Música en la Fiesta de la Inmaculada Concepción

De acuerdo a la doctrina de la Iglesia Católica, la concepción pura y libre del pecado original de María es uno de los dogmas más fuertes dentro de la tradición, dando pie a la veneración de esta como mujer escogida, cáliz de Dios para el posterior nacimiento del Mesías.

Dentro del año litúrgico, cada 8 de diciembre se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción, justo nueves meses antes de la Natividad de la Virgen María (8 septiembre). Esta fiesta tiene el rango de solemnidad; rango más elevado de las celebraciones litúrgicas, por constituir un hecho importante de primer orden en la fe. Si ya de por sí la música para las solemnidades es más elaborada y atendida, por tratarse de una solemnidad de la Virgen, a lo largo del tiempo se escribió mucha música para esta fiesta.

Serpiente venenosa

Esta aria barroca compuesta por el Maestro de Capilla malagueño Jayme Torrens relata a modo de pequeño oratorio el origen de la fiesta, exponiendo de por sí la representación artística de la Inmaculada Concepción: sobre el obre del mundo y la media luna, pisando a la serpiente del pecado original, como lo relata Apocalipsis 12.

En el recitativo inicial, la solista declara a la serpiente del pecado original que su cabeza será aplastada por el "soberano pie de una belleza", que no es otra sino la Virgen. Belleza que la serpiente con "vil aliento helado" no ha "podido tocar ni contagiado" del pecado original, que según la fe católica, todos los descendientes de Adán y Eva heredaron; pues, María, por gracia de Dios "sin mancha de pecado es concebida".

El aria da capo que le sigue es una clara influencia del barroco introducido a España por Domenico Scarlatti como músico de la familia real española desde principios del siglo XVIII. Ahora la solista le habla a la Virgen, quien huella "la furia impía del infernal dragón" que según Apocalipsis 12 arrastró consigo la tercera parte de las estrellas del cielo.


Missa de Nossa Senhora da Conceição

Debido a las Guerras Napoleónicas, la familia real portuguesa debió abandonar Lisboa en 1808 y embarcarse hacia el Brasil. En Río de Janeiro, el rey João VI conocería al talentoso Maestro de Capilla Mauricio Nunes García, quien a pesar de ser mestizo había sabido labrase una sólida reputación. En vista de su gran talento, el rey le nombró Maestro de la Capilla Real, formada por músicos locales y europeos venidos con los monarcas.

La Misa de Nuestra Señora de Concepción fue compuesta para ser estrenada el 8 de diciembre de 1810. Es en el "Laudamus te" de esta obra donde el brasileño demuestra una gran maestría en la composición, influenciado por el clasicismo vienés de Mozart.

El esmero de esta magna obra reflejan la importancia de la fiesta de la Inmaculada Concepción para la más alta sociedad brasileña de inicios del siglo XIX; además de sugerir el gran nivel técnico de los cantantes.

Ave Maria, gratia plena

El ofertorio para la Misa celebrada en el día de la Concepción es precisamente una de las oraciones católicas más conocidas: Ave Maria.

Esta oración cita en primera instancia las palabras del ángel Gabriel a María durante la Anunciación: "Salve, llena eres de gracia". En este momento tan trascendente en la tradición cristiana, el dogma católico de la Inmaculada Concepción llega a su objetivo final anunciado por el ángel: ser María el cáliz portador del Mesías.

Dentro de las tantas obras litúrgicas de Hilarión Eslava, exponente del romanticismo español y gran defensor de la música sacra exenta de cualquier reminiscencia profana, hay muchas dedicadas a la Virgen, incluyendo un Ave Maria.