62. Velázquez y Goya en su contexto artístico.

Velázquez *

Su vida *

Su arte *

Goya *

Vida y obra *

Los retratos y las pinturas de gabinete *

Los grabados *

Álbumes y caprichos *

Las pinturas negras *

Bibliografía *

Tema

Velázquez

Velázquez es uno de los más grandes pintores de la historia del arte. Su vida se desarrolla entre los años 1599 y 1660, en pleno barroco, y su obra reúne a la perfección toda la estética barroca. Pero su personalidad es tan fuerte que no siempre están presentes las señas de identidad más convencionales del barroco. Son contemporáneos suyos Zurbarán, Murillo y Ribalta en España y Caravaggio, Rémbrandt y Rúbens en Europa. Destacar entre estos genios de la pintura universal no está al alcance del talento de cualquiera.

El barroco surge tras el agotamiento de las formas clásicas, el manierismo, y triunfa al ser apoyado por las instituciones que controlan el poder, la Iglesia, el Estado y la burguesía, ya que sirve como medio de propaganda. En el barroco existen dos tendencias que se confunden en el tiempo: la tendencia naturalista del tenebrismo que busca la verdad y la sinceridad retratando, incluso, lo feo y lo innoble; y el eclecticismo, el clasicismo renovado que recurre a las figuras miguelangelescas como modelo. La estética barroca produce obras de gran colorido y luminosidad. Es característico de él el tenebrismo, en el que la luz llega desde un lugar situado fuera del cuadro e iluminando una parte concreta. Crea, así, luces y sombras casi negras. También es característico del barroco el retrato de cuerpo entero, tanto de personal normales, como en grupo, como, y sobre todo, de grandes personalidades que utilizan la pintura como medio de propaganda.

En la Corte, a lo largo del siglo XVI, habían trabajado grandes pintores en torno a la decoración de El Escorial. La corte de los Habsburgo tenía una de las mejores colecciones del mundo. Y seguían llegando los mejores cuadros de la vanguardia pictórica del momento. Se conocía la obra de Caravaggio y la escuela de los Carracci, así como la escuela flamenca. El pintor que entraba a trabajar en la Corte tenía a su disposición, y de primera mano, lo mejor de la vanguardia artística. De ello se beneficiarán tanto Velázquez como Goya, más tarde.

Su vida

Diego de Silva Rodríguez y Velázquez nació en Sevilla el 6 junio de 1599. Aprendió la técnica y el oficio de pintor en el taller de Herrera el Viejo. Sin embargo, fue cuando entró a formar parte del taller de Francisco Pacheco cuando comenzó su auténtica formación como pintor. A los dieciocho años su técnica es preciosista, y está teñida de un profundo naturalismo, propio de la época. Pinta, sobre todo, bodegones, con un tratamiento de la luz tenebrista. Posee un profundo apego a la realidad y se preocupa por los problemas de espacio. Trata también temas religiosos. Los cuadros religiosos son la fuente principal de ingresos para los pintores de la época. En estos cuadros el escenario se enriquece, incluso con la utilización de espejos. En cuadros como La cena de Emaús los ámbitos son fingidos, pero los personajes son reales: retratos. En esta época pina La Inmaculada, San Juan de Patmos, La adoración de los Reyes Magos, La vieja friendo huevos, La mulata y El aguador de Sevilla.

En 1618 se casa con Juana Pacheco, hija de su maestro. Era costumbre, en la época, que las hijas de los maestros se casasen con los alumnos predilectos, con el fin de que el oficio quedase en la familia. En 1622 Velázquez tiene su primer contacto con la Corte, aunque viaja solo, y por su inexperiencia el viaje no resulta muy fructífero. A su regreso visita en Toledo al Greco, con el que queda impresionado, aunque no se puede decir que influyese en su pintura. Pintó, en este viaje, el retrato de Góngora. Este retrato impresionó tanto que al año siguiente, 1623, es llamado a la Corte y nombrado pintor de cámara. Este nombramiento supone para Velázquez un cambio decisivo, puesto que le permite, por un lado conocer el arte acumulado en palacio, y por otro cierta independencia económica. A partir de entonces no necesitará de las órdenes religiosas para sobre vivir, y abandonará los temas religiosos para abordar los mitológicos. El conocimiento del gran arte le permite perfeccionar y abandonar el tratamiento tenebrista de la luz.

En 1628 Rúbens visita Madrid en su calidad de embajador flamenco. Conoce a Velázquez e influye en él. Además, le inculca la idea de viajar a Italia. Ese mismo año pinta el Triunfo de Baco, conocido también como Los borrachos, sobre un tema mitológico, en el que aparecen los torsos desnudos.

Entre 1629 y 1631 hace su primer viaje a Italia, para conocer el arte del país. Fruto de ese viaje es su cuadro La fragua de Vulcano, en el que una vez más toca el tema mitológico. Visita Génova, Venecia, Parma, Roma y Nápoles donde pinta por orden del rey el retrato de Mariana de Austria.

A su vuelta de Italia, y entre 1631 y 1649 recibe el encargo de la decoración del Salón de Reino, en el Retiro. Es la época más fecunda de Velázquez. En 1635 es un artista en plena madurez, pinta la Rendición de Breda, o Cuadro de las lanzas, con lo que introduce el tema histórico contemporáneo en su pintura. Narra la conquista de Breda, y será una de las obras del Salón de Reino. Organiza el cuadro en un espacio circular que gira en torno a los protagonistas. Se encuentran en el mismo plano los vencedores y los vencidos, y al fondo se confunde el paisaje de la batalla con las nubes del cielo.

Velázquez es, ante todo, el retratista oficial de la Corte. Realiza los retratos de Felipe III, Felipe IV, sus mujeres, el conde-duque de Olivares, las infantas, etc. Pero también de los bufones y las gentes del pueblo que rodean a la Corte, como Pablo de Valladolid, un retrato genial por su tratamiento del fondo: un fondo neutro en donde no se distingue la pared del suelo más que por una sombra, que es la que crea el espacio. En los retratos de bufones la profundidad psicológica es mayor que en los retratos oficiales: Felipe IV cazador, Retrato ecuestre de Felipe IV, Baltasar Carlos en traje de cazador, Don Sebastián de Morra, Mariana de Austria, La dama del abanico, El príncipe Baltasar y su enano, La venerable madre Jerónima, Quevedo, etc.

En esta época vuelve a pintar temas religiosos aunque con una gran sobriedad, como su Cristo crucificado, San Antonio abad o San Pablo el ermitaño.

Velázquez no dedicó mucho tiempo al paisaje, La vista de Zaragoza, pero en sus Vistas sobre la villa de Medici se adivina una técnica impresionista. Estos dos cuadros, junto con el último de su vida, La infanta Margarita vestida de rosa se consideran precursores del impresionismo.

Entre 1649 y 1651 Velázquez hace su segundo viaje a Italia. Esta vez es ya un artista consagrado y admirado en todo el mundo, y su misión es adquirir o copiar obras de arte para el rey. Esto le abrirá las puertas ante todos los poderosos. En este viaje pinta su famoso retrato del papa Inocencio X. Posiblemente sea ahora cuando pinte sus cuadros de la villa de Medici. Retrata, también, a su esclavo Juan de Pareja, al que dará la libertad; y pinta cuadros de tema mitológico, como La venus del espejo, en el que se permite el desnudo, uno de los pocos desnudos del barroco español. Sin embargo, es un cuadro carente de sensualidad, en el que el centro de atención se fija en la cara reflejada en el espejo.

En 1651 vuelve a España reclamado por el rey para pintar los retratos de la familia real. Como resultado pintará Las meninas, un extraordinario cuadro de múltiples problemas compositivos. Pero también toca temas mitológicos, como en Las hilanderas, en el que con la fábula de Aracne presenta su visión del trabajo contemporáneo y cotidiano.

Velázquez continúa pintando y produciendo obras de arte hasta su muerte el 6 de agosto de 1660.

Su arte

La naturaleza, la luz y el movimiento son preocupaciones comunes a todos los artistas del barroco, pero es Velázquez quien da las soluciones más originales, y quien mejor resuelve los problemas.

En el tratamiento de la naturaleza muestra un profundo sentido del equilibrio, lejos del extremo realista y la mitificación espiritual. Rara vez toca temas hondamente dramáticos para mostrar surealismo, así como tampoco se prodiga en los temas religiosos. Cuando se adentra en estos campos reduce el dramatismo a la mínima expresión, con un profundo sentido de la serenidad y un gran equilibrio espiritual.

En cuanto a la composición de sus cuadros, no hace una mera descripción plástica de los objetos que pinta, ni siquiera en su juventud. No copia, inventa sus composiciones. Parecen escenas captadas de la realidad como en una «fotografía». Sin embargo, ha existido un profundo trabajo de composición.

La luz es, en Velázquez, un elemento esencial de su visión de la realidad. Utiliza el claroscuro, pero alejado del tenebrismo. Capta los efectos distorsionadores el aire interpuesto entre los objetos, lo que se conoce como perspectiva aérea. La luz no sólo ilumina los objetos dando sensación de volumen, sino que también ilumina el aire, lo que hace que las formas pierdan precisión con la distancia, así como color y limpieza. Todas estas características se observan en cuadros como La fragua de Vulcano, El lavatorio, Las meninas o Las hilanderas.

Desde su nombramiento como pintor de cámara, su paleta se aclara y abandona el tenebrismo, adoptando una gama de colores muy variada y con muchos matices: una paleta muy personal. El color lo aplica con moderación, en pinceladas sueltas.

El movimiento se crea a través de la luz y la perspectiva aérea. En este sentido es emblemático el cuadro de Las hilanderas, donde el movimiento se observa en el telar.

Velázquez ha sido, sin duda, uno de los más grandes pintores de la historia, que ha traspasado los límites de su época para convertirse en un referente universal.

Goya

Goya es otro de los más grandes genios de la pintura universal. Por sí solo llena uno de los capítulos más gloriosos de la historia del arte. Vivió entre 1746 y 1828. En Goya confluyen el presente, el pasado y el futuro de la pintura, lo que hace de él un pintor genial. Además, vive un siglo que se transforma radicalmente, del Antiguo Régimen al Estado liberal. Vive una guerra y una revolución.

La personalidad de Goya y su genialidad le sitúan fuera de las corrientes artísticas dominantes en el momento. Ni el neoclasicismo ni el romanticismo dejan huella en su arte, a pesar de conocer a algunos de sus más destacados representantes, como Mengs, que trabaja en España. Su época es la misma en la que triunfan David, Tiépolo, Courbet, Ingres, el arte didáctico, los temas mitológicos, la figuración, etc. Y la serenidad redescubierta del Renacimiento.

Pero Goya pinta ajeno a las corrientes de moda y anuncia, con su arte, el impresionismo, el expresionismo, el surrealismo y la casi totalidad de las vanguardias históricas que se desarrollarán en los primeros años del siglo XX.

Su vida es larga e intensa. Está marcada por la experiencia de la guerra de Independencia, la ideología liberal y el trabajar al servicio del rey. Tradicionalmente se distinguen dos etapas en el arte de Goya, marcadas por el conocimiento y la asunción del racionalismo y la ideología liberal, hacia 1792. Goya hace una crítica racional de su tiempo. Pinta para él mismo, sin necesidad de encargo, lo que constituye una actitud nueva para el artista. Las críticas a la sociedad de su tiempo tienen su máxima expresión en las pinturas negras de la quinta del Sordo.

El color alcanza en Goya un concepto nuevo. El color se valora por sí mismo, es un elemento expresivo fundamental del cuadro. Esta concepción del color se manifiesta, sobre todo, en sus pinturas murales, desde San Antonio de la Florida a la quinta del Sordo.

Su dibujo no es detallado y preciosista, como está de moda en su tiempo, sino abocetado, llegando incluso a dejar parte del cuadro sin cubrir. Su pincelada es un gran movimiento, un gran trazo de pincel que es dado con una técnica nerviosa y fogosa, a golpe de inspiración y donde queda marcada su personalidad, su psicología y su expresividad genial.

Vida y obra

Francisco de Goya y Lucientes nace en 1746 en Fuendetodos, provincia de Zaragoza. Recibe una educación humanista. Estudia en la academia de Luján y en la escuela taller de José Ramírez. De Luján aprenderá la técnica del dibujo y el sentido compositivo, aunque no deja huella en su arte. Sí fue decisivo su aprendizaje con Francisco Bayeu, en cuyo taller entró en 1763, cuando llegó a Madrid.

En 1763 hace su primer viaje a Madrid, que no sería muy fructífero. Se presentó al concurso para ingresar en la Academia de San Fernando, pero fue rechazado. Sin embargo, su propósito era obtener una beca para viajar a Italia. En 1766 vuelve a Madrid y se vuelve a presentar al concurso. Se queda en Madrid hasta 1770 y se dedica a copiar cuadros en el Museo del Prado, con lo que conoce la gran pintura, entre ella la de Velázquez.

Goya viajará a Italia por sus propios medios, en 1770. Aprenderá la técnica del fresco y admirará las grandes obras que guarda Roma. Aunque en estos momentos Roma ya no es el centro de la vanguardia artística, sino París. Concursa a la Academia de Parma y obtiene el segundo premio con el cuadro, desaparecido, El paso de Aníbal a través de los Alpes. En 1771 regresa a Zaragoza. Para entonces ya a adquirido cierto prestigio. Se presenta al concurso para pintar unos frescos en la capilla del Pilar; que ganará, y pintará el coreto de la capilla del Pilar. Utiliza en ella tonalidades ocres y ciertas convenciones barrocas e italianizantes, sobre todo en el tema. Sin embargo, ya revela parte de su genio. Su pincelada es rápida, y dibuja con grandes manchas de color, abocetando las formas. Crea un juego de luces y sombras, y de líneas, que forman rasgos sintéticos y hasta expresionistas.

Pinta también, por encargo, la cartuja del Aula Dei. En esta obra abandona todo barroquismo y se caracteriza por la sobriedad representativa y una ejecución veloz y simple.

En 1772 vuelve a Madrid y pinta su primer Autorretrato. En 1773 se casa con María Josefa de Bayeu, hija de su maestro de taller, siguiendo la tradición. Las influencias de su suegro, pintor de cámara, serán decisivas para su triunfo en Madrid y en la Corte.

En 1774 está asentado, definitivamente, en Madrid y entra en contacto con los liberales y los ilustrados de la época, como Jovellanos. Goya comienza a grabar obras de Velázquez. Por entonces los hombres más importantes de la pintura de la época estaban en Madrid, sobre todo Mengs, uno de los máximos representantes de neoclasicismo tanto por sus cuadros como por sus escritos.

En 1775 Goya entra a trabajar en la Real Fábrica de Tapices. De esta época queda una gran producción, unos 45 cartones para tapices. A ellos debe gran parte de su fama inicial. Sus cartones se caracterizan por un colorido brillante, los tipos sin gracia, sin drama, que parece que llevan máscaras, sin expresión, que ocultan una sutil crítica a la sociedad. Los tapices los compra la burguesía para decorar sus casas, por lo que los temas son intrascendentes y amables: el ocio de la burguesía. Con ellos, Goya se formó como pintor costumbrista.

En los cartones para tapices el paisaje comienza a ser protagonista, aunque es un paisaje humanizado: el paisaje de Madrid. Populismo y temas populares inundan sus cuadros como en La caza del jabalí, El pelele, La merienda, El baile a orillas del Manzanares, Majas y embozados, El cacharrero, La sombrilla, La vendimia y La gallina ciega, entre los cartones más célebres. No son cartones simples, tienen grandes dificultades técnicas para pasarlos a tapiz, por lo que algunos de ellos no se hicieron.

En 1780 ingresa, por fin, en la Academia de San Fernando. Su obra de ingreso es Cristo crucificado. Vuelve a Zaragoza para pintar en el Pilar la bóveda del templo con los frescos de laRegina Martyrum. En Madrid pinta los frescos de San Francisco el Grande.

En 1798 Goya pinta los frescos de San Antonio de la Florida, una obra de encargo. Utiliza en ella el trazo suelto, las manchas de color sin forma aparente. No precisa las figuras ya que desde abajo no se aprecian con nitidez. Esta técnica anuncia el impresionismo. Es de destacar sus soluciones formales como la barandilla, que coloca para organizar la escena.

En 1817 viaja por tercera vez a Andalucía donde pinta para la catedral de Sevilla el cuadro de Santa Justa y Rufina.

Los retratos y las pinturas de gabinete

En 1783 traba amistad con el infante don Luis de Borbón, al que retrata. En estos retratos ya demuestra que es capaz de captar toda la profundidad psicológica del personaje. Son sus primeros retratos.

Goya está considerado como uno de los grandes retratistas de la historia del arte. En 1783 pinta el retrato de Floridablanca, con un aire velazqueño. Este retrato le servirá de presentación como pintor de cámara. Retrata a Carlos III cazador y a Carlos IV, a los duques de Osuna, al banquero Cabarús, etc. Su técnica es aparentemente sencilla, pero muy eficaz. En 1786 es nombrado pintor del rey.

La técnica de Goya ha llegado ya a gran altura. Domina todos los elementos precisos para lograr una obra de arte: seguridad, espontaneidad en el dibujo, equilibrio en una composición sencilla y bien proporcionada, luz intensa y colorido brillante sabiamente distribuido. Goya utiliza el color para conseguir una atmósfera eliminando los elementos inútiles que quitan valor al asunto principal.

La serie de retratos reales culmina con La familia de Carlos IV en la que consigue un ambiente semejante a Las meninas de Velázquez.

En 1787 muere Carlos III y le sucede Carlos IV. Goya pintará sus retratos, y los últimos cartones. Pero desde 1793 comenzará a pintar cuadros sin necesidad de encargo, para sí mismo: laspinturas de gabinete.

En 1792 viaja a Andalucía y retrata a Sebastián Martínez. En este viaje cae enfermo y comienza a manifestarse su sordera. En 1793 regresa a Madrid y pinta algunos cuadros de gabinete, es decir, obras que proceden de su propia imaginación, al igual que los caprichos y las invenciones, y que no son de encargo. En estos cuadros es donde plasma sus reflexiones estéticas y su experiencia vital. Son cuadros de creación, que revelan una imaginación mortificada. Estos cuadros implican una concepción del artista totalmente contemporánea, tal y como hoy la conocemos. Entre estos cuadros están: El manicomio, la serie de corridas de toros, El entierro de la sardina, etc. Muestran un ambiente tenebroso, con pinceladas fuertes y visibles, hechas con varios instrumentos; además del pincel, la mano, la espátula, etc. Esta obra anuncia el expresionismo, y presentan un ambiente atormentado que contrasta con la serenidad neoclásica.

Pinta, también, las majas, La maja vestida y La maja desnuda, y numerosos retratos, en los que hace un estudio del cuerpo entero y el rostro. En los retratos se observa el tratamiento psicológico y del alma humana que hace Goya.

En 1808 comienza la guerra de la Independencia, que dejará una profunda huella en Goya, y le hará optar por un compromiso con la historia. Pinta el Dos de mayo o La carga de los mamelucos y el Tres de mayo o Los fusilamientos de la montaña del Príncipe Pío. En ellos plasma todo el horror de la guerra, y no la lucha del pueblo por la independencia.

Tras la restauración del absolutismo, con Fernando VII, Goya comenzará a tener problemas políticos, dado su compromiso con el liberalismo, aunque continúa trabajando en la Corte. En esta época realiza varios autorretratos.

Los grabados

Los grabados son, probablemente, lo más genial de su obra, sobre todo por su libertad. No son hechos por encargo, sino que son una manifestación de Goya como artista. En ellos serefleja la sociedad y el tiempo en el que vive. En sus grabados hay tanto realismo, como imaginación, como populismo.

Los primeros grabados fueron de las obras de Velázquez, en los que aún no domina la técnica. Es una etapa de preparación en la que también realiza dieciocho grabados de Carlos III.

Álbumes y caprichos

En 1796 realiza otro viaje por Andalucía, acompañando a la duquesa de Alba, a la que también retratará: Retrato de la duquesa de Alba. En este viaje hace, además, una serie de grabados que se recogen en varios álbumes.

El álbum A o de Sanlúcar: son grabados realizados con pincel y tinta, su técnica es muy simple y sus composiciones muy sintéticas, en las que dominan las escenografías. Los temas son escenas populares.

Entre 1796 y 1797 realiza en Madrid el álbum B: dedicado al cortejo y los amores, las brujas, los aquelarres, las caricaturas, al mundo onírico y a la sátira de la superstición de su tiempo. En definitiva, a la invención y a los caprichos.

Los caprichos son creaciones íntimas en las que se censuran los errores y los vicios humanos. Creaciones de un nuevo universo de formas y un inédito lenguaje pictórico. Son pura invención, en los que se muestra la cara obscura del Siglo de las Luces.

En 1806 comienza a pintar los tipos de su tiempo, y realiza El bandido que atraca a un fraile. Lo trata en tres escenas. Nos muestra el atraco, la persecución del bandido y la captura. Estas tres viñetas anuncian el cómic moderno.

Entre 1810 y 1823 crea la serie de Los desastres de la guerra, unos grabados en que se plasman todas las miserias y brutalidades de los hombres en guerra, y la represión tras ella.

Los disparates es la última serie de grabados recogidos en un álbum. Los realiza entre 1815 y 1824. Se caracterizan por su difícil interpretación. Algunos de los grabados no tienen título, lo que le emparenta con las vanguardias del siglo XX.

En 1816 realizará un álbum dedicado a la tauromaquia. Tratan un tema lúdico, gracias al cual conocemos el arte de la tauromaquia de la época.

En 1822 realiza el Álbum diario que en realidad se trata de dibujos a lápiz. Muchos de ellos son apuntes para sus cuadros.

Las pinturas negras

En 1819 Goya adquiere la quinta del Sordo y se traslada allí a vivir. Su enfermedad se agrava y su paleta se obscurece. En la quinta del Sordo realiza una serie de pinturas muraleshechas para él mismo. Son pinturas que anuncian el expresionismo. Se caracterizan por la deformidad y las escenas terribles.

Quizá sea en estas pinturas donde el genio de Goya se exprese con mayor libertad. Es ya un pintor que domina totalmente el lenguaje y que ha tenido una vida turbulenta. En la quinta del Sordo pintó: La Leocadia, El Gran Cabrón, Dos viejos comiendo, Duelo a garrotazos, Saturno devorando a sus hijos y El perro, un sorprendente cuadro casi abstracto.

En 1823 entran en España los 100.000 Hijos de San Luis a restablecer el absolutismo monárquico. Con la excusa de ir a tomar unos baños, Goya se exilia en Francia. Esto le proporciona mayor tranquilidad, su paleta se aclara y pinta su último gran cuadro, La lechera de Burdeos, un auténtico manifiesto impresionista en el que colorea las sombras, y el retrato de Juan Bautista Muguiro. Murió en Burdeos el 16 de abril de 1928.

Goya ha sido uno de los más grandes genios de la pintura universal, en el que se dan cita gran parte de las tendencias pictóricas que se desarrollan en el siglo XX. Hoy en día se duda de la autoría del Coloso y La lechera de Burdeos.

Bibliografía

VV.AA.: «Historia del Arte». Carroggio. Barcelona 1987

VV.AA.: «Summa Artis». Espasa Calpe. Madrid 1990

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Julián Gállego: «Velázquez». Alianza. Alianza Cien. Madrid 1994

VV.AA.: «Ars Hispaniae». Plus Ultra. Madrid 1965

VV.AA.: «El año de Goya. La Revista de El Mundo. 17 de marzo de 1996