7. El espacio rural. Actividades agrarias: situación y perspectivas en España y en el mundo.

Definición de espacio rural *

La revolución verde *

Los grandes sistemas agrarios en el mundo *

Los sistemas agrarios tradicionales *

La agricultura de plantación *

La agricultura capitalista de Europa occidental *

La agricultura en España *

La agricultura industrial estadounidense *

La agricultura socialista *

Las transformaciones recientes de los espacios rurales *

Las transformaciones en el Tercer Mundo *

Las transformaciones en los países desarrollados *

El impacto ambiental y el desarrollo local *

Bibliografía *

Tema

Definición de espacio rural

Definir lo que es un espacio rural, o el mundo rural, es tan difícil como definir lo que es una ciudad, ya que hay en él funciones hasta hace no mucho tiempo plenamente urbanas, como los servicios bancarios. Por otra parte, las ciudades actuales tienden a invadir el espacio antes claramente rural, con la construcción de residencias y la dedicación a la agricultura a tiempo parcial. Se crea, así, una zona intermedia de difícil delimitación.

De todas formas podemos enumerar algunas características que definen los espacios rurales: la baja densidad de población; la presencia de actividades industriales nocivas, que ocupan mucho espacio, o que pierden mucho peso en el proceso de elaboración; las actividades extractivas: minería, canteras y silvicultura; y las instalaciones de ocio de grandes dimensiones: estaciones de esquí, campos de golf y, sobre todo, la presencia ineludible de actividades agropecuarias, que es lo más característico del mundo rural. Serán estas actividades agropecuarias las que definan y den carácter a los distintos espacios rurales del mundo, y a sus respectivos paisajes.

Por su carácter, y su dedicación a la agricultura, los espacios rurales sufren una serie de condicionantes ecológicos; ya que no todos los climas, ni todos los suelos son aptos para cualquier tipo, ni técnica, de cultivo. Además, tienen unos condicionamientos demográficos; ya que tiende al equilibrio entre la población y los recursos. Esta ponderación favorece la modificación de las técnicas de cultivos, en caso de superpoblación o subpoblación. En las situaciones más graves se puede pasar de una agricultura intensiva a una agricultura extensiva: intensificar el uso del suelo, roturar territorio de bosque e, incluso, se reorganizará la estructura social; o se asumirá una nueva tecnología de cultivo. En la actualidad del medio rural se demandan servicios, por lo que encontramos en el campo personas que no viven de la agricultura ni la ganadería. El medio rural también ha de someterse a ciertos condicionamientos jurídicos que afectan a la estructura de la propiedad y a las formas de explotación. Por último, el mundo rural sufre los avatares económicos y políticos, sobre todo en los países donde la agricultura está subvencionada.

En muchas ocasiones, es la estructura de la propiedad de la tierra y la estructura agraria, lo que define los paisajes rurales. La propiedad puede ser colectiva y de aprovechamiento común: con bienes propios, comunes, etc., pero también puede haber gran propiedad y pequeña propiedad. En España, la gran propiedad tiene su origen en la Reconquista: durante la Edad Media. Esta gran propiedad ha podido evolucionar hasta la pequeña propiedad, si el sistema de herencia favorece la partición, o si se vendió a quienes trabajaban las explotaciones. Por el contrario, la pequeña propiedad puede evolucionar hacia la gran propiedad, si el sistema hereditario favorece el mayorazgo, por ejemplo, o si el precio del suelo es bajo y hay un capitalista rural que compra las tierras contiguas.

Pero una cosa es el tamaño de la propiedad y otra el de las explotaciones. Una explotación es la unidad técnico-económica de la que se obtiene los productos agrarios. Estas explotaciones, según las técnicas de aprovechamiento, pueden ser un latifundio, si son grandes o un minifundio, si son pequeñas. No tiene porqué coincidir gran propiedad con latifundio, ni pequeña propiedad con minifundio: la gran propiedad puede estar dividida hasta el minifundio y la pequeña concentrada, por arrendamiento, hasta el latifundio. No obstante, ambos extremos suelen quedar obsoletos y tienden a no ser funcionales. Además, tienen diferentes consecuencias económicas y sociales. Los desequilibrios han propiciado, en todos los países, reformas agrarias, bien técnicas bien políticas.

Al mismo tiempo, los condicionamientos técnicos han supuesto un aumento progresivo de la productividad de la tierra, con lo que el tamaño de la explotación se ha relativizado. Esta tendencia ha alcanzado su máximo grado en la revolución verde, o la aplicación de todos los avances técnicos que puede ofrecer la ciencia moderna, en la agricultura.

Por último, en general podremos distinguir dos grandes conjuntos de paisajes agrarios, los campos cerrados (bocage) y los campos abiertos (openfield), que se encuentran en distintas partes del mundo, por distintos motivos.

La revolución verde

Desde el comienzo de la revolución industrial la técnica y la ciencia han proporcionado a la agricultura métodos y técnicas de cultivo que aumentaban la productividad de la tierra, pero será a partir de 1944 cuando este proceso adquiera dimensiones de revolución. Este cambio era necesario para asegurar el aporte alimenticio a todo el mundo, aunque se ha incurrido en muchos errores. Fue Norman Borlaug, desde la Fundación Rockefeller, quien impulsó el desarrollo definitivo.

En realidad la esencia de la revolución verde son: las variedades de altos rendimientos, las semillas VAR, con todos los insumos necesarios para incrementar los resultados desde los niveles tradicionales al doble o más. Nuevas semillas más resistentes, y nuevos insumos, que permitieron ampliar el ámbito ecológico de las especies cultivadas. En general, son semillas de ciclo corto y poco sensibles al fotoperiodismo.

Las semillas tradicionales son fruto de una selección secular y empírica, en la que se han ido eligiendo las variedades que daban mayor provecho. Pero las VAR son semillas modificadasgenéticamente para dar un rendimiento mayor en cualquier sistema ecológico. Sin embargo, para que den ese máximo rendimiento necesitan unos determinados insumos: abonos especiales (químicos), agua y pesticidas. Además, es necesario eliminar las malas hierbas que compiten por la tierra, combatir las plagas (viejas y nuevas), y asegurar el regadío. Frecuentemente, si faltaalguno de los insumos, la cosecha cae por debajo del rendimiento habitual. Los fertilizantes son tan necesarios como las semillas. Esto implica que la producción agrícola necesita grandes capitales.

En los países subdesarrollados este es un problema añadido, ya que su dependencia de los países ricos en cuestiones agrícolas es total. Además, las semillas VAR son de las especies que se consumen en los países ricos, con lo que la producción agrícola debe ir destinada a la exportación.

No obstante, es indiscutible que la revolución verde ha aumentado el volumen de la cosecha por hectárea, y permite una doble cosecha, sobre todo en los países ricos. Además, ha generado una importante industria en torno a la creación de semillas e insumos y su distribución. Pero al mismo tiempo, la mecanización del campo reduce el empleo de la fuerza de trabajo.

Cada vez es más importante la investigación en ingeniería genética de las especies alimenticias. Pero también, la búsqueda de los recursos más productivos autóctonos, la agricultura biológica, que pretende utilizar el menor número de insumos posible: aprovechando la capacidad de la naturaleza para producir.

También en el ganado ha entrado la revolución verde con la administración de hormonas y la selección genética.

El uso masivo de insumos químicos puede provocar problemas de contaminación, tanto del medio como de los mismos alimentos, con lo que se pueden producir problemas de salud.

Los grandes sistemas agrarios en el mundo

Los sistemas agrarios tradicionales

Si bien es cierto que la agricultura tradicional se diferencia ampliamente según el ámbito ecológico y la sociedad donde se desarrolla, también es cierto que, independientemente de su paisaje y sus condicionamientos, podemos definir unas líneas comunes que la precisan.

Una de sus principales características es el atraso técnico y tecnológico, que implica una economía de subsistencia en la que se consume todo lo que se produce y se dedica al gasto familiar gran parte de lo cultivado en la tierra. La creación de vías de comunicación, y el consiguiente acceso a los mercados, permite una progresiva reducción de la superficie de cultivo, al poder obtener productos más baratos que los que se cultivan. Además, el conocimiento de otras técnicas de cultivo favorece la asunción de una tecnología mucho más avanzada.

Este tipo de agricultura lo practica en la actualidad más de 1/5 de la humanidad, y supone gran parte de la superficie agrícola del mundo. En general, la encontramos en los países subdesarrollados y con problemas de superpoblación. La revolución verde trató de superar estos problemas, pero provocó un cambio drástico en la dieta. Además, frecuentemente, destruyó los sistemas tradicionales de cultivo y provocó algunas crisis ecológicas.

El incremento de la producción agraria ha llegado a cubrir las necesidades calóricas de la población en los países del Tercer Mundo, hasta en las regiones más pobladas, pero sólo en términos estadísticos, ya que no siempre los alimentos están bien repartidos, ni son los que tradicionalmente se consumen. Por el contrario, se ha reducido la variedad de los alimentos. Losfactores fundamentales de este progreso son: la intensificación de la productividad en las tierras de cultivo y el recurso a una abundante mano de obra, barata. Sin embargo, ha sido la desaparición paulatina de los modos de producción agrícola tradicionales los que han supuesto la aparición de las grandes desigualdades, y del hambre crónica para gran parte de la población del Tercer Mundo. La irrupción de la agricultura capitalista ha generado un proletariado agrícola y rural de campesinos sin tierra, o con explotaciones minifundistas.

En la actualidad son escasos los pueblos de cazadores y recolectores. Sólo los encontramos en el ámbito ecuatorial de África y América. También son muy pocos los pueblos dedicados a la agricultura o ganadería nómada o seminómada, pero estos están más extendidos. Los encontramos en el entorno de las regiones ecuatoriales o en las grandes estepas de Eurasia.

Mayor presencia tienen los pueblos dedicados a la agricultura itinerante o cíclica. Los podemos encontrar en las regiones tropicales de África. Practican una agricultura extensiva contécnicas y labores de cultivo muy elementales. Los utensilios básicos son: el hacha, la azada y el bastón, y los métodos de preparación del suelo el fuego y la roza, para lo que se limpia las tierras de las matas y hierbas inútiles antes de labrarlas. La tierra rozada queda limpia de los arbustos que naturalmente se crían, para poder sembrar en ella. Con la azada fue posible retirar de la tierra los pies de los troncos de los árboles quemados, con lo que se introduce un cambio radical en la biocenosis. Este proceso implica una selección de las plantas útiles, a las que se favorece, frente a otras que no lo son.

Todos estos pueblos practican un policultivo de subsistencia que les proporciona todos los alimentos que consumen. En este tipo de agricultura es fundamental la integración de la ganadería, que ocupa las tierras que quedan en barbecho. No obstante, hay varios tipos de barbecho: el corto, en las tierras sobre las que se vuelve a cultivar en uno o dos años, antes de que se recupere el bosque; y el largo en el que se permite la recuperación total del bosque.

En este modelo la propiedad del suelo, normalmente, es comunal, ya que todos participan en la roza del bosque. Pero, también, hay propiedad privada, bien sea esta de la explotación, que se trabaja temporalmente, o de la producción.

Esta es una agricultura que no proporciona excedentes, por lo que está en franco retroceso ante el empuje de la agricultura capitalista. Sin embargo, exceptuando algunos casos, la agricultura tradicional está afectada por la técnica y las modernizaciones propugnadas por la revolución verde. La agricultura de secano comienza a reducir los barbechos: con la utilización de abonos, los ciclos de cultivos y los regadíos. La introducción de cultivos comerciales debilita el sistema tradicional, comprometiendo el equilibrio biológico del suelo y obligando a los distintos pueblos a cultivar unos productos que no van a consumir ellos.

Existe también una agricultura tradicional intensiva, cuyo paradigma es el arrozal asiático. Este modelo se caracteriza por el minifundismo de la explotación, debido a razones técnicas, demográficas y jurídicas, que no permiten la mecanización de las labores agrícolas. Básicamente, se utilizan el arado y la hoz. El incremento de la productividad de la tierra se ha logrado a costa de la selección genética de las semillas de arroz.

El arrozal asiático es el sistema económico preferente en todo el sudeste asiático, China y el Japón tradicional, en el que encontramos el sistema jori. Este régimen se organiza hacia el siglo VIII. En él se establece, por ley, la redistribución periódica de las tierras entre los campesinos, cada seis años. Se asignan las parcelas; que son rectangulares y todas de igual tamaño, independientemente de su productividad. Cada parcela está delimitada por caminos o canales de riego. Se trata de un openfield generalizado. La voluntad social y el sistema jurídico son fundamentales para el funcionamiento de esta práctica.

El arrozal asiático organiza el paisaje rural en campos de arrozales regulares en las tierras llanas, en contraposición con las tierras de secano, que se sitúan a continuación. Tras ellas encontramos las pendientes cubiertas de bosques. Es en la tierra de secano, que periódicamente se queda en barbecho, donde pasta el ganado. Aunque no es muy intensa la integración de la ganadería en la agricultura. Las parcelas no son muy grandes, entre 5 y 10 áreas. Las más grandes son las granjas, seguidas de las parcelas de secano y las más pequeñas son los arrozales intensivos.

La agricultura tradicional está en franco retroceso en todo el mundo, debido a la utilización de la tecnología y a los avances científicos. Pero la producción obtenida mayoritariamente es para elmercado, frecuentemente el internacional, lo que reduce las tierras, y el tiempo, dedicados al policultivo tradicional, que constituyen sus productos de consumo. Esto desarticula, también, la estructura de la propiedad, que genera un excedente de fuerza de trabajo, el cual termina pasando hambre.

La agricultura de plantación

En los países subdesarrollados coexisten dos tipos de agricultura opuesta, la agricultura tradicional de subsistencia y la agricultura capitalista de plantación.

Una plantación es, según la definió la OIT en 1958, una explotación agrícola, situada en una región tropical o subtropical, que emplea regularmente trabajadores asalariados y en la que, con fines comerciales, se cultivan o producen, en régimen de monocultivo, productos tropicales. Una plantación es, pues, una empresa de gran propiedad, explotación directa y altamente capitalizada, que utiliza todos los medios técnicos y científicos que pone a su alcance la revolución verde.

La gestión de una plantación es como la de una empresa dedicada a la producción y comercialización de cualquier producto. La mano de obra es asalariada, y con horario fijo, suele ser autóctona, excepto la dirección y los altos cuadros que tienden a ser foráneos.

En las grandes extensiones, a una plantación le resulta más económico trasladarse en el espacio, a costa de la sabana o del bosque tropical, que recuperará la fertilidad de la tierra cuando esta está agotada.

El monocultivo productivo hace depender el éxito de la empresa de los precios internacionales del cultivo. Como suelen ser muy variables se intenta obtener el máximo beneficio en el menor tiempo posible. Es una economía especulativa. El hundimiento de los precios de un producto supone la ruina de países enteros, de los que además huyen los capitales invertidos, ya que no son autóctonos.

Los productos más representativos en este tipo de agricultura son: el café, la caña de azúcar, el plátano, la hevea, el cacao, la nuez, el coco, los cacahuetes, el algodón, el tabaco, los agrios, el aceite de palma, la quina, las piñas y el té, pero puede haber muchos otros, como las fibras textiles, el yute o el cáñamo.

En la actualidad la plantación está perdiendo importancia como empresa de capital foráneo. Se recurre cada vez más a la compra y comercialización del producto, dejando la explotaciónen manos autóctonas. Esto tiene dos grandes riesgos para las sociedades de los países subdesarrollados: el abandono definitivo del policultivo de subsistencia, que proporciona productos propios de la dieta tradicional; y la creación de un proletariado rural sin recursos que desestructura las relaciones sociales tradicionales, y está a merced de la estabilidad de los precios en el mercado internacional. Pero además, son las empresas de los países ricos las que comercializan el producto; con un valor añadido mucho mayor, aprovechándose de las ventajas de las buenas cosechas, pero sin asumir los riesgos de la producción.

El hecho de que estos productos estén destinados al comercio internacional implica que han de pasar por un proceso de tratamiento industrial en los países de origen, que puede ir desde el empaquetado hasta la transformación en productos semielaborados. Estas fábricas suelen estar en manos de capital foráneo, mixto e incluso autóctono (que son las menos).

La agricultura capitalista de Europa occidental

La agricultura de Europa se caracteriza por ser una empresa de carácter familiar con explotaciones de tamaño medio y altamente capitalizadas. La diversidad ecológica en Europa, y la especialización regional productiva, ha permitido la producción de multitud de cultivos, que se han integrado perfectamente en la dieta europea y de todos los países desarrollados.

El alto nivel de vida de los europeos hace aparecer la agricultura a tiempo parcial: pequeñas explotaciones altamente productivas que generan rentas complementarias a personas que tienen su actividad principal en otro sector. Son explotaciones que consiguen pocos productos pero de alto valor añadido. Estas explotaciones se mantienen, también, para el consumo familiar.

La agricultura europea proporciona rentas a muy pocas familias, pues apenas se dedica a ella el 8% de la población activa.

En Europa podemos distinguir tres paisajes agrícolas típicos: el nórdico, de carácter seminómada y ganadero; el centroeuropeo, con un marcado contraste entre campos cerrados y abiertos, en él encontramos el policultivo capitalista de mercado y el predominio del regadío (este modelo se remonta a la Edad Media); y el mediterráneo, en el que también existe un marcado contraste entre campos abiertos y cerrados, pero con un claro predominio de los abiertos en las regiones de secano y de los cerrados en las regiones de montaña. Este modelo también tiene un origen medieval, en el que encontramos influencias árabes, sobre todo en las técnicas de regadío, como el uso de la noria. El paisaje mediterráneo se caracteriza por la trilogía productiva de trigo, vid y olivo, pero también es primordial el policultivo hortícola, de gran variedad, en el que predominan los cítricos.

En todos los modelos europeos tiene gran importancia la ganadería, más en el pasado, cuando la ganadería era fundamental para el abono de los campos. Hoy en día, las tierras de labor y las granjas de ganado están totalmente separadas y localizadas en diferentes regiones. En general, las explotaciones agrícolas están en comarcas de poca densidad de población y de campos abiertos, mientras que las granjas se localizan, relativamente, cerca de las grandes aglomeraciones humanas: cerca de los mercados. Son explotaciones sin tierra en las que el ganado estáestabulado permanentemente, y cuyos residuos generan contaminación.

El régimen de propiedad es privado y la explotación puede ser tanto directa como indirecta. El contrato más frecuente es el de arrendamiento.

Desde la revolución industrial el panorama ha cambiado radicalmente. Este desarrollo se inicia en el siglo XIX en la mayor parte del continente pero se intensifica a partir de la segunda guerra mundial. En este proceso de transformación se ha abandonado la agricultura tradicional para comenzar la práctica de la agricultura capitalista, es decir, se ha abandonado una agricultura en la que se consumía dentro de la familia y se vendían los excedentes de los productos que se cultivaban, para pasar a una agricultura en la que los productos se venden íntegramente en el mercado. Para que esta transformación fuese posible ha sido necesaria una reforma agraria técnica, que sin afectar a la estructura de la propiedad aumentase el tamaño de las explotaciones. Fue en España donde primero se realizó este cambio, pero no ha sido el país que la ha llevado más lejos ni con más eficacia.

La agricultura en España

En los años 30 coinciden en España una serie de factores que hacen de su agricultura una de las más retrasadas del continente, al tiempo que es un país eminentemente agrícola. Además del retraso en la modernización agrícola, en 1936 comienza la guerra civil, que detiene el proceso de reforma agraria política emprendido durante la segunda República. El triunfo de los fascistas hace retroceder el estado de la agricultura al siglo XIX, y vuelve a adquirir las condiciones técnicas y sociales del siglo pasado, poca maquinaria agrícola, mucha mano de obra jornalera de campesinos sin tierra y contratos semifeudales, en los que los jornaleros trabajaban todo el día sin ningún derecho reconocido legalmente.

Tras la guerra, el país se convierte en más dependiente de la agricultura aún, ya que la industria es virtualmente inexistente y la única garantía de encontrar alimentos es viviendo en el campo. Hay, en los primeros años 40, un proceso de retorno de la ciudad al campo. Aún así, grandes masas de población no se libran de la escasez y el hambre. Las cartillas de racionamiento de alimentos estuvieron vigentes hasta 1952.

Debido a esto los precios agrícolas eran muy altos, el precio de la fuerza de trabajo muy bajo y, como consecuencia, la mecanización muy escasa. La corrupción se generaliza en el mercado agrícola, y se crea un mercado negro de estraperlo, que permite la acumulación de grandes cantidades de capital entre la oligarquía terrateniente. El enriquecimiento de quienes eran los propietarios de la tierra fue muy rápido e importante, lo que posibilitó una tasa de ahorro alta. Pero una vez que se consiguen cubrir las necesidades alimenticias básicas de toda la población, se reduce la velocidad de acumulación de capital. Es entonces cuando se siente la necesidad de invertir ese dinero en otros sectores.

A partir de 1952 la agricultura proporcionará los capitales, la fuerza de trabajo y las mercancías necesarias para el desarrollo industrial. Hay un auténtico éxodo del mundo rural al urbano, y de las regiones agrícolas y pobres a las industriales y a los polos de desarrollo. Esta transacción de capital se hace gracias, y principalmente, al ahorro de los pequeños agricultores, que a través de los pagarés del Servicio Nacional del Trigo, canalizan los bancos de depósito y comercio. Es por medio de esos bancos como los agricultores pueden vender su producción y cobrar los pagarés. Por último, el levantamiento del bloqueo comercial y el desarrollo económico terminan por impulsar la industrialización de España y el cambio radical del modelo agrícola.

Este cambio tuvo como instrumento fundamental la concentración parcelaria. La concentración parcelaria es un proceso de fusión de las explotaciones, que no de la propiedad, promovido por el gobierno. Pero para salir de la precaria situación del campo se ha de realizar, también, un plan de regadíos, además de la concentración parcelaria. Nada de esto dará, en España, muchos problemas, debido al carácter autoritario del régimen. España fue el primer país, tras México, que hizo un plan de concentración parcelaria. Esta se ve impulsada por el informe del Banco Mundial de 1962, y daría paso a una auténtica revolución verde. Los grandes propietarios son los más beligerantes contra la concentración, pero a la larga son los más beneficiados.

La concentración parcelaria no fue posible aplicarla con la misma intensidad en todas las regiones. Fue muy profunda en las zonas llanas de campos abiertos y dedicadas al cereal; pero es más difícil concentrar los países de montaña y las explotaciones con árboles o viñas.

El aumento del tamaño de la explotación que supuso la concentración parcelaria significó la posibilidad de utilizar tractores, cosechadores, abonos, etc., y racionalizar la explotación utilizando más capital y menos fuerza de trabajo. Gracias a ello aumentó la productividad de la tierra, en todas partes, pero sobre todo en aquellas en las que el Estado montó las infraestructuras para el regadío. El regadío era una exigencia para poner en marcha la modernización de la agricultura. Pero los campesinos no podían pagarse las infraestructuras necesarias; por eso, durante todo el período, será el Estado quien se encargue de construir las infraestructuras necesarias.

No obstante, los precios agrícolas terminaron por subir menos que los industriales, los insumos agrarios se hicieron más caros y los productos agrícolas más baratos, con lo que los beneficios se redujeron hasta casi no hacer rentable la explotación agrícola. Los años 70 fueron los más duros para la agricultura, que estuvo al borde de la quiebra a finales de la década.

Hoy en día la agricultura española, y la europea en general (exceptuando algunas grandes explotaciones), se mantienen gracias a las subvenciones y a la política proteccionista de las instituciones del Estado. El tamaño de la explotación es insuficiente para el sostenimiento de una familia en un país europeo. En general, las explotaciones están atendidas por una familia, en las que el recurso a las ayudas familiares son de mucha importancia.

Sin embargo, la política agraria común (PAC) es contradictoria, puesto que si por un lado tiende a potenciar las explotaciones rentables, procurando que se cierren las menos viables, por otro, en zonas desfavorecidas y de alta montaña, subvenciona a las explotaciones más pequeñas y marginales; ya que se consideran el último reducto de toda una forma de vida, y se trata de evitar el despoblamiento y la desaparición de los usos tradicionales. Debido a la política de subvenciones y el proteccionismo, Europa genera excedentes de casi todos los productos que se consumen en el país, lo que demuestra su eficacia, aunque en el ámbito internacional haya protestas por competencia desleal.

La agricultura industrial estadounidense

La agricultura estadounidense es muy reciente y ha hecho progresos espectaculares, principalmente en la ocupación de vastas regiones de terrenos. Esto propició una racionalización de las explotaciones con formas geométricas, altamente capitalizadas y de carácter extensivo. En el sur del país se dieron técnicas de explotación de tipo plantación, con productos como el algodón y el ganado de vacuno.

La explotación estadounidense es, también, de carácter familiar, pero está gestionada como una empresa, casi como una industria. Desde hace mucho tiempo toda la producción de las explotaciones agrícolas estadounidenses está destinada al mercado y no al consumo familiar.

Como corresponde a un país nuevo, Estados Unidos dispone de gran cantidad de tierras para la explotación por lo que una de sus características es el gigantismo de las explotaciones, que permite obtener economías de escala, lo que le da una cierta ventaja en el mercado internacional, sobre todo con precios libres. La otra característica relevante es que la tierra no está tan intensamente cultivada como en Europa.

El régimen de propiedad es privado y la explotación directa. La agricultura estadounidense utiliza, con ventaja, todos los avances técnicos, mecánicos y científicos que la revolución verde pone a su alcance, lo que la convierte en la agricultura más rentable del mundo. Y sin embargo también es una actividad protegida, pero no se defienden las explotaciones, sino la producción: a través de un sistema que garantiza el sostenimiento de los precios agrícolas en cotas suficientemente altas como para que la mayoría de las explotaciones puedan obtener rentas adecuadas.

En la agricultura estadounidense existe un alto grado de especialización regional, son los famosos anillos: algodonero, en torno al golfo de México, al sur de los montes Apalaches y en las zonas más favorables de las riberas del Misisipi; cultivos tropicales, en una estrecha franja costera en el Atlántico y el golfo de México; maíz, toda la mitad este de Estados Unidos; trigo de invierno, en la zona del maíz, y el algodón, durante la época en las que el cultivo principal no está activo; trigo en las zonas más frías del norte y más secas del oeste; y forrajes y ganadería, en las zonas más frías y húmedas de EE UU y Canadá. Se da desde el este de los Grandes Lagos hasta la costa atlántica.

La agricultura socialista

La agricultura socialista de la URSS, en su aspecto paisajístico, es muy parecida a la estadounidense, son grandes explotaciones altamente mecanizadas con un monocultivo productivo, y está especializada regionalmente. Pero la diferencia fundamental está en el régimen de propiedad, que en los países comunistas es público, lo que supone que el agricultor no es un empresario, sino un asalariado de la explotación. En realidad la agricultura es una forma de vida rural. Emplea mucha fuerza de trabajo, por eso el grado tecnológico es menor.

Desde 1991 no existe la URSS, y el paisaje agrícola ha cambiado poco a poco, los agricultores han pasado a ser propietarios privados, pero la agricultura sigue siendo, como en el pasado, una forma de vida. Se han establecido dos modelos, latifundios muy capitalizados gestionados como empresas y trabajados por asalariados, y pequeños y medianos agricultores, con explotaciones obsoletas, pero que permiten mantener una renta familiar mínima.

El paisaje agrícola se formó durante los años de la URSS. En esta época había dos tipos de explotaciones: los sovjoces, de propiedad estatal, en los que los agricultores trabajan por un salario para el Estado, como funcionarios; y los koljoces de propiedad colectiva, pero en los que los propietarios son los agricultores, y por lo tanto se reparten los beneficios entre todos. Son dueños de sus viviendas y de un dvor, o pequeño lote de tierra en el cada cual cultiva productos de huerta y ganado menor, para el consumo propio.

En la agricultura socialista el trabajo se planifica y se ejecuta en una asamblea en la que participan todos los miembros del koljoz. Además, pueden elegir a su consejo de administración, y tienen la posibilidad de gestionar su producción, lo que hizo más rentables a los koljoces que a los sovjoces, y también más populares. Los koljoces son el origen de los pueblos agrícolas de la actualidad.

Un caso particular es el de la República Popular China. En China la vida rural es el modelo de revolución, y se fundamenta en la agricultura de tipo asiático. La célula de producción es lacomuna, que se crea en 1950, y que será ante todo un modelo de vida ideológico. En la comuna se reparte la tierra que se cultiva individualmente, pero con unos criterios colectivos que se deciden en la comuna, y con medios de producción que pertenecen a la comuna; todo ello bajo el principio de la ayuda mutua. Esto implicó un aumento del minifundismo en las explotaciones y la necesidad de producir con mucha fuerza de trabajo, lo que impidió la mecanización y la asunción de los principios de la revolución verde.

Desde 1958 la explotación deja de ser individual y pasa a ser responsabilidad de un pequeño grupo de agricultores, la brigada, que organiza la producción y las tareas agrícolas.

En la economía socialista la producción se establece antes de la campaña, con lo cual, a veces, hay problemas de abastecimiento y es necesario recurrir a la importación. La producción o pertenece al Estado o la controla, y es el Estado el responsable de ponerla en el mercado. Los bajos precios de los productos generan mercados paralelos, ilegales, que complementan la economía familiar.

Las actuales políticas en los países socialistas, y el antiguo territorio de la URSS, tienden a una progresiva privatización de las explotaciones y a una liberalización del comercio. Pero los actuales campesinos no tienen capitales suficientes como para hacerse con la propiedad de la tierra, o con una explotación de tamaño suficiente. Aún más difícil es hacerse con el control de los latifundios, e incluso renovar la maquinaria. Pero el problema más grave de la agricultura en los países que han abandonado el socialismo es la dificultad de comercializar los productos; por laausencia, casi absoluta, de canales de distribución adecuados. Esto está provocando una vuelta a un policultivo de subsistencia.

Las transformaciones recientes de los espacios rurales

El espacio rural proporciona los productos básicos que hacen posible la vida en todo el mundo. La ciudad carece del sector primario que la sustenta, y sin embargo, establece unacompetencia por el uso del suelo, entre lo rural y lo urbano, que provoca graves problemas ambientales.

Las transformaciones en el Tercer Mundo

Una de las más trágicas consecuencias de la revolución verde, y la explosión demográfica, es la increíble dependencia alimenticia del Tercer Mundo de los países desarrollados. Elcomercio internacional está dominado por estos, al igual que los insumos que proporciona la técnica y la ciencia.

En contra de los que opinaba Malthus, la producción agraria en el mundo es suficiente para alimentar a toda la humanidad. El problema del hambre es, pues, que los mecanismos de distribución de los productos no son eficaces. Cuesta mucho dinero, más del negocio que se podría hacer, abastecer ciertas regiones. Es un problema de distribución social e internacional. No se puede hacer negocio con la exportación de alimentos a esos países.

Tras la aplicación de la revolución verde se pueden observar disparidades productivas entre países excedentarios y deficitarios, paradójicamente entre países ricos y pobres, que ni siquiera tiene divisas para acudir al mercado internacional. Casi mil millones de personas en el mundo no tienen alimentos suficientes para desarrollar una vida activa. La cifra se dobla si consideramos a las personas mal nutridas a causa de la escasez. La mayor parte de estas personas viven en el África tropical, en Asia y en América tropical.

Por si fuera poca la disparidad productiva, el comercio internacional está dominado por los países ricos, lo que constituye una diferencia fundamental en la distribución de los alimentos. Se cultivan los productos que se consumen en los países ricos. La caída generalizada de los precios agrícolas ha supuesto la virtual ruina de los agricultores del Tercer Mundo. Sin un mercado protegido los productos dedicados a la exportación cada vez valen menos. No han faltado los intentos de controlar los precios, reteniendo o destruyendo la producción. Las cadenas de alimentación han llegado a controlar la oferta y a crear la demanda en los países ricos.

La tendencia de los países del Tercer Mundo es a la subsistencia alimentaria, no sin dificultades, para liberarse de la agricultura especulativa. El mercado de futuros permite realizar operaciones con los precios actuales para ventas en un plazo fijado. La operación puede ser cancelada pagando la diferencia. Esto no deja de ser un mercado ficticio de precios intervenidos, aunque de operaciones seguras; pero, una vez más, dirigido al mercado internacional.

Las transformaciones en los países desarrollados

El proceso más llamativo, en los países desarrollados, es el de la urbanización del campo, que provoca nuevos usos y modifica los conceptos que sobre el campo tiene la sociedad urbana; debido a que las condiciones de vida en la ciudad se aprecian como malas. En esta nueva situación la función residencial, el ocio y la industrial, dominan el uso del suelo, frente a la agraria. Esto es lo que hace difícil la definición de espacio rural.

Los espacios más dinámicos son las franjas periurbanas, sometidos al empuje del crecimiento físico de la ciudad, a causa de la función residencial. Sufren una presión demográfica muy fuerte. El tamaño de esta franja varía en función de la dimensión del centro urbano y de la rapidez de las comunicaciones, pero no suele sobrepasar el isócrono de los 30’.

Lo más característico de esta franja es el uso del suelo, dedicado a actividades mixtas: residencial, grandes superficies comerciales, industria y actividades agrícolas. Todo ello supone también una profunda segregación social.

La función residencial es la que más espacio ha consumido en los últimos años (la segunda función nueva que más espacio ocupa es la industrial). La tipología es muy variada, y puede ir desde la casa aislada en el campo, a las urbanizaciones construidas de nueva planta; con bloques adosados, lo que le asemeja mucho a la tipología urbana o a un pueblo concentrado. Estas urbanizaciones se sitúan cerca de los grandes ejes de comunicación, a diferencia de los pueblos que se situaban cerca de las zonas de cultivo.

La composición social de estas regiones es muy variada. En primer lugar nos encontramos a las gentes que viven en, y de, la tierra, que progresivamente se ven sustituidos por la población urbana que vive en el campo pero trabaja en la ciudad. De esta manera el modelo urbano se afianza en las aldeas, y sus habitantes se convierten en proletariado. También existe un proletariado industrial, que es empleado en las fábricas instaladas en la zona. La segregación espacial es muy fuerte. Hay espacios muy degradados, en los entornos de las zonas industriales y los basureros (donde viven personas marginadas), pero también nos encontramos con entornos de gran calidad ambiental, donde viven o tienen una segunda residencia las familias de altas rentas. En este segundo país encontramos dos modelos: las zonas residenciales de nueva planta, y socialmente muy diferenciadas; y los pueblos cercanos a las ciudades, donde conviven en el mismo espacio familias de rentas altas que trabajan en la ciudad y familias de rentas bajas que viven en el pueblo y de la agricultura.

Tras la isócrona de los 30’ aparece otro modelo de residencias, de tipo secundario y temporal, en espacios ecológicamente privilegiados y antiguos pueblos de emigrantes (hoy semiabandonados). Son países de ocupación concentrada temporalmente, por lo que en esas residencias se suelen reproducir los mismos defectos de la vida urbana, pero sin la infraestructura que existe en la ciudad.

En la ciudad actual existe una demanda de la vida y los valores del campo, pero que se consumen en forma de ocio a través del turismo rural. No se pretende cambiar la vida urbana por la rural, sino llevar la vida urbana al mundo rural. El turismo rural tiene la ventaja de que diversifica la economía, los ingresos y el mercado de trabajo en el mundo rural más desfavorecido. El gran inconveniente es la persistencia de los usos urbanos, lo que constituye un atentado contra el modo de vida rural que se pretende encontrar. El peligro es la masificación de este sector, que termina por agravar los problemas, al generar basuras excesivas e introduciendo tipologías constructivas aberrantes. La demanda de alimentos, agua y servicios, así como los puestos de trabajo que generan, se concentran en las épocas de vacaciones, lo que hace aumentar la oferta local en una época muy concreta. Esta oferta desaparece el resto del año, por lo que los pueblos aparecen abandonados. Además, hay una tendencia muy fuerte a que estas actividades estén controladas por capital urbano.

Uno de los problemas más graves a los que se enfrenta el campo, y que es una situación buscada, es el del envejecimiento y el aumento de la tasa de masculinidad, debido tanto: a laemigración de la fuerza de trabajo joven, como al regreso de antiguos emigrantes, una vez jubilados. La emigración de la fuerza de trabajo joven implica la elevación de la edad de los propietarios de las explotaciones, que además carecen de herederos.

La otra actividad importante en la franja periurbana es la industrial, que en buena medida se ha instalado aquí después de haber sido expulsada de las ciudades.

En el mundo rural siempre han estado presentes las actividades manufactureras, sobre todo en la época preindustrial, cuando necesitaban de la ubicación en los lugares donde se encontraban las fuentes de energía o las materias primas; aunque era una industria fuera del control de los gremios y de peor calidad. Pero son las fábricas surgidas con la revolución industrial las que se localizarán, ya en el siglo XX, en el mundo rural. No obstante, esta ubicación sigue unos patrones, dependiendo de la materia prima que se pierda en el proceso de elaboración, o de la cercanía a las grandes vías de comunicación que dan acceso a los mercados. Son plantas muy contaminantes o con grandes necesidades de suelo, las que se instalan preferentemente en el mundo rural. Un modelo de ubicación industrial es el que está dirigido desde las instituciones del Estado hacia los polígonos industriales, que suponen una localización privilegiada, cercana a las comunicaciones y los servicios. Esta localización periférica implica, a menudo, una descentralización de la empresa: los centros de decisión y venta están en la ciudad, en el centro urbano, y la planta productiva en el campo.

En este fenómeno es importante la procedencia de los capitales de las grandes empresas, que siempre tienden a quedarse en el lugar de origen detrayendo riqueza del lugar en el que se instalan. La industria suele aprovechar los recursos locales, lo que se traduce en un despegue industrial permanente de la zona. Pero si el único recurso explotado es la fuerza de trabajo la inversión resulta fugaz y especulativa.

Las grandes industrias generan un cortejo de pequeñas empresas subsidiarias que le sirven insumos, fabrican componentes y les prestan ciertos servicios. Estas empresas también se ubican en la franja periurbana, ya que para ellas el suelo urbano resulta demasiado caro.

El impacto ambiental y el desarrollo local

En definitiva, el mundo rural está sufriendo un progresivo deterioro a causa de las demandas de uso de la ciudad. Su espacio se invade físicamente en sucesivas franjas periurbanas. Pero en la actualidad el impacto de la demanda urbana llega a regiones que hasta el momento sólo eran utilizadas de manera marginal; es el caso de las estaciones de esquí y la construcción de unainfraestructura hotelera en zonas de alta montaña. Instalaciones que para poder mantenerlas exigen la creación de una infraestructura viaria.

Una de las consecuencias de la actividad agrícola, desde sus comienzos en el Neolítico, es la erosión y la destrucción de los suelos. Este proceso se intensifica con las prácticas de explotación agresivas y el uso masivo de las técnicas de la revolución verde. El abuso de los abonos y los pesticidas ha contaminado el suelo, el agua y la biocenosis lo suficiente como para que sea nocivo el consumo de determinados productos.

En la actualidad antes de cualquier intervención en el mundo rural se estudian sus consecuencias, su impacto ambiental. En este estudio de impacto ambiental se valoran las modificaciones que introduce el proyecto tanto en el medio natural como social. Según los resultados puede modificarse el proyecto para minimizar el impacto.

La sociedad actual tiene como valor conservar el medio rural, pero no parece lógico el conservacionismo arqueológico (a costa del atraso económico del campo, no sólo de sus gentes), sino que debe buscarse una postura de equilibrio en la que las entidades locales puedan desarrollarse económicamente, conservando su carácter. Unas prácticas agrícolas y forestales adecuadas y económicamente viables, una actividad turística no masificada, la creación de industrias más limpias y de servicios y, sobre todo, una recuperación, por parte de las entidades locales, de la gestión de sus potencialidades, son fundamentales para revalorizar la vida rural. No todos pueden vivir del turismo.

Desde los años 80 se viene hablando del desarrollo local. En un principio se refería a las posibilidades de desarrollar circuitos de explotación y venta locales. Pero la necesidad de introducirse en los mercados internacionales, y la crisis económica, han desvirtuado el concepto, y hoy en día es necesario volver a definirlo. La idea directriz es potenciar los recursos endógenos, de manera que puedan gestionarse de un modo permanente. Pero esta idea se deshace ante los usos de producción capitalista más agresivos. Tal y como están las cosas, lo que hoy se entiendecomo desarrollo local consiste en: cómo los municipios pueden conseguir inversiones de las grandes empresas foráneas, y cómo se pueden aprovechar los recursos paisajísticos para el turismo. Poco o nada tiene que ver esto con la creación de un capital autóctono capaz de generar una industria y unos servicios que puedan hacer superar la coyuntura económica desfavorable de la mejor forma posible.

Bibliografía

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