La Respuesta de Rey L. Pratt

Esta carta fué escrita por Rey L. Pratt a Jesús M. Vda. de Monroy como respuesta a la carta que ella envió el 27 de Agosto de 1915, relatando los hechos de la ejecución de su hijo Rafael y el hermano Vicente Morales.

Esta carta - respuesta fue transcrita en el manuscrito "Como llego el Evangelio restaurado al pueblo de San Marcos, Tula de Allende, Estado de Hidalgo", Por Guadalupe Monroy Mera (hermana de Rafael). Este documento solo esta en español.

El día 28 de octubre de 1915 habíamos recibido carta del Presidente Pratt, contestación de una carta que mi mamá había escrito con fecha de 27 de agosto. La carta del Presidente Pratt decía así:

Manassa, Colorado. 21 de octubre de 1915

Señora Jesús M Viuda de Monroy

San Marcos, Hidalgo, México

Mi muy estimada y bien querida hermana:

En mi poder hay su muy atenta y triste carta, fecha 27 de agosto próximo pasado, la cual me ha dado pesar y una tristeza inexplicable, por las tristes y terribles noticias que tiene, y me encuentro incapaz de contestarla por el dolor que siento. Y si la pérdida de un hermano fiel y verdadero, como lo fue el hermano Rafael, y también el hermano Vicente, es para mí una aflicción tan grande, cuanto más no será para su idolatrada madre, su esposa, hijita, y hermanas y en fin todos los hermanos sobre los cuales él había presidido dignamente en la Rama de San Marcos. Pero con verdad, hermana, puedo decir que yo amaba al hermano Rafael como si hubiera sido mi hermano carnal, y al saber de su muerte tan trágica, siento un dolor igual al que sentiría al morir un hermano carnal mío.

Más hay una cosa que me da esperanza, consuelo y aún gozo en medio de la aflicción y todo lo que sufro a causa de lo que ha acontecido al querido hermano Rafael. Y es contemplar la nobleza de su vida, no haciendo nunca caso que mereciera la muerte a manos de hombres ningunos, y que ha muerto haciendo bien en lugar de haciendo mal. Y a muerto un Mártir al Evangelio de Cristo y en el Reino de Dios recibirá la corona de un mártir.

Murió como ha vivido, después de recibir el evangelio, fiel a sus convicciones, y fiel en guardar los mandamientos del Señor y fiel en guardar los convenios que hizo con Dios en las aguas del bautismo, y fiel en honrar el Sacerdocio que había recibido y también el cargo de Presidente sobre la Rama de San Marcos, siempre haciendo todo lo que estaba en su poder para el bien de los hermanos de su Rama y también haciendo todo lo posible para extender la buena nueva y la luz del Evangelio entre los que estaban en tinieblas, aún cuando eso fuera entre sus enemigos y entre los que lo odiaban a causa misma del Evangelio que había abrazado y que estaba enseñando.

¿Qué más pudiera haber hecho hombre? Y a causa de eso yo estoy enteramente seguro que para él todo va bien y que recibirá la Vida Eterna y la Exaltación en la presencia de nuestro Padre Celestial.

Bien sé que la separación es dura y que casi no sabemos como vivir sin él aquí, más debemos consolarnos con el pensamiento de que “Buena milicia ha militado, a acabado su carrera, ha guardado la fe. Por lo demás le está guardado la corona de justicia, la cual le dará el Señor, el juez justo, en aquel día; y no solo a él, sino también a todos los que amen su venida.”

Y aunque la separación aquí es dura, tenemos la seguridad de que en la Resurrección de los muertos, todos seremos otra vez reunidos. Usted tendrá su hijo, su esposa su esposo, y Conchita tendrá a su padre, y yo tendré a mi fiel y querido hermano y amigo, si es que todos nosotros vivimos hasta el fin de nuestras vidas como él vivió, muriendo fiel en todo sentido, como él murió.

En cuanto al consejo que me pide Usted, hermana, para Usted y todos los de su familia, acerca de salir de sus hogares y del país y buscar refugio en los Estados Unidos, mucho y seriamente he pensado el asunto para poder aconsejarles bien. Porque por una mano reconozco lo difícil que les será quedarse en ése lugar y, en la otra mano, no ignoro lo difícil de salir de allí y venir a un país desconocido y pasar en él grandes dificultades a causa de no saber el idioma, y también de no estar acostumbrados a los rigores del clima en el invierno que hay aquí.

Pero en los últimos periódicos que han llegado a mis manos he visto que los gobiernos de los Estados Unidos y de América del Sur han reconocido el Gobierno del general Carranza y también he notado que la gran mayoría del país esta en el poder del mencionado General y he juzgado, si tal es el caso, que mejor sería que quedasen en su casa en esperanza de que ya pronto tendrá fin el intolerable estado de cosas que ha existido en México por tanto tiempo.

En cuanto al lugar de San Antonio, Texas, referido por el Señor Cowley, es un lugar extremadamente lejos de toda Rama de la Iglesia y estarían allí solas enteramente de todos los hermanos de la Iglesia.

Pero en el caso que en lo futuro veamos que sea necesario salir ustedes de México, haré todo lo posible para dirigirles a un lugar donde puedan estar entre los hermanos de la Iglesia y al mismo tiempo en un clima que no sea tan riguroso y donde puedan encontrar algo que hacer para ayudarse a ganar la vida.

Verá Usted, por el encabezado de la presente carta que ya estamos en el Estado de Colorado, habiéndonos cambiado tan solamente la semana pasada. Yo he estado en estos lugares ya tres meses, luchando para abrir una Misión entre los mexicanos que viven en estos lugares, pero mi esposa y mi familia han quedado en Salt Lake City, más ahora todos estamos aquí.

Pero el lugar en que estamos es uno de los más fríos que hay en todo Los Estados Unidos y los inviernos son muy terribles. Pero todos estamos gozando de buena salud gracias al Señor, y gozo tenemos en participarles que ya tenemos una niña nueva. Ya tiene dos meses de edad y la hermana Pratt esta con muy buena salud.

Para todos los de mi familia, la noticia de la muerte de los hermanos Rafael y Vicente, les causó el más profundo dolor y tristeza. Por la presente todos mandan su más sentido simpatía, pidiendo que el Espíritu del Señor venga sobre cada cual de ustedes para consolarles, tal como únicamente el Espíritu puede consolar.

Del Señor McVey he recibido una carta, de que él había recibido la noticia de la muerte de Rafael por una carta que el Señor Bailey le escribió, habiendo él recibido la noticia del mismo Señor Cowley que ha llegado al lugar donde él está.

Manifiesta el señor McVey grande dolor y una disposición de ayudar a toda la familia en todo lo que esté de su parte, en este tiempo de tribulaciones. Dice que ha escrito a Natalia cada semana, pero que de ella no ha recibido ninguna carta desde que salió de México. Yo le voy a escribir hoy mismo en contestación a su carta.

En la nueva Misión aquí parece que el Señor me está bendiciendo, porque en todas partes quieren escuchar el mensaje del Evangelio, y estoy tan ocupado que casi no tengo tiempo para escribir. Pero mi trabajo aquí, meramente temporal, y es para principiar la Obra aquí y esperar a los oficiales de la Iglesia para que vaya yo a México tan luego como las condiciones allí se pongan en paz, para que podamos otra vez obrar en la proclamación del Evangelio.

Pues mi querida hermana, pido para usted, así como para los de su estimable familia, las más ricas bendiciones del Señor, y que Él les mande Su consolación en toda hora de tanta aflicción. Con ansias espero ver el día cuando pueda yo regresar y estar con mis queridos hermanos en la Misión y repartir con ellos sus gozos y sus tristezas y sufrimientos y ayudar en lo que sea posible para aliviar estos sufrimientos y para mí será uno de los días más dichosos de mi vida.

Siento mucho la interrupción de las comunicaciones que hacen a las cartas estarse tanto tiempo en el camino, pero espero que la presente carta llegue sin gran demora en manos de usted, encontrándolas todas bien y gozando de las bendiciones del Señor. Para mí, mi querida hermana, la fe y la resignación por Usted, manifestada en esta su hora de prueba y tribulación, ha sido una de las más grandes inspiraciones de mi vida, y doy gracias al Señor por Usted y por su felicidad en su causa.

Favor de saludar afectuosamente por parte de todos nosotros a todos los miembros de su estimable familia y a todos los hermanos. Y usted reciba el más sincero amor de mí y de mi esposa, mi hermana y todos mis niños, que queremos quedar como siempre sus afectísimos hermanos en el Evangelio de Cristo.

Rey L Pratt

Guadalupe Monroy escribio:

Esta carta nos sirvió de un gran consuelo a nuestras penas y la respuesta a nuestra pregunta de qué haremos. Esto era el resultado que esperáramos el mejor tiempo de las condiciones políticas. Esperar resignadas a que llegara el día cuando viniera el hermano Pratt