El éxodo Jujeño

La figura de Manuel Belgrano es recordada y reconocida por ser un hombre inteligente, ilustrado, comprometido con las luchas por la libertad, pero al mismo tiempo, algunas veces, equivocadamente, se lo ha considerado un hombre sumiso, un militar improvisado. Tal vez, porque cuando la Junta resolvió enviar las expediciones libertadoras al Paraguay y al Alto Perú, allá fue el Belgrano abogado.

Pero ni sumiso, ni improvisado, nada más lejos de esa realidad; fue un líder. Esto quedó demostrado, entre otras circunstancias, en su decisión de ordenar el éxodo del pueblo jujeño cuando, en 1812, consciente de que el ejército no estaba preparado para enfrentar a los realistas; ante el peligro, su estrategia militar fue dejar al enemigo "tierras arrasadas", para que cuando entrara en territorio jujeño solo encontrara desolación.

Previamente a esto -el 25 de Mayo de 1812- para levantar el necesario ánimo de las tropas y del pueblo, ambos desalentados, celebró en San Salvador de Jujuy el segundo aniversario de la Revolución e hizo jurar la bandera bendecida por el canónigo Gorriti

Sus palabras, en esa oportunidad, fueron muy elocuentes: "Soldados, hijos de la Patria, camaradas míos: dos años hace que por primera vez resonó en estas regiones el eco de la libertad (...), el 25 de Mayo será para siempre inolvidable en los anales de nuestra historia, y vosotros tendréis un motivo para recordarlo, cuando por primera vez veis la Bandera Nacional en mis manos, que nos distingue de las demás naciones del globo". 

Ajeno estaba entonces de la orden del Triunvirato (Rivadavia) que le recriminaba que no era ese el momento de enarbolar bandera, y debía guardarla... Pero, defender la bandera ya era un juramento. En Buenos Aires, y desde un escritorio, vivían otra realidad...

¿Por qué ordenó el éxodo? El panorama militar en el norte, en 1812, era crítico: el desmoralizado y desarmado ejército -que el prócer debía reorganizar- no estaba en condiciones de presentar batalla. Por eso, al recibir información de que el jefe español, Pío Tristán, avanzaba sobre la región al frente de 3000 hombres, ordenó la retirada no solo de las tropas, sino de toda la población jujeña.

Había que dejar a los realistas un territorio sin nada, desierto y desabastecido. Fue una estrategia militar, pero también una medida drástica y dolorosa; más para unos que para otros... Porque si bien los más humildes perdían todo (casa, alimentos, animales, y unos pocos bienes) comprendieron el peligro al que estaban expuestos, colaboraron y obedecieron. 

Pero, en cambio, los sectores más encumbrados, los de posición más sólida y vinculados con funcionarios españoles, resistieron la orden y buscaron apoyo hasta del Consulado de Buenos Aires para incumplir el bando de Belgrano, quien fue presionado para cambiar la medida dispuesta. Pero fue ahí que con autoridad mostró su temple, cuando manifestó que "habían acabado todas las consideraciones de cualquier especie y que nada sería bastante para que deje de cumplir cuanto dejo dispuesto...", y haciendo caso omiso a las presiones de los poderosos de Jujuy y de Buenos Aires, se dispuso cumplir tajantemente su bando y no se equivocó... 

Con esto quedó en evidencia su personalidad y su capacidad militar, porque supo observar el panorama geográfico-militar y prever las consecuencias. Así también quedó demostrado cuando tiempo después desobedeció la orden de Rivadavia (secretario del Triunvirato) de retroceder con el ejército hasta Córdoba, lo que significaba dejar allanado el camino para que los españoles avanzaran por el noroeste, al mismo tiempo que quedaba expuesta su población. Por eso, asumió la responsabilidad de su decisión y se fortificó en Tucumán, donde libró con éxito la primera batalla (24-9-1812), justamente un mes después del éxodo.

El éxodo. El jefe patriota sabía que por las características de la región y por la larga travesía las tropas españolas llegarían muertas de hambre, con sed y con la esperanza de abastecerse y saciar sus necesidades, por eso se proponía no dejarles nada, aunque el precio era también un sacrificio para los jujeños.

El 23 de agosto, a las cinco de la tarde, comenzó la marcha hacia Tucumán. La gente llevaba todo lo que podía ser cargado en carretas, mulas y caballos. Belgrano fue el último en partir a las doce de la noche, quería estar seguro de que no quedaba nadie.

Aquel pueblo andante, compuesto no solo por soldados sino también por ancianos, mujeres y niños, conducido por el virtuoso general y el sacerdote Juan Ignacio Gorriti, recorrió en cinco días 250 km. hasta llegar a Tucumán. Por eso, cuando al otro día, el 24 de agosto, el ejército realista llegó a Jujuy solo encontró desolación, como había previsto el General que, con su firmeza, salvó al pueblo jujeño de caer bajo las armas y el yugo español. No era un triunfo, pero sí había sido una sabia decisión que le permitió salvar y reorganizar el ejército para otras batallas.

Los éxodos en la historia universal. Desde el éxodo del pueblo hebreo -dispuesto por Moisés-, en adelante, los éxodos han sido dolorosos desplazamientos humanos colectivos, empujados por razones peligrosas. Eso también ocurrió en Jujuy. Pero en este caso es una gesta de la historia nacional que merece un reconocimiento especial, porque constituye el ejemplo de un pueblo y de un hombre que, si bien estuvieron obligados por el peligro inminente, realizaron un acto de desprendimiento en servicio a la Patria.

Relatarlo parece un cuento, pero experimentarlo -allá lejos y... hace tiempo- fue otra cosa. Aquellos protagonistas tuvieron la virtud de dar este paso cuando recién el Estado argentino estaba en construcción y era una esperanza. Nos preguntamos si hoy, con una organización constitucional y un país en marcha, alguien estará dispuesto hacer algún sacrificio por la patria con hechos, no con palabras. 

¿Habrá alguien como Belgrano que con prudencia, autoridad y sabiduría sea capaz de motivarlo? Si nos queda esta esperanza, sin duda debemos apelar a la segunda bandera de nuestro prócer, "la educación". Con una seria y adecuada politica educativa..., entonces si podríamos hablar de esperanza en una Argentina mejor, como quizá lo pensaron en su tiempo Belgrano y el sufrido pueblo jujeño.

Fuentes:

LEVENE, Gabriel Nueva Historia Argentina, Buenos Aires, Santa Fe Editora. 1974, t. 2. PIGNA Felipe, Manuel Belgrano El hombre del Bicentenario. Buenos Aires, Planeta. 2016.

Autores: Profes. Delia Reynoso de Ramos y Alejandro Guimera

Colaboración Profesorado de Historia Instituto Sedes Sapientiae

Publicado en "El Argentino" el 18 de Junio de 2023

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