Francisco de Asís Pacheco y Montoro fue un periodista, jurista y político español, diputado a Cortes durante la Restauración.
Nacido en la localidad cordobesa de Lucena el 4 de enero de 1852, fue doctor en Derecho, hombre político y periodista. Ejerció como director de La Voz del Pueblo de Córdoba, La Concordia de La Coruña y La Nueva España y Revista Contemporánea de Madrid, además de ser redactor de El Imparcial, La América, El Orden (1878) y El Liberal; y colaborador de La Ilustración Española, El Día, Revista de España, Revista de los Tribunales, Revista Hispano-Americana, Revista General de Legislación y Jurisprudencia y de El Tiempo de La Habana.
En origen republicano y afín a Cristino Martos, con la venida de la Restauración se integraría en el sistema monárquico implantado. Obtuvo escaño de diputado a Cortes en las elecciones de 1884 por el distrito de Alicante y en las de 1886 y 1893 por el distrito valenciano de Sagunto. Falleció en Madrid el 27 de noviembre de 1897 (wikipedia).
La foto de Francisco de Asís apareció en la revista La Miscelánea Turolense, nº 21, 1896.
Genealogía y parentescos
Puede consultarse en el archivo histórico del Senado la partida de nacimiento de Francisco de Asís Pacheco de la que se extrae que: En la ciudad de Lucena en 6 de enero de 1852 … Yo … en la parroquia de San Mateo bauticé a Francisco de Asís, Aquilino, Cayetano, Joaquín, María de Araceli que nació a las seis de la mañana del día cuatro del corriente, hijo legítimo de D. José María Pacheco, capitán graduado, teniente de caballería, y de María de la Concepción Montero: abuelos paternos Francisco de Asís Pacheco y María de las Mercedes Gutiérrez; maternos D. Cayetano Montero y Doña. María Araceli Insausti, éstos y la madre naturales de esta ciudad y los demás de la de Écija; fue su madrina Teresa Insausti …
Los datos genealógicos disponibles son:
Francisco de Asís Pacheco Carvajal (¿ - a 1831) casó con María de las Mercedes Gutiérrez Calderón (¿ - 15.5.1865) [1]. El matrimonio tuvo seis hijos.
1. Joaquín Francisco Pacheco Gutiérrez Calderón (22.2.1808, Écija – 8.10.1865, Madrid), abogado y político, que casó primero con María de los Dolores Perinat y Ochoa.
Esta señora fue hermana de Luis Perinat y Ochoa, comisario de Marina destinado a La Habana en 1874 (El Gobierno, 27.11.1874). Y, también, de Guillermo Perinat y Ochoa (¿, Sevilla - 26.10.1895) administrador de Rentas Reales de Cienfuegos, Cuba - Ayer falleció en esta capital el Sr. D. Guillermo Perinat y Ochoa, marqués de Perinat, perteneciente a ilustre familia y hermano político del inolvidable D. Joaquín Francisco Pacheco. En Cuba, donde contrajo matrimonio entrando á formar parte de la respetabilísima familia de Terry, poseía una fortuna cuantiosa, y era persona de afable trato, de costumbres sencillas y de una modestia que hacia honor á quien disfrutaba de tan elevada posición. Su caridad inagotable remedió muchas miserias y enjugó muchas lágrimas. Reciban la señora marquesa de Perinat y sus hijos la expresión de nuestro sincero pésame. A las diez de la mañana de hoy será conducido el cadáver del Sr. Perinat a la Sacramental de San Isidro (El Liberal, 27.10.1995)- casado con Carmen Terry y Dorticós, hija de Tomás Terry Adán (9.12.1850, Cienfuegos - 1908), conocido como el “Craso Cubano”, y de Teresa Dorticós y Gómez de Leys. Carmen Terry había nacido en Cuba en 1845 y falleció en Madrid el 21.7.1926, con 81 años de edad (La Opinión, 22.7.1926) - Muerte de la marquesa de Périnat. En la mañana de hoy ha dejado de existir en esta corte la anciana y distinguida señora doña Carmen Terry y Dorticos, marquesa de Perinat, después de recibir los Santos Sacramentos y la bendición de Su Santidad. La muerte do la marquesa de Perinat será justamente sentida en la sociedad, en la que era muy estimada, aunque por razón de su avanzada edad hacía vida muy retirada desde hace muchos años. Poseía la finada una gran fortuna, y entre sus grandes propiedades figuraba el importante balneario de Archena. Estuvo casada con don Guillermo Perinat y Ochoa, y de este matrimonio tuvo dos hijos: el diplomático y pintor don Luis Perinat, fallecido hace pocos años, y que casó con la distinguida señora doña Ana María de Elío, vizcondesa de Ezpeleta, y una hija, también fallecida, que estuvo casada con el duque de Andría. Mañana miércoles, a las cinco de la tardo, se verificará la conducción del cadáver, desde la casa mortuoria, calle del Prado, número 28, al cementerio de la Sacramental de San Isidro. En la capilla ardiente se celebrarán misas durante la mañana. Nos asociamos al duelo de la vizcondesa de Ezpeleta y de sus hijos, de la hermana de la finada y demás familia, enviándoles sentido pésame (La Epoca, 20.7.1926).- Este matrimonio tuvo a Tomás (¿ - 22.2.1899), Teresa (30.9.1867, Madrid – 1.1.1918, Madrid) y Luis (1872–1923).
Viudo, casó Joaquín Pacheco el 11.10.1862 en la parroquia de San Sebastián de Madrid con Sara Castilla Gómez, de Cádiz, siendo sus padrinos Miguel Pacheco y Trinidad Odalí (Matías Fernández García, Parroquia madrileña de San Sebastián. Algunos personajes de su archivo, 1995).
2. José María Pacheco Gutiérrez Calderón (31.7.1825, Écija – 11.1.1905, Madrid), militar que llegó a general de división, que casó con María de la Concepción Montoro Insausti (¿ - 9.3.1876, Madrid) hija de Cayetano y de María Araceli Insausti Reyes, con la que tuvo dos hijos Francisco de Asís y María de los Dolores Pacheco Montoro, que casó con Ramón Chaperón Ruiz Vidal[2]. Viudo, casó José María con María de las Mercedes Baixauli: Se ha casado en Alfalfar (Valencia), mediante poderes, la hermosa señorita doña María de las Mercedes Baixauli con el general Pacheco. El día 7 llegó la desposada á Valencia. Salió el general á recibirla, acompañado de varios amigos. Acto continúo trasladáronse todos á la casa del gobierno militar, donde se verificó el casamiento por el teniente vicario castrense. Sirvióse un exquisito lunch por el conocido repostero Sr. Zorraquino. Entre los invitados encontrábanse el capitán general, el jefe de Estado Mayor, Sr. Loste, el coronel Sr. Jiménez, los Sres. Bastos, Arcayo, Oscáriz, el mayor de plaza. Sr. Ibáñez, los ayudantes del Sr. Pacheco, Sres. Sanz y Gómez y otros muchos, (El Correo militar, 10/6/1891).
3. Miguel Pacheco Gutiérrez Calderón.
4. Felipe Pacheco Gutiérrez Calderón.
5. Antonio Pacheco Gutiérrez Calderón.
6. Manuela Pacheco Gutiérrez Calderón.
La prensa, recogió en su día el fallecimiento de los padres de Francisco de Asís, así como, al menos, la de una de sus abuelas:
El general Pacheco.
Ha fallecido en Madrid el veterano general de división de la escala de reserva D. José María Pacheco y Gutiérrez, hermano del famoso jurisconsulto D. Joaquín Francisco Pacheco, que fue presidente el Consejo de Ministros en el reinado de doña Isabel II.
Había nacido el distinguido general en Écija, el año 1825, y desde 1847, en que obtuvo el grado de alférez de caballería, figuraba en nuestro ejército, habiendo obtenido muchos de sus ascensos por méritos de guerra. En la de África obtuvo el grado de teniente coronel, al forzar el paso de cabo Negro, y la cruz de San Fernando de primera clase en la batalla de Tetuán. Se encontró también en la de Alcolea, y peleó contra los carlistas.
Desde el año 89 era general de división, y se hallaba condecorado con varias cruces civiles y militares (Las Provincias, 14.1.1905). Fue también gobernador de Cavite (Diario de Córdoba, 14.1.1905), falleciendo con 80 años. La carrera de este militar está bien recogida en una web sobre el regimiento de lanceros de Villaviciosa.
Ayer falleció en esta capital la virtuosa señora doña Concepción Montoro, madre del redactor de EL IMPARCIAL D. Francisco de Asís Pacheco, a quien acompañamos en su justo dolor (La Época, 10.3.1876).
Defunción. Anteayer falleció en esta corte, y ayer fué conducida al cementerio de la sacramental de San Nicolás, la señora doña María de las Mercedes Gutiérrez Calderón, madre de nuestro embajador en Roma, D. Joaquín Francisco Pacheco. Deseamos á esta virtuosa señora eterno descanso, y acompañamos en su justo dolerá su respetada familia (La España, 16.5.1865).
Joaquín Francisco Pacheco es un personaje sobre la que existe abundante información ya que llegó a ser presidente del gobierno. El propio Francisco de Asís escribió una biografía sobre él pese a que debió conocerlo poco, dado que sólo contaba con 13 años cuando su tío falleció víctima del cólera: Francisco de Asís Pacheco, Jurisconsultos españoles célebres: D. Joaquín Francisco Pacheco (1808-1865) Revista general de legislación y jurisprudencia, 1895, vol. 86, p. 225-239.
Muy joven falleció su padre y tuvo que mantener a su numerosa familia: Hacia 1831 … A muy poco de recibirse el Sr. Pacheco de abogado, falleció su padre, dejándole por todo patrimonio una numerosa familia a quién atender, misión que llenó de una manera altamente honrosa, y esta es una de las cosas que en él han aplaudido sus más encarnecidos enemigos (La América, 28.4.1871). Mudado a Madrid, demostró tener y llevar a cabo muy bien sus diferentes intereses, ya que fue periodista, escritor de cierto éxito, político y, sobre todo, un apreciable abogado penalista. Durante la denominado década moderada, 1844-1855, lideró el denominado grupo de puritanos, nombre que despectivamente les dio Narváez: Miembro por derecho propio de la élite dirigente del moderantismo isabelino, en las Cortes Constituyentes de 1844 se reveló como jefe indiscutible de la fracción "puritana" del partido, aquélla que defendía una política de entendimiento con el progresismo partiendo del respeto a la Constitución de 1837 cuya reforma preconizaba el sector más numeroso del partido moderado con Narváez al frente. Enrique Aguilar Gavilán, Joaquín Francisco Pacheco:Perfil biográfico de un político andaluz.
Este grupo, en el que también estaban Istúriz, Ríos Rosas, Antonio Cánovas del Castillo, Nicomedes Pastor Díaz, José de Salamanca, Patricio de la Escosura y Claudio Moyano, terminaría uniéndose con los progresistas más moderados en la UniónLiberal del general Leopoldo O'Donnell. Buena parte de la doctrina de este grupo fue recogida en la Restauración por Cánovas del Castillo, que no ocultó su respeto y admiración por Pacheco, para el que llegó a trabajar a modo de secretario, además de como periodista en los diario El Español y La Patria (José Luis Prieto Benavent, Los puritanos y el liberalismo conservador y Miñambres, Julio: Nicomedes Pastor Díaz en la crisis de 1848: una clave del pensamiento social de Antonio Cánovas del Castillo, Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo 182, 1985).
(Joaquín Pacheco) Dirigió el "Español", en el que Cánovas del Castillo se inició en e1 periodismo, siendo su discípulo más destacado, prestándole su colaboración más tarde en la "Patria", periódico creado por Pacheco desde donde defendía los principios del puritanismo.
De esta relaci6n de amistad y admiraci6n nos hablara extensa y elogiosamente el propio Cánovas, que reconoce a Pacheco como su maestro, desde la Tribuna del Ateneo matritense en el discurso inaugural del curso académico de 1883 (Francisco Candil Jiménez (1975): Observaciones sobre la intervención de don Joaquín Francisco Pacheco en la elaboración del Código penal de 1848, Anuario de derecho penal y ciencias penales, Tomo 28).
En lo que se refiere a su oratoria, arma muy necesaria para un abogado o para un político como era su caso, uno de sus primeros biógrafos opinó sobre ella con cierto espíritu crítico: Y si el ilustre patricio á quien nos referimos era un dechado de jurisconsultos, bajo el punto de vista de elocuencia parlamentaría, figura como uno de nuestros primeros oradores. No era ciertamente florido y poético como Martínez de la Rosa; levantado y grandilocuente como Donoso Cortés; sagaz y discreto como Cortina; no poseía el fuego ni la magnífica entonación de Alcalá Galiano; no arrebataba ni seducía como López, ni como Olózaga era incisivo, sarcástico, profundo; no había en su palabra la fuerza y energía que caracterizaba á Ríos Rosas; pero, en cambio poseía voz reposada y agradable, palabra fluida y correctísima, entonación majestuosa y de hombre de Estado, difícil facilidad en la colocación de las frases, y exactitud y riqueza en los conceptos (Enrique Veday, “Don Joaquín Francisco Pacheco. Su vida. Sus obras”, Revista Hispano Americana, nº 8, 28.4.1871).
Su esquela apareció en La Correspondencia de España el día 9.10.1865
El Universal.
En Madrid tenemos muchos cafés,aunque es verdad que no son muy baratos. Cafés con teatro, con piano, con bandurria, con cuartetos, con abonos, con tertulias, con canciones, con rifas, con muchachas bonitas en el mostrador, con mozos que fuman en las barbas de los parroquianos, con entradas de tapadillo, con salidas falsas, con licores envenenados, en una palabra, hay donde elegir. En cuanto á la decoración, tenemos cafés con mesas de madera barnizada, de mármol blanco, negro, jaspeado; con sillas, con banquetas que parecen-muelas,, "con divanes, con espejos grandes y chicos, y con mozos vestidos de negro y corbata blanca.
— ¡Bueno! diria yo. Tienen Vds. muchos cafés, ¿y el precio?
— En casi todos cuesta real y medio una taza de café y dos reales una copa en miniatura. También los hay donde le tiran á Vd. café con leche por un real, pero se gasta más en botica. Es cierto que hay muchos cafés. Conocemos el café Suizo, el de la Iberia, el de la Luna, el del Desengaño, el de Lozoya, el Imperial, el Universal, el Oriental, el ínternacional y el Fenomenal. Los santos tienen también su café: el de San Luis, San José, Santo Tomás. Hay cafés para Cuatro naciones, y para Cuatro estaciones; los hay de Levante, de Oriente y de Poniente; hay café Europeo, y nada menos que dos del Siglo (Gil Blas, 30.12.1866).
Por otra esquela aparecida en El Liberal, 19.1.1880, es posible conocer que una “hermana” de Francisco a Asís fue, aparentemente, Teresa Pacheco Montoro (¿ - 10.10.1886), que casó con el concejal liberal del distrito centro de Madrid, Juan Fernández Benavente (¿ - 6.8.1893), hijo de Juan Fernández de Quevedo (¿ - 21.1.1882) - El fallecimiento del Sr. Fernández Quevedo, dueño del café Universal, tan conocido y apreciado en Madrid, ha causado gran sentimiento entre sus numerosos amigos (La Correspondencia de España, 23.1.1882) – y de Marta Benavente y Dorado (¿ - 10.7.1876) –esquela en La Correspondencia de España, 10.7.1876)-. Tristemente, un hijo del matrimonio llamado Buenaventura, falleció niño el 18.1.1880. Otra hija, María Teresa, fallecería también con tres meses el 14.3.1881. Y, otro hijo más, Juan, fallecería también niño, con seis años, el 11.3.1882 (esquela aparecida en El Diario de Avisos, 12.3.1882).
Teresa, la madre, fallecería en 1886: Nuestro querido amigo el concejal señor Fernández Benavente ha tenido la desgracia de perder a su esposa, distinguida señora, hermana de nuestro compañero en prensa D. Francisco de Asís Pacheco. Hoy se ha verificado su entierro al que han asistido gran número de personas (La Correspondencia de España, 11.10.1886). En su esquela, se recoge que aún vivían sus hijos: Isabel, Mercedes, Teresa, María y Rafael. Y, eran sus hermanos: Godofredo, Rafael, Juan y Joaquín.
A esta presunta hermana Teresa se la apellida en otras esquelas como Teresa Pacheco González por lo que, en realidad, más parece una prima. En las numerosas esquelas de sus hijos fallecidos no aparece Francisco de Asís Pacheco, ni viceversa en las que afectan a éste. Así, por ejemplo, en la esquela de la madre de Francisco (La Correspondencia, 9.3.1876), sólo se cita a él y a su hermana María de los Dolores. De igual manera, en otros medios de prensa se la cita como pariente cercana, pero no hermana: Nuestro particular y querido amigo D. Juan Fernández Benavente, concejal del Ayuntamiento de Madrid, ha sufrido ayer la inmensa desgracia de perder á su amantísima esposa la señora doña María Teresa Pacheco, enlazada con estrechos vínculos de parentesco con nuestro antiguo compañero de redacción D Francisco de Asís Pacheco. Arrebatada al cariño de su esposo y de sus hijos cuando más necesarios eran á estos sus cuidados, la muerte de esta virtuosa señora sume en la más profunda desolación á una familia poco badichosa y llena de venturosas esperanzas. Dios conceda al Sr. Benavente la santa resignación que ha menester para sobrellevar tan irreparable desgracia (El Liberal, 11.10.1886).
Poco tiempo después, en lo que ya parece un castigo divino, continuaron falleciendo niños del muy desgraciado matrimonio: Nuestro querido amigo el conocido industrial D. Juan Fernández Benavente se halla bajo el peso de una horrible desgracia. Esta mañana ha muerto de difteria una de sus hijas, y a estas horas se encuentra en la agonía, víctima de la misma enfermedad, el menor de sus hijos. Acompañamos en su legítima y honda pena a nuestro buen amigo, a quien puede servir de lenitivo a su dolor la parte principal que en él toman los liberales todos de Madrid, en cuyo partido ocupa distinguido puesto el Sr. Benavente y sus muchos amigos particulares (La Correspondencia de España, 6.8.1890). En una esquela aparecida en la Correspondencia de España, 10.8.1890, se recoge el fallecimiento de Rafael Fernández y Pacheco, que falleció ese mismo día contando con cuatro años de edad. Eran ya sus únicas hermanas: Isabel, Mercedes y María.
El concejal Fernández Benavente había heredado de su padre una cafetería situada en la Puerta del Sol, bajo el nombre del Universal. Años después, en 1890, abriría otro Café, denominado Benavente, en la calle Jacometrezo, 62: Ayer se inauguró el Café de Benavente en la calle Jacometrezo. El antiguo dueño del café Universal D. Juan Fernández Benavente, que es quien ha abierto este nuevo y elegante establecimiento, obsequió con un espléndido almuerzo a varios amigos y periodistas.
El Universal, fue una cafetería muy conocida, donde ocurrieron muchos sucesos. Se la conocía también por la cafetería de los espejos, estando decorada con profusión en muy diferentes estilos. En 1865, se anunciaba que: Dentro de breves días según anuncia La Voz del Crédito, se ensayará en el café Universal, la prueba de una nueva luz de gas, cuya aplicación parece que es debida al ingeniero mecánico Sr. Soriano (La Correspondencia de España, 10.7.1865).
En 1880 el café fue renovado, recogiéndose en el Madrid Cómico, 17.10.1880:
-Ha visto Vd. el café Universal?
- Si estuve la noche de la inauguración.
- ¿Y qué es lo más le ha gustado a Vd, la pieza pompeyana, el patio de gusto francés o el departamento de fantasía?
- Confieso que todo es de primer orden, que el café Universal ha quedado a la altura de los primeros cafés de Europa; pero lo que más me ha gustado no es eso.
- ¿Pues qué es?
- Los precios que tenían los géneros la noche de la inauguración.
- Tiene usted razón. Lástima que el dueño no los haya conservado.
También en 1882, el dueño del Universal se manifestaba como el liberal que era: El Liberal da cuenta de los obsequios prodigados por comerciantes e industriales a sus compañeros detenidos en el Saladero. El diario democrático anuncia lo siguiente: … D. Juan Fernández, dueño del café Universal, ofreció en nombre del gremio de cafeteros suministrar el servicio de fonda mientras dure la prisión … (La Correspondencia de España, 27.2.1882).
Formación
Francisco de Asís estudió el bachiller en Córdoba, finalizando en 1868 con la calificación de Notable a la edad de 16 años (PARES). Algún que otro examen lo realizó en Badajoz, muy probablemente siguiendo los destinos militares de su padre. Se licenció en derecho civil y canónico en Santiago (1869-1871) con la calificación de aprobado. Una década después, ya casado y con 30 años, volvió a licenciarse en Madrid en derecho administrativo (cursos 1881-1882) con la calificación de sobresaliente. Defendió su tesis doctoral un mes después de haber terminado esta segunda licenciatura, en julio de 1882. Fue presidente del tribunal Eduardo Palau Flores (1828 - 1904), catedrático de derecho público. Otro miembro del tribunal fue Tomás Montejo y Rica (1856 - 1933), catedrático de Teoría de los procedimientos judiciales de España y práctica forense. El título del ejercicio final fue: La Nación, su concepto, elementos constitutivos y límites. Años después publicaría este trabajo en forma de artículo: El Concepto de nación, Revista Hispano Americana, 1.8.1882.
Boda de Francisco de Asís y Obdulia
1876. Dentro de breves días se verificará el enlace de la hermosísima señorita, doña Obdulia de Robles con nuestro querido amigo el conocido periodista y redactor de El Imparcial D. Francisco de Asís Pacheco (La Época, 6.11.1876).
1876. Anoche se celebró en la parroquia de San Martin el enlace de nuestro querido amigo y compañero de redacción D. Francisco de Asís Pacheco, con la bella señorita doña Obdulia Robles Nizarre, siendo padrinos la señorita doña Dolores Pacheco, hermana del primero, y D. Enrique Robles (Postigo), tío de la contrayente. Después del acto religioso, que se verificó en presencia de las familias y amigos íntimos de los jóvenes esposos, obsequiaron éstos á los convidados con un delicado buffet. Deseamos á nuestro amigo y á su linda esposa todo género de prosperidades, (El Imparcial, 23.11.1876).
La prensa recogió una discreta boda entre Francisco de Asís y Obdulia que puede explicarse por el reciente fallecimiento de la madre del novio en el mes de marzo de 1876. Él contaba con 24 años, mientras que ella tenía 21. El padre de ella había fallecido en 1872, por lo que fue padrino su tío Enrique, por aquellas fechas oficial 1º del cuerpo administrativo del ejército. Por parte de él, sin madre como se acaba de indicar, hizo de madrina su hermana.
Cabe presumir que Obdulia conoció a Francisco en los círculos de amistad de Antonio Cánovas del Castillo. En su fracción andaluz, cabría añadir. Como se ha relatado, importante fue la relación entre el tío de Francisco, Joaquín Pacheco, y Cánovas. Pero importante fue también la amista del padre de Obdulia, José de Robles y Postigo (3.6.1826, Macharaviaya – 5.12.1872, Málaga) con Cánovas (1828 - 1897). Compañeros de colegio en Málaga, editores junto a Maximino Carrillo de Albornoz de la revista “La Joven Málaga” donde ambos escribieron sus primeras letras, su relación quedó temporalmente truncada por la muerte del padre de Cánovas y por la partida del futuro político a Madrid, acogido por su tío Serafín Estébanez Calderón. Pero muy probablemente Cánovas movió allí los hilos consiguiendo una modesta plaza de funcionario, “fiel de alfolí de sal”, para José en Huesca. Y allí se trasladó también Cánovas en 1851 para visitarle, no perdiendo ocasión para documentarse y escribir su primera obra: La Campana de Huesca (1852), que dedicó a José: “A su querido amigo José de Robles y Postigo, recuerdo de la infancia, del autor”.
En 1852, con veinticuatro años, aparece su primera obra literaria de entidad, una novela histórica, en la línea de las mejores de su tiempo. Se trata de La campana de Huesca, una novela que será reeditada a lo largo de los años, y que aún hoy se edita, testimonio de una vocación que, seguramente, la política no permitió cuajar. Una obra, además, que documentó pacientemente durante 1851, en un tiempo vivido en Huesca, en casa de su amigo, exmiembro de La Joven Málaga, José Robles y Postigo (Luis Blanco Vila, El escritor Cánovas del Castillo, Boletín de la Biblioteca del Ateneo, nº 12, 2002).
Vuelto Cánovas a Madrid, se implicó en los preparativos de lo que sería la Vicalvarada que daría lugar al Bienio Progresista. Otro joven implicado, Cristino Martos, que será muy importante más adelante en la vida Francisco de Asís Pacheco, escribió un libro sobre estos hechos: La Revolución de Julio de 1854. Se relata allí la participación de José Robles Postigo que, abandonando Hueca, también había ido a Madrid: es lo cierto que otras muchas personas que nombraremos, eran dignas de alguna mención de parte del autor de las precedentes líneas, que no ignore la que ellas tomaron en los trabajos anteriores a la revolución. Una de estas, que corría los mayores peligros, y que no dejaba de estar en muchos de los secretos, fue D. José Robles, el cual, amigo desde la infancia de D. Antonio Cánovas, y por lo demás, perfectamente desconocido en política, era muy a propósito para desempeñar ciertas comisiones de confianza: este fue el constante mensajero de la activa correspondencia que mantenía el conde de Lucena con el general Messina, y el lazo de unión entre los diferentes conspiradores, en aquellos periodos de tiempo en que, arreciando las persecuciones de la policía, se hacían imposibles hasta las conferencias nocturnas. La decisión y la lealtad de este joven, que ajeno hasta entonces al movimiento político, tuvo cien veces en su mano la suerte de la conspiración, arriesgando su libertad cada minuto y guardando en su pecho secretos que hubieran pagado los ministros polacos con todo el oro de sus áreas, son prendas estimables, que acreditadas en menor escala por otros auxiliares de la conspiración, dan una idea bien alta de su carácter, y reflejan el profundo espíritu de moralidad que la guiaba, al dirigir sus tiros contra los representantes de la corrupción y del saqueo.
Como resultado del éxito del golpe y en pago de favores realizados se realizan dos nombramientos. A José Robles Postigo se le hizo, sin más, mayor (comandante) y a su hermano pequeño Enrique que entonces tenía 14 años, subteniente sin derecho a paga hasta que tuviera la edad de incorporarse. Por su formación, José elegirá más adelante pasar al cuerpo de Administración Militar. Y, lo mismo hará su hermano Enrique, el padrino ya citado de la boda de Francisco y Obdulia.
José mantuvo su amistad con Cánovas toda su vida, casándose varios de sus hijos con personas próximas a su círculo. Es el caso ya citado de Obdulia, pero son también los casos de José Robles Nisarre, el hermano mayor, que casó con Concepción Díaz Méndez de Sotomayor: Anteanoche se verificó el enlace de la distinguida Srta. D.ª Concepción Díaz y Méndez de Sotomayor con el ingeniero agrónomo D. José de Robles, jefe del negociado de agricultura en el Ministerio de Fomento. La ceremonia religiosa se celebró en casa de la novia, siendo los padrinos el Sr. D. Antonio Cánovas del Castillo y la madre del contrayente, y testigos el brigadier D. Máximo Cánovas y D Enrique y D. Eduardo Robles, tío y primo del novio. A los invitados se les sirvió un espléndido lunch. Deseamos á los nuevos esposos interminable serie de felicidades (La Epoca, 1.3.1886), hija de otro amigo de la infancia de Cánovas, Estanislao Díaz y Campos: Fueron en sus primeros años sus amigos íntimos entre otros, el que luego fue ingeniero D. Estanislao Díaz (Narciso Díaz Escobar, Los primeros años de Cánovas, La Esfera, 4.2.1928); y el de Leopoldo Robles Nisarre, cuyo nombre siempre me ha parecido un homenaje a O’Donnel, que casó con una hija del muñidor de elecciones Francisco Romero Robledo.
Debió ser Obdulia una mujer de su casa, muy religiosa como su madre, dedicada a las labores propios de su sexo como hasta hace bien poco se decía y, probablemente, cultivada dado el interés que pusieron sus padres por la educación de sus hijos. O, al menos, por la educación de los hijos varones, hombres que ciertamente alcanzaron buenos expedientes académicos y que mucho progresaron después en sus respectivas carreras profesionales.
Debió ser Obdulia muy del gusto de su marido, gusto que él reflejará en uno de sus libros que con el título de “La misión de la mujer” dedica a ella: “la que le ha hecho conocer la belleza y los atractivos de la vida de familia”. Lo mejor que puede hacerse hoy con el citado libro es esconderlo bien, aunque más adelante recogeremos las críticas que cosechó. En todo caso, cabe adelantar que hubo quien lo recomendó: La misión de la mujer en la sociedad y en la familia, se titula una obra escrita con recto criterio por el Sr. D. Francisco de Asís Pacheco, en la que éste trata el interesante problema social que hoy ocupa a los hombres pensadores. Sin perjuicio de ocuparnos de este libro como su importancia merece, recomendamos su adquisición a nuestros lectores. Cuesta tres pesetas (Diario de Lugo, 5.2.1882).
De lo que no parece que puede caber duda, es de la destreza de Obdulia haciendo labores, destreza por la recibió un merecido premio en un importante certamen: Exposición Nacional de 1878. Lista de expositores premiados: Doña. Obdulia Robles Nisarre. Mención honorífica, por su almohadón bordado en relieve con sedas y lanas (Gaceta de los caminos de hierro, 17.5.1874).
Francisco de Asís, por su parte, debió de ser un lector empedernido. De todo sabía y de todo escribía. Y una de sus colaboraciones más frecuentes en prensa, donde trabajó largos años como periodista, fue la de crítico de libros. Por ello, no es de extrañar, que pese a su prematura muerte su biblioteca ya fuese descomunal. Cuatro mil libros dicen unos. A tres mil la reducen otros. Muchos, en cualquiera de los casos.
Es por ello, que fallecido Francisco de Asís, no encontrase Obdulia mejor solución que la donación de la biblioteca a la Universidad Central, no sin pasar antes por un gran número de tediosos y fatigosos trámites. La universidad formó una sala Pacheco con toda la colección, que se mantuvo aparte. En la gaceta de Madrid del 6 de abril de 1898 se recogía: Real Orden dando las gracias á Doña Obdulia Robles, viuda de Pacheco, por el donativo que hace á la Universidad Central de la biblioteca de su de su difunto esposo.
Ilmo. Sr.: Vista la. comunicaci6n de Doña. Obdulia Robles, viuda y única y legitima heredera de D. Francisco de Asís Pacheco, manifestando que hace donación a la Universidad Central de la Biblioteca de su difunto esposo, la cual consta próximamente de 4.000 volúmenes, en su mayor parte de obras de Derecho, Administración, Historia y Literatura:
Considerado que Doña Obdulia Robles, viuda de Pacheco, por virtud de este acto coopera generosa y desinteresadamente a los fines educadores de la instrucción pública, no sólo por el auxilio que presta al Estado en el desarrollo de la cultura intelectual, sino también porque su ejemplo servirá de estímulo a otras personas:
Considerado que todas las naciones rinden en sus Archivos, Bibliotecas y Museos públicos testimonio de agradecimiento que perpetúen, a la par que el civismo de los donantes, la gratitud del Estado, al extremo de que algunos pueblos, donde los donativos son frecuentes, han habilitado una sala especial en las Bib1iotecas, donde se instalan decorosamente las colecciones de libros donados; y que en varios establecimientos de España se conservan en forma análoga colecciones no más importantes que la Biblioteca pacheco:
S. M. el REY Q. D. G., y en su nombre la REINA Regente del Reino, ha tenido a bien disponer:
1. Que se acepte la donación hecha a la Universidad Central por Doña Obdulia Robles, viuda de Pacheco. 2. Que al efecto, se sirva a V.I. adoptar las disposiciones convenientes para recoger la Biblioteca donada e instalarla en una sala de la Universidad citada; y 3. Que se den las gracias a Doña. Obdulia Robles por su generoso desprendimiento, publi cando esta Real orden en la GACETA DE MADRID. en memoria de Don Francisco de Asís Pacheco, en testimonio de agradecimiento a la donante y para estímulo de actos análogos. De Real Orden lo digo a V. I. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V. I. muchos años. Madrid 1º de Abril de 1898. XIQUENA. Sr. Director general de Instrucci6n pública.Finalmente, Obdulia, ya sin madre, sin hijos que no tuvo, sin marido y sin libros, optó por hacerse monja reparadora (estuvo algún tiempo en el convento de Valladolid) eligiendo el nombre de María de la Virgen del Carmen. El cambio me parece ocioso, ya que Obdulia es la forma latina de Abd, siervo, y Allah, Dios. Su nombre era, por tanto, sierva de Dios, nombre más que apropiado para una monja.
Recopilando datos y escribiendo sobre José Robles Nisarre, me tropecé con José de Cárdenas Uriarte (Sevilla, 1846-Madrid, 21 de abril de 1907), abogado, político conservador y ministro de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas, que dio un cargo de confianza a José, hermano de Obdulia: Al tomar posesión del Ministerio de Agricultura el Sr. Cárdenas, se hizo cargo del Negociado Central el Ingeniero agrónomo Secretario del Consejo Superior de Agricultura, D. José de Robles, cesando en dicho puesto D. Joaquín Aguirre, (Madrid Científico. 1.904, nº 473).
Escribiendo ahora sobre Joaquín, me lo vuelvo a tropezar: La Revista Contemporánea fue una revista cultural publicada en la ciudad española de Madrid entre 1875 y 1907. Editada en Madrid, su primer número apareció el 15 de diciembre de 1875; se publicaría hasta 1907. Fue fundada por José del Perojo y en sus inicios sirvió como vehículo introductor de ideas neokantianas y positivistas en España. Sin embargo, tras dificultades económicas, la revista fue traspasada en 1879 a un nuevo propietario, José de Cárdenas Uriarte, que modificó la línea editorial notablemente. Fueron directores de la publicación, además de Del Perojo y Cárdenas, Rafael Álvarez Sereix y Francisco de Asís Pacheco (tras la compra por Cárdenas) Wikipedia.
Se dijo de él en El Melonar de Madrid, Semblanzas, Madrid, 1876:
Cadenas (D. José.)
Es hombre de buen talento
que nada malo hizo nunca,
pese á las lenguas de víbora
que al más honrado calumnian.
Sin más delito que verse
Cadenas entre las suyas,
tiene afición decidida
más al verso que á la música;
pero siempre le tiró más la afición á Sanlúcar.
Por lo demás, y como se va a ver a continuación, ambos cuñados, Francisco de Asís y José Robles Nisarre fueron vecinos durante buena parte de su vida, intuyendo yo que debieron ejercerse una importante influencia mutua.
En mi opinión, donde más se aprecia la influencia del ingeniero agrónomo José sobre el periodista Francisco de Asís, es en los relatos que hace éste último sobre la agricultura y montes de Málaga en 1876, publicados por El Imparcial, y en un artículo que publica en 1887 en la Revista de España, nº 114, sobre la enseñanza de la agronomía, con continuas referencias también a la provincia de Málaga y al trabajo de los ingenieros en ella.
La colaboración entre ambos cuñados debió trascender, ya que el diario Madrid Cómico se permitía incluso bromear al respecto:
Chismes y cuentos. El conocido escritor D. Francisco de Asís Pacheco, el Gaboriau español, ha salido precipitadamente para Sevilla, a fin de enterarse minuciosamente de los detalles de la causa del célebre asesinato de D. Fadrique, hermano de D. Pedro el Cruel. Parece ser que en esta nueva expedición criminalista, acompaña al Sr. Pacheco su hermano político el distinguido ingeniero D. José de Robles, con objeto de levantar el plano del sitio donde se perpetró el crimen. La causa aún se encuentra en el estado sumario (Madrid cómico, 21/03/1880).
El profesor Cristóbal García Montoro, de la Universidad de Málaga, ha comentado en varios trabajos los artículos de Francisco de Asís sobre Málaga. Y a este profesor se remiten también una y otra vez quienes se interesan por Francisco de Asís Pacheco.
Cristóbal García Montoro, "Los montes de Málaga en 1879 (Dos reportajes de Francisco de Asís Pacheco)", Revista de estudios regionales, nº. 72, 2005.
Francisco Asís Pacheco Montero, Francisco José Muñoz Ruiz, Cristóbal García Montoro, La economía agraria de Málaga en 1879 , Ed. Universidad de Málaga; Universidad de Córdoba, 2009.
Domicilios
En el Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración se recoge que, en 1881, Francisco, ya casado, vivía en la calle Silva, 38: Pacheco Montoro (Francisco de Asís), abogado. En 1882, vivía en el mismo lugar pero acompañado de su suegra y de un cuñado: Pacheco Montoro (Francisco de Asís), abogado, Nisarre (Pilar), pensionista, y Robles (José, ing. Agrónomo). José se casará en 1886.
En 1886 se añade a los anteriores otro hermano de Obdulia, Eduardo: Nisarre (Pilar), pensionista, Pacheco Montoro (Francisco de Asís), abogado y dip., Robles (Eduardo), militar (casado en 1884), Robles (José), ing. agrónomo.
Ya en la década de los 90, Francisco de Asís Pacheco vive en la Calle Claudio Coello, 16, mientras que su cuñado José Robles Nisarre lo hace en el nº 28: Según leemos en la prensa de Madrid, le han sido robadas a la señora del diputado a Cortes, don Francisco de Asís Pacheco, varias ropas de bastante valor, de la casa que ocupa dicho señor en la calle de Claudio Coello, nº 16 (El Alicantino, 21.3.1890).
La familia tuvo una segunda residencia, de verano, en Villaviciosa de Odón. Así se cita en la prensa: Ecos de sociedad. En Villaviciosa de Odón es también numerosa la colonia de veraneantes. Actualmente están en Villaviciosa la marquesa de San Juan de Puerto Rico y sus hijos, el general Muñoz y su familia, y la señora viuda del general Blengua; el catedrático de la Universidad Central Sr. Mellado y su familia, y con las suyas también el senador del Reino señor Pacheco (Francisco de A.), el exdiputado a Cortes por Sevilla Sr. Surga y su hermana política doña Enriqueta Latorre, y D. Salvador de Zulueta. Igualmente forman parte y de la colonia las familias de Goróstegui, Estéfani, Pérez i de Castro, Sánchez de León, Carrasco, Samper, Olbés, Parra, Sáinz de Baranda, Laviña, Polín, Díaz, Núñez Arenas, Martínez Espinosa, Casa-Bayona, Rozas, Salabert, Torremata, Valdés, Robles y Burgos (Diario Oficial de Avisos de Madrid, 1 de agosto de 1891).
Villaviciosa, con buen clima y arbolado, y por aquel entonces con generosos manantiales de agua hoy convenientemente depredados, fue una población elegida por una parte de la burguesía de Madrid para residir de manera permanente o para pasar allí los estíos. Estas familias, muchas de apellidos largos: González-Estéfani, Núñez-Arenas, Méndez de Vigo …, se relacionaban entre ellas a través de fiestas, bailes o pequeñas obras de teatro que desembocaban naturalmente en bodas, emparentándose entre ellos una vez y otra, dando lugar a nuevas familias en esta ocasión de dobles apellidos largos. La residencia de los Pacheco en Villaviciosa propició algunas de estas bodas de hermanos y primos de Obdulia con otros colonos del pueblo. Fue el caso de Enrique Robles Nisarre, que llegaría a juez del Tribunal Supremo, que casó con Cristina Sanz Peray, hija del Marqués de Puerto Rico, José Laureano Sanz y Posse. El de Adela, que casó con el médico del pueblo Manuel Díaz Herrera. El de Pilar, que casó con el general Antonio Goróstegui de Campuzano. O el de José Robles Pérez que casó con Fernanda Núñez-Arenas y Méndez de Vigo, emparentada, entre muchos otros, con los impresores Calleja y Mellado, siendo también tía del futuro general Gutiérrez Mellado.
Periodista, abogado y parlamentario
En base a las noticias de prensa que se recogen más abajo, así como de otras fuentes que se citarán, es posible esbozar los rasgos biográficos profesionales de Francisco de Asís.
Como se recordará, Francisco de Asís terminó sus estudios de bachiller en Córdoba. Su padre, el general Pacheco, realizó casi toda su carrera en el regimiento de lanceros de Villaviciosa, regimiento establecido entonces en esa ciudad. Estando destinado allí, el 28 de septiembre de 1868 el militar participó de la batalla del Puente de Alcolea, batalla que precipitó el final del reinado de Isabel II. Por méritos de guerra fue ascendido a teniente coronel.
Hay noticias de que por aquellas fechas Francisco de Asís desarrolló su primer trabajo, como director de un diario titulado La Voz del Pueblo, diario del que, lamentablemente, no he podido encontrar concretas referencias. Probablemente, la cabecera del periódico se inspiraba en la de igual nombre que se publicó en Madrid durante el Bienio Progresista. Y era también idéntica a la de otros periódicos demócratas y republicanos que, al calor de nuevas libertades, se abrieron en otras provincias como Pontevedra o en la vecina Sevilla, por poner algunos ejemplos. La Voz del Pueblo de Pontevedra comenzó a salir en septiembre de 1868, en apoyo de la Gloriosa. Fue su impulsor Indalecio Armesto Cobián (1838, Pontevedra - 1890, Pontevedra), jurista y periodista, presidente de la diputación y diputado por Pontevedra hasta la Restauración. Colaboró más adelante en el periódico El Orden donde también lo hará Pacheco.
Por su parte, la Voz del Pueblo de Sevilla se publicó en 1869 componiéndose en la imprenta de Bustamante, y defendió un republicanismo radical y revolucionario.
En cualquier de los casos, algo debió ocurrir en este diario de Córdoba que le llevó a presentar su dimisión en noviembre del 68: Habiéndose introducido reformas capitales en el periódico La Voz del Pueblo, sin que me haya dado cuenta de ellas con el tiempo oportuno para esperar mi aprobación, creo ofendida mi dignidad de director del mismo y comprendo debo retirarme de su redacción como lo hago, poniéndolo en conocimiento del público para su perfecta inteligencia. Francisco de Asís Pacheco, Madrid, 22.11.1868. Diario de Córdoba, 24.11.1868).
Es la primera de una larga serie de dimisiones que presentará a lo largo de su vida.
Hacia 1869 la familia debió mudarse a La Coruña por destino del padre. Desde luego, en 1872, José Pacheco participó en un encuentro contra insurrectos de El Ferrol en la localidad de Puentedeume [3] Estuvo después en diferentes acciones siendo ascendido a brigadier y nombrado Gobernador Militar de Lugo en 1874 (Gaceta de Madrid, nº. 84, 25.3.1874). Francisco de Asís, mientras tanto, estudió la carrera de derecho en Santiago (1869-1871), como ya se indicó, apareciendo también como director de La Concordia de La Coruña y de este medio si hay alguna referencia: Se publicó entre 1869 y 1872. Fue su fundador Ricardo Pita que llegaría a ser durante el Sexenio democrático gobernador civil de Santander, Jaén, Ávila, Segovia y Soria. Se trasladó más tarde La Coruña donde fundó La Concordia, órgano de la democracia gallega. Su periódico anterior, El Brigantino, “fue el vocero, el heraldo de la revolución de septiembre, batallador y arrogante, sin fanfarria, de toda la provincia” (Acotaciones de un ferrolés).
Francisco de Asís debió llegar a Madrid procedente de Galicia en el año 1872 [4]
En esta primera parte de su vida laboral se dedicará fundamentalmente al periodismo, colaborando con los más importantes diarios liberales de la capital. Más adelante, en 1876, en el año en que se casa, abre despacho de abogado compaginando esta segunda profesión con la anterior: Nuestro amigo el Sr. D. Francisco de Asís Pacheco ha establecido su bufete de abogado en esta capital (La Correspondencia de España, 31.3.1876). Por fin, tras las elecciones de 1884 y hasta su fallecimiento en 1897, se dedicó preferentemente a su labor como diputado y senador.
En octubre de 1872 entró a trabajar en el diario El Imparcial, uno de los más importantes de Madrid, lo que tuvo que ser un gran éxito para un joven como él, con escasos 20 años de edad: El Sr. D. Francisco de Asís Pacheco ha entrado a formar parte de la redacción del Imparcial (La Correspondencia de España, 15.10.1872).
En la hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional de España se recoge una adecuada reseña del El Imparcial que no cuenta con autor:
Considerado como el periódico más influyente en España en el último tercio del siglo diecinueve y primeros años del veinte, es fundado por Eduardo Gasset y Artime (1832-1884), apareciendo su primer número el 16 de marzo de 1867, como diario … de carácter informativo alejado del doctrinarismo propio de los periódicos de partido y fuertemente ideologizados, que llegará a ser considerado como el principal periódico de los que iniciaron la gran transformación de la moderna prensa española.
… Desde sus columnas se gestará la coalición de liberales, progresistas, demócratas y antidinásticos que propiciarán la Septembrina, convirtiéndose en el órgano más influyente del Sexenio Democrático, como refleja el aumento de su tirada, desde el medio millar de ejemplares diarios iniciales a los 18.000, alcanzando al final de este periodo los 40.000, una de las cifras de circulación más altas en la prensa española de la época, convirtiéndose en el diario favorito de los lectores, a la vez que el más barato.
Con el diario de Gasset se va a acentuar el periodismo español de una forma considerable, en palabras de Asenjo y, según Seoane, se consolidará el periodismo noticioso y empresarial de calidad, mezcla de un cuidado aspecto informativo moderno y ambicioso, a medio camino entre la asepsia y los extremismos, y de una opinión democrática…
Entre sus redactores se encontraron Mariano Araús (mano derecha de Eduardo Gasset), Ángel Castro y Blanc, Isidoro Fernández Flórez (Fernanflor), Manuel Fernández Martín, Rafael García Santisteban y José Echegaray, entre otros.
Al final del periodo democrático, el 27 de abril de 1874, comenzará a publicar Los lunes de El imparcial, que alcanzará la cima de la fama de los suplementos semanales literarios de todos los tiempos, con artículos de divulgación científica, crítica literaria, teatral y de arte y de creación, en el que se darán cita las mejores plumas del país, al frente del cual se pondrá Fernández Flórez.
En el ejercicio de su profesión de periodista, abarcó F. A. Pacheco diferentes temas, pero en El Imparcial y en el resto de diarios donde colaboró, escribió preferentemente sobre política, administración de justicia: Los trabajos de redacción y extracto en los debates-jurídicos del Tribunal Supremo que publicamos estos días, son de nuestro querido amigo y compañero de redacción D. Francisco de Asís Pacheco (El Imparcial 13.6.1873), historia y comentario de libros de ensayo. Precisamente, fue él un colaborador habitual de los suplementos literarios que se acaban de citar de los lunes de El Imparcial, dirigidos por Isidoro Fernández Flórez, Fernanflor, continuando ambos en la misma tarea años después en El Liberal.
En enero de 1873 dimite de su puesto como redactor en el El Imparcial en desacuerdo con su lineal editorial contraria a sus principios ideológicos personales y los del partido radical donde militaba (se vuelve después sobre este tema).
En Febrero, acepta la dirección de La Nueva España: El Sr. Álvarez Osorio deja temporalmente la dirección de La Nueva España, encargándose de ella desde ayer el redactor de dicho periódico don Francisco de Asís Pacheco. Decíase también que el Sr Nougués se haría cargo de la dirección de dicho colega (El Gobierno, 19.2.1873).
De junio a julio, colabora también con la revista La América, escribiendo una Revista General, una crónica política de lo que iba ocurriendo en la (I) República española, así como también, en otros países europeos. Su columna aparecía en la primera página prologándose por alguna más. En esta revista había sido antes colaborador su tío Joaquín F. Pacheco, tratándose de nuevo de un medio de gran prestigio: Rodeada de gran prestigio, "La América: crónica hispano-americana (Madrid: 1857-1886)" es una de las más importantes, longevas y más difundidas revistas doctrinales de todo el siglo XIX español. De periodicidad quincenal y de 16 a 20 páginas por número, es considerada como una de las grandes aventuras intelectuales del liberalismo progresista-democrático español. Su nómina de colaboradores asombra por su número y por su calidad, pues no hubo escritor ni político de relieve en España y América que no publicara en sus páginas. Fue fundada y dirigida hasta 1870 por Eduardo Asquerino (1826-1881), sucediéndole en la dirección su hermano, Eusebio Asquerino (1822-1895), quienes previamente habían publicado el diario La Libertad (Madrid: 1846), considerado el primer órgano del fourierismo en España (Hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional de España).
Se abre a continuación un paréntesis en la profesión periodística de Francisco de Asís al aceptar en Julio un puesto en el Ministerio de la Gobernación siendo designado por el liberal alicantino Eleuterio Maisonnave: Decreto, fecha 21, nombrando jefe de administración civil de cuarta clase, oficial de la de terceros del Ministerio de Gobernación a D. Francisco de Asís Pacheco (El Gobierno, 26.7.1873). El Ministro no era radical, manifestando más adelante que el nombramiento le supuso algún disgusto, indisponiéndose muy de veras con antiguos amigos suyos, y arrostrando el disgusto y enojo de sus correligionarios (El Graduador, 3.5.1884).
Maisonnave fue así en estos años protector del muy joven Francisco de Asís y, por la importancia del ministro en este relato, he recogido unas notas y una bibliografía sobre él, que llevo a un anexo.
Había desde luego razones para entender el disgusto y enojo de los correligionarios de Maisonnave entonces en el poder. Hay que recordar que el 11 de febrero de 1873 se había proclamado la I República, formándose un gobierno de coalición de radicales y republicanos. Se convocaron elecciones para el 1 de junio, pero temerosos los radicales de salir malparados, su líder, Cristino Martos, se alió con algunos generales para intentar un golpe de estado en abril. Fracasado el golpe, se formó un nuevo gobierno ya sólo de republicanos, desalojando a los radicales del poder. En Julio, el republicano Salmerón asumió la presidencia del gobierno siendo su Ministro de Gobernación el citado Maisonnave que brinda a Francisco de Asís, un radical, un puesto en su Ministerio. Es de entender que el nombramiento sorprendiera y extrañara.
Apenas dos meses después, en septiembre, dimitió Salmerón por varias razones, apuntado él su negativa a firmar unas penas de muerte. Le sucede un gobierno de Castelar que mantiene en su puesto a Maisonnave y éste a Pacheco.
Pero en enero de 1874 un golpe del general Pavía acaba con el gobierno, proclamando una República unitaria y más conservadora, que sucede a la federal. Pocos días después, Pacheco y otros compañeros presentan su dimisión que es aceptada: fecha 3, refrendados por el Sr. Maisonnave admitiendo las dimisiones a D. José María Colleruelo, secretario general del ministerio de gobernación, a D. Marcelino Isabal, oficial de la clase de primeros, D. Marcos Zapata y D. Francisco de Asís Pacheco, oficiales de la de terceros, y D. Antonio del Val, director general de Comunicaciones (El Gobierno, 5.1.1874).
Se formó a continuación un nuevo gobierno de concentración, bajo jefatura del general Serrano, alcanzando tres radicales Cristino Martos, José Echegaray y Tomás Mosquera las carteras de Gracia y Justicia, Hacienda y Fomento respectivamente. Sin embargo, Pacheco no fue llamado a ocupar algún puesto de esta administración.
Es muy probable que, con el apoyo de nuevo de Maisonnave, Pacheco comenzara a trabajar entonces como periodista en el diario republicano El Orden: en 1874, redactó la parte política del periódico El Orden, diario posibilista dirigido por el ex-ministro señor Moreno Rodríguez, y uno de cuyos principales propietarios era el señor Maisonnave… (El Graduador, 3.5.1884).
El año 1873… Castelar inició una nueva etapa, la del republicanismo de orden … El
propósito de Castelar fue el de construir un republicanismo conservador, lo que suponía despojarlo de la utopía, y acercarlo a la realidad. Este propósito necesitaba de un partido propio, para lo cual reclutó un grupo de confianza y estableció una red nacional de apoyo, con prensa incluida. El círculo de confianza estaba formado por Maisonnave, Abarzuza, Morayta, Carvajal, Almagro, Pedregal, Gil Berges, Moreno Rodríguez, Prefumo, Santiago Soler y Pla, y Oreiro. Los periódicos afines fueron La Discusión y El Orden en Madrid, dirigido éste por su amigo Pedro Moreno Rodríguez, a los que se sumaron algunos en provincias.
La insistencia de los castelarinos en hablar en dicho debate de la República posible frente a la utópica, provocó que diarios monárquicos como La Época, La Iberia o La Correspondencia de España hablaran de «posibilistas» y «posibilismo» a comienzos de mayo de 1874… La estrategia se completó con la alianza con los partidos afines, ajenos a cualquier tipo de utopía, como la federal o la socialista; en concreto el constitucional de Sagasta y el democrático de Martos -Jorge Vilches, CONTRA LA UTOPÍA. EL ORIGEN DEL REPUBLICANISMO CONSERVADOR EN ESPAÑA (1870-1880). Historia Contemporánea 51-.
En 1875 es posible encontrar de nuevo a Pacheco en El Imparcial, firmando una colaboración en el suplemento Los Lunes del Imparcial. Se trata de Noticias Bibliográficas, naturalmente un apartado de reseñas de libros que él desarrollará durante muchos años, en ésta y otras revistas (NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS. La Cuestión Religiosa, por E.S. - Un folleto de 38 páginas - Madrid; G. Hernández. El Imparcial, 8.11.1875).
Al año siguiente, 1876, se especifica que Pacheco es compañero de redacción: En breve se publicará un libro titulado La Condesa de Albany, del Sr. Juderías Bender, con un prólogo de nuestro compañero D. Francisco de Asís Pacheco. El libro está originado por varios artículos que acerca de la vida de aquella mujer ilustre ha publicado en la Revista de Europa (El Imparcial, 7.3.1876). En realidad, el libro estaba escrito por Saint-René Taillandier, siendo Juderías el traductor.
También en 1876, se le cita como socio del Ateneo de Madrid, secretario 3º de la sección de literatura y bellas artes, de la que era presidente Francisco de Paula Canalejas y vicepresidente José Alcalá Galiano. Se añadía que: Estas candidaturas eran también las acordadas anteanoche por las reuniones de la izquierda y de la derecha del Ateneo, con el objeto de proceder en todo con la armonía que hace indispensable la índole do esa inteligente asociación (El Imparcial, 1.1.1876).
En marzo la prensa anuncia que Pacheco ha abierto un bufete de abogado. A finales de año, contrae matrimonio con Obdulia de Robles.
Empieza a colaborar este año y hasta 1878 con La Revista de España. Escribe: revista de política exterior, Pío IX, la paz de Berlín y un boletín bibliográfico. En 1879 deja su colaboración al pasar a dirigir la revista de la competencia, La Correspondencia de España. Abandonada ésta, publicó dos artículos más en la de España, uno en 1882 sobre la política reformista y otro en 1887 sobre la reforma de la enseñanza agronómica, tema sobre el que ya también había escrito antes su cuñado José de Robles en la Revista Contemporánea (1878, Marzo- Abril, La enseñanza agrícola en España).
Revista de España: Una de las revistas doctrinales, científicas y literarias de más alta calidad intelectual y espíritu liberal-conservador de la segunda mitad del siglo diecinueve, que destaca por su longevidad e independencia política. Fundada pocos meses antes de la revolución septembrina por José Luis Albareda y Sedze (1828-1897), cuya propiedad compartirá después con Fernando León y Castillo (1842-1919)…
De periodicidad quincenal y amplia paginación (entre 100 y 170 por número, aproximadamente), la revista publicará extensos artículos de ciencia, historia, derecho y literatura, así como revistas de política interior y exterior, de teatro, economía, un boletín bibliográfico español y extranjero y anuncios comerciales, especialmente de bibliografía. Incluirá también composiciones en verso. En ella algunos escritores publicaron las primeras entregas de sus novelas.
Este es el caso Benito Pérez Galdós (1843-1920), entonces un joven periodista político, que Albareda incorpora como director de la revista, desde febrero de 1872 a noviembre de 1873, y en la que publicará las primicias de sus novelas La sombra y Audaz. Lo mismo ocurrirá con Juan Valera (1824-1905), que publicará en la revista las primeras entregas de Pepita Jiménez (1874) (Biblioteca Nacional de España).
En 1878 La Correspondencia de España informa de que Pacheco y su señora han marchado a París en el mes de octubre. Un mes antes, había sido José de Robles, hermano de Obdulia, el que había ido a París de acuerdo con el Diario de Avisos.
A finales de 1978 realiza F. A. Pacheco un viaje a Málaga, enviado por El Imparcial, para escribir sobre el estado de la agricultura y de los montes en aquella provincia: Han llegado á Málaga los redactores de EL Imparcial, D. Francisco de Asís Pacheco y D. Francisco Muñoz, con objeto de estudiar detenidamente aquella provincia (La Época, 2.12.1878). No he podido encontrar referencias, pero siempre he sospechado que el viaje lo hizo en compañía de su cuñado el agrónomo José de Robles, ya varias veces citado. La mujer de José, también era de Málaga por lo que es lógico pensar que ambos ya conocían bien la ciudad.
En 1879 el Ministerio de Fomento agradece una donación de Pacheco, de José de Robles y otros, a su biblioteca agrícola.
En mayo de 1879, Pacheco se va a unir a la dimisión en bloque que realizaron el director de El Imparcial, varios redactores y otro personal del mismo, para marchar todos ellos a fundar otro periódico de especial significado, El Liberal. La historia se cuenta así:
Mientras tanto, Eduardo Gasset (el propietario de El Imparcial) se había visto obligado a dimitir como Ministro de Ultramar por su postura en las Cortes en contra de la abolición de la esclavitud en Puerto Rico. Entre los que votaron en contra de su proposición, figuraba su entrañable amigo, el director de su propio periódico, Mariano Araús. No supo disimularla el propietario, que en el número de El Imparcial del 22 de diciembre de 1872, publicó esta carta:
Mi querido amigo: sólo me faltaba, para que mi soledad fuese completa, que me abandonarás tú, mi querido Mariano... Antonio Álvarez, que no es diputado y tiene más experiencia que tú dirigirá El Imparcial mientras te dure el vértigo y, en el ínterin, escribe lo que te plazca, dejando las cuestiones de Ultramar para que las trate como entiende que debe hacerlo tu mejor amigo, Eduardo.
Aunque lo disimuló algún tiempo, Mariano Araús no olvidaría jamás una destitución tan fulminante: él y otro hombre de la máxima confianza de Gasset, Isidoro Fernández Flórez, traicionando a su maestro y amigo, fueron los cabecillas de la disidencia que, en junio de 1879, habría de dar nacimiento a El Liberal (Carlos Sánchez Illán, opus cit.).
1879 Llegó ayer á esta corte, según dice El Diario Español, el propietario de El Imparcial, Sr. Gasset y Artime. Este periódico anuncia hoy que dicho señor se ha encargado de la dirección y que se han separado de la redacción los Sres. D. Luis Polanco, D. Isidoro Fernández Flores, D. Mariano Araús, D. José M. Alonso de Beraza, D. Julio Vargas, D. Francisco de Asís Pacheco, D. Francisco Muñoz, D. José Anchorena, D. M. María Fernández y González, D. Francisco Peris, D. José Centurión, D. Juan Franco y D. Julián Setier.
De la administración, D. José de Palma y Rico y los Sres Ochoa y Franco.
De la imprenta, D. Lúcas Polo y los Sres. Florenciano, Larroder, Alonso, González, Sainz, Ramos, Fontecha, Naranjo, Pez, García, Rodríguez. Montes, Gamero, los aprendices y el pruebero.
De las máquinas, el Sr. D. Luis Barinaga, ingeniero, y D. José Perales, maquinista, y don N. Roca, fogonero, y algunos mozos de las dependencias. (La Época, 19.5.1897).
El Liberal: Nace de la disidencia encabezada en el seno de El imparcial (1867-1933) por quien Eduardo Gasset y Artime (1832-1884) había cesado anteriormente como su director y mano derecha, Mariano Araús Pérez (1836-1901), e Isidoro Fernández Flórez (1840-1902), ya conocido como Fernanflor, quien había proyectado y dirigido durante los últimos cinco años el suplemento Los lunes de El imparcial, a los que se unieron los antiguos socios de Gasset, Mariano Milego y el crítico taurino Eduardo de la Loma, además de otros redactores y trabajadores. El motivo del cisma fue la mudanza ideológica de El imparcial al aceptar al régimen monárquico alfonsino y la política personal de Gasset que chocó contra las convicciones de sus redactores.
Una referencia muy interesante sobre el propietario del periódico puede encontrarse en Juan Carlos Sánchez Illán (1996): Los Gasset y los orígenes del periodismo moderno, El Imparcial, 1867-1906, Historia y comunicación social, Nº 1.
El liberal nació así como un diario absolutamente independiente con fuertes raíces democráticas, al amparo de la nueva ley de prensa del siete de enero de 1879 a través de la cual empieza a “levantar cabeza” la prensa republicana, a la vez que la poderosa izquierda dinástica fragua en el fusionismo y el liberalismo sagastino. Araús será su primer director y a su redacción se sumarán otros periodistas que habían abandonado el diario de Gasset el 19 de mayo de 1879, como Julio Vargas Machuca, Francisco de Asís Pacheco, José María Anchorena, José Fernández Bremón o Manuel María González, todos ellos de ideología republicana. Nace en pugna con El imparcial, con el que entablará una enconada rivalidad, y su pronto éxito será debido a un exquisito equilibrio entre información y opinión y al tono literario de sus editoriales, infrecuente en la prensa de la época, junto al carácter popular de algunas de sus informaciones, que rozarán cierto sensacionalismo, y que tendrán su mayor exponente con el crimen de la calle Fuencarral y el caso Mussó (Biblioteca Nacional de España).
Perteneció Pacheco al El Liberal hasta que salió elegido diputado en 1884. Reproduce en buena parte su trabajo en El Imparcial, publicando una sección de Noticias Bibliográficas en los lunes de El Liberal, también dirigido por Isidoro Fernández Flórez.
En agosto de 1879 acepta la dirección de la Revista Contemporánea, puesto en el estará dos años: Nuestro distinguido amigo el notable escritor don Francisco de Asís Pacheco se ha hecho cargo de la dirección de la Revista Contemporánea (El Globo, 4.8.1879).
La Revista Contemporánea, con la de España, nacida siete años antes que ella, eran las dos principales que se publicaban en Madrid. Los más reputados escritores de entonces: políticos, literatos, poetas, dramaturgos, sociólogos, catedráticos, ingenieros, militares, &c., colaboraron en la Contemporánea (Ramón Paz, opus cit.)
Una de las más prestigiosas revistas de su época, según señala Seoane, y “maciza publicación”, como la califica Gómez Aparicio, fue fundada y dirigida en su primera etapa por José del Perojo y Figueras, de formación racionalista y germana, una de las más recias mentalidades de su época, como describió Asenjo a quien introdujo en España a Kant, Hegel y Fischer. Apareció el 15 de diciembre de 1875 con el propósito de fundir en una sola publicación de carácter internacional “todas las manifestaciones de la cultura” y ser el palenque de las ideas modernas europeas, especialmente germanas, tal como señala Gómez Aparicio…
En 1879, Perojo venderá la publicación al político canovista José de Cárdenas, y después abandonará su dirección, siendo sustituido por Francisco de Asís Pacheco. Será bajo la dirección de éste cuando Revista contemporánea cambie totalmente de orientación ideológica y pase prácticamente a ser adscrita al canovismo (Hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional de España).
Su colaboración con esta revista era ya anterior pues había comenzando a fines de 1877. Escribió a lo largo de 1878 y 1879 una Crónica de la Quincena, a la que acompañó esporádicamente con una serie de artículos: Un rey Constitucional, La Conservación del imperio turco, El Derecho Público, Las Capitulaciones de Francia y Turquía en los siglos XVI y XVII y, La fundación del imperio Otomano. Ya como director, no cambió esta pauta, continuando con la quincena y con nuevos artículos: Un episodio del reinado de Luis XV y Reformas en la organización de la enseñanza. La enseñanza fue, de hecho, uno de sus temas preferidos, al que alude en muchos de sus artículos. Cita con frecuencia a la Institución Libre de Enseñanza con gran admiración y respeto.
En 1899, cuando publica su libro sobre el jurado, vuelve a publicar dos trabajos en esta revista: Condiciones para el desempeño de la función del jurado y De la función del jurado.
En 1882 se presentó a una oposición por la cátedra de Historia de los Tratados.
En 1883 aparece el diario La Reforma: Nuevo colega. Ha visto ya la luz en Madrid el titulado La Reforma, que viene al estadio de la prensa para defender la política del partido de la izquierda, y está bajo de ilustrada dirección de nuestro apreciado amigo el señor D. Francisco de Asís Pacheco (Diario de Córdoba, 13.12.1883).
En 1884 se presentó a diputado por la provincia de Alicante. Aunque lo hizo por un partido liberal, partido de la izquierda o izquierda dinástica, tuvo que contar con la ayuda de los conservadores que organizaban las elecciones. Desplazó con su victoria a su antiguo protector Eleuterio Maisonnave, que no quedó precisamente satisfecho. De hecho, dedicó a Pacheco toda clase de improperios desde su periódico El Graduador. Valgan estos ejemplos:
• En 1849 sufrió la escisión del llamado (2) partido democrático, donde se reunieron los futuros líderes republicanos: Castelar, Pi y Margall, Salmerón… Un general afín, Prim, fue el protagonista de la Revolución de 1868, de la Gloriosa. En 1869 el partido pasa a llamarse Partido Democrático Republicano Federal. En 1879 pasará a llamarse Partido Demócrata Posibilista.
También en 1869 surge el grupo de los cimbrios, donde están Martos y otros que le acompañan, menos interesados por la naturaleza del Estado, monarquía o república y más por el sufragio universal y las libertades. Abandonan el partido y en octubre de 1869 se integran con los progresistas (1) formando el (3) partido (progresista democrático) radical.
• Tras el asesinato de Prim en diciembre de 1870 se marcha del partido radical un grupo más conservador dirigido por Sagasta que crea el (4) partido constitucional, más adelante partido Liberal Fusionista. Quedan en el partido el grupo de cimbrios y otro más extremista encabezado por Ruiz Zorrilla. (Francisco de Asís Pacheco afirma pertenecer a este partido en 17.1.1873).
• El partido radical se diluye con la Restauración. El (4) Liberal de Sagasta se sucederá en el poder con el conservador de Cánovas en lo que será en la práctica un bipartidismo adornado con unos pequeños partidos semisatélites. Entre éstos pequeños, y de ideología liberal, los (2) demócratas, los de Martos y los de Ruiz Zorrilla.
• Los antiguos radicales tras un cierto paréntesis fundan en 1880 un nuevo partido, el (3 b) Partido Progresista Demócrata “que debía resucitar el partido radical”, en palabras de Martos. Se nombra presidente honorario a Zorrilla, pero es Martos el dirigente efectivo. (Es posible encontrar aquí a F.A. Pacheco como uno de los dirigentes del partido en 1881). Tras las elecciones de 1881, en el nuevo ambiente que propicia la victoria de los liberales de Sagasta se intenta un nuevo entendimiento con Ruiz Zorrilla que no se alcanza. El partido es abandonado por Martos y su grupo en noviembre de 1881 (Se cita a F.A. Pacheco en esta despedida).
• El grupo de Martos se une en 1882 a (5) Izquierda Dinástica aparecido en 1881 bajo la dirección de Segismundo Moret. (F. A. Pacheco se presenta a las elecciones de 1884 por Alicante encuadrado en este partido).
• En 1884 se disuelve el (5) partido de la izquierda y muchos de sus miembros se pasan al (4) Partido Liberal de Sagasta. En 1886 se cita a F. A. Pacheco como fusionista (Sagasta), confirmándose esa adscripción en 1887.
• 1885 Ruiz-Zorrilla y Salmerón vuelven del exilio y crean el P. Republicano Progresista. En 1886 Salmerón crea el PR Centralista. En 1891 Estanislao Figueras vuelve a la política con el PRD Federal Orgánico. En 1893 la coalición Unión Republicana, formada por Progresistas, Federales y Centralistas se presenta a las elecciones. Se cita a F. A. Pacheco en esta Unión Republicana.
• En 1890 se anuncia la aparición del diario El Radical, órgano de la fracción de Maros. En 1891 concurre a las elecciones un partido Martista.
• En 1893, tras la aprobación del sufragio universal, el (2) partido posibilista se integró en el (4) Partido Liberal.
En el laberinto descrito, tratar de averiguar la ideología política de Francisco de Asís Pacheco no ha sido tarea nada fácil. Y ello pese a la mucha lectura y al mucho esfuerzo empleados. Es más, ni siquiera puedo estar seguro en todos sus puntos de las conclusiones alcanzadas. En cualquiera de los casos, pienso que si puedo señalar lo siguiente:
Francisco de Asís fue un liberal, y un liberal de la fracción más progresista de esa ideología. Y no desmienten esta afirmación los tres siguientes hechos:
El primero es que se presentó a elecciones encuadrado en partidos liberales, pero en ocasiones, con el apoyo de los conservadores. Esto es especialmente cierto en las elecciones de 1884 cuando se presentó por Alicante. Entonces, todo parece indicar que el ministro Romero Robledo movió los hilos para que saliese diputado, falsificando votos y utilizando otros turbios procedimientos que eran entonces la norma común. Desplazó con ello al liberal local (posibilista) Eleuterio Maisonnave, que perdió las elecciones. No es por tanto de extrañar que Maisonnave, que antes protegió a Francisco de Asís Pacheco, le acusara de ingratitud. Añadiendo, de paso, la acusación de conservador y tránsfuga. El periódico El Graduador, propiedad de Maisonnave, fue el más fiero fiscal de Francisco de Asís, siendo quizás la siguiente cita la más explicativa de sus posiciones. Casi se intuye que estuvo escrita por el propio Maisonnave o por su dictado: Este Sr Pacheco es, según allí se aseguraba, un joven, o poco menos, que allá por los años 1872 redactaba en periódicos radicales (monárquicos, por supuesto); que en 1873 fue republicano federal y muy protegido por el Sr. Maisennave, que indisponiéndose muy de veras con antiguos amigos suyos, y arrostrando el disgusto y enojo de sus correligionarios, llevó á su lado al ministerio, y en puesto elevado y de confianza, al novel republicano; que en 1874, redactó la parte política del periódico El Orden, diario posibilista dirigido por el ex-ministro señor Moreno Rodríguez, y uno de cuyos principales propietarios era el señor Maisonnave; y que ahora, en 1884 convertido otra vez en monárquico, lucha con su antiguo protector y lo vence. Decíase que el candidato victorioso era muchacho listo y de chispa; pero no se le consideraba como dechado de agradecimiento ¡Hasta el puño! (El Graduador, 3.5.1884).
Pero en mi opinión, si Francisco de Asís pudo ser ingrato, conservador no lo fue, si entendemos como tal la militancia en un partido conservador o, en segundo lugar, la aceptación de aquella ideología, mudando la que era suya propia. De hecho, sus ideas progresistas y moderadas fueron constantes durante toda su vida y las reiteró una y otra vez. Siempre abogó por las libertades civiles, por el libre comercio, siempre estuvo contra la pena de muerte, contra la esclavitud y colaboró con el establecimiento de los jurados en la administración de justicia. Sus ideas sobre la educación fueron las de la Institución Libre de Enseñanza, y sus ideas sobre la agricultura fueron reformadoras, sospecho como ya dije, que muy de la mano de lo propuesto por su cuñado José Robles Nisarre.
• El (1) partido progresista nació en 1835 de la mano de los liberales “exaltados” que apoyaban las reformas de Mendizábal. Gobernó durante el Bienio Progresista (1854-1856).
Es muy fácil perderse en el galimatías de partidos e ideologías de la segunda mitad del siglo XIX como a mí me ocurre muy a menudo. Creo que, en muy apretada síntesis, y a los efectos que interesa, se puede realizar la siguiente composición de lugar:
Diputado por Alicante. Publica hoy El Globo este telegrama de Alicante: En Alicante la candidatura de don Eleuterio Maisonnave obtuvo gran mayoría; pero las actas de los pueblos han sido falsificadas en favor de don Francisco Pacheco. Este celebra su triunfo con los conservadores en los salones del gobernador. La población admirada de tanta fresquera por parte de un diputado de oposicium.- El corresponsal.
Nos parece en exceso fuerte, para ser acogido sin reserva, lo que dice el corresponsal. En el gobierno civil halló la hartura de su fenomenal estómago, y allí obsequió con copas a los conservadores que trabajan en los colegios de la capital, para unir su voto en 126 papeletas, con el del Sr. D. José Santonja. En Elche ha encontrado quien realizara un acto feroz, que rechazan todas las personas de mediano criterio.
Es uno de esos izquierdistas que se ha visto precisado a echar mano de la ganzúa conservadora, para ser si era posible allanar el palacio de representación nacional.
Ha sido preciso que al ex diputado Arroyo y a sus amigos se les tratara como a los negros de Guinea, por el solo afán de llevar un acta manchada a las Cortes, en la que se destaca como primera figura, la sombra de Pacheco, y allá en la oscuridad, en joven abogado, cometiendo un acto repugnante.
Este tristísimo suceso, puede acogerlo sin reserva, el apreciable colega.
Teníamos el propósito de callar, pero como un periódico tan leído en España y muy particularmente en Alicante, duda de esta monstruosidad, nuestro silencio para los que viven lejos, quizás pudiera interpretarse en otra forma. Por eso hablamos (El Graduador, 1.5.1884).
1884. ¡PARECE MENTIRA!
Dispénsenos el Sr. D. Francisco de Asís Pacheco, presunto diputado por Elche, gracias á los buenos oficios del Sr. Romero Robledo y a la condescendencia del Sr. Tarí, si encabezamos éstas líneas con la célebre frase de la zarzuelita titulada en las astas del toro; porque la verdad es que no encontramos otra exclamación más adecuada á la originalísima epístola que ha tenido V. á bien dirigirnos, mandando á la vez, copia litoral á los demás colegas de ésta localidad, como si tuviese usted empeño decidido de que los chicos aprendan á pronunciar su nombre y de que ruede por las columnas de los diarios y circule profusamente, siquiera para que los ilicitanos oigan hablar de que les representa (!!) un señor Pacheco. Podríamos decir á V. que parece el diputado de las cartas, dada la afición que le domina de exhibirse, porque una persona de su ingenio y de su vasta instrucción, no debe andar á caza de pretextos para escribir cartas y menos, si se encuentra en las condiciones altamente desfavorables que en usted concurren con relación á éste cuerpo electoral, cuyo fallo le es adverso, por mucho que llene la vanidad de V., el acta que le han regalado. No teme, sin embargo, que saquemos partido de su afición epistolar. Cada uno es como Dios lo ha hecho y V. es así. ¡Qué le hemos de hacer!
Acúsanos V, porque si (el gran argumento) de que le tratamos con falta de justicia, y sin tornarse el trabajo (sencillo cuando es evidente la injusticia) de probarlo, supone que nuestros lectores leen con desconfianza los cargos que le dirigimos. Y esta suposición, la hace V. señor Pacheco, conociendo mucho mejor que nosotros, las instrucciones verbales, escritas y telegráficas á cuya milagrosa influencia crecieron los votos á favor de usted en perjuicio del candidato constante y queridísimo de toda la provincia, D. Eleuterio Maisonnave... ¡Vamos, Sr. Pacheco! Está visto que ha pisado usted mala yerba ó que le inspira el espíritu de Satán. De otra manera no se concibe ese capricho de querer ponerse en berlina.
¡Falta de justicia! ¿Dónde, cómo, cuándo? ¿Porque aprovechamos todas las ocasiones oportunas do refrescar el recuerdo de los célebres 518 votos semejantes á 518 castañas con que fué usted obsequiado en la bella ciudad de las palmeras? ¡Falta de justicia! ¿Sabe V. lo que es justicia? Sospechamos que, con todo su talento, lo ha olvidado.
Habrá querido decir el Sr. D. Francisco, que algunas veces, hemos sido hasta generosos en el ataque, porque no acertábamos á conformarnos con la mezcla inverosímil de canovista é izquierdista que había V. conseguido realizar en ésta bendita tierra donde llamamos las cosas por su nombre verdadero. Así, hubiera V. acertado. En cuanto á la votación que ha obtenido en Cuba, sí tenemos en cuenta que quien hace un cesto, puede hacer 518, no será ilógico suponer que haya sucedido un caso análogo al de Elche. Pero queremos conceder que sea usted más conocido en el otro mundo, que en tierra de garbanzos y que le gusten por igual, dátiles y plátanos ¿qué tenemos nosotros que ver con la Ley de policía de imprenta para exigirnos la publicación de su carta? ¿No se ha presentado V. con carácter de autonomista en la Grande Antilla?
Pues cuénteselo á los corresponsales en Madrid de los periódicos de provincia, cuénteselo al corresponsal de El Constitucional Dinástico que echó á los cuatro vientos esa novedad mayúscula, cuénteselo á los diputados que la han comentado en los pasillos del Congreso, y vea V. si puede tapar tantas bocas que lo van pregonando. No dirá el Pacheco, que no le proporcionan la ocasión de escribir una resma.
Podrá ser, que tenga V. arraigado el amor á la patria y tal vez lo demuestre el hecho, de querer representar á todo trance un pedazo de ella en la Representación nacional; pero ésto no le explica por qué ataca al partido republicano que dio á V. un buen empleo el año 1873 en el Ministerio de la Gobernación y sus posteriores evoluciones progresivas y retrógradas.
¡Parece mentira Sr. Pacheco! parece mentira (pero nó lo es) que no haya usted pensado tres veces lo que iba á hacer, antes do escribir su última carta, (El Graduador, 7.6.1884).
En 1886 vuelve a salir diputado por Sagunto, Valencia, esta vez en unas elecciones ganadas por los liberales: En la lucha entablada en el distrito de Sagunto, entre los señores Danvila, conservador ortodoxo, Castañón, húsar y Pacheco, ha salido triunfante el último, por los esfuerzos del gobernador y la presión del señor Martos. Es tan cunero como puede serlo en Barcelona el Sr. Rosell, yerno de D. Venancio.
Fue redactor del Imparcial, de cuyo periódico se separó cuando la fundación del Liberal, al que perteneció hasta que fue elegido diputado en el año 1881.
Siendo ministro de la Gobernación D. Eleuterio Maisonnave, fue nombrado Pacheco director de la Administración Local, cuyo nombramiento costó al ex ministro republicano muchos disgustos con sus amigos, que se oponían.
En las elecciones conservadoras se presentó candidato frente al Sr. Maisonnave, consiguiendo derrotarle. Las líneas copiadas son de El Progreso de Madrid; pero ha faltado añadir, que si derrotó al Sr. Maisonnave fue de mala manera.
Como ha triunfado en Sagunto (El Graduador, 20.4.1886).
Por lo que se aprecia, en 1886 Maisonnave seguía molesto… No parece reconocer que él, que no era de uno de los dos partidos mayoritarios, cuando ganaba unas elecciones era con parecidas armas y tretas. Aunque hay que admitir, que él era una persona conocida y apreciada en su ciudad, estando además muy bien relacionado, incluso por parentesco, con políticos locales de diferente signo.
En otros periódicos se publicaron también noticias similares. En la siguiente noticia, se le considera además encuadrado en el partido liberal oficial de Sagasta (fusionista):
Carta de Madrid. 29 noviembre 1886. La sesión del Congreso tuvo ayer verdadera importancia por más de un concepto. A primera hora actuó el tribunal de actas graves, celebrando la vista pública para examinar la correspondiente al distrito de Sagunto, siendo interesados en ella don Francisco de Asís Pacheco, ex radical y hoy fusionista, y don Manuel Danvila , conservador ortodoxo. Por sentencia del tribunal, se adjudicó la representación del distrito de Sagunto al ministerial señor Pacheco, quien poco después juró el cargo y tomó asiento en los escaños rojos. La prensa casi unánime, pues también hay más de un periódico ministerial, se lamenta de lo ocurrido, por creer que con sentencias como la de ayer, no es posible la sinceridad electoral. El señor Pacheco es uno de los amigos predilectos del señor Martos (El Demócrata, 2.12.1886).
En 1887 es nombrado Director General de Administración Local: La Gaceta inserta hoy dos reales decretos, expedidos por el ministerio de la Gobernación: el primero admitiendo la dimisión que, fundada en el mal estado de su salud, presentó D. Ramón Rodríguez Correa del cargo de director general de Administración local; y el segundo nombrando para este puesto, con categoría de jefe superior de Administración civil, á D. Francisco de Asís Pacheco, diputado a Cortes (El Día. 2.11.1887). Era ministro Fernando León y Castillo en un gobierno de Sagasta. Esta persona había sido director y copropietario de la Revista de España.
En 1888 vuelve a salir diputado por Sagunto: Diputado. En la elección verificada en Sagunto para nombramiento de Diputado a Cortes por aquel distrito, ha resultado triunfante nuestro amigo el señor don Francisco de Asís Pacheco (Diario de Córdoba, 5.1.1888).
En 1889 dimite, una vez más, de su cargo de Director General: La Gaceta publica los siguientes decretos: De Gobernación. — Admitiendo la dimisión presentada por D. Francisco de Asís Pacheco del cargo de director general de Administración local (El Día, 3.6.1889).
En 1891 vuelve a presentarse por Alicante: Para los tres puestos de la circunscripción de Alicante se han proclamado las candidaturas de los conservadores señores marqués del Boscb y Bushell, el posibilista D. Juan Maissonave, el carlista D. Vicente Calatayud, el fusionista D. Enrique Arroyo y el martista D. Francisco de Asís Pacheco (La Época, 16.1.1891). Se trataba de elecciones donde ganaron los conservadores, si bien los martistas obtuvieron 9 diputados. No fue el caso de Pacheco, que optó entonces por intentarlo por el Senado donde sí obtuvo plaza.
En 1897, en un gobierno de Sagasta, fue de nuevo nombrado director general, en este caso de los registros de la Propiedad y del Notariado.
En noviembre, tras rápida enfermedad, fallece:
D. Francisco de Asís Pacheco La muerte, implacable, ha arrebatado al partido liberal uno de sus mejores hombres. Don Francisco de Asís Pacheco ha fallecido ayer, víctima de breve y funestísima dolencia. Nadie en el periodismo, nadie en la política habrá que no deplore esta pérdida dolorosa. Con el inolvidable Gasset, aquel Gasset precursor de la prensa moderna española y fundador del popular periódico El Imparcial, compartió Pacheco brillantemente las labores periodísticas. Era á la sazón un muchacho y admiraba por la serenidad de sus opiniones, por la profunda reflexión de sus juicios. Más tarde continuó demostrando estas mismas envidiables condiciones en otro diario importantísimo, en El Liberal, y en todas partes fué querido y respetado. Aquel glorioso Martos, escultor de la palabra, contó muchos años con la amistad personal y política de Pacheco, á quien de veras estimaba. Mientras el gran orador vivió, á su lado estuvo en el Congreso Pacheco con lealtad inquebrantable. De muchas comisiones parlamentarias formó parte este llorado amigo y en todas probó, á la vez que la solidez de su erudición amplísima, la fluidez de su palabra convincente. Cuando Martes ingresó resueltamente en el partido liberal, con él ingresó Pacheco, y en nuestro partido continuaba, bien visto de todos, como lo prueba el hecho de que en la actualidad desempeñaba la dirección de los Registros en el ministerio de Gracia y Justicia, á donde le llevaron, no sólo sus méritos políticos, sino sus bien acreditadas aficiones jurídicas, que eran aficiones, no de principiante, sino de maestro. La muerte de Pacheco será hondamente sentida en el partido liberal. Reciba la distinguida familia del finado nuestro muy sincero pésame. El fallecimiento del Sr. Pacheco ocurrió anoche á las ocho y el entierro creemos que se verificará mañana (El Globo, 28.11.1897).
Entierro del Señor Pacheco.
Se ha verificado esta mañana y ha sido una espontánea y verdadera manifestación de duelo de cuantos en vida lo trataron. El cadáver envuelto en un hábito religioso y encerrado en magnífico féretro metálico, fue llevado al cementerio de San Justo en una carroza-estufa, de la funeraria de la calle Preciados, con tiro de seis caballos empenachados de negro y servidos por igual número de lacayos con blancas pelucas. De la crestería y adornos del coche fúnebre pendían magníficas coronas, homenaje de profundo afecto al finado. Entre ellas se contaba una de su atribulada viuda doña Obdulia Robles (Nisarre), otra del Ministro de Gracia y Justicia, de la dirección general de los Registros, de la de Penales y de la Subsecretaría; de su antiguo y leal amigo Conrado Solsona, su antecesor en el importante cargo que el finado ha desempeñado, de don Diego Pequeño, y varias de individuos de su familia. La comitiva se organizó abriendo la marcha el clero de la Concepción con cruz alzada que entonó responsos frente a las iglesias de Calatrava y Santa María. Seguía al coche fúnebre llevando a uno u otro lado porteros de Gracia y Justicia con hachas encendidas. En pos del cadáver iba el duelo a pie. Presidido por los ministros de Gracia y Justicia, Hacienda y Gobernación; el respetable magistrado y hombre público señor Martínez del Campo, ex vicepresidente del Senado, el subdirector de Registros Sr. Oliver (Bienvenido Oliver y Esteller ), el reputado orador sagrado Sr. Anaya, D. Rafael Pacheco. D. José Robles (Nisarre) y algunos individuos más de la familia. El cortejo fúnebre se dirigió al cementerio de San Justo pro las calles de Claudio Coello y Serrano, Puerta del Sol, calle Mayor y Cuesta de la Vega, donde el duelo subió a los coches. En el cementerio se rezó una misa y el cadáver recibió tierra cristiana. Con los rezos que al cielo se elevaban pidiendo a dios el eterno descanso de don Francisco de Asís Pacheco, se confundió un coro general de alabanzas merecidísimas para el malogrado hombre público a quien atajó la muerte a mitad de su brillante carrera y para el amigo cariñoso en quien resplandecían inmensas bondades y méritos indiscutibles. Al entierro han concurrido, entre otras muchas personas conocidas, los Sres. Gamazo (Germán Gamazo), Benayas (Manuel Benayas Portocarrero), Mirelles, Santamaría de las Paredes, Sánchez Román , Barroso, Esquerdo, Capdepón y Valarino, Solsona, Moya (Miguel Moya Ojanguren) , Aguilar, Aura Bononat, Alvarado, González D. Alfonso, Montejo y Rica, Araus (Mariano Araús Pérez), Alonso Martínez don Severiano, Martínez Rivas, Nicolás Martín, Corrales, Osorio, Burell, Muro, Arce, Luis González, Pequeño, Coig, Escosura, Díaz Moreno, Cañabate, Bugallal, D. Gabino y D. Darío, Aparicio, Bances, general Martínez Espinosa, Junguitu, Aurioles, Aragón, Pastor Díaz, Teruel, Moreno (José Moreno Rodríguez), Lage, Arrazola, Suárez Inclán, Zaragoza, Alonso Magadán, Zaldos, Cristino Martos, Pulido, Ozcariz, Balbiani, Torres Lanza, Frías, Martínez Fresneda, Alba, Castaño, García Talavera, Mellado (Fernando Mellado Leguey), José Robles Guirado (primo de Obdulia Robles Nisarre), Madrid Dávila, José Cárdenas (José de Cárdenas y Uriarte), Rodrigáñez, Santa Cruz, Quijano, Villalba, Villarinas, Franco, Laserna, Negro, Cuartero y otros.
En el duelo se distinguía por su honda pena D. Enrique Ros, amigo íntimo del finado y persona de los mayores prestigios en el distrito de Sagunto que ha representado en el Congreso el Sr. Pacheco. Descanse en paz nuestro querido e inolvidable amigo. El Liberal, 30.11.1897.
Ideología. Política. Polémica con Maisonnave
En política militó inicialmente en las filas del republicanismo de Cristino Martos, a quien siguió también más adelante en su aceptación de la monarquía, pero conservando una actitud crítica hacia el régimen canovista, (Cristóbal García Montoro).
Eleuterio Maisonnave
previsible, como cualquier otro folletín, relata la historia de María, una mendiga castigada por la vida. Había nacido en un pueblo del Guadarrama, hija de padres ricos. Pero llega Napoleón y el padre va a luchar contra el francés. Y muere. La madre de María muere también. De tisis. María quedó sola en el mundo! No tenía parientes en el pueblo, sus padres habían muerto. ¿Qué le quedaba, pues? ¡Nada!Pero, ¡milagro!, surge el amor. Y María amó a Antonio. Antonio era hijo de un labrador rico que era alcalde el año que se casó este con María. Antonio era bueno … el matrimonio tuvo un hijo. Se llamó Cayetano. El matrimonio vivía feliz … Por aquel tiempo, habiéndose muerto el maestro vino a ocupar su lugar uno a quien llamaban don Antonio Morales… Apenas llegó se enamoró de María … María lo despreció… Un día se encontró a Antonio pasado el corazón de una puñalada a la puerta del corral de su casa. Después …Un hombre, a los nueve días penetraba en la morada de la viuda. Era Morales. ¿Qué iría a hacer allí? ………… Ocho meses después, robada, con su hijo en brazos huía por no sucumbir en la deshonra. Y se convierte en una mendiga por Madrid. Allí un día un marqués que le da limosna y queda prendado de ella y ocho días después: María era la amante del excelentísimo señor don José Miguel de T. marqués de T. María se había entregado al marqués por darle el pan a su hijo. María lo había sacrificado todo, hasta su honra, por su hijo. Pocos años estuvo María con el marqués, Pero cuando se separó de él Cayetano estaba educado. Era jurisconsulto. Luego el hijo sirvió de apoyo a su madre. María después de una vida de desgracia sucumbió en brazos de su hijo. La pobre moría feliz.
El cuento necesitó de once entregas: 18.3.1867, 25.3.1867, 01.4.1867, 08.4.1867, 29.4.1867, 06.5.1867, 27.5.1867, 17.6.1867, 24.6.1867, 01.7.1867, 08.7.1867,
El último relato se tituló: ¡Nació en martes …! Disparate literario en once párrafos. Comenzó a publicarse en 22.7.1867, continuando con sólo tres entregas más: 29.7.1867, 5.8.1867 y 12.8.1867 para alivio de los lectores.
Libros
No he localizado más aportaciones de Francisco de Asís al mundo literario, quizás escarmentado por su experiencia en El Tesoro. Su constante trabajo como reseñador de libros, se centró preferentemente en ensayos históricos, jurídicos y políticos. También en los que se dedicaban a la agricultura y, especialmente, a la educación.
En lo que se me alcanza, Francisco publicó dos libros aunque se citan en ocasiones dos más: 1872 ¿Qué es la coalición? y 1881 El sufragio universal, que yo no he sabido localizar. No están en el catálogo de la Biblioteca Nacional. Prologó varios más y tradujo uno o dos. No está del todo claro como se verá.
En cuanto a prólogos realizó:
En 1876: En breve se publicará un libro titulado La condesa de Albany, del Sr. Juderías Bender, con un prólogo de nuestro amigo D. Francisco de Asís Pacheco (La Correspondencia de España, 6.3.1876). El autor fue Saint-René Taillandier y el traductor Juderías.
En 1878 El Arte de la lectura, por Ernesto Legouvé, con un prólogo de D. Francisco de Asís Pacheco. La traducción, ó más bien arreglo hecho de la novena edición francesa por D. José Anchorena, corresponde á la bondad del original, escrito por el académico y gran lector francés. La novedad é importancia del asunto, y la amenidad de la forma, recomiendan este libro instructivo y agradable, cuya lectura una vez empezada no se puede interrumpir (La Ilustración Española y Americana, 8.1.1879).
En 1879 el del libro Fragmentos y ensayos de Javier Galvete, estudios sociales, filosóficos y religiosos con una noticia bibliográfica crítica, por Francisco de Asís Pacheco, Madrid, Librería Nacional y Extranjera, 1879, 358 páginas. Estaba firmado en Málaga en enero de 1879.
En el mismo año el de Herbert Spencer, Education: intellectual, moral, and physical. El prólogo también estaba firmado en Málaga.
Su primer libro fue La misión de la mujer, por D. Francisco de Asís Pacheco, Gaspar, editores. Príncipe, 4. Madrid, 1881. Precio, 3 pesetas. He localizado dos críticas, una, amable, realizada por su amigo Miguel Moya, el suegro de Marañón, y otra, no exenta de humor, de la revista satírica Madrid Cómico.
En segundo lugar, tampoco hace a Pacheco conservador el hecho de que dirigiera durante dos años, 1879 y 1880, la Revista Contemporánea. Fue él director de varias revistas liberales y redactor o colaborador de otras muchas de igual signo. O bien, de revistas de marcado carácter científico o cultural. En 1872 escribía o lo había hecho en la Voz del Pueblo de Córdoba y en La Concordia de La Coruña y a partir de octubre lo hizo en El Imparcial. Estimo que todos esos medios pudieron ser en algún momento monárquicos, pero eran, esencialmente, liberales.
En 1874 Pacheco fue, y creo que de la mano del mismo Maisennave, redactor de una revista liberal posibilista, El Orden, pero no por ello llego a la conclusión de que se hizo posibilista cuando él, por entonces, se declaraba radical. La Revista Contemporánea, una de las más prestigiosas de la época, fue adquirida en 1879 por José de Cárdenas, con su dinero y quizás con el de Cánovas también. Su dirección fue ofrecida a Pacheco que la aceptó, imagino que por razones profesionales, salariales, por amistades personales, o por todas estas razones juntas y otras que desconozco. Bajo su dirección, el carácter de la Revista fue tan tolerante como fue posible, buscando la compatibilidad con las ideas conservadoras del propietario (Prólogo de Ramón Paz a Revista Contemporánea, CSIC, Colección de índices de publicaciones periódicas, nº XIII, Madrid 1950). Esta dirección de una revista “conservadora” por parte de Francisco de Asís Pacheco es única en lo que se me alcanza. Y he repasado todas y cada una de las revistas en las que hay noticia de que trabajara o participara. Además de las hemerotecas digitales. Y es por ello, que tampoco me merecen crédito las acusaciones del citado Maisonnave sobre que Francisco de Asís Pacheco fuese conservador o periodista conservador.
Por último, de lo que no parece que haya duda alguna es que Francisco de Asís fue un fiel prosélito y amigo de Cristino Martos, su compañero de aventuras y desventuras, y su seguidor infatigable en su ajetreado discurrir de partido en partido. Al final de su vida, y traicionando quizás sus anteriores posturas, Cristino y Francisco de Asís, siempre a su lado, acabaron embarcando en el partido de Sagasta, el (4) partido liberal “oficial” (fusionista) del régimen, olvidando la república y aceptando la monarquía. Consiguieron proseguir así, con mayor confort, su carrera política, dejando atrás años de luchas por las migajas que el régimen de la Restauración, benévolamente, arrojaba a los pequeños partidos liberales de la izquierda. No todo este discurrir será aceptable para algunos, o para muchos, pero no por ello se puede acusar a Pacheco de tránsfuga, de traidor o de emboscado de los conservadores. Porque, además, ese fue también el camino seguido por quieren le acusaron de esos delitos.
Lo que no he podido establecer, es el momento preciso en que Pacheco se hizo seguidor de Martos, o martista. La primera referencia que he podido encontrar corresponde a 1873. En octubre de 1872 (ver anexos de prensa) había entrado como redactor de El Imparcial, presentado su dimisión tres meses después, en enero de 1873, argumentando que: Madrid 12 de enero de 1873. Sr. Director de El Imparcial. Mi estimado amigo y compañero: … Yo he podido permanecer en esa redacción, á pesar de haberse manifestado la opinión del propietario de El Imparcial contraria á mi propio convencimiento, mientras que esa opinión manifestada explicaba un acto del mismo y ponía de relieve su manera de pensar acerca del asunto. Pero desde el momento en que aquella opinión pasa á ser la base de una campaña contra el partido radical; desde el momento en que El Imparcial declara que no arriará la bandera, y así significa que mantiene una sería disidencia contra el partido radical, yo no puedo, con gran sentimiento mío, seguir formando parte de esa redacción, ni contribuir en la humilde esfera de mis modestas fuerzas á que se trate de anteponer la opinión personalísima del propietario de ese periódico á la opinión de mis correligionarios, ó de que se trate de dividir y rasgar la unidad del partido tan compacto, por fortuna, en esa cuestión generosa. He aquí porqué al ver hoy las declaraciones que hace El Imparcial, á propósito de la manifestación en pro de las reformas ultramarinas, he creído que no podía seguir siendo redactor de dicho periódico, propósito que suplico á Vd. haga público por medio de esta carta. Ofrezco á Vd. con este motivo el testimonio de mi sentimiento, que es profundo y sincero, quedando de Vd. con la mayor consideración afectísimo amigo, y S. S. Q. B, S. M.—Francisco de Asís Pacheco. (La Nación, 17.1.1873).
Se deduce de esta cita que en 1873 Francisco de Asís Pacheco militaba en el partido radical. Y, es por ello, que la anterior de El Graduador alimenta mucho la confusión cuando afirma que Pacheco era republicano federal cuando Maisonnave, como ministro de la Gobernación, le dio un puesto de confianza en su Ministerio (julio de 1873). El hecho puede ser cierto si se refiere a su posición ideológica, lo desconozco, pero creo que no lo es si se refiere a que militaba en el partido republicano federal donde si estaba el propio Maisonnave.
Las elecciones de 1884 acabaron con una amistad que había durado varios años. Ambos se entendieron, aunque estuvieran en diferentes pero próximos partidos. Uno con Martos, y el otro con los posibilistas de Castelar. Tenían muchos rasgos en común y, como afirma un profesor sobre Maisonnave: fue persona de talante democrático con sensibilidad hacia los problemas de las clases populares -Gutiérrez Lloret, R. & Zurita, R. (1996): Representación parlamentaria e intereses económicos en la Restauración (Alicante, 1881-1898), Revista de historia contemporánea, Nº 7-. Yo estimo que esta sensibilidad puede también aplicarse al propio FA Pacheco.
Un año después del paso de Pacheco por el Ministerio (1873-1874), fue periodista de El Orden, órgano del partido posibilista, a cargo de su sección política. Se acaba de indicar. Tiempo después, en 1877, Francisco representaba a El Graduador en reuniones de periodistas en Madrid contra leyes de imprenta. Y, en 1878, fue Pacheco el abogado de Maisonnave en un juicio de libelo (ver anexo de prensa). La buena relación era palpable. Fueron entonces las elecciones de 1884 las que provocaron la enemistad y la que dieron lugar a las acusaciones ahora referidas que no siempre encuentro fundadas. Y que me ha llevado mucho esfuerzo analizar y ponderar.
Elecciones:
1881 Ganan los liberales. El Partido Progresista Democrático (que se declara republicano y pasa a llamarse PPRD, obtiene 10).
1884 Ganan los conservadores. La Izquierda Dinástica obtiene 38 diputados, 1 en Alicante, FA Pacheco. Lidera el partido José Posada Herrera.
1886 Ganan los liberales.
1891 Ganan los conservadores. Se presentan Martistas. Ganan 9 diputados.
Elecciones en la que sale elegido (información de las Cortes):
1. Elecciones 27.4.1884 Legislatura: 1884-1885 1885-1886 Circunscripción: Alicante Distrito: Alicante Votos obtenidos:1427 Nº credencial: 18 Fecha de alta:18/06/1884 Fecha de baja: 08/03/1886 Fecha de jura/promete:19/06/1884
2. Elecciones: 36. Elecciones 4.4.1886 Legislatura: 1886 1887 1887-1888 Circunscripción: Valencia Distrito: Sagunto Votantes: 1829 Votos obtenidos: 601 Nº credencial:191 Fecha de alta:10/05/1886 Fecha de baja:02/12/1887 Fecha de jura/promete:29/11/1886
3. 36. Elecciones 4.4.1886 Legislatura: 1887-1888 1888-1889 1889-1890 Circunscripción: Valencia Distrito: Sagunto Votantes: 1412 Votos obtenidos: 1397 Nº credencial:475 Fecha de alta: 09/01/1888 Fecha de baja: 29/12/1890 Fecha de jura/promete: 24/01/1888
4. Elecciones: 38. Elecciones 5.3.1893 Legislatura: 1893-1894 1894-1896 Circunscripción: Valencia Distrito: Sagunto Electores:10021 Votantes: 7802 Votos obtenidos: 6866 Nº credencial: 199 Fecha de alta:14/03/1893 Fecha de baja:01/07/1895 Fecha de jura/promete:08/05/1893
5. Senador por Castellón de la Plana 1891-1893
Literatura
Viviendo aún en Córdoba, Francisco de Asís publicó por entregas tres relatos en una revista literaria de vida efímera que comenzó a publicarse en 1867: El Tesoro, Semanario de Literatura, Ciencia, Artes, Modas y Teatro. En su primer número, se indicaba que se trataba de un periódico exclusivamente dedicado a la literatura y se reconocían los peligros de una aventura de esa índole: Alcanzamos a ver el escollo en que otros, antes que nosotros, naufragaron, y eso que eran más expertos y prácticos que nosotros; mas no por eso retrocedernos ante el peligro … El Tesoro será una modesta flor del vergel literario de Córdoba o, con más propiedad, el bouquet donde se mezclen y confundan las mejores que produzca aquel. Proporcionar instrucción y recreo a la vez; unir lo serio con lo jocoso, lo elevado con lo sencillo, lo maravilloso con lo vulgar; despertar la adormida afición a las Bellas letras; prestar estímulo por medio de la publicidad a los jóvenes estudiosos: esto es lo que pretendemos. M. J. Ruiz (El Tesoro, 4.3.1867).
En las pocas biografías existentes de Francisco de Asís, todas ellas deudoras del Ensayo de un catálogo de periodistas españoles del siglo XIX, de Manuel Ossorio y Bernard (1903), se recogen meticulosamente todas y cada una de las revistas donde colaboró. En ocasiones, aún cuando la colaboración fuera muy corta y de muy escasa importancia. Sorprende este hecho, y hay que imaginar que alguien de la familia tuvo que aportar la información a ruegos del autor. Pero, claro está, nunca se incluyen los relatos de El Tesoro al tratarse, tan solo, de unos cuentos escritos por un muchacho de 14 años. Estimo, que si Francisco de Asís pudiera volver a levantar la cabeza, no estaría muy satisfecho del rescate que ahora hago de estos cuentos de su adolescencia.
El primer relato comenzó a publicarse en el primer número del semanario: 4.3.1867, finalizando en el siguiente, 11.3.1867. Tuvo el título de ¡Una Historia…! Y estaba dedicado: A mi querido tío D. A. Pacheco. Firmado por FA Pacheco, diciembre, 1866.
El segundo relato, Rosa María, creo que puede calificarse de folletín. Cursi y muy
Un ilustre crítico ha dicho, y ha dicho muy bien, que si fuera menester para escribir decir siempre cosas inauditas del todo originales, no habría persona alguna, dotada de una razonable modestia, que se atreviese á tomar la pluma en la mano. Quedamos, pues, en que la originalidad absoluta es tan imposible de encontrar como la absoluta perfección. Pero si es muy cierto que no hay asunto, por oscuro y rebuscado que sea, acerca del cual no se hayan escrito resmas y resmas de papel, verdad es también que los hay que podrían considerarse agotados o poco menos.
De estos últimos, es indudablemente uno el que á la mujer, y su historia, y á su educación, y á su modo de ser y de vivir, se refiere. Madame Stael, La Bruyere, Balzac, Michelet, Stuart Mill, Víctor Hugo, Kary más recientemente, Dumas y Girardin han estudiado la cuestión bajo tan distintos puntos de vista, que bien poco hay que decir sobre ella.
Si á pesar de estos gravísimos inconvenientes el Sr. D. Francisco de Asís Pacheco, mi compañero de El Liberal y amigo queridísimo, ha escrito, acerca de la Misión dé la mujer en el siglo XIX, un libro notable, no ha de extrañar nadie que, amigo y todo como soy del autor, una mis aplausos entusiastas á los muchos que la crítica le ha dispensado.
No voy á hacer un juicio crítico. Voy á decir lo que tengo la seguridad que dirán todos los que lean el excelente libro de Pacheco. Su trabajo no tiene una originalidad que asombra; ni él lo pretendía, ni esto es posible: tiene la originalidad que resulta de pensar, sentir y expresar lo que se siente de tal modo que á través del primoroso estilo, de las consideraciones admirables, de los problemas interesantísimos bien planteados y franca y acertadamente resueltos, se vea claramente retratado el autor.
El libro de Pacheco es un acabado trabajo crítico, para escribir el cual han sido menester una erudición grande, una plausible independencia de criterio y el claro talento que le reconocemos. Estudiar con detenido análisis y ánimo sereno, cuanto acerca de la mujer se ha escrito; elegir de entre las muchas y contradictorias opiniones las más conformes con la razón y con los principios de moral eterna, enriqueciéndolas con las conquistas del propio juicio y cenias galas de un estilo animado y fácil; extractar los más notables pensamientos que al genio se le ocurrieron, entusiasmado en la contemplación de la que es nuestra madre y nuestro consuelo; apartarse así de los fanatismos y de las preocupaciones, como de los sueños y de las utopías; hacer con el acerado y seguro escalpelo de su crítica la utopía de muchas brillantes teorías que no pueden vivir más que en las fantásticas concepciones de algunos talentos extraviados... ¿no es digno de aplauso? no merece que la crítica se fije complacida en tal libro y que el público le conozca y le estudie y le aprenda? Pues eso ha hecho Pacheco.
La misión de la mujer en él siglo XIX es, además de un libro notable, una buena obra.
La América, 8.6.1881. Miguel Moya.
LIBROS. La misión de la mujer, por D. Francisco de Asís Pacheco. La bella mitad del género humano ha dado mucho que hablar y escribir a los sabios, á los filósofos, á los poetas, á los santos y hasta á los reptiles. La serpiente del Paraíso había escrito ya con su diente venenoso, en la corteza del árbol prohibido: "La mujer se perderá por curiosa," mucho antes de que San Bernardo llamase á la mujer organum diavoli, quizás por encontrar que era un órgano demasiado expresivo. Pacheco, el inteligente abogado y redactor de El Liberal, quiere que la mujer sea un verdadero armonium de los ángeles. Y La misión de la mujer es un libro bien pensado y escrito, en que Pacheco muestra cómo la compañera del hombre puede, en este siglo de las grandes luchas, cumplir su verdadero destino "en la sociedad y en la familia." Defiende el autor palmo a palmo el legítimo terreno de la mujer; separa á ésta del peligrosísimo y disolvente de la emancipación, y combate á los famosos publicistas de Francia que recientemente se han mostrado en sus obras dañosos cortesanos de las malas pasiones, del egoísmo, y hasta de los crímenes de la que ha nacido para ser dulce reina del hogar doméstico. Cuando San Agustín pensó que la mujer era sólo carne, no debían haberse enjugado todavía las lágrimas de su atribulada madre, Santa Mónica. Pacheco muestra la esencia de su libro en estas palabras de un publicista: "La sociedad se funda en la familia, la familia en el matrimonio y el matrimonio en el amor." Y el amor—debió haber añadido el publicista— en la mujer. El libro de Pacheco merece leerse y se leerá; aunque se leerá más por los hombres que por las mujeres, porque en él habla menos el poeta que el polemista y el jurisconsulto. Pero la breve y elocuente dedicatoria será un buen incentivo para que pase adelante la curiosidad de las lectoras. El autor dedica su libro "á la que le ha hecho conocer la belleza y los atractivos de la vida de familia." El libro, pues, tiene doble importancia; porque Pacheco se revela en él buen escritor y excelente esposo, que trabaja con fé pro domo sua. Le felicitamos cordialmente in utroque (Madrid Cómico, 1.5.1881).
En 1888 publica a un precio de 13 pesetas su libro más importante La Ley del Jurado, comentada por D. Francisco de Asís Pacheco, con un prólogo del Excmo. Sr. D. Manuel Alonso Martínez, Revista General de Legislación y Jurisprudencia, Madrid, 1888.
Se trata de un libro de envergadura que surgió de su trabajo en la comisión parlamentaria que discutió sobre esa institución: La ley originaria se publicó desprovista de “Exposición de Motivos”, aunque el prólogo del ministro presentante en ella, Don Manuel Alonso Martínez, al libro de Comentarios, de don Francisco de Asís Pacheco, miembro de la Comisión parlamentaria que estudió el Proyecto, es como si fuese una parte de tal Exposición y, desde luego, tras ese Comentario se halla el principal artífice e interpretador de la ley.
Como casi todas las leyes de jurado en Europa, se inspira muy ampliamente en la primitiva francesa, y según la opinión de D. F.A. Pacheco era, en varios aspectos, superior a ésta y otras leyes europeas (que da muestras de conocer) y de que, por tanto, se tuvieron en cuenta para la confección de la ley española … (Leonardo Prieto-Castro Ferrándiz, Aspectos procesales de la Ley del Jurado, Jornadas conmemorativas del centenario de la Ley del jurado: V Seminario de Estudios Jurídicos, Madrid, del 12 al 21 de abril de 1988. Editado por Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y Asociación Pro-Jurado, Madrid.
El libro estuvo dedicado a Cristino Martos.
El prólogo, de Alonso Martínez, afirmaba sobre el autor: ... nadie puede ostentar
hoy mayores títulos que el Sr. Pacheco
para escribir este libro y redactar ese comentario, porque habiendo formado parte de la Comisión parlamentaria que en el Congreso dió dictamen sobre el proyecto de ley restableciendo el Jurado, y habiendo contribuido á redactar y á defender en primer término la ley, conoce bien el valor, el alcance, el sentido y la transcendencia de sus preceptos, y podrá aplicarlos ahora como supo defenderlos entonces. Y es, en verdad, digno de aplauso que el Sr. Pacheco, ofreciéndonos un ejemplo de su laboriosidad y de su ilustración, así como de su celo por el progreso de este orden de conocimientos, se consagre á escribir ese libro, hallando medio de realizarlo á la vez que cumple los deberes del alto cargo que desempeña al frente de la Dirección de Administración Local, y al propio tiempo que, como Diputado, interviene en las tareas del Parlamento, y que, como hombre político, no desatiende las múltiples obligaciones que pesan sobre el que consagra su existencia á la defensa de los intereses del procomún. Ese ejemplo —lo debemos declarar— nos ha animado también á nosotros á aceptar el encargo que nos confiaba la Empresa que publica la ley del Jurado comentada por el Sr. Pacheco, y á procurar, en medio de los quehaceres y graves atenciones que nos embargan, que su deseo quede satisfecho.
Por su parte, presentaba Pacheco así su trabajo:
ANTES de entrar en el examen de los importantes problemas de carácter general que suscita el hecho de haberse restablecido el Jurado en nuestra patria; antes de examinar los principios en que se funda la ley de 1888, principios á cuyo examen consagro por completo esta Introducción, voy á apuntar aquí algunos recuerdos personales que se relacionan con mi intervención en aquella obra legislativa y á explicar á los lectores de este libro por qué le he escrito. No creo censuren que después de haber consagrado tantos cientos de páginas á, las importantísimas materias que han constituido durante mucho tiempo el objeto de mis reflexiones y de mis estudios, dedique dos ó tres á estos recuerdos personales, que deseo queden consignados al lado de la obra misma. Elegido Diputado para las Cortes nombradas en 1886, cuya existencia dura todavía, y que acaso sean las primeras que cumplan y terminen en nuestro País su vida legal, cuando el Sr. Ministro de Gracia y Justicia, Don Manuel Alonso Martínez, presentó el proyecto de ley, base de la del Jurado, al Congreso, y por su indicación se me eligió para formar parte de la Comisión parlamentaria que había de dar, dictamen acerca de ese proyecto, aun cuando mi afición á los estudios jurídicos estaba acreditada por un gran número de trabajos, modestos, como míos, la mayor parte publicados en la REVISTA GENERAL DE LEGISLACIÓN Y JURISPRUDENCIA, nunca había hecho ninguno acerca del Jurado. Tenía y conservo una gran fe en el éxito y ventajas de esta institución; pero no era un juradista en el sentido, literario y profesional que puede atribuirse á esta palabra. La benévola designación del Sr. Alonso Martínez, me llevó á ocuparme detenidamente en el estudio de lo que es el Jurado, en el examen de los problemas que su establecimiento suscita, en la contemplación de las ventajas que ha de traer necesariamente á la Administración de justicia. Así entré á formar parte de la Comisión elegida por el Congreso para dictaminar sobre el proyecto del Ministro. En esa Comisión tuve la honra de estar al lado del Sr. García Gómez de la Serna, del Sr. García Alix, del Sr. Santana, y de los Sres. Rosell y Díaz Moren, cuyos nombres, que consigno aquí como la mayor honra de que puedo envanecerme, me excusan de todo elogio. En el desempeño del cargo parlamentario que se les había confiado, trabajaron todos con brillantez y éxito, consagrándose con una asiduidad y un celo nunca superados, á las tareas de que ha sido fruto la ley de 1888. Yo no hice más que ayudarles é imitarles. De su intervención en los luminosos debates que hubo en el seno de aquella Comisión, de sus notables discursos en defensa del Jurado, quedan huellas en las páginas de este libro. Yo habría tenido, pala rendir todo el culto que merece á esa cualidad tan rara y tan apreciada de la probidad literaria, que citar sus nombres con frecuencia; no lo he hecho, pero declaro aquí, que si entre las observaciones y juicios que he escrito y desenvuelvo hay muchos que naturalmente han venido á mi pensamiento al meditar sobre estos temas, hay también muchos, sin duda los más brillantes y decisivos, que á ellos les pertenecen. Presidió nuestras tareas el Sr. D. Antonio Maura. Era de todos los Vocales de la Comisión el más joven tan joven como el que más. Le elevamos por unanimidad á la Presidencia de la Comisión, teniendo en cuenta que desempeñaba el cargo de Vicepresidente segundo del Congreso, y la tradición constante de aquella casa. Primero en la dirección de nuestros trabajos y luego en la defensa de la ley, demostró que, por su capacidad, sus dotes y su indiscutible talento, merecía, tanto como por la autoridad de su cargo parlamentario, ocupar ese importante puesto. De sus observaciones, de sus ideas y de sus juicios acerca del Jurado, hay también en las páginas de este libro mucho que le corresponde y le pertenece; no sólo recogí en mis notas algunas de esas observaciones y opiniones suyas, sino que no ha vacilado más tarde, sabiendo que yo me consagraba á esta tarea, en entregarme, para que los utilizara, los cuadernos en que él anotaba sus propias impresiones, que yo he desenvuelto en varios lugares de este libro. Sirva esta mención, que yo hago aquí con mucho gusto, para acreditar á todos el testimonio de mi amistad y de mi compañerismo. Cuando entré á formar parte de esa Comisión, no pensaba hacer otra cosa que contribuir como me fuera posible á la obra común; pero los atractivos que reviste el estudio de este tema importante, me cautivaron y sedujeron; poco á poco fui entrando en la investigación del problema y en el esclarecimiento de las cuestiones que afectan al restablecimiento del Jurado, y llegué á reunir acerca de este punto un caudal de datos y de observaciones que no podían exponerse ni publicarse en el discurso parlamentario que yo había de hacer é hice, como individuo de la Comisión, en defensa del dictamen. Yo creía que todos esos datos y observaciones eran importantes; yo creía que todos esos datos debían ser conocidos, ya para apreciar el valor y el alcance de la reforma que realizábamos, ya también para practicarla y experimentarla, interpretando y cumpliendo los preceptos de la ley. De aquí nació mi propósito de escribir este libro, donde he recogido todos esos datos y donde he procurado reunir y ordenar mis observaciones y mis juicios acerca de tan importante problema.
Empeñado en este propósito, me dispuse á realizarlo á fines de 1887. Por aquella época el Gobierno de S.M. me encomendó el cargo de Director general de Administración local en el Ministerio de la Gobernación, que todavía desempeño. Las tareas oficiales á que había de dedicarme como consecuencia de este nombramiento, me hicieron vacilar; el trabajo que echaba sobre mis hombros era indudablemente superior á mis fuerzas; pero yo no quería que aquellos datos, aquellos antecedentes, aquellas opiniones, aquellos juicios que me había sugerido mi cooperación á tan importante obra legislativa quedaran perdidos; y á pesar de que disponía de escaso tiempo, á pesar de que no me era posible hacer este trabajo con la tranquilidad y el detenimiento que su índole reclamaba, me decidí á llevarlo á cabo. No he podido hacerlo por mí mismo escribiendo este libro; me he valido al redactarle de la ayuda y cooperación de un taquígrafo (1). Declaro esto para que se juzgue mi libro todavía con mayor indulgencia de la que sin duda me dispensará el lector, ¡porque no es fácil, por mucho esmero que se ponga en ello, ni por mucho deseo que haya de realizarlo y conseguirlo, dar al pensamiento vigor y al estilo la corrección y energía necesarias, cuando se sustituye la redacción directa con esta especie de redacción oral. No me ha sido posible tampoco, por la naturaleza del mecanismo empleado, evitar la frase ampulosa y la repetición de las ideas, la vaguedad en la enunciación de los conceptos, que son, sobre todo, en el que humilde declara no tener dotes de orador, los defectos que, desde el punto de vista literario, se advierten siempre en todo discurso; pero no me era posible trabajar de otra manera, ni en otras condiciones Yo deseaba haber hecho un tratado completo acerca del Jurado y acerca de la organización de los Tribunales de lo criminal. Puntos son éstos respecto de los cuales se ha escrito mucho en España; pero yo no conozco ningún tratado de esas condiciones que sistematice y ordene todos nuestros conocimientos acerca de esos temas. Deseaba haber llenado este vacío. Creo que no lo he conseguido. Me limito, pues, á ofrecer al lector mi tentativa de llevar á cabo esa obra, y á presentarle, tan ordenadas como me ha sido posible, todas mis observaciones sobre la práctica é inteligencia de la ley, para facilitar su planteamiento y para contribuir á que esta reforma sea eficaz y fecunda. A eso limito mi deseo, á eso reduzco mi aspiración; téngalo en cuenta el lector para no juzgar desproporcionada la obra en relación con el pensamiento que la engendró y para no atribuir á mi ambición el afán de obtener éxitos que sin duda alguna no podré logras.
(1) Debo mencionar aquí, y lo hago con mucho gusto, al inteligente y laborioso Profesor de Taquigrafía, que me ha auxiliado en la redacción de este libro, que es el Sr. D. Carlos Fallan de los Godos.
El libro, eso sí, fue muy extenso, tanto que abrumó a uno de sus críticos que optó por opinar que, muy posiblemente, no se le habría olvidado nada:
Muy extensa es la obra que acaba de publicar el notable jurisconsulto Sr. Pacheco, y se hace su elogio con decir que en sus 1.200 páginas de compacta lectura nada huelga, todo es pertinente y oportuno. Aunque sólo fuera para señalar las cualidades que avaloran el último trabajo de aquel publicista, necesitaríase ser docto en la ciencia del Derecho, la cual ofrece tantas dificultades como ocasiones de acreditarse para quien, tras prolijos afanes, consigue poseerla. Y cómo por desgracia carecemos de saber, nos es imposible examinar el libro con la atención y el detenimiento que merece. Así que sólo en términos generales habremos de decir que la lectura de la obra del Sr. D. Francisco de A. Pacheco ha dejado en nosotros impresión muy grata, porque todo está tratado en ella con suma claridad, el orden es admirable y la frase sobria, correcta y castiza. Parécenos que el autor no ha dejado de examinar y comentar cuestión alguna que entrañe interés, y que se hace, por tanto, indispensable la consulta de su trabajo —nuevo y gallardo testimonio del gran talento y vasta erudición del Sr. Pacheco (Revista contemporánea, 18.8.1889).
La Educación
Una de las preocupaciones constantes de Pacheco es la educación. Como muchos otros pensadores antes, la considera imprescindible para el progreso social y para el desarrollo económico. Sus planteamientos son claramente positivistas, y hace continua referencia a la adecuada aplicación que hace de ellos la Institución Libre de Enseñanza. Aboga por la enseñanza de las ciencias con métodos experimentales y el abandono de la enseñanza clásica con el único recurso de la memoria. Escribe varios artículos a lo largo de su vida bastante reiterativos. También, escribe sobre la enseñanza de la agronomía supongo que con la influencia de su cuñado José de Robles que también, escribió al respecto. Además de artículos en prensa, en revistas publicó: en la Contemporánea: 15.12.1877 Un sistema de educación racional, en tres entregas y en 30.11.1879 Reformas en la organización de la enseñanza. Por su parte, en la Revista de España. La reforma de la enseñanza agronómica, 25.2.1887.
Cita Pacheco en sus artículos al sabio inglés Herbert Spencer, prolongando además en Málaga, en 1879, la traducción de su libro Education: intellectual, moral, and physical, supongo que durante el viaje que hizo a esa ciudad para El Imparcial. En el libro, se citaba al traductor con un enigmático RFS: Spencer, Herbert (1880). De la educación intelectual, moral y física; traducida directamente del inglés con autorización del autor por R. F. S., con un prólogo de Francisco de Asís Pacheco. Madrid: Imprenta de Manuel G. Hernández.
Un profesor de la Universidad de Málaga, que ha realizado una notable tesis doctoral sobre las traducciones de Spencer, opina que muy probablemente el traductor fuera el propio Pacheco: Poco antes de concluir el prólogo, Pacheco afirma que Education constituye el auténtico «código de la enseñanza moderna, dictado por uno de los espíritus más profundos, por una de las inteligencias más luminosas de nuestro tiempo» para concluir que su lectura es un deber inexcusable y celebrar la excelente acogida de que ha disfrutado en España que se ha materializado en revistas y en «dos traducciones directas de la obra».
Seguidamente, Pacheco se refiere con profusión a la traducción de R. F. S. censurando explícitamente la negativa de éste a revelar su identidad puesto que tal actitud impide a los lectores identificar a «un escritor que con afán puro y desinteresado, propósito noble y decisión constante, viene hace algunos años trabajando por el adelanto y progreso de la pátria cultura». Así, las alabanzas a las virtudes literarias genéricas del traductor se trasladan al ámbito específico de esta traducción, la cual, en palabras de Pacheco, «está concienzudamente hecha, con grande fidelidad é inteligencia»…
Y añade el profesor: podemos inferir que tras las siglas de R. F. S. se adivina la figura del propio Francisco de Asís Pacheco.
Juan Ramírez Arlandi (2012): Recepción y traducción de Herbert Spencer en España. Estudio descriptivo de las traducciones de Education, Intellectual, Moral, and Physical, Tesis doctoral, Universidad de Málaga.
Por su parte, el artículo sobre la Enseñanza Agronómica tiene el doble interés de recoger muy bien las ideas de Francisco de Asís sobre la educación, al tiempo que hace referencias a la agricultura de Málaga, y en concreto a la de la población de Vélez Málaga, donde su mujer tenía raíces familiares. Recojo algunos de sus párrafos más significativos.
Hay en esos campos, y en las más lejanas y escondidas provincias, todavía labradores que ponen el saber práctico y 1a tradición rutinaria sobre la ciencia; pero éstos, ó al cabo llegan á convencerse de su error, admirados por los ejemplos incontestables que los desengañan, ó ven muy pronto sus explotaciones decaer, por el atraso y la inercia, y sus frutos despreciados, porque en los certámenes á que acuden no pueden competir jamás con los agricultores que han seguido las lecciones y los consejos de la ciencia. La ciencia es la base de la agricultura, como es la base de todas las manifestaciones de la actividad humana, como es la base de todos los movimientos industriales.
El día en que se organice bien el servicio agronómico, que en nuestro país no está más que empezado á organizar, habrá en cada provincia, afectos á las necesidades agrícolas de la misma, tres o cuatro Ingenieros agrónomos, bien dotados, cuya principal misión consistirá en difundir la enseñanza de la agricultura, en dirigir y aconsejar á los labradores.
Vamos, en prueba de ello, á referir un hecho que no tiene más inconveniente ni otra desventaja para ser relatado que el de referirse á la persona que escribe estas líneas. Perdone el lector esa circunstancia y escuche mi recuerdo. Es de corta fecha, porque lo que voy á contar sucedía á principios de 1879. Estaba yo en Vélez Málaga. Había ido á esa rica y hermosísima provincia, que extiende su costa entre las de Cádiz y Granada,
Con una misión periodística, con el encargo de estudiar y conocer su situación económico-social y sus necesidades.
Reunido en Vélez Málaga con algunas de las personas más importantes del pueblo, procuraba inquirir los datos que necesitaba sobre las cuestiones objeto de mi viaje y, como era natural, después de conversar sobre otras, paró el diálogo en las que se refieren al cultivo de la deliciosa vega de Vélez y de su rico término. Todos sabéis lo que este dá: pasas, vino y cañamiel.
A la sazón la pasa y el vino estaban en decadencia. Causas diversas habían aminorado su comercio, abaratando considerablemente ambos frutos. La esperanza de los labradores de Vélez se cifraba sólo en la cañamiel, en la caña de azúcar. Así es que cada día iba extendiéndose más la zona de este cultivo, aumentaba el número de trapiches establecidos en la vega y engrandecían y ensanchaban su acción las fábricas allí situadas, y con especialidad la que en Torre del Mar poseen los Sres. Larios. «Esta —me decían— es á la vez nuestra riqueza y nuestra esperanza. Si el término de Vélez ha de ser próspero y feliz, lo deberá á la fabricación del azúcar.»
¡Triste ilusión! Pero ellos la abrigaban sin temores ni desconfianzas. Yo, entonces, les hice ver que hacían mal en vivir tan descuidados y tranquilos. «Vélez Málaga—les dije—no puede fiar su porvenir á la cañamiel, porque la cañamiel tiene una vida precaria en estas riberas. Cada tres ó cuatro años se hiela la cosecha, y no podría sostenerse ese cultivo, ni la industria de la fabricación del azúcar, si no fuera por la protección exagerada del arancel. Esa protección empezará á disminuir muy pronto, para desaparecer en breve. Ha terminado la guerra de Cuba. La paz nos trae sus Diputados y Senadores á las Cortes de la nación, y una de las primeras exigencias, legítimas y justificadas, de los representantes de la grande Antilla, ha de ser que desaparezca esa protección insostenible, que perjudica su gran industria azucarera y que lastima los intereses de los consumidores peninsulares, es decir, de todo el país.
los consumidores peninsulares, es decir, de todo el país.
»Al mismo tiempo que esto suceda, en la Península ha de seguir la política un rumbo poco favorable al mantenimiento de esa protección; porque las ideas liberales acabarán por vencer á los procedimientos conservadores, porque se volverá á las teorías de la libertad del comercio, en mal hora abandonadas hace poco tiempo, y porque se comprenderá la necesidad de satisfacer las justas pretensiones de la grande Antilla, á fin de estrechar más y más los vínculos de afecto entre las antiguas Colonias y la antigua Metrópoli. Estas diversas causas convergerán en un punto para producir ese resultado. Habrá que borrar del arancel los enormes derechos que paga el azúcar de las Antillas; el de la Península, falto de protección, no podrá competir con él y, arruinada esa industria, la producción de la cañamiel no rendirá las pingües ganancias que hoy constituyen el nervio de nuestra riqueza.» Esto les dije, y ninguno pudo contestar esas observaciones, rigorosamente exactas, fundadas en los hechos y en una previsión discreta de las contingencias futuras.
De todo eso se deducía una verdad incontrovertible; la de que los labradores de la vega de Vélez necesitaban ir pensando con qué sustituirían sus cañamelares, con qué reemplazarían el cultivo de la caña.
El estudio de cartillas y manuales agrícolas es, sin duda, insuficiente para aprender agricultura. No lo dice quien ninguna autoridad tiene para hacer afirmaciones tan rotundas; lo ha dicho en un concienzudo trabajo sobre enseñanza, recientemente publicado, nuestro respetable é ilustre amigo el Sr. Galdo.
El Sr. Galdo sostiene, y lo sostiene con gran copia de argumentos irrebatibles, que el estudio de las cartillas agrícolas no produce resultados de ningún género. Ved, si no, lo que con ellas acontece. Se entregan las cartillas agronómicas á los alumnos, y apenas se les explican sus términos. Se les obliga á que aprendan de memoria las definiciones y los cuadros sinópticos que contienen y á que, por medio de la memoria también,
retengan la idea de algún ejemplo con que ilustra su estudio el profesor. Pero, ¿qué les puede quedar de todo esto"? Aprender de memoria, no es aprender, ya lo dijo Montaigne; y á pesar de que esta frase, tan exacta y profunda, no ha debido olvidarse
ni desatenderse, la "verdad es que nosotros proseguimos, como si no la hubiéramos oído, fundando la enseñanza principalmente en el ejercicio de esa facultad intelectual. Se obliga á los alumnos de primeras letras á que aprendan de memoria algo de esas cartillas agrícolas, que muchas -veces no es lo más sustancial que contienen. Se les pregunta más tarde por eso que han aprendido, en cualquier examen ó en uno de los actos académicos solemnes con que se quiere dar cierto brillo y cierto prestigio al alto ministerio de la enseñanza... Y eso es todo: no se hace más, ni se les exige otra cosa.
Deben los maestros, además, enseñar á sus discípulos lo que es la agricultura en cada localidad, los cultivos que comprende, la manera de realizarlos y las reformas de que son susceptibles. Debe llevarlos al campo para que observen por sí mismos cómo se practican las faenas agrícolas, y mostrarles allí las ventajas é inconvenientes de la forma en que se practiquen. En estas excursiones aprenderán a conocer la índole y composición de los terrenos, la figura y condiciones de las plantas y de los arbustos, á distinguir unos y otros, y á apreciar sus rasgos característicos, así como las varias necesidades de su diverso cultivo…
Entre nosotros se ha hecho ya algún ensayo de todo eso, y los efectos que ha producido son, sin género alguno de duda, excedentes.
La Institución Libre de Enseñanza, que es uno de los Centros que más contribuyen á la difusión y al progreso de la cultura patria, aplica hace algún tiempo ese sistema con grande éxito.
Francisco de Asis Pacheco. Madrid, 1881 (1)
(1) Escrito este artículo en esa fecha, se publica ahora, porque la mayor parte de indicaciones, advertencias y consejos que contiene está sin realizar, y porque cada vez, á juicio de su autor, es más oportuno ir pensando en la necesidad de establecer el Plan de enseñanza que en el mismo se expone y defíende.
Revista de España, 114, Enero y Febrero 1887
Escribió también Pacheco un artículo en varias entregas muy elogioso sobre la Institución Libre de Enseñanza que se publicó en septiembre de 1880 en varios periódicos del país. He podido comprobar que entre los primeros accionistas de la Institución estuvieron Cristino Martos, Maisonnave, Eduardo Palanca, el marqués de Salamanca, Salmerón, Ruiz Zorrilla ... pero no estuvo Francisco de Asís.
No era posible entrar en aquella habitación á las horas en que se hacía el periódico, sin reparar en un joven como de veintiséis años de edad, moreno, de ligera y negra barba, ojos de un oscuro intenso, en que relampagueaban las ideas antes de que la voz las prestase vida material: de suelto y despeinado cabello, no muy cuidadoso de las formas elegantes del traje, y de movimientos y ademanes rápidos y vehementes.
Y no era posible hacer omisión de su persona, porque no bien caía en medio del silencio una palabra, formulábase una pregunta, expresábase una duda, ó surgía una discusión cualquiera, política, administrativa, comercial ó literaria, véasele alzar la cabeza, suspender un momento su trabajo y contestar la pregunta, resolver la duda propuesta ó terciar en la discusión empeñada.
Su temperamento activo, nervioso, impresionable; la instantaneidad con que su cerebro concebía y combinaba las ideas; la actividad con que desde luego se arrojaba á realizar sus propósitos; su entusiasmo por todo pensamiento liberal y patriótico; su desprecio absoluto de todo bienestar material conseguido por un acto de pobreza de espíritu; las ilusiones mismas con que su fe doraba sus proyectos políticos, liaban vida y nobleza á las discusiones, y prestábanlas el calor del acento y la exaltación del espíritu que producen generosos arrebatos.
La influencia de un temperamento de esta especie, que también posee cierto fluido simpático con el cual envuelve irresistiblemente á quien lo escucha, debía ser poderosa dentro de una organización periodística. Lo ha sido en efecto. La propaganda de los principios revolucionarios hecha por El Imparcial, debe en gran parte en energía á la infatigable pluma de Arana, siempre dispuesta á combatir, incorrecta quizás, como suelen serlo las manifestaciones espontáneas del sentimiento, pero que pasa sobre el papel, dejando algo de fuego de su espíritu y de la sangre de su corazón.
Araus posee una gran fuerza intuitiva con la cual, no bien se apodera de una idea, la desenvuelve, la desarrolla, profundiza en ella y la expone en toda su perfección, con
caracteres y observaciones originales que excitan la curiosidad y que, no siendo alguna vez justos y verídicos, son siempre interesantes. Esta misma superior potencia de su
imaginación, unida a un gran conocimiento del movimiento inteligente del siglo y de sus adelantos materiales, le dan extraordinaria aptitud para ocuparse con respetable fallo de las diversas materias que constituyen la sabia gobernación de un estado. No hay cuestión política y administrativa, ni industrial, de carácter general en el país, que no haya ocupado su pluma, y que no lo deba alguna solución, alguna reforma, algún pensamiento importante.
La necesidad en que yo me encuentro de llegar pronto a la ocasión que ha motivado el honor que LA ÍLUSTRACION EPAÑOLA Y AMERICANA dispensa hoy á Mariano Araus, dando la estampa su retrato, me obliga á no insistir en estos albores y en estas formas de su talento de redactor político.
Mas no puedo omitir una circunstancia que le honra y que cae bajo la jurisdicción de la biografía. Arana nació en Jaca, y Jaca recompensó sus esfuerzos en pro de la revolución
eligiéndole diputado en 1872. Por entonces fué también director de El Imparcial.
Pero todos estos son datos de una reseña biográfica que no me parecen hoy oportunos. Todo eso sería hacer la historia del hombre político y parlamentario, y el amigo Araus es más bien un personaje de leyenda. Consagraré, pues, este artículo á Mariano Artaus como corresponsal de El Imparcial en el Norte.
El día 25 de Febrero de 1874 el ejército liberal atacó los reductos y trincheras de San Pedro y Abanto sin poder forzarlos. Consecuencia de esto fué la marcha del entonces presidente del Poder Ejecutivo Sr. Duque de la Torre al Norte.
El Imparcial, no bien llegó á Madrid aquella triste noticia, hizo un entusiasta llamamiento de los liberales contra los carlistas, pidiendo tregua á los rencores políticos, y abrió una suscripción general para socorrer á los heridos del ejército del Norte. La excitación de El Imparcial fue oída, y desde el primer momento su redacción y sus oficinas quedaron convertidas en verdaderos almacenes de una estación de ferrocarril.
Cajones de hilas, vendajes y ropas; cajas de carne de Liebig; paquetes de tabaco picado; enormes bultos de colchones y mantas: barriles de vino.... Desde el primer día pudieron enviarse algunos wagones. Pero era necesario que alguna persona activa, organizadora, robusta, conocedora de los ramos que los donativos abrazaban, celosa de los intereses que se le confiaba, llena del espíritu de caridad que no repugna la vista de la miseria, sino que la socorre, que no se aterra ante la sangre de una herida sino que la restaña, que calma el dolor de los que sufren con sus propias lágrimas que una persona que fuese al propio tiempo soldado, administrador, escritor, enfermero fuese al Norte para dar aplicación a los donativos del pueblo de Madrid. Todos los redactores de El Imparcial unánimemente designaron a Mariano Araus. Se acordarán todos que en 1865, cuando el cólera pasaba como una tempestad de muerte sobre Madrid, Araus había corrido de casa en casa socorriendo á los enfermos, y que en el vehementísimo espíritu
de caridad que le animaba, con terror de sus amigos y nobilísimo desprecio de la vida, se acercaba al lecho de los coléricos que iban á morir, y se abrazaba á ellos y los estrechaba
hasta liarlos la vida con el calor de su propio cuerpo.
El pueblo de Madrid recuerda con entusiasmo aquella expedición filantrópica de que Mariano Araus le daba cuenta casi diariamente en El Imparcial, llevando minuciosa cuenta hasta de los donativos individuales de tal modo que cada uno de los donantes sabia á qué soldado había dado su socorro, v en qué herida se habían puesto sus vendajes.
Necesitábase una organización privilegiada para soportar las fatigas de su comisión. Él recogía en el puerto los fardos que llegaban en los vagones de la Caridad; él los inspeccionaba y clasificaba, distribuyéndolos a los hospitales y heridos, y él presenciaba las curas y ayudaba en ellas; él atendía á todas las reclamaciones, á todos los ayes; él con su espíritu organizador transformaba y simplificaba los locales y sus procedimientos; él, en fin, llegó á ser en brevísimo tiempo consultado por unos, bendecido por otros y objeto de la admiración de todos.
Algún tiempo después de haber centralizado el Estado los donativos y haber dado mi carácter oficial á esta suscrición; concluida esta campaña con la entrada en Bilbao del ejército, Araus regresó á Madrid reanudando sus tareas periodísticas.
El Duque de la Torre volvió á campaña en Diciembre de 1874. Tratábase de dar fin á la guerra y devolver al país la tranquilidad material en las ciudades y en los campos; reintegrarlo en el ejercicio de sus derechos; restablecer el imperio de la legalidad así en lo político contó en lo económico, y para realizar este deseo universal, hacer un poderoso esfuerzo… Araus, entonces, se unió al cuartel general como cronista de la nueva campaña.
La misión del periodista era ya diferente. Su vida había de cobrar una actividad de otra índole, y basta dirigir una mirada al grabado que da motivo ó estas líneas para saber cuán profundo ha sido el cambio que Araus experimentó, ¿Quién podrá conocer en ese traje montaraz, bajo esa gorra exótica, en ese ademán lleno de reposada seriedad y militar entereza al periodista bullidor, animado, espiritual, pulcro y afeitado que miraba a uno y otro lado con la cabeza un tanto echada hacia atrás, para buscar de este modo la mejor luz y posición de sus lentes?
Causa admiración en los mismos que le hemos tratado con intimidad las nuevas y diversas aplicaciones que Araus hace de su talento. No le hemos visto intentar una empresa para la que no haya demostrado dotes especiales. Nácenle condiciones á medida de la necesidad. Y es, que reúne dos cualidades que rara vez van juntas. Una gran exaltación de carácter y un gran sentido práctico.
Las cartas de Araus reproducidas en miles y miles de ejemplares de El Imparcial, dicen a los lectores de La Ilustración (para los cuales no son sin duda alguna desconocidas) con cuánta inteligencia cumple sus tareas. Esas cartas parecen escritas en el fondo de un gabinete militar, con los planos topográficos á la vista, con los estados donde los ejércitos aparecen en cifras ante los ojos, con la pluma reflexiva del que narra para la posteridad.
Levantóse, pensando ya en la carta del día y recorre el campamento, los soldados le conocen y le estiman; y le refieren lo que han visto en el combato ó lo que les contaron; invítanle los oficiales á compartir el frugal almuerzo: los jefes no se desdeñan de oír sus observaciones; todo lo mira, y lo inspecciona y con franqueza aragonesa aplaude ó critica. Donde quiera que va se le recibe con los brazos abiertos y se le estrecha en ellos con amor de corazón, ¡Es un liberal á toda prueba, y es á toda prueba un valiente!
A lo mejor se le ve picar espuelas al caballo y desaparecer. Ha oído fuego y quiere saber quiénes y dónde combaten. Corre algún peligro con esto; pero Madrid, España, El Imparcial, tienen derecho á saber los más pequeños accidentes de esta epopeya; y no debe quedar una hazaña, un sufrimiento, una gloria ó un dolor del soldado que él no revele á la patria. Entre el fuego de una guerrilla: después de vendar una herida; junto a un cadáver; sobre el montón de escombros que acaba de formar el cañón enemigo, toma un apunte, ó escribe un párrafo de una carta, ó dibuja unas cuantas líneas que le recuerden luego las trincheras, los reductos, los sitios que tan admirablemente describe, Jamás espera para entrar en un paso difícil o en una plaza sitiada que el ejército franquee decididamente el camino. Muchos días antes de que hiciesen su entrada en Pamplona nuestras tropas. El Imparcial recibía un despacho telegráfico que llenaba de confusión a todos... Araus aguardaba al ejército dentro de la plaza.
En medio pues de todo género de perturbación, de inquietudes, y de sufrimientos; cuando la lluvia torrencial inunda las tiendas y el viento hinchéndolas como globos furiosamente las arrebata; con los dedos petrificados por el frio; sentado en una piedra, á la luz de un candilejo miserable, sobre la rodilla, se han escrito muchas de esas cartas, que forman una gloriosa corona para el soldado español y en la que son espinas ocultas los dolores, las privaciones del humilde periodista de El Imparcial.
Pero hay una frase en los campamentos de Monte Esquinza, de Puente la Reina y de toda la Navarra ocupada por el ejército liberal, que basta para recompensar su amor al soldado, su constancia en el cumplimiento de su deber y los peligros en que le pone su arrojo. Allí donde se ve aparecer un gorro de felpudo, del que baja á modo de grandes orejeras oscuro paño; y un amplio dolman con anchos ribetes de piel y unos calzones que se recogen y terminan, hasta cubrir el pié, en recias polainas, todos, jefes, oficiales y soldados dicen sonriendo con íntima alegría: ¡ Ahí viene el amigo Araus!
Esta frase vale más que un entorchado.
Sí, amistad, fraternal cariño, eso debemos todos al periodista inteligente y audaz que con fiel y briosa pluma traza ante nuestros ojos el tardo curso de la guerra civil, río de sangre y lágrimas, excitando nuestra admiración hacia los héroes y mostrándonos en ellos cómo se combate y cómo se muere por la libertad.
Una observación para concluir. Muchos de los que conocen á Mariano Araus, cuando vean el retrato que decora una de estas páginas, exclamarán sin duda; ¡Este no es Araus! ¡este no es Mariano! Tan diferente en verdad se nos presenta en su traje y en su rostro de lo que era el periodista cortesano.
Pero nosotros, los hombres de El Imparcial, no hemos vacilado ante la copia. — ¡Sí! ¡este es (hemos prorrumpido con profunda emoción), este es nuestro amigo, nuestro compañero, nuestro hermano del alma! ¡Este es Mariano Araus!
FERNANFLOR. (La Ilustración Española, 15.4.1875).
Anexo. La Institución Libre de Enseñanza
METODO DE ENSEÑANZA. Bajo este punto de vista la Institución ha realizado progresos que aún fuera de España son desconocidos y se apreciarán como un adelanto valiosísimo. Spencer al juzgar los sistemas de educación, sostiene que es urgente llevar á cabo en la enseñanza secundaria reformas análogas á las realizadas en la primera ó popular. La Institución libre de Madrid lo ha hecho ya, y con tal éxito, que los resultados la animan á proseguir sin descanso el camino emprendido. El método de enseñanza que se aplica en la Institución considera la secundaria y la primera como partes de un sólo grado, y ambas encaminadas á dar al alumno la cultura general necesaria para la vida, cualesquiera que sean el porvenir, y profesión ulterior del educando. Adviértese en los alumnos de segunda enseñanza una falta de preparación absoluta respecto de la mayor parte de las Materias que estudian Se ha, notado, además, que distribuidas estas conforme al plan oficial, cuando llega el último año el alumno ha olvidado casi por completo lo que estudió en los anteriores. La preparación para el grado, si en los exámenes de grado fuesen rígidos y severos los tribunales, exigirla uno ó dos años cuando menos. Era preciso obviar esos inconvenientes, y la Instilación ha hallado forma de que desaparezcan, fundiendo la primera y la segunda enseñanza. El alumno estudia, pues, en el primer año las mismas materias que en el último. Para expresarnos de un modo gráfico, diremos que desde que entra en la Institución «lleva de frente) todas las asignaturas, estudiando á la vez lengua española, literatura, psicología, fisiología, higiene, moral, historia, sociología, agricultura, arte, industria, dibujo, aritmética, geometría, álgebra, física, química é historia natural. En los primeros años, —periodo correspondiente á la primera enseñanza — inicia esa educación y cultura general. En los siguientes —periodo de la segunda enseñanza,— las desenvuelve. Durante aquellos reciben por igual la preparación necesaria para todas las asignaturas, y durante estos últimos continúan y desenvuelven la obra comenzada. El autor de estas líneas ha tenido la fortuna de oír la explicación de ese sistema á los inteligentes profesores de la Institución, Sres. Costa, Caso y Giner (D. Hermenegildo), viendo desvanecidas todas las dudas que su examen puede sugerir. Los alumnos adquieren de esa manera mayor cantidad de conocimientos, y estos son de mejor calidad que los alcanzados de otra manera. De la mayor parte de las asignaturas se dan solo una clase ó dos semanales. Para seguir el plan oficial y preparar á los alumnos para el ejercicio de fin de curso se concede mayor espacio á las asignaturas propias de cada año Por ejemplo: los alumnos del primero de bachillerato estudian hora y media diaria latín, una hora diaria geografía y las demás asignaturas en la forma que antes hemos expuesto. Los alumnos están divididos en secciones de escaso número. Cada sección tiene al frente un profesor que es, cuando menos, licenciado en letras ó en ciencias; la mayor parte son doctores y no de una sola facultad. Se procura que el que empiece con una sección siga al frente de ella hasta terminar la segunda enseñanza. De esa suerte, el profesor establece entre los diversos estudios hechos á la vez, un sistema armónico que fija los conocimientos con claridad y de una manera indeleble en la inteligencia de los alumnos. No debemos cerrar el ánimo á la esperanza de que estos progresos lleguen algún día á adoptarse en la enseñanza oficial. Entonces, desaparecerían los exámenes de fin de curso de los diversos años del bachillerato para refundirse en un solo ejercicio de reválida serio y severísimo que pondría término á los estudias de ambos grados. En Francia mismo, donde á pesar de seguirse un método deficiente, se aprende más y mejor que entre nosotros, tiene esta idea gran número de parciales. El estudio de la primera y segunda enseñanza se hace en la Institución libre; por regla general sin libros, sobre objetos. Se ha adoptado el método de enseñanza realista cuya superioridad sobre la dogmática y teórica es innegable. Se ha convenido en que es preciso hacer que el alumno investigue y adquiera los conocimientos; no que un maestro trate de ingerírselos violentamente, por medios mecánicos y exteriores. De los primeros años está enteramente proscrito, el libro de texto. En los siguientes al texto se antepone la explicación oral y á esta el examen de las cosas ó su representación aproximada. Al método antiguo, que consistía en presentar las verdades bajo formas abstractas, ha sucedido el método moderno que las presenta bajo formas concretas. Lo primero que debe hacer el niño es observar los hechos. Conocidos varios hechos, su inteligencia establece la relación que los une, y en el fondo de esa relación halla la ley que buscaba. El antiguo método es absurdo. Ni la humanidad ha llegado á adquirir un conocimiento sentándolo a priori, ni los autores de libros de texto han podido presentar el cuadro de la ciencia organizada hasta conocerla. Es preciso que el niño siga el mimo camino de la humanidad y del autor del libro de texto, llegando por vías análogas á las conclusiones definitivas que la memoria después fijará en su espíritu. Todos los hombres eminentes que han explicado en la exposición última de París cuestiones pedagógicas ante los profesores de instrucción primaria de Francia que el Gobierno hizo ir al gran certamen, han insistido en la conveniencia de desterrar el libro de texto, recomendando la explicación sobre el hecho ú objeto mismo presentado ó representado á los ojos de los alumnos. Estos así no olvidan jamás lo que aprenden, hallan el estudio agradable, y antes de remontarse á la región de las teorías llegan á conocer la realidad en que viven. Sin esa base experimental el espirito del hombre naufraga á veces en la confusión y en la duda, y de sus dudas y confusiones nace vigoroso é indomable el error que pervierte y extravía la inteligencia.
Francisco de Asís Pacheco, 1880.
[1] Un hermano de María pudo ser Francisco Gutiérrez Calderón al que se cita en sentencia del Tribunal Supremo de 14.11.1871: Resultando que devueltos los autos al Juez, dictó sentencia en 12 de agosto de 1870 declarando haber lugar al desahucio de la hacienda nombrada de Guadalupe o del Vicario, apercibiendo de lanzamiento de D. Pedro Antonio Pacheco y D. Juan Baneta Barcala como síndicos de la testamentaría concursada de D. Francisco Gutiérrez Calderón, y a la viuda y herederos de éste si no la desalojan en el preciso e improrrogable término de 20 días, sin hacer expresa condenación de costas (pleito con D. José Ignacio Villena).
[2] Un hijo del matrimonio pudo ser Ramón Chaperón Pacheco que aparece como militar herido y trasladado a Málaga el 9.9.1909 y que, en 1913 aparece como guardia civil.
[3] A continuación, publicamos, por creerla honrosa para el cuerpo de que se trata y como confirmación de nuestros juicios sobre el hecho a que se refiere, la circular dirigida por la dirección general de Caballería a los regimientos del arma, acerca de la defensa del puente de Puentedeume en la última intentona republicana que estalló en Ferrol. Dice así: «DIRECCIÓN GENERAL DE CABALLERÍA. Circular. Núm. 51. Un hecho de armas glorioso, que añade un nuevo timbre á los que enaltecen la historia de la caballería española, ha sido llevado á efecto por una corta fuerza del escuadrón de Galicia 1° de cazadores. En el camino de Puentedeume, y posesionado del puente de dicho nombre, que había ocupado de orden superior, avistó el teniente coronel primer jefe del expresado escuadrón, D. José María Pacheco y Gutiérrez, los insurrectos del Ferrol, y cuando se preparaba a cargarlos vio que lo hacía denodadamente por el lado opuesto, y sin contar el número de enemigos, el teniente graduado alférez D. Ramón Rodríguez y Rodríguez, que con 18 caballos había quedado en el Ferrol desempeñando una comisión del servicio. Secundada con decisión esta brillante carga por otra dada con el resto de la fuerza por el precitado jefe, dio por resultado la dispersión del enemigo por terreno inaccesible, en el que fueron aún hostilizados por los fuegos del escuadrón. Y como la bravura, la decisión y el entusiasmo de que ha hecho noble alarde esta corta fuerza del arma, merecen ser conocidos cómo justo galardón a su heroico comportamiento, he creído oportuno que llegue a noticia de los cuerpos del arma para satisfacción de todos sus individuos y honroso estímulo en casos análogos que pudieran ocurrir; debiendo tener entendido que el alférez Rodríguez y los 18 cazadores que con tanto arrojo cargaron a los 500 insurrectos, serán generosamente premiados por S. M. el rey (a. D. g.).—Dios, etc.—MADRID 29 de octubre de 1872.—Moriones.—Señor coronel...», (El Imparcial, 10.11.1872).
[4] Se le cita en Madrid en 1869, pero creo que sería en una visita temporal. Da una conferencia contra la pena de muerte en el Ateneo Escolar (El Museo Universal, 7.3.1869).
Era D. Eleuterio un admirable ejemplar de varonil belleza. El bello sexo adora el talento, sobre todo cuando está realzado por una figura bizarra. Maisonnave, como Albareda, Ayala y otros, fué amado sin saberlo. Una mujer de hermosura y talento extraordinario prendóse de la figura y de las prendas de don Eleuterio, e influyó cerca de su hermano, a la sazón presidente del Poder ejecutivo de la República, para que se premiasen lo antes posible los talentos políticos del eximio alicantino. Maisonnave fué ministro de Estado y de Gobernación, y... se casó con otra. Don Eleuterio Maisonnave (Semblanza), por Ginés Alteróla, Nuestro Tiempo, nov. y dic. 1920.
JOAQUÍN SANTO MATAS, Eleuterio Maisonnave, 175 años.
Nació Maisonnave el 6 de septiembre de 1840 en el número cuatro de la calle de la Princesa, hoy de Rafael Altamira, justo en el mismo edificio donde vendría al mundo diecinueve años atrás otro insigne republicano lucentino, el hoy injustamente olvidado Ramón Lagier Pomares; ambos compartirían amistad con Emilio Castelar Ripoll, de familia oriunda de las tierras alicantinas. Cursó los primeros estudios en el seminario de San Miguel de Orihuela, Bachillerato en el Instituto de su ciudad natal y Derecho en Valencia y Madrid donde se licenciaría.
Estableció bufete en Alicante y en 1865 publica sus primeras obras, 'Comentarios de Derecho Mercantil' y 'Contrato de cambios', despertándose muy pronto sus anhelos progresistas y republicanos aunque siempre vinculados a su acomodada situación familiar.
Estalla la revolución septembrina de 1868 siendo presidente del Casino al que dio un impulso cultural organizando conferencias científico-literarias y se une a la insurrección siendo nombrado secretario de la Junta Revolucionaria.
Diputado a Cortes por vez primera en 1869, año en que también fue elegido alcalde de Alicante, el primero de la historia por sufragio universal masculino, reconocido como 'héroe de la caridad' por su abnegada labor en pro de sus paisanos cuando la epidemia de fiebre amarilla de 1870, fue ministro con tres presidentes de la fugaz I República Española: de Estado con Pi y Margall y de Gobernación con Salmerón y Castelar.
Cuando el diputado murciano Antonio Gálvez encabeza el movimiento cantonalista de Cartagena y se dirige con las fragatas 'Numancia' y 'Méndez Núñez' a saquear Alicante bajo amenaza de bombardeo, Eleuterio Maisonnave abandona su puesto en Madrid y se dirige a su ciudad natal para encabezar su defensa. A pesar de la superioridad armamentística de sus baterías navales, Gálvez no pudo rendir la capital y nuestro personaje vio incrementado el amor de su pueblo.
Aun ejerciendo como ministro unos meses, obsesionado por el orden público, le dio tiempo a aumentar sensiblemente el número de contingentes de la Guardia Civil, creando la Milicia Nacional, origen del posterior Servicio Militar obligatorio y concediendo mayores subvenciones a diputaciones y ayuntamientos para afrontar sus necesidades de carácter social.
Con la restauración monárquica, Maisonnave vuelve a Alicante y preside el Partido Republicano Posibilista fundado por Castelar, precursor de los jurados populares y el matrimonio civil.
En 1876 ingresa en la masonería donde alcanzaría el grado 33 y al año siguiente funda la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Alicante antecedente de la que acabaría siendo la CAM; redacta sus Estatutos y con ella desea acabar con la usura tan habitual entre los prestamistas sin escrúpulos de la época.
Maisonnave fue un burgués progresista que soñó con una 'República de Orden y Leyes', poseedor de un hondo sentido social pero conocido por la clase obrera como 'el senyoret' y autodefinido siempre como antisocialista que el 23 de noviembre de 1872 dijo en el Congreso de los Diputados, en tiempos de auge marxista, «yo no acepto la doctrina social que tiene como objeto universalizar la propiedad».
Eleuterio Maisonnave, siendo republicano posibilista, hubiera tenido poco juego en la política de la Restauración. Sin embargo, su pertenencia a la élite económica de la ciudad, su buena relación con el líder liberal (fusionista) Enrique Arroyo y su parentesco con los caciques conservadores Luis y José María Santonja, le permitieron ser diputado en diferentes ocasiones. Formó parte del grupo de presión en favor de una mayor limpieza en las elecciones, conquista que le hubiera permitido ser diputado con mayor facilidad. Cuando este hecho se va consiguiendo gracias a los liberales, los posibilistas se van quedando sin argumentos de lucha y se van marchando al partido liberal “oficial” de Sagasta. Varios profesores alicantinos y, en especial Rosa Ana Gutiérrez Lloret, han estudiado muy bien a los liberales de aquella ciudad. Cito ahora lo que más me ha interesado:
Así pues, como primera conclusión, destacamos el importante componente burgués -de alta y media burguesía local- presente en el republicanismo alicantino, la perfecta integración de estos sectores en la clase dominante de la ciudad y su coincidencia en intereses económicos y de clase, como demuestra la asunción que de las demandas de vinateros y comerciantes hará el diario posibilista El Graduador o la defensa que de ellas realiza en la esfera parlamentaria Eleuterio Maisonnave...
Mantuvieron su militancia republicana y por ello, pese a formar parte de la élite social y económicamente hegemónica. fueron marginados de las instituciones y del poder político local controlado totalmente por la maquinaria caciquil y redes clientelares de liberales y conservadores. Su marginación de la "política oficial" fue evidente, a excepción del caso de Eleuterio Maisonnave que respondía, no obstante, a la peculiar integración del posibilismo en el esquema restauracionista pero desde una clara posición de subordinación. De hecho, esa integración suponía el asumir tal marginación, pues Maisonnave prefirió buscar apoyos y alianzas con las fuerzas dinásticas -que, en definitiva, le valdrían el acta parlamentaria en tres ocasiones -, que buscar una convergencia republicana para recuperar espacios de poder político que, como el Ayuntamiento, le permitiesen por su proximidad al ciudadano consolidar y aún ampliar su soporte e influencia social.
Rosa Ana Gutiérrez Lloret, "El conservadurismo republicano en la crisis de la 1 República: Eleuterio Maisonnave y la reorganización de la Milicia nacional", en Investigaciones Históricas, Universidad de Valladolid, n. 14, 1994, pp. 159-171.
Maisonnave fue diputado por Alicante en 1879, 1881 y 1886 con el visto bueno del partido dinástico de turno. Se trata de una oposición moderada consentida que permitía funcionar y legitimar al sistema político de la Restauración. Le apoyaron los conservadores en 1879 y los liberales en 1881 y 1886.
Fue su suegro Luis Satonja quién lo apoya directamente en las elecciones de 1879. Se le califica como persona de talante democrático con sensibilidad hacia los problemas de las clases populares. Rosa Ana Gutiérrez Lloret & Zurita, R. (1996): Representación parlamentaria e intereses económicos en la Restauración (Alicante, 1881-1898), Revista de historia contemporánea, Nº 7.
Tras el breve paréntesis de la legislatura iniciada en 1884, en la que el republicanismo
posibilista no pudo lograr de nuevo el apoyo de los conservadores, en las elecciones de 1886 con el concurso liberal Maisonnave volvía a ser diputado por Alicante.
Rosa Ana Gutiérrez Lloret, (1990): Restauración y republicanismo: Élites locales y representación política en Alicante (1875-1895), Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, H.ª Contemporánea, t. 3.
Puede también verse:
Rosa Ana Gutiérrez Lloret (1994): Burguesía y republicanismo en el Alicante de la Restauración. La actuación económica de los republicanos (1875-1900) Anales de la Universidad de Alicante. Historia contemporánea, Nº. 10-11, 1993-1994.
Don Eleuterio Maisonnave (Semblanza), por Ginés Alteróla, Nuestro Tiempo, nov. y dic. 1920.
Rico García, M., Boceto del Excmo. Sr. Eleuterio Maisonnave Cutayar, Alicante, 1890.
Genealogía Masionnave
Eloy Masionnave casó con María Lahore, ambos de Francia, teniendo a:
Jaime Masionnave (¿, Méritein, Francia - ?) casó con Leonor Cutayar (¿ - 1863), hija de Angel Cutayar, de Malta, y de Josefa Capelo, de Alicante. Jaime fue un comerciante francés que se afincó en Alicante a principios del XIX, tras la guerra napoleónica. Emprendió negocios de banca y consignación de buques. Adquirió varias propiedades rurales. Tuvieron a:
Matilde Maisonnave Cutayar que casó con Llorca. Tuvieron 3 hijos: Juan, Jaime y Eleuterio Llorca Maisonnave. Fue madrina de bautizo de Eleuterio.
Irene Maisonnave Cutayar (¿ - 1890). Casó con Federico Iller. Sin hijos.
Eleuterio Maisonnave Cutayar (1840 – 5.5.1890). Casó con Luisa Santonja y Mercader (¿ - 10.5.1881) teniendo a Josefina y Leonor Maisonnave Santonja.
Juan Maisonnave Cutayar (1843 – 1923, Madrid). Se dedicó a la explotación agrícola. Fundó la cámara agrícola de Alicante. Fue también diputado y senador. Casó primero con Rafaela O’Gormann (¿ - 3.3.1901, Madrid) y, tras enviudar, con la sobrina de aquella, Ángela O’Connor White. Sin hijos en ambos casos.
Clementina Maisonnave Cutayar (¿ - 9.3.1898) que casó con Enrique Cutayar. Tuvieron a: Irene Cutayar Maisonnave.
Francisco de Sales Maisonnave Cutayar (1850 – 1925) qcc Clara de la Quadra Raoul (1840 – 1930). Ella era hija del marqués de Guadalmina y viuda con dos hijos de José de Cárcer y Salamanca. Tuvieron a Fanny Maisonnave de la Cuadra.
Otros cinco hijos fallecieron niños
Fuente: Blog Coloma y prensa histórica.
Por su parte la de su mujer Luisa Santonja y Mercader:
Juan Josef Santonja Bernabeu casó con Isabel Payá Candela. Tuvieron a:
Miguel Santonja Payá casó con Juana Ángela Adam Richart. hija de Antonio Adam Quiles, y de Vicenta Richart Perpiñá,
Miguel Santonja Adam, casó con Josefa María Fita Conca. Tuvieron a:
José Santonja Fita casó con Josefa Quiles Más. Tuvieron a:
Blas Santonja Quiles (Biar - ) casó con Gesualda Sanjuan. Tuvieron a:
José Santonja Sanjuan (Biar - ) casó con Francisca María Luisa Crespo Santonja, hija de Antonio Crespo e Isabel Santonja. Tuvieron a:
Luis Santonja y Crespo (26.8.1823, Biar – 7.5.1897, Valencia), I marqués de Villagracia. Casó en Valencia en 29.6.1849 con Josefa Almella Fons teniendo a:
1. María Luisa Santonja y Almella (¿ - 10.5.1881) que casó con Eleuterio Maisonnave. Tuvieron a Leonor y Josefina.
2. José María Luis Santonja y Almella Crespo y Fons (13.11.1851, Biar - 28.2.1906, Valencia). II marqués de Villagracia. Casó en Valencia el 11.6.1881 con Julia de Mercader y Tudela (5.2.1861, Valencia – 28.2.1906), hija de Pascual Mercader y Roca, VII Marqués de Malferit, X Conde de Buñol, y de Dolores Tudela y Gallina. Condesa de Buñol. Viuda, casó con Bartolomé Granero y Sanmartín. Tuvieron a:
1. Luis Mª de Gracia Santonja y Mercader (1887, Valencia - 1921). III Marqués de Villagracia. Casó en 1921 en Valencia con Mª de los Desamparados Despujol y Trénor, hija de los II Condes de Caspe.
2. Julia Santonja y Mercader (1888 - ?), casó en Valencia en 1914 con José Valterra y Corbí.
3. Carmen Santonja y Mercader (1890 - 1898)
4. Luisa Santonja y Mercader (1892 - ?), que casó con Antonio Lázaro y Sapiña.
5. Inés Santonja y Mercader (1894 – 1898)
6. Francisco Santonja y Mercader (1896 - 1920), militar fallecido en Marruecos.
7. María Santonja y Mercader (1898 - ?), religiosa.
8. Vicente Mª Santonja y Mercader (1901 - 1994). Casó con Peris y Vallbona (1905 - ?). IV marqués. Tuvieron al V marqúes Luis María Santonja y Peris
Anexo. Mariano Araús
En el mes de marzo de 1869 se estableció en la calle de Recoletos, nº. 4, cuarto entresuelo, por más señas, la redacción de un modesto periódico, cuyo título resumía los propósitos con que sus redactores venían á la vida pública: El Imparcial. Y en aquel entresuelo, puesta junto al balcón de modo que recibiese bien la luz (cuya abundancia no sólo presta encantos al mundo material, sino también al espíritu), había una mesa, como de vara y media de diámetro, de pino imitando á caoba y cubierta de hule, alrededor de la cual revolvían periódicos y escribían cuartillas unos cuantos apreciables jóvenes, que á falta de otras grandezas tenían las de su entusiasmo por la libertad y su fe en el porvenir.
Cronología. Referencias aparecidas en prensa
1869. Donde los cronistas tienen hoy harta materia para sus reseñas, es en la órbita de la enseñanza. … La libertad no pierde ocasión, momento ni terreno en qué arrojar semillas. Cada día se reciben noticias de la creación, institución y apertura de academias, escuelas y liceos ... innumerables don los clubs y liceos políticos y literarios que puebla la juventud estudiosa, mereciendo que en esta revista hagamos especial atención del Ateneo Escolar, en cuya última sesión pronunció contra la pena de muerte un notable discurso el señor Francisco de Asís Pacheco … (El Museo Universal, 7.3.1869).
1872. El Sr. D. Francisco de Asís Pacheco ha entrado a formar parte de la redacción del Imparcial (La Correspondencia de España, 15.10.1872).
1872. Esta tarde hemos recibido la siguiente comunicación:
«Señor director de La CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA:
Nuestro querido amigo y compañero: Si la verdad tiene sus derechos y la imparcialidad
sus deberes, Vd. nos hará el honor de publicar en su apreciable periódico estas líneas que nuestra posición nos impone.
Compusimos, por encargo de nuestros compañeros, la comisión que, con motivo de un incidente ocurrido en las tribunas, conferenció el martes último con el señor presidente del Congreso. Y como de este suceso se hayan hecho comentarios inexactos y versiones faltas de todo fundamento, debemos declarar que el Sr. Rivero, cuya deferencia y amabilidad reconocemos con gusto, no pronunció una sola palabra que pudiera ni remotamente traducirse en un sentido
político. Rogamos, por lo tanto, a los diarios que han acogido determinadas frases atribuidas al señor presidente del Congreso, que se sirvan rectificarlas como verdaderos errores que son en el fondo y en la forma. Dando á Vd. las gracias anticipadas por este favor, nos ofrecemos sus atentos servidores y amigos. Pablo Nougués. Vicente Ortí. Francisco de Asís Pacheco. Javier Calvete. A. Clavería. M. Calabia. José María Fauró Balaguer (La Correspondencia de España, 31.10.1872)
1873. Los trabajos de redacción y extracto en los debates-jurídicos del Tribunal Supremo que publicamos estos días, son de nuestro querido amigo y compañero do redacción D. Francisco de Asís Pacheco, Imparcial 13.6.1873
1873 En el Seminario Farmaceútico se publica: Voto particular de la minoría del Consejo de Sanidad acerca de la supresión de las Ordenanzas. Firman: Madrid 16 de Agosto de 1873.—Juan Soler Espiamba.—Bartolomé Gómez de Bustamante.—Isidoro Castro y Castro.—Diego María Quesada,—Luciano Garrido.—Francisco de Asís Pacheco (oficial de Sanidad),—Juan A. Bernard y Tabuerna. Seminario Farmaceútico 26.10.1873
1873. Hemos dicho que el ilustrado joven D. Francisco Pacheco habíase retirado de la redacción de nuestro apreciable colega El Imparcial, pero sin indicar los motivos que pudieran haberle impulsado á adoptar esta sensible determinación. De esta tarea para nosotros poco grata, nos ha relevado el mismo Sr. Pacheco, disponiendo la publicación de la siguiente carta: Sr. Director de LA NACIÓN. Madrid 15 de Enero de 1873. Mi apreciable amigo: Por motivos que respeto, el señor director de El Imparcial no ha querido hacer pública la carta en que le participaba, fundándola, mi separación de aquel ilustrado periódico. Me importa que los hechos queden clara y perfectamente sentados, y por esto suplico á Vd. se sirva darle cabida en las columnas de su apreciable diario. Se repite suyo afectísimo amigo y seguro servidor Q. B. S. M.—Francisco de Asís Pacheco. Madrid 12 de Enero de 1873.
Madrid 12 de Enero de 1873. Sr. Director de El Imparcial. Mi estimado amigo y compañero: Comprendo y me explico sin dificultad alguna que el propietario de un periódico trate de salvar desde las columnas del mismo sus opiniones personales, siempre que lo estime conveniente; pero lo que no acierto á comprender, y menos acertaría á explicar, es que un periódico que aspira á ser órgano de un partido, trate de sostener una campaña en disidencia respecto de este, y funde su disidencia en una cuestión tan capital y de tan supremo interés como la de la abolición de la esclavitud. Yo he podido permanecer en esa redacción, á pesar de haberse manifestado la opinión del propietario de El Imparcial contraria á mi propio convencimiento, mientras que esa opinión manifestada explicaba un acto del mismo y ponía de relieve su manera de pensar acerca del asunto. Pero desde el momento en que aquella opinión pasa á ser la base de una campaña contra el partido radical; desde el momento en que El Imparcial declara que no arriará la bandera, y así significa que mantiene una sería disidencia contra el partido radical, yo no puedo, con gran sentimiento mío, seguir formando parte de esa redacción, ni contribuir en la humilde esfera de mis modestas fuerzas á que se trate de anteponer la opinión personalísima del propietario de ese periódico á la opinión de mis correligionarios, ó de que se trate de dividir y rasgar la unidad del partido tan compacto, por fortuna, en esa cuestión generosa. He aquí porqué al ver hoy las declaraciones que hace El Imparcial, á propósito de la manifestación en pro de las reformas ultramarinas, he creído que no podía seguir siendo redactor de dicho periódico, propósito que suplico á Vd. haga público por medio de esta carta. Ofrezco á Vd. con este motivo el testimonio de mi sentimiento, que es profundo y sincero, quedando de Vd. con la mayor consideración afectísimo amigo, y S. S. Q. B, S. M.—Francisco de Asís Pacheco. (La Nación, 17.1.1873).
1873. El Sr. Álvarez Ossorio deja temporalmente la dirección de La Nueva España, encargándose de ella desde ayer el redactor de dicho periódico don Francisco de Asís Pacheco.
Decíase también que el Sr Nougués se haría cargo de la dirección de dicho colega (El Gobierno, 19.2.1873).
La dirección de La Nueva España, que el señor Osorio había abandonado hace algunos días por el delicado estado de su salud, queda encomendada á D. Francisco de Asís Pacheco (La Nación 19.2.1873).
1873. Ha sido nombrado oficial de Gobernación D. Francisco de Asís Pacheco (La Correspondencia de España, 24.7.1873).
1873. En 12.12.1873 firma Pacheco una disposición del Director General de la Guardia Civil (Recopilación de órdenes de la guardia civil, tomo 28, Madrid, imprenta de la GC, 1873).
1874. Ayer inserta la Gaceta los decretos admitiendo sus dimisiones, firmados por el señor Castelar, á D. José María Celleruelo, secretario del ministerio de la Gobernación; don Merceliano Isabal, jefe del personal; don Marcos Zapata, oficial de la clase de terceros; D. Francisco de Asis Pacheco, de la misma categoría, y D. Antonio del Yal, director general de comunicaciones (La Discusión, 6.1.1874).
1874. Fecha 3, refrendados por el Sr. Maisonnave admitiendo las dimisiones a D. José María Colleruelo, secretario general del ministerio de gobernación, a D. Marcelino Isabal, oficial de la clase de primeros, D. Marcos Zapata y D. Francisco de Asís Pacheco, oficiales de la de terceros, y D. Antonio del Val, director general de Comunicaciones (El Gobierno, 5.1.1874)
1876. Se le cita como secretario 3º de la Sección de Literatura y Bellas Artes del Ateneo de Madrid (Memoria, 30.12.1876). Era socio desde 1874. Sección de literatura y bellas artes: Presidente, don Francisco de P. Canalejas. Vicepresidente, D. Luis Vidart. Secretario 1º. D. José Alcalá Galiano, ídem 2.° D. Ernesto López Iriarte, idem 3º, don Francisco de Asis Pacheco.—ídem 4.", D. Aureliano de Beruete. En el boletín de la Sociedad Económica de Amigos del País de Córdoba, se le recoge también como socio.
1876. En breve se publicará un libro titulado La condesa de Albany, del Sr. Juderías Bender, con un prólogo de nuestro amigo D. Francisco de Asís Pacheco (La Correspondencia de España, 6.3.1876).
1876. Nuestro amigo el Sr. D. Francisco de Asís Pacheco ha establecido su bufete de abogado en esta capital (La Correspondencia de España, 31.3.1876).
1876. Dentro de breves días se verificará el enlace de la hermosísima señorita, doña Obdulia de Robles con nuestro querido amigo el conocido periodista y redactor de El Imparcial D. Francisco de Asís Pacheco (La Época, 6.11.1876).
1876. Anoche se celebró en la parroquia de San Martin el enlace de nuestro querido amigo y compañero de redacción D. Francisco de Asís Pacheco, con la bella señorita doña Obdulia Robles Nizarre, siendo padrinos la señorita doña Dolores Pacheco, hermana del primero, y D. Enrique Robles (Postigo), tío de la contrayente.
Después del acto religioso, que se verificó en presencia de las familias y amigos íntimos de los jóvenes esposos, obsequiaron éstos á los convidados con un delicado buffet. Deseamos á nuestro amigo y á su linda esposa todo género de prosperidades (El Imparcial, 23.11.1876).
1877 Hemos dicho ya lo que nos ha parecido el proyecto de ley de imprenta presentado en el Senado, y de buena gana el Director y redactores de El Graduador acudirían al llamamiento que se les hace para el día 22, si por motivos poderosísimos no lo impidieran. Por lo tanto, en la reunión de periodistas nos representará nuestro distinguido amigo D. Francisco de Asís Pacheco, redactor del apreciable colega El Imparcial, que, estamos seguros, hará constar nuestra completa adhesión a lo que se resuelva en aquella Junta (El Graduador, 18.5.1877).
1877 Se encuentra enfermo de algún cuidado nuestro particular amigo el conocido escritor D. Francisco de Asís Pacheco (30.12.1877).
1878. Es socio de la Sociedad Económica de Amigos del País de Córdoba (Boletín de esa sociedad).
1878. Durante la ausencia del Sr. Pedregal, ha quedado encargado del despacho de su bufete muestro querido amigo y compañero en la prensa, D. Francisco de Asís Pacheco (19.6.1878).
1878. Francisco Pacheco y Manuel Pedregal son abogados del Sr. Maisonnave en juicio por calumnias contra Ángel María Segovia, autor del libro Figuras y Figurones (Graduador, 21.8.1878).
1878. La sala segunda del tribunal Supremo ha anulado con fecha del 31 del pasado agosto una sentencia de muerte dictada por la sala de lo criminal dé la audiencia de Valladolid, en causa por parricidio, procedente del juzgado de Béjar y seguida contra Santiago Muñoz.
Contra esta sentencia interpuso y sostuvo recurso de casación por infracción de ley, nuestro compañero en la prensa el abogado de este colegio D. Francisco de Asís Pacheco, solicitando que se casara y anulase y que se impusiera á su defendido en vez de la última pena la de cadena perpetua. La sala segunda del Supremo ha fallado como solicitaba el defensor del procesado conmutándole la pena en esos términos. Son muy pocas las sentencias análogas dictadas por el tribunal Supremo desde que se establecido el recurso de casación criminal (Diario Oficial de Avisos de Madrid, 21.8.1878.
1878. Ha salido para París con su señora, nuestro amigo y compañero en la prensa D. Francisco de Asís Pacheco (La Correspondencia de España, 3.10.1878).
1878. Nuestro apreciable amigo el ingeniero agrónomo D. José de Robles ha salido de Madrid esta tarde con dirección á París (Diario Oficial de Avisos de Madrid, 8.9.1878.
1878. Han llegado á Málaga los redactores de EL Imparcial, D. Francisco de Asís Pacheco y D. Francisco Muñoz, con objeto de estudiar detenidamente aquella provincia (La Época, 2.12.1878).
1878. Nombre de los señores que han compuesto el Congreso Filoxérico.
Presidente: Ilmo. Sr. D. José de Cárdenas, director general de Instrucción pública. Agricultura é Industria.
VOCALES-SECRETARIOS. Sr. D. José de Robles y Nisarre, secretario de la sección primera del Consejo de Agricultura.
Excmo. Sr. D. Juan Maisonnave, representante por la provincia de Alicante.
Sr. D. Francisco de Asís Pacheco, representante por la provincia de Ciudad-Real (Gaceta Agrícola del Ministerio de Fomento, 1878.
1879. Fomento Real Orden dando las gracias á D. Mariano Graell, Antonio Botija, José de Robles, Francisco Pacheco, Eduardo Mela, Zoilo Espejo y D. Alfredo Escobar, por los donativos que han hecho con destino a la biblioteca agrícola de este ministerio (BO de Avisos de Madrid, 17.3.1879).
1879 Llegó ayer á esta corte, según dice El Diario Español, el propietario de El Imparcial, Sr. Gasset y Artime. Este periódico anuncia hoy que dicho señor se ha encargado de la dirección y que se han separado de la redacción los Sres. D. Luis Polanco, D. Isidoro Fernández Flores, D. Mariano Araus, D. José M. Alonso de Beraza, D. Julio Vargas, D. Francisco de Asís Pacheco, D. Francisco Muñoz, D. José Anchorena, D. M. María Fernández y González, D. Francisco Peris, D. José Centurión, D. Juan Franco y D. Julián Setier.
De la administración, D. José de Palma y Rico y los Sres Ochoa y Franco.
De la imprenta, D. Lúcas Polo y los Sres. Florenciano, Larroder, Alonso, González, Sainz, Ramos, Fontecha, Naranjo, Pez, García, Rodríguez. Montes, Gamero, los aprendices y el pruebero.
De las máquinas, el Sr. D. Luis Barinaga, ingeniero, y D. José Perales, maquinista, y don N. Roca, fogonero, y algunos mozos de las dependencias. (La Época, 19.5.1897).
En el lugar preferente de su número de ayer, confirma el Imparcial las noticias que en estos últimos días han circulado referentes al personal de su redacción.
Dice el periódico democrático:
«Se han separado de la redacción de nuestro periódico los señores don Luis Polanco, don Isidoro Fernandez Flórez, don Mariano Araús; don José M. Alonso de Beraza, don Julio Vargas, don Francisco de Asís Pacheco, don Francisco Muñoz, don José Anchorena, don M. María Fernández y González, don Francisco Peris, don José Centurión, don Juan Franco y don Julián Setier. De la administración, don José de Palma y Rico y los señores Ochoa y Franco. De la imprenta, don Lucas Polo y los señores Lorenciano, Larroder, Alonso, González, Sainz Ramos, Fontecina, Naranjo, Pez, García, Rodríguez, Montes, Gamero, los aprendices y el pruebero. De las máquinas, el señor don Luis Barinaga ingeniero; y don José Perales, maquinista; y don N. Roca, fogonero, y algunos mozos de las dependencias. El fundador del Imparcial, don Eduardo Gasset y Artime, se encarga desde hoy de la dirección de este periódico.»
Todos los señores que se han separado de la redacción y oficinas del Imparcial, formarán la redacción y constituirán, respectivamente, el personal de las oficinas del Liberal (La Iberia, 20.5.1879).
La noticia de que los redactores y la administración de El Imparcial se separaban de este periódico, por razones hasta ahora desconocidas del público y que sería imprudente investigar, dió ocasión á La Época para escribir un suelto en que trató con dureza desusada á los redactores del diario de la plaza de Matute. Estos han remitido á La Época la carta que reproducimos á continuación: «Señor Director de La Época: Madrid, 17 de Mayo de 1879. Muy señor nuestro y de nuestra más distinguida consideración: La noticia de que los redactores de El Imparcial abandonan este diario, le ha parecido absurda al periódico que usted dignamente dirige; absurdo también nos ha parecido, el suelto que La Época con tal motivo publica. No ha querido seguir este periódico la conducta de toda la prensa, que ha juzgado inoportuna su intrusión en un asunto de carácter personal e íntimo; que ha juzgado indiscreto arrojarse precipitadamente en el terreno de las intenciones-. ¡Grave falta la de La Época, sin duda, tratándose de un conflicto en que no tiene ofensa propia, refiriéndose á escritores que la merecen el nombre de compañeros queridos!... La noticia es cierta; la reparación motivada; el propósito firme; las suposiciones de La Época imprudentes. - El periódico de usted nos coloca en una durísima situación.... El Excelentísimo Sr. D. Eduardo Gasset y Artime no está en Madrid, y los futuros redactores de El Liberal son todavía redactores de su periódico.... Nada más fácil, pero nada mas indigno, que dar hoy á las aventuradas suposiciones de La Época extensa y explícita contestación. Los redactores dimisionarios de El Imparcial recobraran bien pronto con su independencia la iniciativa de su tradicional política; expondrán sus agravios y defenderán sus intenciones. Podrá juzgarse entonces de la justicia de su resolución, de los procederes con que la han realizado, del completo desinterés y del íntimo dolor con que dejan un periódico en el que han puesto la flor de su pobre inteligencia y los mejores años de su vida. Nuestra resolución, lentamente adquirida, era ya firme. Usted hace indicaciones de que la llegada del Sr. Gasset puede influir, como en tiempos pasados, sobre nosotros; después de las graves acusaciones de La Época, nuestra resolución no es firme, es irrevocable. No dudamos, señor director, que dará usted á estas líneas igual acogida que le han merecido las que contestamos. No invocaremos para ello la razón de nuestra justicia, sino consideraciones de amistad y de compañerismo. D. V. atentos y seguros servidores Q. B. S. M.- Luis Polanco, Isidoro Fernández Flores, Mariano Araus, Alonso de Beraza, Francisco de Asís Pacheco, Julio de Vargas, Francisco Muñoz, Manuel María Fernández y González, Francisco Péris Martínez, Julián Setién, José Gómez Centurión, Juan J. Franco (La Época, 17.5.1879).
1879. Nuestro distinguido amigo el notable escritor don Francisco de Asís Pacheco se ha hecho cargo de la dirección de la Revista Contemporánea (El Globo, 4.8.1879).
1880 Nuestro estimado compañero en la prensa, el redactor de El Liberal D. Francisco de Asís Pacheco sale hoy para Bilbao como corresponsal durante la temporada de baños, (El Demócrata, 9.7.1880
1880. El Banquete Democrático. La Correspondencia de España decía anoche que el banquete democrático proyectado para el 20 se iba a aplazar, y otros periódicos, ocupándose en este mismo asunto, insisten en dar a ese acto un significado contrario al pensamiento de sus iniciadores. Estos han creído necesario rectificar ambos conceptos, y nos dirigen la siguiente carta, que publicamos con gusto:
Sr. Director de El Liberal
Nuestro muy querido amigo; La noticia publicada por la Correspondencia anunciando la suspensión del banquete democrático, carece por completo de fundamento. El banquete se celebrará el día 20, conforme han hecho público algunos diarios. Ni ha habido motivo para aplazarlos, ni lo hay para modificar el primitivo pensamiento que inspiró la idea de su celebración.
Esta ha sido pura exclusivamente la de manifestar por medio de un acto de adhesión a las ideas y a las soluciones de la democracia, que a pesar las tristes condiciones en que se encuentra nuestra política, se ha venido formando en el país una juventud numerosa y entusiasta cuyo ideal está formado por los principios generales de la democracia europea, y que esta juventud está resuelta a propagarlos, defenderlos y a procurar su triunfo, luchando sin tregua contra la política conservadora y los gobiernos que la representen y practiquen.
Excusado es manifestar que esta idea no representa más que una protesta; la protesta del sentimiento liberal del país contra la política presente. Se ha dicho que envolvía una censura a los jefes históricos de los diferentes partidos en que se encuentra la democracia dividida; no es exacto. Los que concurren al banquete aceptan en su conjunto la obra de la Revolución de Septiembre, simbolizada en el Código político de 1869 y rinden el homenaje de su respetuosa admiración a los hombres ilustres que la personificaron y la representan, reiterando la consideración que les merece los que a través de la reacción en que vivimos han conseguido mantener vivo el espíritu de aquella obra gloriosa.
Los organizadores del banquete ni podían ni debían establecer exclusión alguna. Cuantos defienden esos principios, cuántos se encuentren dispuesto a sostenerlos y a combatir en su nombre la política gobernante -que es nuestro común adversario- pueden adherirse a ese acto que en definitiva no será sino una manifestación del disgusto con que ve el país conculcados sus libertades, mermado su derecho y víctima de oscuras prevenciones las grandes conquistas que de 1868 a 1874 le pusieron al nivel de los pueblos más cultos de España.
De Vd. afectísimos servidores y amigos. Francisco de Asís Pacheco. Emilio Reus. Enrique Serrano Fatigati. Miguel Moya. Angel Pulido. Enrique Garcia Alonso. Madrid, 17.12.1880 (El bien público, 21.12.1880).
1881. Banquete Democrático en Santiago. … Durante el banquete, el secretario de la junta organizadora dio lectura a numerosas cartas y adhesiones … entre las que recordamos una muy afectuosa del ilustre presidente de la junta general directiva del partido democrático, Sr. D. Cristino Martos, otra del Sr. Francisco de Asís Pacheco, ilustrado redactor de El Liberal, en representación de la entusiasta juventud democrática de Madrid y un expresivo y extenso telegrama del ex embajador en China, el consecuente demócrata gallego Sr. D. Manuel Pereira (La Ilustración gallega y asturiana, 9.3.1881).
1881. Francisco de Así aparece en el Partido Progresista Demócrata de Martos:
Los Progresistas Democráticos.
Sesión celebrada en la noche del día 1.º de Noviembre de 1881.
Se dió de nuevo lectura á la siguiente proposición: Al Comité Central.
Los que suscriben ruegan al comité central se sirva aprobar la declaración siguiente:
El partido democrático-progresista reconoce y declara:
1.º Que es necesario que todos sus organismos y elementos desenvuelvan una sola política.
2.º Que, perseverando en la actitud adoptada en febrero último por la Junta directiva interina, continuará la propaganda de sus ideas y la defensa de los altos intereses que representa por los medios que le ofrece la lucha legal, seguros de que esos medios son los únicos que hoy pueden conquistarle el apoyo de la opinión y la simpatía del país.
3.º Que sus principios pugnan con toda tendencia á, organizarse con arreglo á las doctrinas sustentadas por los partidarios del federalismo en sus dos formas de orgánico y pactista.
Madrid 31 de Octubre do 188L—C. Martos.— Wenceslao Martínez.—. Juan Montero Telinge .— Vicente Morales Díaz.— Gaspar Rodríguez.—G. Reus.— Francisco de Asís Pacheco.—Antonio Vives y Ciscar.— A. Barroso y Castilla.— J. Ruiz do Castañeda.— Juan Felipe Sendino. Octavio Guartero.— José Montero Ríos.— Alejandro González Olivares.—Eugenio Montero Ríos. — Manuel Merelo. — José Canalejas y Méndez.
El Sr. Pacheco pronunció después un notable discurso en pro de la proposición. Clara y terminantemente dijo, entro otras cosas, lo siguiente:
La primera necesidad del partido es que tenga una sola política. La dualidad de política ha engendrado divisiones y discordias interminables. Al aceptarla en las conferencias de Biarritz, no se hizo otra cosa que agravar el mal, que ha ido empeorando basta hacer imposible toda acción política. En preciso, pues, que ese dualismo concluya y que se haga una sola política.
Esta debo ser la de lucha legal, porque hoy ni tenemos derecho de hacer política revolucionaria, ni contamos para hacerla con. medios, ni nos ayudaría la opinión, ni sería oportuno que la hiciésemos. Por eso, aunque aquí nadie ha defendido esa política, porque hoy es insostenible, es necesario condenarla afirmar que la de lucha legal os la única conveniente, y declarar que debe ponerse término a la actitud del Sr. Ruiz Zorrilla, que no puede continuar siendo la protesta viva, permanente y revolucionaria como él pretende, en daño de los intereses del partido.»
El Sr. Martos: … ¿Por qué formamos este partido político? Yo soy, señores, el que tomó para esta formación la principal iniciativa. Antes de reunirnos los antiguos senadores y diputados del Partido radical con directores de periódicos del mismo partido, en casa del señor Figuerola, hace ya tres años, no había verdadera organización en la democracia.
Yo entendí que era preciso resucitar el partido radical y reivindicar la Constitución del 69 y salir del retraimiento; de aquí la reunión en casa del Sr. Figuerola. … Siempre reconocí como jefe á D. Manuel Ruiz Zorrilla, y en más de una ocasión acaté su jefatura por desvanecer recelos; porque los jefes son para mandar soldados y no hombres que aspiran á reconquistar la
soberanía del pueblo….
El Sr. Figuerola no dejó hablar á nadie, y en seguida se procedió á la votación, que dio el siguiente resultado:
Señores que dijeron si: Reus, Barroso, Montero Telinge, Sendin, Gallego Díaz, Echegaray, Mártos, González Olivares, Pacheco, Morales Díaz …
También el Sr. Martos y sus amigos anunciaron su resolución de no volver á las reuniones del comité (La Discusión, 3.11.1881).
1882. Decreto nombrando una junta central de exposiciones agrícolas: … Francisco de Asís Pacheci (El Día, 11.2.1882)
1882. Los senadores y diputados posibilistas se han reunido esta tarde en el Congreso, para distribuirse los turnos en la discusión de los proyectos de ley que se han de poner en breve al debate. En el proyecto de la carga de justicia á favor de la Reina doña Isabel consumirá un turno en contra el Sr. Almagro, y hablará para alusiones el Sr. Castelar. El Sr. Maisonnave combatirá la ley provincial; el Sr. Moreno Rodríguez hablará en la cuestión del juramento; los Sres. Celleruelo y Fíol combatirán el proyecto de ley de imprenta, y el Sr. Pacheco la ley de Sanidad (El Día, 2.6.1882)
1882. En junta general, celebrada por la asociación de Agricultores de España, se han hecho los siguientes nombramientos: Presidente: D. José de Cárdenas. Vocales: … D. Francisco de Asís Pacheco … (El día, 1.7.1882).
1882. Los señores D. Francisco de Asís Pacheco, marqués de Vadillo, D. Ángel Allende Salazar, diputado á Cortes D. Lorenzo Benito y D. Juan Hinojosa se presentan opositores á la cátedra de Historia de los Tratados, vacante por fallecimiento de nuestro inolvidable amigo D. José Moreno Nieto (El Fígaro 13.9.1882).
1882. Dentro de cinco o seis días regresará a Madrid el Sr. Martos. Inmediatamente se reunirá el comité directivo del partido. En esta reunión se acordará definitivamente la fundación de un periódico órgano de las fuerzas políticas que se inspiran en los señores Martos y Montero Ríos, y que probablemente dirigirá D. Francisco de Asís Pacheco (Diario de Córdoba, 21.9.1882)
1883. Real Decreto nombrando vocal del Consejo Penitenciario a D. Francisco de Asís Pacheco, (Crónica Meridional, 27.11.1883).
1883. Nuevo colega. Ha visto ya la luz en Madrid el titulado La Reforma, que viene al estadio de la prensa para defender la política del partido de la izquierda, y está bajo de ilustrada dirección de nuestro apreciado amigo el señor D. Francisco de Asís Pacheco (Diario de Córdoba, 13.12.1883).
1884. Ayer llegó a esta capital, el señor don Francisco de Asís Pacheco, presunto candidato a la diputación a Cortes. La Reforma Liberal, lo ha recibido ya como cuadra a un amigo y correligionario. Nosotros, solo exclamamos: ¡que un hombre de tan claro talento, se ha creído ciertas cosas! Es una lástima, (El Graduador, 20.3.1884).
1884. Preludios. Nuestro estimado amigo don Francisco de Asís Pacheco ha salido para Alicante, como candidato izquierdista por aquella circunscripción (Diario de Córdoba, 13.4.1884).
1884. Alcance. Extracto de los periódicos de Madrid. Las futuras oposiciones. De los datos conocidos hasta ahora parece deducirse que las oposiciones contarán en el futuro Congreso, los contingentes que a continuación expresamos:
Oposición fusionista: Sagasta …
Oposición izquierdista: 28, D. Francisco de Asís Pacheco … Moret, Cristino Martos … (El Guadalete, 2.5.1884).
1884. Nadie hubiera imaginado que el tercer candidato por esta circunscripción electoral. D. Francisco de Asís Pacheco, llevase su sagacidad al extremo de haberse presentado como candidato autonomista por uno de los distritos de la isla de Cuba al par que luchaba con el carácter izquierdista contra los señores Arroyo y Maisonnave contando de antemano con la protección del Sr. Romero Robledo a cuyas influencias se debió forzar la máquina electoral de Novelda y Elche para obtener su triunfo.
El Sr. Pacheco ha obtenido, como correligionario del Sr. Ruiz Zorrilla 1.600 votos en una de las circunscripciones de la isla de Cuba y el tercer lugar y del modo como todos sabemos, de esta circunscripción; pero resulta ahora, que su acta se ha declarado grave por la comisión, y es muy probable que se quede sin tomar asiento en los escaños del Congreso, peripecia que tendría merecida por haber encendido una vela a la República y otra a la Monarquía de D. Alfonso XII.
Descubierto el plan, como era de esperar, su protector el Sr. Romero Robledo acaba de abandonarlo a sus propias fuerzas, y como éstas son tan insuficientes, es de prever la actitud desairada en que se halla colocado, por la incontinencia de presentarse en el Congreso, aquí en el carácter izquierdista, siendo realmente conservador y en Cuba como republicano.
Todos los medios eran buenos para conseguir el objeto que se proponía, ir al Congreso de cualquier modo que fuese. Ya ha ido, pero para no sentarse, porque de esto corre gran peligro, desde el momento en le ha abandonado el Sr. Romero Robledo (El Constitucional Dinástico, 3.6.1884).
1884. Comentábase mucho el telegrama que publicó ayer El Globo. Señor director de El Globo: Alicante 28 (á las 9 y 25 minutos). En Alicante la candidatura de D. Eleutero Maisonnare obtuvo gran mayoría; pero las actas de los pueblos han sido falsificadas en favor de D. Francisco de Asís Pacheco. Este celebra su triunfo con los conservadores en los salones del gobernador. La población admirada de tanta frescura por parte de un diputado de oposición. — El corresponsal. Ya se sabe, decían todos, que esa oposición es oposición de mentirijillas.»
El Sr. Pacheco acabará por ser tan amigo de Cánovas como lo fué de Maisonnave cuando éste era ministro de la Gobernación, sin perjuicio de birlarle un distrito á Cánovas cuando dejó de ser presidente del Consejo. Ya verán Vds. Como hace más cestos como le den mimbres y tiempo (La República, 30.4.1884).
1884. El Gobierno ha trasmitido órdenes enérgicas a las autoridades de las provincias para que mantengan la tranquilidad pública y ejerzan exquisita vigilancia en las estaciones telegráficas y de vías férreas. Ya que tanto han hecho los conservadores pro el diputado de los dátiles, Sr. Pacheco, mucho puede hacer este señor, por ellos. Bien armados y con fuerza de municiones, presenten los 518 electores que le votaron en Elche y puede darse asegurado el orden en esta provincia. Cu… Cu … (El Graduador, 1.5.1884).
1884. Diputado por Alicante. De nuestro apreciable colega El Correo: Publica hoy El Globo este telegrama de Alicante: En Alicante la candidatura de don Eleuterio Maisonnave obtuvo gran mayoría; pero las actas de los pueblos han sido falsificadas en favor de don Francisco Pacheco. Este celebra su triunfo con los conservadores en los salones del gobernador. La población admirada de tanta fresquera por parte de un diputado de oposicium.- El corresponsal. Nos parece en exceso fuerte, para ser acogido sin reserva, lo que dice el corresponsal.
En el gobierno civil halló la hartura de su fenomenal estómago, y allí obsequió con copas a los conservadores que trabajan en los colegios de la capital, para unir su voto en 126 papeletas, con el del Sr. D. José Santonja. (cacique conservador, y pariente de Maisonnave)
En Elche ha encontrado quien realizara un acto feroz, que rechazan todas las personas de mediano criterio.
Es uno de esos izquierdistas que se ha visto precisado a echar mano de la ganzúa conservadora, para ser si era posible allanar el palacio de representación nacional.
Ha sido preciso que al ex diputado Arroyo y a sus amigos se les tratara como a los negros de Guinea, por el solo afán de llevar un acta manchada a las Cortes, en la que se destaca como primera figura, la sombra de Pacheco, y allá en la oscuridad, en joven abogado, cometiendo un acto repugnante.
Este tristísimo suceso, puede acogerlo sin reserva, el apreciable colega.
Teníamos el propósito de callar, pero como un periódico tan leído en España y muy particularmente en Alicante, duda de esta monstruosidad, nuestro silencio para los que viven lejos, quizás pudiera interpretarse en otra forma.
Por eso hablamos (El Graduador, 1.5.1884).
1884. Ha sido tan fenomenal lo ocurrido aquí, con motivo de las elecciones de diputados, que ha causado inmenso asombro en todas partes, y muy señaladamente en Madrid, cuya sorpresa se refleja en la prensa de oposición, que le consagra amplio espacio. La Discusión copia íntegro uno de nuestros artículos, y La República, dedica al conservador Pacheco, barnizado de izquierdista, el siguiente expresivo escrito: «Los comentarios sobre elecciones fueron muy animados en el salón de conferencias del Congreso por la tarde. Entre los asiduos concurrentes a ese centro se habló sobre todo del hecho de haber sido derrotado en Alicante el ex-ministro Sr. Maisonnave por su antiguo y muy querido amigo D. Francisco de Asís Pacheco. Y daba colorido á los comentarios, algo vivos por cierto, de los posibilistas, el hecho verdaderamente curioso de ser dicho Sr. Pacheco absolutamente desconocido en la localidad. Este Sr Pacheco es, según allí se aseguraba, un joven, o poco menos, que allá por los años 1872 redactaba en periódicos radicales (monárquicos, por supuesto); que en 1873 fue republicano federal y muy protegido por el Sr. Maisennave, que indisponiéndose muy de veras con antiguos amigos suyos, y arrostrando el disgusto y enojo de sus correligionarios, llevó á su lado al ministerio, y en puesto elevado y de confianza, al novel republicano; que en 1874, redactó la parte política del periódico El Orden, diario posibilista dirigido por el ex-ministro señor Moreno Rodríguez, y uno de cuyos principales propietarios era el señor Maisonnave; y que ahora, en 1884 convertido otra vez en monárquico, lucha con su antiguo protector y lo vence. Decíase que el candidato victorioso era muchacho listo y de chispa; pero no se le consideraba como dechado de agradecimiento ¡Hasta el puño! (El Graduador, 3.5.1884).
1884. Madrid 23 do mayo de 1884. Sr. Director de El Graduador. Muy señor mío: Un diario de la mañana confirmando la noticia que adelanté á V. hace días. Dice que diez y ocho senadores de los recientemente elegidos no podrán tomar asiento en la alta Cámara por las dificultades con que tropiezan para justificar la renta que la ley exige para tomar posición de dichos cargos. Parece que la mayoría de los que en esto caso se encuentran, pertenecen al bando conservador. Dícese que algunas ministros no ocultan el disgusto que les ha causado el que hombres que no podían ignorar la carencia de este requisito indispensable, hayan tenido el valor de no hacer hablado claro desde un principio, á quien debieron hacerlo, dando lugar con semejante proceder, á contrariedades que no había para qué suscitar, y menos en unas circunstancias en que el gobierno tiene en frente de sí, unas minorías respetables, en dicha cámara, y que en un momento dado pudieran ponerle en gran aprieto. De la misma manera, aunque con alguna acritud, se expresan varios ministeriales de pura sangre, La reunión del Congreso se ha limitado á dar cuenta del dictamen formulado por la Comisión en doscientas cuarenta y tantas actas, favorables para los interesados, habiendo quedado sobre la mesa para que puedan ser examinadas por los diputados que lo deseen, así como el voto particular de los individuos de dicha comisión contra el dictamen de la mayoría de la misma en lo referente á ciertos actos que creen entrañar vicios de nulidad. Por este voto particular empezada mañana el anunciado debate que seguramente consumirá algunas sesiones. El general López Domínguez, ha conferenciado esta tarde con el señor D. Emilio Castelar, según se ha dicho, sobre los reparos puestos por un posibilista perteneciente á la repetida comisión, al acta de un diputado izquierdista electo por la provincia de Granada. Después, á última hora, se decía que el voto particular indicado, se retirada al fin, para no suscitar rivalidades entre los mismos oposicionistas, y procurar que todos marchen de consuno, para no debilitar su acción contra el enemigo común. Pero los posibilistas desmentían este rumor, fundándose que en esta clase de asuntos no pueden avenirse con el izquierdismo, en razón á que habiendo de por media un acta como la de Alicante en que el izquierdista D. Francisco de Asís Pacheco, venció de una manera irregular al posibilista D. Eleuterio Maisonnave, el posibilismo, no solo no puedo abdicar de sus legítimos derechos de defensa, si no que tiene el innegable deber de emplear todos los medios para combatir enérgicamente cuantas arbitrariedades se han cometido por sus adversarios, con merma de su representación en el Parlamento. A estas apreciaciones contestaban algunas personas que presumen estar en ciertos secretos que los ministeriales, cuando llegue el caso, obrarán de modo que los dos diputados izquierdistas que quedan indicados, tomarán asiento en el Congreso, aunque sea contra la voluntad de los que animan sus actas. Un prohombre de la izquierda al oír semejantes versiones no ocultaba su disgusto de quo los conservadores se mostrarán tan solícitos para con su partido, para que después le echara en cara su apoyo, como lo han hecho en la elección de secretarios. Que la izquierda, añadía, tenía sus naturales aliados en las demás minorías, y en ellas debía buscar el apoyo quo todas las oposiciones han de menester las unas de las otras, si se quiere conservar la libertad de acción para con el adversario común. Y afirmaba á la vez, que en las cuestiones que surjan en las Cortes, se promete ser inexorable con los gobernantes actuales á quienes hará una ruda oposición. El Consejo se ha ocupado de los asuntos parlamentarios, con preferencia, y de otros relacionados con los departamentos de Hacienda y Guerra. Suyo afectísimo, El Corresponsal.
1884. Correspondencia Particular de El Graduador. Madrid 27 de Mayo de 1884. Sr. Director de EL Graduador. Muy señor mío: El hecho de que D. Cristino Martos se manifieste como retraído en la asistencia al Congreso en estos días en que se están discutiendo las actas de sus correligionarios los izquierdistas, es cosa que no ha dejado de llamar la atención de algunos políticos. Los íntimos del referido repúblico, no vacilan en decir que el Sr. Martos á quien no se le oculta nada de la sorda marejada que está minando la izquierda, está tan desesperanzado por todo lo que á su alrededor está pasando, que considera punto menos que imposible el llegar al objeto que se propuso desde los primeros momentos en que de buen grado se puso al lado de la izquierda para contribuir á su desarrollo, á fin de que en el juego de la política pudiera ejercer la benéfica influencia que el destino la deparara. Pero á medida que el tiempo corre y las circunstancias señalan los derroteros que deben seguirse, los hombres que se ven contrariados por éstos, un sentimiento de desconfianza les asalta y les hace vacilar en sus mejores propósitos, y de aquí el que, lo que admitieron ayer como bueno, lo rechacen hoy como malo, aludiendo a los acuerdos que se tomaron en la última junta de senadores y diputados de la citada comunión. Por otra parte, el Sr. Martos parece como esquivar la aceptación de la defensa ante el Congreso, del acta del diputado electo por Alicante Sr. Pacheco, como desean varios izquierdistas. (1)
(1) Escrúpulos de monja. (El Graduador, 29.5.1884).
1884. ¡PARECE MENTIRA!
Dispénsenos el Sr. D. Francisco de Asís Pacheco, presunto diputado por Elche, gracias á los buenos oficios del Sr. Romero Robledo y a la condescendencia del Sr. Tarí, si encabezamos éstas líneas con la célebre frase de la zarzuelita titulada en las astas del toro; porque la verdad es que no encontramos otra exclamación más adecuada á la originalísima epístola que ha tenido V. á bien dirigirnos, mandando á la vez, copia litoral á los demás colegas de ésta localidad, como si tuviese usted empeño decidido de que los chicos aprendan á pronunciar su nombre y de que ruede por las columnas de los diarios y circule profusamente, siquiera para que los ilicitanos oigan hablar de que les representa (!!) un señor Pacheco. Podríamos decir á V. que parece el diputado de las cartas, dada la afición que le domina de exhibirse, porque una persona de su ingenio y de su vasta instrucción, no debe andar á caza de pretextos para escribir cartas y menos, si se encuentra en las condiciones altamente desfavorables que en usted concurren con relación á éste cuerpo electoral, cuyo fallo le es adverso, por mucho que llene la vanidad de V., el acta que le han regalado. No teme, sin embargo, que saquemos partido de su afición epistolar. Cada uno es como Dios lo ha hecho y V. es así. ¡Qué le hemos de hacer!
Acúsanos V, porque si (el gran argumento) de que le tratamos con falta de justicia, y sin tornarse el trabajo (sencillo cuando es evidente la injusticia) de probarlo, supone que nuestros lectores leen con desconfianza los cargos que le dirigimos. Y esta suposición, la hace V. señor Pacheco, conociendo mucho mejor que nosotros, las instrucciones verbales, escritas y telegráficas á cuya milagrosa influencia crecieron los votos á favor de usted en perjuicio del candidato constante y queridísimo de toda la provincia, D. Eleuterio Maisonnave... ¡Vamos, Sr. Pacheco! Está visto que ha pisado usted mala yerba ó que le inspira el espíritu de Satán. De otra manera no se concibe ese capricho de querer ponerse en berlina.
¡Falta de justicia! ¿Dónde, cómo, cuándo? ¿Porque aprovechamos todas las ocasiones oportunas do refrescar el recuerdo de los célebres 518 votos semejantes á 518 castañas con que fué usted obsequiado en la bella ciudad de las palmeras? ¡Falta de justicia! ¿Sabe V. lo que es justicia? Sospechamos que, con todo su talento, lo ha olvidado.
Habrá querido decir el Sr. D. Francisco, que algunas veces, hemos sido hasta generosos en el ataque, porque no acertábamos á conformarnos con la mezcla inverosímil de canovista é izquierdista que había V. conseguido realizar en ésta bendita tierra donde llamamos las cosas por su nombre verdadero. Así, hubiera V. acertado. En cuanto á la votación que ha obtenido en Cuba, sí tenemos en cuenta que quien hace un cesto, puede hacer 518, no será ilógico suponer que haya sucedido un caso análogo al de Elche. Pero queremos conceder que sea usted más conocido en el otro mundo, que en tierra de garbanzos y que le gusten por igual, dátiles y plátanos ¿qué tenemos nosotros que ver con la Ley de policía de imprenta para exigirnos la publicación de su carta? ¿No se ha presentado V. con carácter de autonomista en la Grande Antilla?
Pues cuénteselo á los corresponsales en Madrid de los periódicos de provincia, cuénteselo al corresponsal de El Constitucional Dinástico que echó á los cuatro vientos esa novedad mayúscula, cuénteselo á los diputados que la han comentado en los pasillos del Congreso, y vea V. si puede tapar tantas bocas que lo van pregonando. No dirá el Pacheco, que no le proporcionan la ocasión de escribir una resma.
Podrá ser, que tenga V. arraigado el amor á la patria y tal vez lo demuestre el hecho, de querer representar á todo trance un pedazo de ella en la Representación nacional; pero ésto no le explica por qué ataca al partido republicano que dio á V. un buen empleo el año 1873 en el Ministerio de la Gobernación y sus posteriores evoluciones progresivas y retrógradas.
¡Parece mentira Sr. Pacheco! parece mentira (pero nó lo es) que no haya usted pensado tres veces lo que iba á hacer, antes do escribir su última carta, (El Graduador, 7.6.1884).
1884. Nuestro querido y apreciadísimo colega: La Reforma Liberal, en virtud de un acuerdo de su partido, pide a los comités de esta circunscripción, voten la candidatura de D. Lorenzo Fernández Muñoz, en las próximas elecciones de Diputados a Cortes. A continuación, exclama: Hora es de que de una vez terminen tantas candidaturas izquierdistas. El partido de la izquierda no votará más candidatura que la de D. Lorenzo Fernández.
Con permiso de don Francisco de Asís Pacheco, recomendado del señor Duque de la Torre (general Serrano), y del Sr. Bushell, ídem del inolvidable Ministro de Hacienda Sr. Gallostra (El Graduador, 1884 febrero 26).
1886. Sueltos Políticos. La última noticia de sensación que hoy hemos recogido en los círculos políticos de la localidad, acerca de las próximas elecciones, es que se puede dar por desahuciado, por esta circunscripción, al candidato D. Francisco de Asís Pacheco (El Liberal, 6.3.1886).
1886. D. Francisco de Así Pacheco. En la lucha entablada en el distrito de Sagunto, entre los señores Danvila, conservador ortodoxo, Castañón, húsar y Pacheco, ha salido triunfante el último, por los esfuerzos del gobernador y la presión del señor Martos. Es tan cunero como puede serlo en Barcelona el Sr. Rosell, yerno de D. Venancio.
Fue redactor del Imparcial, de cuyo periódico se separó cuando la fundación del Liberal, al que perteneció hasta que fue elegido diputado en el año 1881.
Siendo ministro de la Gobernación D. Eleuterio Maisonnave, fue nombrado Pacheco director de la Administración Local, cuyo nombramiento costó al ex ministro republicano muchos disgustos con sus amigos, que se oponían.
En las elecciones conservadoras se presentó candidato frente al Sr. Maisonnave, consiguiendo derrotarle. Las líneas copiadas son de El Progreso de Madrid; pero ha faltado añadir, que si derrotó al Sr. Maisonnave fue de mala manera.
Como ha triunfado en Sagunto (El Graduador, 20.4.1886).
1886. El tribunal de actas ha declarado conclusas las de Balmaséda, Velez-Málaga, Redondela y Sagunto. El Sr. Ramos Calderón propone en su dictamen sobre el acta de Sagunto la admisión como diputado del Sr. D. Francisco de Asís Pacheco (El Día, 11.7.1886).
1886. Carta de Madrid. 29 noviembre 1886. La sesión del Congreso tuvo ayer verdadera importancia por más de un concepto. A primera hora actuó el tribunal de actas graves, celebrando la vista pública para examinar la correspondiente al distrito de Sagunto, siendo interesados en ella don Francisco de Asís Pacheco, ex radical y hoy fusionista, y don Manuel Danvila , conservador ortodoxo. Por sentencia del tribunal, se adjudicó la representación del distrito de Sagunto al ministerial señor Pacheco, quien poco después juró el cargo y tomó asiento en los escaños rojos. La prensa casi unánime, pues también hay más de un periódico ministerial, se lamenta de lo ocurrido, por creer que con sentencias como la de ayer, no es posible la sinceridad electoral. El señor Pacheco es uno de los amigos predilectos del señor Martos (El Demócrata, 2.12.1886).
1887. Don Francisco de Así Pacheco, visitará esta capital del 20 al 25 del corriente. Se le dará una comida en Bossio (Fonda del Bossio), que correrá a cargo de los firmantes de la carta de El Constitucional. No falta más sino que el señor Terol le de una serenata y que lo reciban con palmas, los amigos de Tari y de Rodríguez (El Graduador, 10.5.1887).
1887. La reunión del comité fusionista local solicitada por todos los constitucionalistas que responden a la jefatura de D. Francisco de Asís Pacheco, ha sido aplazada hasta el regreso del Sr. Terol, que salió para Alcoy el sábado último. Esta demora ha producido el correspondiente disgusto entre los pachequistas (El Constitucional Dinástico, 18.10.1887).
1887. La Gaceta inserta hoy dos reales decretos, expedidos por el ministerio de la Gobernación: el primero admitiendo la dimisión que, fundada en el mal estado de su salud, presentó D. Ramón Rodríguez Correa del cargo de director general de Administración local; y el segundo nombrando para este puesto, con categoría de jefe superior de Administración civil, á D. Francisco de Asís Pacheco, diputado á Cortes (El Día. 2.11.1887)
1887. Ministerio de la Gobernación. Reales Decretos admitiendo la dimisión por motivos de salud del cargo de Director general de Administración Local a D. Ramos Rodríguez Correa, y nombrando en su lugar al diputado a cortes D. Francisco de Asís Pacheco (El Guadalete, 5.11.1887). Era ministro Fernando León y Castillo en gobierno de Silvela. Esta persona fue director de la Revista de España.
1888. Lo celebramos. Se encuentra ya completamente restablecido de la enfermedad que le aquejaba, nuestro amigo el señor don Francisco de Asís Pacheco, Director de la Administración Local en el Ministerio de la Gobernación (Diario de Córdoba, 24.3.1888).
1888. Diputado. En la elección verificada en Sagunto para nombramiento de Diputado a Cortes por aquel distrito, ha resultado triunfante nuestro amigo el señor don Francisco de Asís Pacheco (Diario de Córdoba, 5.1.1888).
1888. Refresquemos la memoria. Lista de los republicanos de algún viso que en esta larga peregrinación por el desierto político han renegado de la República y adorado la Monarquía o sea el becerro de oro, desde Diciembre de 1875 hasta la fecha: Francisco de Asís Pacheco. — Diputado y director hoy. De la unión republicana. Hoy martista… (El Motín, 23.8.1888).
1889. La Gaceta publica los siguientes decretos:
De la Presidencia.— Admitiendo las dimisiones presentadas por D. Luis Polanco, D. Víctor Ahumada y D. Rafael Martos, del cargo de gobernadores civiles de las provincias de Valencia, Albacete y Santander, respectivamente.
De Gobernación.— Admitiendo la dimisión presentada por D. Francisco de Asís Pacheco del cargo de director general de Administración local (El Día, 3.6.1889).
1890. Es probable que en la próxima semana aparezca el primer número de El Radical, órgano de la fracción del Sr. Martos. Dirigirá este periódico el diputado D. Francisco de Asís Pacheco (El Día, 14.6.1890).
1891. Para los tres puestos de la circunscripción de Alicante se han proclamado las candidaturas de los conservadores señores marqués del Boscb y Bushell, el posibilista D. Juan Maissonave, el carlista D. Vicente Calatayud, el fusionista D. Enrique Arroyo y el martista D. Francisco de Asís Pacheco, (La Época, 16.1.1891.
1891.Todavía son incompletas las noticias que existen sobre los candidatos a la investidura senatorial. Sin embargo, los que se conocen son los siguientes: Alicante: D. Francisco de Asís Pacheco (La República, 14.2.1891).
1891. D. Francisco de Asís Pacheco, que no ha logrado obtener el triunfo en las elecciones de diputados á Cortes por la circunscripción de Alicante, aspira á la senaduría (El Día, 14.2.1891).
1892. Procedente de Málaga ha regresado á Madrid el senador D. Francisco de Asís Pacheco (El Día, 19.1.1892), (La Correspondencia de España 19.1.1892).
En 1892 jura el cargo de senador (La Libertad, 9.5.1892).
1897. D. Francisco de Asís Pacheco. La muerte, implacable, ha arrebatado al partido liberal uno de sus mejores hombres. Don Francisco de Asís Pacheco ha fallecido ayer, víctima de breve y funestísima dolencia. Nadie en el periodismo, nadie en la política habrá que no deplore esta pérdida dolorosa. Con el inolvidable Gasset, aquel Gasset precursor de la prensa moderna española y fundador del popular periódico El Imparcial, compartió Pacheco brillantemente las labores periodísticas. Era á la sazón un muchacho y admiraba por la serenidad de sus opiniones, por la profunda reflexión de sus juicios. Más tarde continuó demostrando estas mismas envidiables condiciones en otro diario importantísimo, en El Liberal, y en todas partes fué querido y respetado. Aquel glorioso Martos, escultor de la palabra, contó muchos años con la amistad personal y política de Pacheco, á quien de veras estimaba. Mientras el gran orador vivió, á su lado estuvo en el Congreso Pacheco con lealtad inquebrantable. De muchas comisiones parlamentarias formó parte este llorado amigo y en todas probó, á la vez que la solidez de su erudición amplísima, la fluidez de su palabra convincente. Cuando Martes ingresó resueltamente en el partido liberal, con él ingresó Pacheco, y en nuestro partido continuaba, bien quisto de todos, como lo prueba el hecho de que en la actualidad desempeñaba la dirección de los Registros en el ministerio de Gracia y Justicia, á donde le llevaron, no sólo sus méritos políticos, sino sus bien acreditadas aficiones jurídicas, que eran aficiones, no de principiante, sino de maestro. La muerte de Pacheco será hondamente sentida en el partido liberal. Reciba la distinguida familia del finado nuestro muy sincero pésame. El fallecimiento del Sr. Pacheco ocurrió anoche á las ocho y el entierro creemos que se verificará mañana (El Globo, 28.11.1897).
1897 Pérdida Sensible. El sábado falleció en la corte el que era muy querido amigo nuestro don Francisco de Asís Pacheco, notable jurisconsulto y periodista distinguido, que en la actualidad ocupaba la Dirección General de los Registros, que desempeñaba con notable celo, así como anteriormente ocupó otros altos puestos. El señor Pacheco puede decirse que en Córdoba se dio a conocer en sus estudios, y contaba aquí con gran número de amigos, y era bastante apreciado por su bellos carácter y especiales condiciones. A su distinguida familia enviamos nuestro sentido pésame, y deseamos el descanso eterno del alma de nuestro amigo (Diario de Córdoba, 30.11.1897).
1897 Funerales. Ayer verificaron en Madrid, Iglesia de la Concepción, los de nuestro querido amigo D. Francisco de Asís Pacheco, Director General de los Registros, Los presidieron los ministros señores Goizard, Puigcerver y Capdepón. El féretro iba conducido por una carroza tirada por seis caballos. En honor a la memoria del finado dedicaron gran número de coronas, y la concurrencia fue extraordinaria. ¡Descanse en paz el alma del finado! (El Comercio de Córdoba, 30.11.1897).
1897 Víctima de una rápida enfermedad ha fallecido anoche á las ocho en Madrid el distinguido escritor y honrado hombre público D. Francisco de Asís Pacheco. Su muerte, que á todos ha sorprendido, ha causado dolorosísima impresión á cuantos se honraban con su amistad y apreciaban los dotes de su clara inteligencia y bondadoso carácter. El Sr. Pacheco era de aquellas personas que inspiraban profunda y verdadera simpatía y que no ha tenido en su vida un solo enemigo. Fue escritor correcto y castizo, trabajador infatigable y orador de mucha doctrina. Ha muerto á la edad de 45 años; era natural de Lucena (Córdoba), hijo del general de su apellido y sobrino del eminente jurisconsulto D. Joaquín Francisco Pacheco. Muy joven todavía obtuvo el título de doctor en derecho y canónico, escribió en algunos periódicos de provincias, y más tarde en la corte, hizo brillantísimas campañas en “El Orden”, “El Imparcial”, “El Liberal” y “La Revista de España”, siendo sus trabajos en el segundo de dichos periódicos, donde alcanzó más renombre: Ha sido varias reces diputado á Cortes y estaba afiliado al partido liberal, perteneciendo al matiz más democrático. Desempeñó con inteligencia y acierto les direcciones de administración local y de los Registros: la cual le había sido confiado al entrar el Sr Sagasta en el poder.
En algunas combinaciones ministeriales cuando la izquierda dinástica tuvo más fuerza, figuró en candidatura para una cartera, fue autor de varios libros que adquirieron mucha circulación, siendo el más notable y popular “La ley del jurado comentada”. Mucho es el sentimiento que nos ha causado esta desgracia de ver morir en lo mejor de su vida á un antiguo compañero en la prensa, de tan relevantes cualidades de carácter tan angelical que parecía un niño y de un entendimiento tan sano y poderoso. Descanse paz y reciba la excelente compañera de su vida, su padre el general Pacheco y toda su respetable familia la expresión de nuestro dolor (El Isleño, 1.12.1897).
UN MUERTO ILUSTRE
Al correr de la pluma dimos cuenta ayer del inesperado fallecimiento del que, fue en vida, nuestro distinguido correligionario D. Francisco de Así Pacheco, en la actualidad director general de los registros de la Propiedad y del Notariado. Si otra razón no existiese para que dedicásemos al Sr. Pacheco un lugar preferente en las columnas de El Liberal, habría siempre dos que por igual nos obligan: la primera la de que era el distinguido finado un periodista instigue que a su laboriosidad y á su talento bien probados en las columnas de El Imparcial, de La Revista de España y de otras publicaciones debió reputación y crédito, fama y renombre legítimamente conquistado; hijo preclaro de la prensa, es la prensa en primer término la que con su muerte está de luto. La segunda de las razones á que nos referimos es de otra índole y vamos a exponerla con toda lealtad, con toda la nobleza con que procede siempre el que estimándose a sí mismo aspira a ser estimado por los demás. Los accidentes de la política, accidentes que dentro de un mismo partido, unas veces con razón y otras sin ella, colocan aparentemente al menos, como incompatibles ó como contarios intereses que en la realidad son comunes, había dado origen más de una vez a que El Liberal no pudiese colocarse al lado del Sr. Pacheco sin faltar a sus deberes más elementales: hubo una elección de diputados a Cortes hecha por los conservadores y en la cual el Sr. Pacheco obtuvo el tercer puerto de la circunscripción de Alicante, en virtud de combinaciones que no hemos de analizar ni de juzgar ahora; más tarde elementos inquietos o ambiciosos pretendieron colocar de nuevo la candidatura del Sr. Pacheco enfrente del Sr. Arroyo, propósito quo no prosperó porque aquél supo conducirse caballerosamente y demostró además un claro sentido político y un alto espíritu de disciplina de partido; mucho más recientemente, políticos ambiciosos trataron de colocar al Sr. Pacheco, no ya enfrente del Sr. Arroyo, sino del Sr. Romero Paz; también entonces el Sr. Pacheco supo reprimir los propósitos egoístas de los que todo lo posponen al interés personal, y se negó resueltamente a que sirviese su nombre como bandera de la disidencia; pues bien, al llegar la hora de hacer justicia a los grandes merecimientos de los que fueron, El Liberal que supo cumplir con su deber colocándose enfrente del Sr. Pacheco cuando el cumplimiento del deber le aconsejó que así lo hiciese, es hoy también el primero que acude a tributar el merecido homenaje de respeto y de admiración al periodista ilustradísimo, al escritor correcto, al orador elocuente, al hombre honrado cuyo paso, aunque rápido, por el foro español y por el Parlamento Nacional, deja en ambos huella imperecedera de su talento, de su integridad y de su inteligencia.
En aquella sesión famosa en que se discutió y votó la ley aplazando las elecciones municipales de 1893, el Sr. Sagasta comisionó al Sr. Pacheco para sostener y levantar aquel debate, en el que el obstruccionismo había llevado su resistencia hasta los límites de lo imposible; si Pacheco en su historia parlamentaria no tuviese otro título a la consideración de sus conciudadanos, serial éste más que suficiente para garantírsela. La redacción de EL LIBERAL, ofrece á la familia del Sr. Pachaco el pésame más sentido, tanto más cuanto que siendo la prensa la familia del muerto, es ella la que recibe el testimonio de que hablamos (El Liberal –Alicante, propietario Enrique Arroyo y Rodríguez-, 1.12.1897).
1897. Entierro del Señor Pacheco.
Se ha verificado esta mañana y ha sido una espontánea y verdadera manifestación de duelo de cuantos en vida lo trataron. El cadáver envuelto en un hábito religioso y encerrado en magnífico féretro metálico, fue llevado al cementerio de San Justo en una carroza-estufa, de la funeraria de la calle Preciados, con tiro de seis caballos empenachados de negro y servidos por igual número de lacayos con blancas pelucas. De la crestería y adornos del coche fúnebre pendían magníficas coronas, homenaje de profundo afecto al finado. Entre ellas se contaba una de su atribulada viuda doña Obdulia Robles (Nisarre), otra del Ministro de Gracia y Justicia, de la dirección general de los Registros, de la de Penales y de la Subsecretaría; de su antiguo y leal amigo Conrado Solsona, su antecesor en el importante cargo que el finado ha desempeñado, de don Diego Pequeño, y varias de individuos de su familia. La comitiva se organizó abriendo la marcha el clero de la Concepción con cruz alzada que entonó responsos frente a las iglesias de Calatrava y Santa María. Seguía al coche fúnebre llevando a uno u otro lado porteros de Gracia y Justicia con hachas encendidas. En pos del cadáver iba el duelo a pie. Presidido por los ministros de Gracia y Justicia, Hacienda y Gobernación; el respetable magistrado y hombre público señor Martínez del Campo, ex vicepresidente del Senado, el subdirector de Registros Sr. Oliver (Bienvenido Oliver y Esteller), el reputado orador sagrado Sr. Anaya, D. Rafael Pacheco. D. José Robles (Nisarre) y algunos individuos más de la familia. El cortejo fúnebre se dirigió al cementerio de San Justo pro las calles de Claudio Coello y Serrano, Puerta del Sol, calle Mayor y Cuesta de la Vega, donde el duelo subió a los coches. En el cementerio se rezó una misa y el cadáver recibió tierra cristiana. Con los rezos que al cielo se elevaban pidiendo a dios el eterno descanso de don Francisco de Asís Pacheco, se confundió un coro general de alabanzas merecidísimas para el malogrado hombre público a quien atajó la muerte a mitad de su brillante carrera y para el amigo cariñoso en quien resplandecían inmensas bondades y méritos indiscutibles. Al entierro han concurrido, entre otras muchas personas conocidas, los Sres. Gamazo (Germán Gamazo), Benayas (Manuel Benayas Portocarrero), Mirelles, Santamaría de las Paredes, Sánchez Román, Barroso, Esquerdo, Capdepón y Valarino, Solsona, Moya (Miguel Moya Ojanguren), Aguilar, Aura Bononat, Alvarado, González D. Alfonso, Montejo y Rica, Araus (Mariano Araús Pérez), Alonso Martínez don Severiano, Martínez Rivas, Nicolás Martín, Corrales, Osorio, Burell, Muro, Arce, Luis González, Pequeño, Coig, Escosura, Díaz Moreno, Cañabate, Bugallal, D. Gabino y D. Darío, Aparicio, Bances, general Martínez Espinosa, Junguitu, Aurioles, Aragón, Pastor Díaz, Teruel, Moreno (José Moreno Rodríguez), Lage, Arrazola, Suárez Inclán, Zaragoza, Alonso Magadán, Zaldos, Cristino Martos, Pulido, Ozcariz, Balbiani, Torres Lanza, Frías, Martínez Fresneda, Alba, Castaño, García Talavera, Mellado (Fernando Mellado Leguey), José Robles Guirado (primo de Obdulia Robles Nisarre), Madrid Dávila, José Cárdenas (José de Cárdenas y Uriarte), Rodrigáñez, Santa Cruz, Quijano, Villalba, Villarinas, Franco, Laserna, Negro, Cuartero y otros.
En el duelo se distinguía por su honda pena D. Enrique Ros, amigo íntimo del finado y persona de los mayores prestigios en el distrito de Sagunto que ha representado en el Congreso el Sr. Pacheco. Descanse en paz nuestro querido e inolvidable amigo. El Liberal, 30.11.1897.
Era Ministro de Justicia el liberal Alejandro Groizard y Gómez de la Serna (Madrid, 18 de junio de 1830 - El Escorial, 5 de septiembre de 1919). Había sido ministro de Fomento entre el 21 de diciembre de 1871 y el 20 de enero de 1872, año en el que también ocupó la cartera de Gracia y Justicia entre el 26 de mayo y el 13 de junio. Participó en las elecciones de 1876 en las que obtuvo un escaño de diputado por Alicante, escaño que volvería a obtener en 1879 y 1881.
Era Ministro de Hacienda el liberal Joaquín López Puigcerver (Valencia, 18 de noviembre de 1841-Madrid, 28 de junio de 1906).
Era Ministro de Gobernación el liberal Trinitario Ruiz Capdepón (Orihuela, (Alicante) 20 de agosto de 1836 - Madrid, 13 de febrero de 1911)
Luis Robles Teigeiro, Málaga 2017.
Anexo: artículos de algunas revistas
OSSORIO Y BERNARD, Manuel (1903). «Pacheco (Francisco de Asís)». Ensayo de un catálogo de periodistas españoles del siglo XIX. Madrid: Imprenta y litografía de J. Palacios.
Pacheco (Francisco de Asís). Doctor en Derecho, hombre político y periodista. Nació en Lucena (Córdoba) en 4 de Enero de 1852 y falleció en Madrid en 21 de noviembre de 1897. Fue director de La Voz del Pueblo, (Córdoba), “La Concordia” (Coruña), «La Nueva España», «La Revista Contemporánea, de Madrid; redactor de «El Imparcial» (1867), «La América», «El Orden» (1873} y «El Liberal»(); colaborador de «La Ilustración Española», «El Día» 1881, «Revista de España», «Revista de los Tribunales», la «Hispano-Americana» y la de «Legislación y Jurisprudencia, y de «El Tiempo», de la Habana.
Revista Europea
Se publicó entre 1874 y 1880. Se cita en filosofía.org:
La Revista Europea representa uno de los pilares de la renovación filosófica en lengua española que se gestó durante las últimas décadas del siglo XIX.
Al iniciarse Revista Europea estaba ya consolidada Revista de España (1868-1893); y cuando Revista Europea llevaba ya publicados 94 números, apareció Revista Contemporánea (15 de diciembre de 1875-1907), que se iba a convertir de hecho en competidora suya (el jovencísimo neokantiano José del Perojo, fundador de Revista Contemporánea, colaboró con varios artículos en Revista Europea entre los números 56 y 76, entre marzo y agosto de 1875).
«A principios de Diciembre aparecerá una revista titulada Revista Contemporánea, dirigida por nuestro paisano D. José del Perojo. Será de la misma índole que la Revista Europea. Perojo quería comprar a Medina y Navarro la propiedad de ésta. No se arreglaron, y este es el origen de la citada Revista Contemporánea. Escribirán en ella Moreno Nieto, Perojo, Montoro y otros. Revilla está encargado de la sección literaria y Federico Balart de la dramática. También cuenta con varios colaboradores extranjeros, cuyos nombres oí leer esta mañana: sólo recuerdo a Fastenrath.» (Carta de Gonzalo Cedrún a Marcelino Menéndez Pelayo, desde Madrid, 24 noviembre 1875, MPEP 1:268.)
En el nº 81, 12.9.1875, escribió Pacheco La literatura contemporánea en Inglaterra, un artículo sobre el libro de Odysse Barot, Historia de la literatura contemporánea de Inglaterra, Ed. Charpentier, Paris, 1874. El artículo comienza con una exposición de motivos: Realizando uno de los propósitos señalados a las tertulias literarias que la sección de literatura del Ateneo ha acordado celebrar un día cada semana, voy a ocuparme hoy de un libro por muchos conceptos digno de llamar vuestra atención...
En 23.2.1879 publicó: Javier Galvete. Reproducía el prólogo que había escrito Pacheco para el libro Obras inéditas de Javier Galvete. Estaba firmado en Málaga en Enero de 1879.
La Revista Contemporánea
Pacheco dirige la revista entre los números 12 al 24 (1877-1879).
Revista contemporánea Tomo 12, 15.11.1877 D. Pedro II, emperador del Brasil, Un rey constitucional.
Revista contemporánea Tomo 12 15.12.1877 Un sistema de educación racional.
Revista contemporánea Tomo 12 30.12.1877 Un sistema de educación racional.
Revista contemporánea Tomo 15 15.2.1877 Un sistema de educación racional.
Revista contemporánea Tomo 13, 15.2.1878 Crónica de la Quincena.
Revista contemporánea Tomo 15, 15.5.1878 Crónica de la Quincena. Firma F.
Revista contemporánea Tomo 15, 30.5.1878 Crónica de la Quincena. Firma F
Revista contemporánea Tomo 15, 15.6.1878 Crónica de la Quincena. Firma F
Revista contemporánea Tomo 15, 30.6.1878 Análisis y ensayos.
Revista contemporánea Tomo 15, 30.6.1878 Crónica de la Quincena. Firma F. Análisis y ensayos.
Revista contemporánea Tomo 17, 15.9.1878 La Conservación del imperio turco.
Revista contemporánea Tomo 17, 30.9.1878 Análisis y ensayos.
Revista contemporánea Tomo 18, 30.11.1878 El Derecho Público.
Revista contemporánea Tomo 20, 15.3.1879 Las Capitulaciones de Francia y Turquía en los siglos XVI y XVII.
Revista contemporánea Tomo 20, 30.3.1879 Las Capitulaciones de Francia y Turquía en los siglos XVI y XVII.
Revista contemporánea Tomo 20, 30.4.1879 La fundación del imperio Otomano.
Revista contemporánea Tomo 20, 15.4.1879 La Grecia Moderna; Extracto de la Nueva Geografía Universal de Mr. Eliseo Reclus, traducida por D. Francisco de Asís Pacheco, que ha comenzado a publicar la casa de los Sres. Perojo, hermanos.
Revista contemporánea Tomo 21, 15.5.1879 Crónica de la Quincena.
Revista contemporánea Tomo 21, 30.5.1879 Crónica de la Quincena.
Revista contemporánea Tomo 21, 15.6.1879 Crónica de la Quincena.
Revista contemporánea Tomo 21, 30.6.1879 Crónica de la Quincena.
Revista contemporánea Tomo 22, 15.7.1879 Crónica de la Quincena.
Revista contemporánea Tomo 22, 30.7.1879 Crónica de la Quincena.
Revista contemporánea Tomo 22, 15.8.1879 Crónica de la Quincena.
Revista contemporánea Tomo 22, 30.8.1879 La misión de la democracia en Europa.
Revista contemporánea Tomo , 15.8.1879 Crónica de la Quincena.
Revista contemporánea Tomo , 15.9.1879 Crónica de la Quincena.
Revista contemporánea Tomo , 30.9.1879 Crónica de la Quincena.
Revista contemporánea Tomo , 30.9.1879 Crónica de la Quincena.
Revista contemporánea Tomo , 15.10.1879 Crónica de la Quincena.
Revista contemporánea Tomo 23, 30.10.1879 Crónica de la Quincena.
Revista contemporánea Tomo 23, 30.10.1879 Un episodio del reinado de Luis XV.
Revista contemporánea Tomo 24, 15.11.1879 Reformas en la organización de la enseñanza. Crónica de la Quincena.
Revista contemporánea Tomo 24, 30.11.1879 Reformas en la organización de la enseñanza. Crónica de la Quincena.
Revista contemporánea Tomo , 15.12.1879 Crónica de la Quincena.
Revista contemporánea Tomo , 30.12.1879 Crónica de la Quincena.
Revista contemporánea Tomo 75, 15.8.1899 Condiciones para el desempeño de la función del jurado.
Revista contemporánea Tomo 75, 30.8.1899 Condiciones para el desempeño de la función del jurado, continuación.
Revista contemporánea Tomo 75, 30.8.1899 De la función del jurado.
La revista recogió tras el fallecimiento de Pacheco: Á la REVISTA CONTEMPORÁNEA comunicó notable impulso al pasar á sus manos, y no es el menor de los méritos de Pacheco, con ser todos tan grandes, la ruda pelea que sostuvo para dar interés á la citada publicación, en esta querida tierra española, donde los más se contentan con leer algún diario. Nunca dejó de prestar su eficaz apoyo á la REVISTA, y ahora mismo, en todo el vigor de su vida, pues apenas pasaba de los cuarenta años, le ha atajado la muerte cuando trazaba nuevos planes para mejorar este periódico (15.12. 1897, Tomo 108).
La América
En 13.1.1873 se recoge como colaboradores a Joaquín Francisco Pacheco y a Francisco de Asís. Joaquín F. había ya fallecido en 1865.
Escribe en el nº 10 una crónica política bajo el título de Revista General (28.5.1873).
Escribe un trabajo criticando la aparición del partido reformista que venía romper, aún más, la unidad de los liberales (13.6.1873).
Revista General, nº 12 (28.6.1873).
Revista General, nº 13 19.7.1873).
Revista de España.
Cogido del índice y por tanto exhaustivo:
1. PACHECO (D. Francisco de Asís). Revista de política exterior.— 28 Agosto 1876, t. M, pág. 565; 13.9.1876, t. III página 139.
2. PACHECO (D. Francisco de Asís).—Pío IX. —28.2.1878, t. Lx, pág. 490.
3. PACHECO (I). Francisco Asís). La paz de Berlín.—13.9.1878, t. LXIV, pág. 57
4. PACHECO (D. Francisco de Asís) .—Boletín bibliográfico. 13 Enero, 28 Junio, 28 Julio, 5. 28 Agosto 1881, t. Lxxviii, página 141; t. Lxxx, pág. 568;
5. PACHECO (D. Francisco Asís).- La política reformista. —13.9.1882, t.Lxxxviii, página 37.
6. PACHECO (D. Francisco de Asís).— La reforma de la enseñanza agronómica.—25.2.1887, t. cxiv, pág:. 510.
Revista Hispano Americana
1. Manuel de la Revilla, Revista Hispano Americana, nº 7, 1.10.1881
2. El Concepto de nación, Revista Hispano Americana, 1.8.1882. Tiene el mismo título que su tesis doctoral.
Anexo. Calle de Pacheco
El Ayuntamiento de Sagunto en 1895, quiso significar su agradecimiento a su Diputado D. Francisco de Asís Pacheco, por sus gestiones en Madrid en pro de los intereses de la población, y al efecto, en sesión de 26.4. de dicho año, acordó cambiar el nombre de la calle Real (Camino Real) por el de Pacheco. No se consultó el caso con las personas que por sus especiales conocimientos podían asesorar a la Corporación en asunto, que aunque parece trivial, entraña cierto interés histórico y administrativo, y sucedió lo que era muy natural que sucediese; se intentó oficialmente cambiar el nombre de la calle Real, nombre antiquísimo, que por si sólo significa y recuerda la franquicia de peaje por la vía de Sagunto a Teruel, concedido por D. Jaime el Conquistador y ratificado por sus sucesores, los monarcas de Aragón, y el pueblo con muy buen acuerdo, rechaza la nueva denominación, por creerla impropia y extemporánea y sigue y seguirá llamando a la calle Real, a la que con más justo motivo, debe guardar su antiguo nombre, que envuelve el significado de lo que ha sido y debe guardarse para enseñanza de los venideros.
Antonio Chabret, Nomenclator de las calles, plazas y puertas antiguas y modernas de la ciudad de Sagunto, Imp. José Vila Serra, Valencia, 1901.
Posdata: La calle recuperó su nombre anterior de Camino Real.
Anexo. Maisonnave
Por favor de Castelar
á Gobernación subió,
y de orgullo se llenó
al verse en aquel lugar.
En Alicante probar
quiso su temple y fiereza,
y tal probó su firmeza,
que por el suelo rodó
porque una bala pasó
por encima de su cabeza.
Melonar de Madrid; semblanzas, bocetos, caricaturas, retratos, fotografías de los tipos, tipines, tipejos y tipazos que por sus hechos, fechorías, méritos y excentricidades, figuran en Madrid ... pintados con sus pelos y señales, Segovia, Ángel María, 1876.