de propiedades específicas del tóxico, sino que en "gran parte tienen que ver con la profundidad de la desintegración". En estos celos tóxicos, agrega Lagache, "los celos tienen sus raíces más antiguas en el desequilibrio psíquico y en la situación vital".

3° En las afecciones cerebrales

Las observaciones son raras. Señalemos el caso (XXVI) de LAGACHE que en ese sentido es interesante. Se trataba de un paciente de 31 años, con epilepsia Bravais-Jacksoniana, postraumática con síndrome de WEBER. En el curso de accidentes paroxísti­cos, el paciente presentaba estado de celos con delirio de agresión homosexual "teniendo mínimas relaciones con la personalidad".

 En la encefalitis epidémica pueden desarrollarse ideas delirantes de celos siguiendo a experiencias delirantes eróticas, oníricas u oniroides que se observan en esta afección.

En este sentido se encontrarán observaciones interesantes en los trabajos de CLAUDE y HENRI Ey Y de DUPOUY, COURTOIS Y BOREL. Ahí también el onirismo constitu­ye el espejo donde juegan y se mezclan las fantasías y todas las "imagos" que consti­tuyen la fórmula complexual de los celos. El proceso encefalítico realizaba una verdadera "neoformación" celosa, el desarrollo de los celos mórbidos era engendrado directamente por la encefalitis.


4ª. En la demencia senil:

Es bastante frecuente observar ideas de celos en los ancianos, hecho señalado por CHRISTIANSEN  desde 1895. Refiere observaciones como la de un maníaco de 70 años cuya mujer, decía el paciente, "tenía una casa de prostitución", y la de un antiguo melancólico que se oía llamar "el ciervo" y se levantaba de noche para buscar a los amantes de su mujer. En su tesis muy interesante, PUYUEL0 estudia con un poco más de detalle los celos mórbidos en los ancianos. En algunos ancianos los celos aparecen como un síntoma precoz de demencia senil, contrastando generalmente con el carácter anterior del paciente. El delirio participa de los trastornos intelectuales seniles, "las ideas delirantes son absurdas, no creíbles, contradictorias y tienen el sello de la demen­cia en la que están implantadas". A veces se observan trastornos psico-sensoriales y el paciente se muestra con gran irritabilidad y una actitud grosera violenta. Las ideas de celos no siempre son puras sino que se mezclan con ideas hipocondríacas y con ideas de persecución, de envenenamiento y de indignidad más o menos sistematizadas. Lo que siempre chocó a los observadores es la excitación genésica. Las fantasías edípicas invertidas se mezclan en este erotismo celoso. Fue el caso de un paciente, que a los 67 años y desde hacía algunos años, se entregaba a excesos sexuales y por celos mató a su hija a la que había sorprendido con un amante.

  PUYUELO, La  jalousie, Thèse de Bordeaux, 1935, pp. 93-98.

  CHRiSTIANSEN. Le delire erotique des viellards.

5ª. Los celos en la PGP. (Ver relación entre Parálisis general progresiva y delirio celotípico)

La estructura de los celos mórbidos.

Los celos mórbidos, esencialmente delirantes según acabamos de verlo, son una pasión patológica. Pero una pasión que estructuralmente es inconmensurable con la pasión normal. Es una pasión cuyo desarrollo es puramente interno y absolutamente irracional. Sin duda puede parecer ingenuo querer caracterizar a la pasión patológica por las cualidades que son comunes a toda pasión, porque vamos a ver que la estructura interna e irracional de la pasión patológica celosa es precisamente diferente de la estructura pasional normal.

Refirámonos al capítulo fundamental que LAGACHE ha dedicado a este problema

Recuerda que con DESCURET se puede sostener que el estado pasional de los celos normales y el de los celos patológicos no difiere más que por la duración: en el curso de las pasiones inveteradas, dice, se pueden observar "paroxismos de locura". Pero uno se pregunta cómo puede plantearse entonces el problema de los "celos mórbidos" , que sin embargo se impone al clínico. También se puede sostener que todos los celos son mórbidos, y es lo que reiteran numerosos psiquiatras que aceptan "considerar Como patológico" todo estado pasional lo bastante intenso como para provocar reacciones peligrosas. Cuando en la Société médico-psychologique, CAPGRAS hizo su comunicación sobre los "crímenes y delirios pasionales" tuvo lugar un prolongado debate cuyas conclusiones pueden establecerse de este modo.

Cuando verdaderamente se trata de delirio pasional de reivindicación: 1 ° el criminal es señaladamente lúcido, impasible y satisfecho; 2° las concepciones delirantes se transparentan en el contenido y en las extra­vagancias del tema (monstruosidad de los motivos y los móviles de persecución de los celos y los actos "justicieros"); 3° la personalidad del criminal es una personalidad psi­copática, "desequilibrada"; 4° el estado pasional alcanza su paroxismo. Es decir que todos estos criterios no son muy convincentes.

Se nos impone percibir que hay una diferencia entre la pasión vivida por un ser normal y la pasión vivida en un regis­tro patológico. En el fondo esta es la tesis de CANGUILHEM , y en la que hay que apo­yarse: lo que define al hombre patológico es aquello por lo que dejó de ser "normati­vo", es decir aquello por lo cual ya no es más capaz de responder a las fluctuaciones del medio, elaborando nuevas normas. En este sentido la enfermedad es una reducción y una impotencia. LAGACHE dice por su parte, "es una remodelación estructural que hace pasar del mundo personal del hombre sano al mundo personal del hombre enfer­mo". Dicho de otro modo es una regresión, término que Lagache sólo utiliza con mucha reserva, mientras que a nosotros nos parece que es el término que puede orien­tar la solución del problema.

1. LAGACHE, De la jalousie non pathologique ou jalousie psychologique.

 2. DESCURET, La Médecine des Passions, 1844. Sobre este punto consultar también la obra de P. MOREAU (de Tours) hijo, (De la folie jalouse, 1877) donde esta tesis es sostenida bajo la autori­dad de TRÉLAT.

3. CAPGRAS, Crimes et délires passionnels, Soco Médico-Psycho., 1927.

4. Canguilhem. Essai sur quelques problèmes concernant le normal et la patologique, These. Strasbourg, 1943.

Ver discusión de H. Ey en relación al concepto de normalidad vs. Enfermedad.

Quizá si hubiese recurrido a este concepto con más reso­lución, se hubiese librado de la paradoja de su posición, la de presentar lo patológico como caracterizado por la formación de una "norma", es decir -precisa LAGACHE- de una actitud estabilizada, de una disposición permanente de la persona y para el caso particular de los celos, de "un modo constante y habitual de vivir la relación amorosa y sexual". Esta manera de equilibrio o de sobrecompensación caracteriza efectivamen­te a todo sistema paranoico y al delirio pasional en particular, pero además de no ser más que efecto de un desorden inicial y primordial propiamente procesual, representa una manera de ser tan constante, tan rígida, tan irreversible que es justamente lo con­trario de una "norma". Es "anormal" porque es el efecto de un accidente evolutivo, de una fijación anacrónica o de una disolución. Lo que constituye la enfermedad es la modalidad regresiva y no la pretendida modalidad "normativa" de una simple "reac­ción", algo que no nos parece compatible con la noción de enfermedad.

El control y “dominio”  de las Pasiones, imposible en el celotípico.

Ver “tratado de las pasiones del alma” R. Descartes (1649)

Art. 69. Hay sólo seis pasiones primarias. a saber: la admiración, el amor, el odio, el deseo, la alegría y la tristeza; y que todas las demás son compuestas de algunas de estas seis, o son especies de las mismas. (Descartes Dixit)

Ahora bien, si toda pasión - los teólogos moralistas han insistido mucho sobre este aspecto del "Tratado de las Pasiones"- es un estado de inferioridad, ya que el ser que se entrega a esos "excesos", a esos "desbordes", está más cerca del animal que del ángel, sin embargo la pasión normal no deja de tener un doble carácter fundamental: el de estar adaptada a una situación vital y el de poder “ser dominada”.

¿Subyugado por mis pasiones, me entrego al gozo irrefrenable..?

En tanto que me pongo o me opongo como "reivindi­cador", como "ávido", como sacado de mí, etc., en el impulso y en la vehemencia de mí ser profundo erigido con todo su furor contra el acontecimiento y las circunstancias del medio social. Pero la pasión nace, si no alimentada totalmente, de mi puesta en situa­ción en el mundo. Nacida de esta situación, aun cuando le agregue el elemento consti­tutivo de mis instintos, mi pasión se adapta a sus contornos, sufre su sentido y su peso. De tal modo que la pasión normal está fusionada, por así decir, a su segundo criterio: dependiendo esencialmente de una situación, es decir de un modo de estar en un aspec­to concreto y finito del mundo, depende de la conciencia que yo tomo de esta situación, es decir de un acuerdo implícito de mi juicio, o mejor de su conformidad con mi con­cepción reflexiva del mundo. Por frenético que sea el movimiento al que me aban­dono, por violento e irresistible que sea el torbellino de mis sentimientos, de todos modos conservo la posibilidad de reapropiarme y de superarla incluso después de haberme entregado a esa "locura". Es un "paroxismo" consentido y especialmente si no es controlado, es por lo menos controlable.

 

Ver: Psicodinamia de la manía. Psicopatología J.L. Día.

Y la exaltación maníaca liberadora de las pasiones,..

-¿cómo se transforma la ansiedad existencial en la manía?

- Desaparece  la “culpabilidad ontológica”. (V. Frankl), 

- La “contingencia de la existencia humana”. (J.P. Sartre), es sustituida por una “tarea en el mundo”, “una misión redentora de la humanidad”

- el temor a la muerte y convicción de la muerte como destino final desaparece en el maníaco (Huida temporal del maníaco hacia el futuro, vivencia de inmortalidad, de infinitud. O idea de “juicio final” de tipo mesiánico)

- la ansiedad psicótica de disolución del yo, de disgregación, de nueva identidad, es rápidamente superada, y digerida en la forma de omnipotencia del yo, y su acomodación acrítica al ello. Identidad todopoderosa, en expansión, sin límites, ni restricciones. (El límite del yo, rebasado, se funde con el entorno y sus objetos)

Eso precisamente es lo que la enfermedad no puede ser, y por lo que es una enfermedad. La forma pasional que presenta la enfermedad es un efecto y no una causa de esta manera de vivir los tormentos de la frustración, es decir de estar encerrado en su pasión, de sufrirla y de quedar incluido en ella. Aquí la endogeneidad y la irracionalidad de los celos mórbidos son las cualidades estructurales y formales de la conciencia delirante.

Ver “escritos psicopatológicos de Jaspers”. Es lo que también nos explica que G. DE CLÉRAMBAULT haya podido, de modo tan admirable, describir la morfología de los delirios pasionales, es decir, deter­minar su estructura formal: "Ciertamente existen casos límites --escribe en 1921-, pero en la inmensa mayoría de los casos es posible la diferenciación entre el estado pasional banal y el estado pasional patológico. Los criterios, además del índice temáti­co (coexistencia típica de fórmulas y de temas) son la intensidad de las reacciones, la persistencia, la incoercibilidad, la dislogia, la hipertonía, en un fondo de perversidad y de impulsividad". (Nos dice Clérambault)


De Clérambault. Las psychoses passionnels. Œuvre, pp 323-449

Gaëtan Gatian de Clérambault : Les délires passionnels. Érotomanie,Revendication, Jalousie. Présentationde malade (1921).

http://www.psychanalyse-paris.com/

 

La legitimidad misma del concepto de "celos mórbidos", reconocida de manera tan evidente, nos estimula a establecer sus características estructurales fundamentales.

Las modificaciones de la actividad noética constituyen las modalidades propias de la irracionalidad de los celos mórbidos.

Todo estado pasional es -y esto es un lugar común- esencialmente irracional y sometido a las leyes de la "lógica afectiva", es decir, sustra­ído a las leyes de la lógica; pero la "conciencia" del celoso mórbido y de sus modos de conocimiento constituyen una caída de nivel en el sentido que el pensamiento del celo­so patológico perdió no sólo su claridad y su racionalidad, lo que es propio de todo "conocimiento" pasional, sino que perdió la posibilidad de ser claro y racional. Un estudio de los "celos vividos", cuando toma por objeto casi exclusivo de su análisis a los celos mórbidos como en el caso del estudio de LAGACHE, pone en evidencia las modalidades de conocimiento paranoico que LACAN señaló magistralmente en su tesis.  

Las alteraciones de la actividad noética son más importantes en esos "momentos fecundos", en esas "fases matriciales" de los delirios de celos que en la clínica se presentan en forma onírica, oniroide, maníaca, etc. En este sentido el caso del delirio de celos alcohólico es absolutamente probatorio. Lo que hemos dicho de las elaboraciones de los celos en el sueño o en las fases parahípni­cas se unen a esta comprobación.

 Pero aún cuando el celoso está "lúcido" y "calmado", su pensamiento conserva la marca de esa profunda modificación de su vida psíquica. Análisis de LAGACHE de sus casos "Ana" y "Simón". Sus experiencias fundamentales se constituyeron sobre la base de sentimientos patológicos, efectos de la regresión del pensamiento hacia sus formas mágicas y arcaicas de conoci­miento. Las experiencias "Imaginativas", de la "intrusión", de la "mirada", de la "trai­ción", y de la "excomunión" son vividas como los "postulados pasionales" de G. DE CLÉ­RAMBAULT, en un registro de proyección, casi o incluso típicamente alucinatorio. Las falsas percepciones, las ilusiones, las interpretaciones constituyen las fuentes clásicas de este conocimiento: "El lugar de los presentimientos ansiosos, de las ilusiones, de los fal­sos conocimientos, de las fantasías, de los sueños entre los materiales de la creencia muestra bien el papel de lo a priori, representado por las estructuras intencionales del amor celoso y del postulado de los celos.

 

Es pensable que el "conocimiento" celoso mórbido que hunde sus raíces profundas en el mundo de las imágenes, tome a la vez también, su sistema de valores "asertivos", sus vacila­ciones, su perpetua duda, sus iluminaciones súbitas, sus "pseudocomprobaciones", la furtividad de los acontecimientos que le proporcionan su trama, de una organización noética de la conciencia profundamente alterada. Cuando se trata de una regresión más profunda (formas paranoides) se puede distinguir, con LAGACHE formas asertivas, interpretativas ("en el límite de las alucinaciones verbales periféricas"), imaginativas, alucinatorias verbales, oniroides con sueños de persecución y por último oníricas. Esta última forma, insiste LAGACHE, es muy interesante "porque realiza plenamente la aspi­ración escoptofílica inmanente al conocimiento celoso".

Es así que el mundo de los celos mórbidos es un mundo vacilante. El mundo es el que refleja la inconsistencia de la conciencia, su perplejidad y su dispersión en una pluralidad caóti­ca de fuerzas antagónicas. Dicho de otro modo, es el mundo de la angustia. LAGACHE percibió más bien el estrechamiento del universo celoso: "A este mundo estrechado en el espacio y el tiempo, el medio cósmico y social le constituyen un horizonte que no es ni vacío ni indiferente. Este ambiente inmediato es también un mundo que se rechaza, un mundo que en los paranoides se hace hostil e inquietante”  Quizá podrí­amos decir que LAGACHE tiene razón en estudiar la "concentración sobre el mundo pri­vado" del mundo celoso en las formas delirantes sistematizadas que constituyen la psi­cosis paranoica, pero que los celos de los "estados agudos" y los delirios paranoides (que se organizan en el mismo nivel, generalmente profundo, que estos estados agudos) son el signo, el efecto, de una dislocación de la conciencia, la que priva al mundo de su atmósfera de seguridad, como priva al ser de sus poderes o de sus derechos de con­quista o de posesión.

Así parece bien establecida la estructura propiamente "negativa”, deficitaria de los celos patológicos. Los celos toman su fuerza en la desorganización formal de la con­ciencia mórbida, esta expresa y vive en un tema significativo de desconfianza, la estructura de la realidad en ruinas.

La estructura fantasmática de los celos mórbidos se manifiesta con evidencia en la sustitución de la realidad por la novela delirante, pero también en el complemento de lo imaginario que el celoso mórbido agrega a una situación de infidelidad real o plausible. Los celos se juegan en el plano de las imágenes y, por así decir, no tienen necesidad de recurrir a ninguna realidad para nacer y desarrollarse. Completamente arraigados en la dinámica complexual del ser, son sus exigencias lo que expresan y la proyección de sus imágenes lo que constituye el falso acontecimiento de la intrusión. Los que figuran en la escena delirante de los celos son los conflictos internos. La fantasía del rival brota de una necesidad profunda de vivir la situación amorosa, no como un "a solas" o como un "cuerpo a cuerpo" privado, sino como un drama "entre tres" y abierto.

 En ausencia del rival "real" la estructura "triangular" de los celos exige aquí, la intervención de un rival imaginario cuyo personaje total o parcialmente ficticio encarna el poder nefasto, de agresividad o de perversidad que emana del celoso mismo. Esta intrusión fantasmática modifica las posiciones respectivas del celoso y del objeto de sus celos. Ya hemos señalado cuánto contiene de odio el amor celoso. La virtualidad de esta corriente afectiva negativa se actualiza sin desenmascararse completamente, en la inversión de las proporciones amor-odio: "Yo lo amo", no se convierte, en "yo lo odio", pero todo el comportamiento se carga del sentido de este odio inconsciente y se sabe qué agresividad se descarga constantemente sobre el compañero, víctima desgraciada del amor celoso.

 

l. El asesinato del compañero parece ser más frecuente por parte del hombre celoso mientras que la mujer celosa mata de preferencia a su rival (LAGACHE).

2.ver : “Paranoia homicida y crimen pasional” (por J.L. Día)

 Si los celos despliegan su odio bajo la apariencia del amor, es segu­ramente porque el "compañero" no es, y no puede ser nunca ideal. "El compañero ideal, adecuado para llenar las aspiraciones del amor celoso sólo puede ser un compa­ñero imaginario. Un ser real no puede ser actualmente poseído en totalidad: sólo se da por "facetas", en presentaciones en las cuales el todo de su existencia pasada, presente y futura constituye un horizonte representado" (LAGACHE).

Ese es el drama eterno del amor, porque en una relación real, el grado de la "decepción fundamental" correlativo al carácter posesivo del amor implica siempre en la pareja la posibilidad del despecho, de la infidelidad y de la venganza. Es esta "alteridad" (LAGACHE) del compañero lo que " es la herida profunda, la falla del amor por dónde, con el odio, se infiltra la imagen del otro. Así se desliza en la figura lineal, en el "vínculo" del amor, la posibilidad de otra presencia y "el celoso busca realizar la presencia de aquello que por esencia está ausen­te, conducta de presentificación, de tener-posesión y de tener-gozo en los celos retros­pectivos y en los celos prospectivos" (LAGACHE). En los celos podríamos decir que el celoso reemplaza una ausencia afectiva por una presencia irreal.

Lagache : La Jalousie amoureuse, PUF-Quadrige, 1997.

 

Ver también neurosis y existencialismo en la obra de JP Sartre. (por JL Día)

https://sites.google.com/site/jldiasahun2/elserylanadaenlaneurosis.

El amor en la pareja:

Un conflicto: pérdida de nuestra libertad.

-La lucha por esclavizar al otro, sin quedar esclavizado uno.

“Querer la posesión, y querer ser amado”,..(Necesidad de libertad).

- ¿necesidad de ser un objeto para el amante? Explicación del masoquismo.

- Considerar al amado como un objeto, “mera carne”, nos explica el sadismo.

  Mirar a los ojos de la otra persona revela que él o ella existen como individuo libre.

  La mirada del otro sobre el objeto amado, me produce angustia. (Temor a su pérdida, a ser compartido)  

  La exposición del objeto amado ante el otro,...me produce sentimientos contradictorios (placer y temor)  

 el infierno es la mirada del otro "  concluye J.P. Sartre.

Pero aún hay más, y la imagen del "Rival" no solamente llena un vacío, una ausen­cia o una insatisfacción, sino que introduce en la relación amorosa una sustitución de objeto. Del mismo modo que ocultarse, que ver o que ser visto son momentos de un mismo ciclo de la relación amorosa en tanto que la mirada constituye la forma fundamental de esta relación2. La situación triangular de los celos patológicos representa un retorno a estas fantasías, nudo de la situación edípica y lugar geométrico de la identificación de Sí mismo con uno u otro sexo.

Dicho de otro modo, la fantasía de la intrusión del rival corresponde a la ambivalencia inmanente de nuestro sistema pulsional. Ya sea que duplique el sexo del compa­ñero "infiel" cuando la traición de este es presumida como homosexual, y permita una satisfacción simétrica y secreta. Ya sea que introduzca en la pareja un tercero del mismo sexo que el celoso (lo que es el caso más frecuente) y así amplíe hasta invertir el placer de amar. Ya sea por último que esta fantasía del rival domine la imagen de la infiel hasta abolida. Todas situaciones o posibilidades que en términos aproximados expresan la famosa fórmula de FREUD: "Yo no lo amo, es ella quien lo ama".

 

Ahora bien, una de las dimensiones estructurales más auténticas de los celos mór­bidos es aclarar este substrato complexual de los celos. Todo lo que se ha dicho (y que hemos recordado antes) sobre la "lubricidad" y la "perversidad" de los celosos alcohó­licos, encefalíticos, etc... , los ejemplos clínicos que la práctica nos ofrece constante-mente (y de los que se encontrarán muy buenos ejemplos en la obra de LAGACHE), la frecuencia de los "componentes" homosexuales, incestuosos, exhibicionistas, escoptofílicos, sádicos o masoquistas de los delirios de celos, todos estos rasgos típicos de los celos patológicos nos permiten captar mejor, lo que son los celos.

Si el amor es tanto más fuerte y normal cuando atrapa a dos seres del sexo opuesto en el espacio rigurosa­mente cerrado de un cuerpo doble y solamente doble; si los celos normales son el temor o el despecho de una intrusión afectiva en ese espacio cerrado, los celos patológicos son una producción fantasmática que no introduce, (porque ya están incluidas), sino que libera a las "imagos" antagonistas, de las que está formada la imagen única del compañero, en tanto es el objeto de la relación amorosa. Esta división del objeto en sus partes constitutivas es la esencia de los celos complexuales. Por consiguiente el delirio de celos cristaliza cuando, la opacidad y la actualidad de una imagen hasta ese momen­to transparente y virtual, hace aparecer el "Rival".

1.Estudios de H:EY: Perversite et perversions:

2. Étude n° 12: Exhibitionnisme.

Para HESNARD (L'univers morbide de la faute, 1949).

En el delirio de celos, la atribución de la degradación moral al compañero (pp. 125- 131 l, la acusación de infidelidad proyecta sobre el com­pañero la auto-acusación y la auto-punición. En esta perspectiva, que naturalmente se inscribe en la dialéctica inconsciente de los celos patológicos, la imagen del Rival es la del Verdugo exigido por la "Pseudomoral" del Inconsciente.

http://bernard.hesnard.free.fr/Hesnard/aHesnard.html

 

Bibliografía destacada en el texto de H. Ey.

- LAGACHE, La jalousie amoureuse, 1947,2 vol.

- P. MOREAU (de Tours) fils, La folie jalouse, 1877,1 vol.

- ISCOVESCU (M.), Contribution a l'étude des idées jalouses dans le délire alcoolique, 1898.

- DOREZ (Armand), La jalousie morbide, 1899, These.

- ESCOUBE, (J.), La jalousie morbide des alcooliques, 1899. 

- PARANT (V.) fils, Les délires de jalousie, 1901.

- MAIRET (A.), La jalousie, Étude psychophysiologique. 1908, 1 vol.

- K.  JASPERS:  Psicopatología general. 1911.

-MONNIER (A.), La jalousie passion avec le délire jaloux interprétatif. , Bordeaux, 1925.

- FREUD, Obras completas. Ed. Biblioteca Nueva. 4ª ed. 1981

- COURBON (Paul) et FAIL (Gabriel), Pseudo-délire de jalousie passive chez une hypomaniaque. 1928.

- MINKOWSKI (E.), Jalousie pathologique sur fond d'automatisme mental, 1929,

- DUPOUY (R.), COURTOIS (A.) et BOUL (1.), Délire de jalousie chez un parkinsonien post-encéphalique, Ann. Méd.-Psycho., 1932,

- GONZALEZ (Gabriel), La jalousie. Étude médico-psychol., These, Paris, 1932. - LÉVY- VALENSI, Amour et délire de jalousie, Concours Médical, mai 1932.

- RUIN, La jalousie homicide, These, Paris, 1933.

- COURBON et LECONTE, Délire systématisé de jalousie conjugale, 193..

- CLAUDE, Les délires de jalousie, Prog. Méd., 7 déc. 1935, n. 49.

- COURBON (P.) et LECONTE (M.), Efficacité d'intimidation sur un cas de délire de jalou­sie, Ann. Méd.-Psycho., 1935, t. 1, p. 791.

- PUYUELO (R.), La jalousie. Étude méd.-psychol., These, Bordeaux, 1935.

- VEDRANI (G.), Delirio di gelosia paranoico, Rassegna di Studi Psychiatrici, 1937

- NUTINI (Gino), Delirio de gelosia paranoico, Rassegna di Studi Psychiatrici, 1938

- ABELY (P.) et FEUILLET, Les idées délirantes de jalousie dans la démence précoce, Ann. Méd.- Psycho 1941

- LAIGNEL-LAVASTINE, NEUVEU (P.) et JOUANNAIS, Syndrome passionnel de jalousie, Ann. Méd.-Psycho.. 1942.

ACLARACIONES AL LECTOR: 

- Esto no está en el DSM-V 

-Trabajo para investigación en psicopatologia y fenomenología clásica. 

- Para docencia de MIR de psiquiatría y PIR de psicología clínica.

-Anotaciones y resumen realizado del texto de H. Ey a cargo de J.L. Día.-

(Texto de referencia. Estudios psiquiátricos. Henri Ey. Vol. I. Estudio nª 18. Editorial Polemos. Argentina: dirección de Juan Carlos Stagnaro) 


Correspondencia: 

Dr J.L. Día Sahún

Psiquiatra. Hospital Miguel Servet de Zaragoza. 

Prof asociado y Tutor MIR 

jldiasahun@gmail.com