Las sinfonías de Haydn en la Caracas colonial

El siglo XVIII fue uno de los más importantes para la música en Venezuela. El cambio de dinastía reinante, con el ascenso al trono de Felipe V de Borbón, trajo consigo constantes beneficios para la provincia de Venezuela, pobre y despreciada en comparación con otras regiones como la Nueva España (México) o el Perú.

Los cambios en el ámbito comercial produjeron un considerable impulso en la economía venezolana, la cual se ancló definitivamente con el cacao y el tabaco. Este lento pero pujante ascenso económico sería terreno fértil para la música.

Pese a lo que generalmente se cree, Venezuela no estuvo ajena a los movimientos musicales de la época. Hasta la muerte de Fernando VI de España, en 1759, la corte española estuvo influenciada de manera indiscutible por la música italiana, específicamente por la escuela napolitana. Es digno de mencionar la presencia de Domenico Scarlatti y el castrato Farinelli, músico de cámara de la familia real española. El gusto por el estilo barroco se impuso, al igual que en la península, en todos los territorios americanos de la corona. Sin embargo, este estilo, por considerarse anticuado, fue perdiendo terreno frente al estilo galante.

España iría poco a poco cortando los antiguos lazos con el barroco y forjaría nuevos con el clasicismo. La presencia del violonchelista Luigi Boccherini podría ser más que suficiente para dar fe de ello, pero también la música del padre de la sinfonía fue bastante apreciada por los españoles. Prueba de ello es la cantidad de música litúrgica conservada en ciudades como Valencia. Además, harto conocido es la historia del encargo en 1786 de Las últimas siete palabras de Cristo en la Cruz por parte del Oratorio de la Santa Cueva, Cádiz. Las sinfonías de Joseph Haydn fueron además muy populares en las reuniones de la realeza y aristocracia.

En el nuevo continente, Venezuela también experimentaría varios sucesos que la llevarían al clasicismo. En la década de 1770, la influencia del Oratorio de San Felipe Neri dirigido por el Presbítero Pedro Palacios y Sojo (conocido como Padre Sojo), se hizo notar cuando la Tribuna Catedralicia de la Catedral de Caracas decidió que era momento de "música nueva". La llamada Escuela de Chacao, dirigida por el Padre Sojo y Juan Manuel Olivares, sería promotora principal de la música al gusto del clasicismo de Manheim y Viena.

Este proceso seguiría hasta que en 1786, dos naturalistas austríacos serían recibidos por el Padre Sojo. Quedaron tan asombrados con las actividades del Padre Sojo y su escuela que le hablarían al mismo emperador José II, de quien se dice que envió instrumentos y partituras de Joseph Haydn a los músicos caraqueños. En efecto, Caracas es una de las ciudades americanas con más manuscritos musicales de Haydn.