El disertante mencionó las diferentes etapas de la inmigración italiana y refirió que su afluencia migratoria en este país comenzó mucho antes de la ley Avellaneda de 1876. Al respecto firmó que hay registros de itálicos llegados de manera espontánea en la época colonial.

Marineros y comerciantes arribaron a estas tierras provenientes de distintos pueblos de aquel país en ese tiempo. Así mencionó que el registro más antiguo que obra en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario, de Paraná, es el de don Cayetano Bruselario, quien contrajo enlace en 1765 con María Theresa Pansa. Ambos radicados en Victoria, Entre Ríos.

En el acta figura que los contrayentes y sus padres eran de nacionalidad italiana, a pesar de que aún no existía el estado italiano. Al respecto señaló que, a través de sus investigaciones, ha podido establecer que de Victoria y de Gualeguay son los más antiguos registros de italianos en Entre Ríos.

Destacó la importancia de los libros parroquiales por los que es posible conocer datos referidos a nacimientos, matrimonios y fallecimientos de antes de la creación del Registro Civil.

A lo largo de su interesante y fluida disertación, mencionó apellidos relacionados con Gualeguaychú y ciudades vecinas y aclaró las razones de un hecho muy frecuente: por qué los apellidos de personas de una misma familia se escriben de distinta forma; explicó que ello se debe a errores de quienes hacían el registro de los inmigrantes, por cuestiones de fonética o de errores ortográficos.

También hizo especial referencia al marino de origen genovés -patrón de barco- Giovanni Battista Magnasco, llegado a mediados del siglo XVIII, y a sus descendientes, Emanuelle y Benito (o Benedicto), antepasados de quien fuera un benefactor de la institución que hoy lleva su nombre.

Los Magnasco, los Cabilla, los Costa, los Sanguinetti, los Urristi, los Risso, los Chichizola, los Bruzzoni, los Gavazzo y demás apellidos dieron lugar a una numerosa descendencia y a una serie de interrogantes propicios para la investigación genealógica.

En la exposición dejó en claro que su larga búsqueda sobre el origen de los inmigrantes italianos materializada en el libro, de su autoría, Los primeros italianos en Entre Ríos, se limitó hasta el año 1850, aproximadamente. Porque es un tema muy amplio, ya que el ingreso de los peninsulares se produjo en sucesivas y numerosas oleadas, que se incrementaban según las políticas y la situación internacional.

Por ejemplo, el fomento de la inmigración a fines del siglo XIX y las dos guerras mundiales en el siglo XX.

En síntesis, un tema convocante, que tuvo la virtud de atraer a una importante cantidad de familias descendientes de italianos que viven en Gualeguaychú, deseosas de conocer sobre el origen de sus apellidos y al mismo tiempo una excelente reseña que despertó el interés del auditorio. 

Al finalizar, Artucio fue rodeado por un público ávido de conocer sus raíces y de saber cómo adquirir la ciudadanía italiana, cuestión que nos está revelando otra realidad inversa a la descripta por el especialista en su charla. Ya no se trata de venir a la Argentina a trabajar cargados de esperanzas en un futuro mejor...

Un acierto del Instituto Magnasco: festejar su aniversario con una celebración de esta naturaleza.