Testimonio de Daniel Montoya

Testimonio de Daniel Montoya Gutierrez en diciembre de 1980

Queridos hermanos, en este último domingo del año 1980. Doy gracias a mi Padre Celestial por la salud que estoy gozando hasta estos momentos. Por esta oportunidad que me da el Señor de hablar, algo acerca de mi experiencia. Dios me dio 10 hijos, tres que han muerto y siete que viven, mi familia está creciendo. En el año de 1949 tuve la oportunidad de poder ir al Templo y casarme con mi esposa y mis hijos que fueron conmigo, que fue mi Hijo Abel, Enrique, Alfonso y Margarita y de estos tres han sido casados en el Templo que son Abel, Margarita y Enrique. Les daré una relación de mis hijos y mis nietos.

Mi hijo Ezequiel y su esposa Lolita tiene siete hijos y dieciocho nietos. Mi hijo Daniel y su esposa Maurita tiene siete hijos y cinco nietos, mi hijo Raúl y su esposa Lupita tiene siete hijos y diez nietos, mi hijo Abel y su esposa Maclovia tiene ocho hijos y tres nietos, mi hijo Enrique y su esposa Irma tiene cinco hijos, y mi hijo Alfonso y su esposa Olguita tiene cinco hijos y dos nietos, mi hija Margarita y su esposo Calin tiene 4 hijos.

En total son 43 nietos y 38 biznietos y cuatro más que vendrán a nacer.

De diez y siete matrimonios de mis nietos, seis se han casado en el templo, ojalá que todos los nietos y biznietos, cuando piensen casarse se vayan a casarse en el templo. Me es grato conocer tantos nietos y biznietos, y saber que algunos han salido a la misión. Por mi parte uno de mis hijos fue a la misión. Que fue mi hijo Abel. De mis nietos que han salido a la misión son:

De Mi hijo Ezequiel, tres hijos que son: Evelia, Rafita y Marcos.

De mi Hijo Daniel, Oscar Montoya

De mi hijo Abel cuatro que son Moroni, Abel, Luis y Hugo que se encuentra ahorita en Querétaro.

En total 8 nietos han salido a la misión y más que saldrán.

Han sido buenos misioneros porque siguen progresando en los cargos que ellos tienen. Mi hijo Enrique a pesar de su profesión, presta sus servicios al Señor. El aunque no fue a la misión, esta trabajando como primer consejero de la misión Mexico Guadalajara.

Es una bendición de Dios tener un doctor en la familia, porque cuando alguien está enfermo, él nos alivia. La voluntad de Dios lo ha bendecido mucho.

Mi nieto Jorge Montoya, tampoco fue a la misión, pero esta ocupando el puesto de Obispo en Mexico, mi nieto Ruben Montoya, tampoco fue a la misión, pero el señor ha querido que el sea obispo. Mi nieto Moroni el si fue a la misión y hoy en la actualidad es Obispo en Hermosillo.

Mi yerno Calin es obispo en este barrio de San Marcos, el también fue a la misión. Es honroso que en la familia haya cuatro obispos en la familia que estén trabajando para el Señor hoy en día.

Agradezco al Señor que puedo dar esa relación de mis seres queridos, porque sirven al Señor. Agradezco a Dios porque me ha alargado la vida, por tener 88 años y a mi esposa 82, y estoy conociendo hasta la cuarta generación.

Mis queridos hermanos, es bastante grande este testimonio que yo he podido dar. Y si alguien ha tenido oportunidad de tomar nota, ya vemos cuantos biznietos y cuantos nietos he tenido, Dios me ha prestado la vida y la salud para poderlos ver hasta en estos momentos, no se hasta donde voy a llegar yo.

Dios me ha alargado la vida, Dios me ha bendecido, Dios me ha cuidado. Y estoy contentamente contento por estar en el evangelio. Estoy cierto y seguro sino fuera por este evangelio, yo no viviera, sin embargo, tengo testimonio del Señor que Dios me ha librado. Yo he sido dos veces que me han querido matar y fusilar, pero mi Padre celestial me ha guardado hasta en estos momentos. En San Miguel Vindho ahí yo iba a ser matado, pero una hermana, que no recuerdo su nombre, pero mama de Isauro Monroy. Esta hermana se acerco a mi diciéndole a estos hombres que no me mataran, entonces ella se paró enfrente y ella fue la que a mi me resguardo. Entonces otro soldado dijo, no le hagas nada, déjalo, el me va a dar lo que yo quiera, porque ellos querían robarme dinero de la caja de dinero y me querían robarme cigarros. Sin embargo, yo me puse y le dije, No señor no es mío, y el otro soldado me dijo déselos, yo se los pago.

Otra vez aquí los Villistas aquí (en San Marcos) me andaban buscando para matarme, porque me habían calumniado, no calumniado, porque fue cierto. Los Carrancistas me tomaron y me preguntaron “por dónde tocan los clarines los zapatistas”, yo les dije “pues tocan por allá en el cerro”. ¿Y me dijeron “Y no puede llevarnos?”. Me llevaron por el Godo, y me dijeron “cuando usted vea que vamos a pelear usted baja corriendo hasta abajo y si alguna cosa pasara usted nos avisa”.

Fueron al Godo y se llevaron los caballos y se llevaron una yegua y un potrillito recién nacido chiquito eso es lo que me daba mas tristeza. Entonces bajaron otra vez y les dije se llevaron una yegua y esa yegua tiene un potrillito, no puede caminar y y ahí en la calzada ahí los alcanzamos, y le dieron una paliza tremenda, y el general dijo yo no he mandado que le quiten caballos con portillitos.

Y llegue a casa de Rafael Monroy aquí en San Marcos. Y ahí pusimos al caballo y el potrillo. Y entonces los villistas me empezaron a buscar. Aquí Jesusita que nunca me dijo Daniel sino me llamaba de hijo, me dijo “Hijo yo sé que te andan persiguiendo, escóndete aquí.” Y ahí me escondieron. Era el tiempo del maíz que estaba grande, elotes, y ahí me escondieron. Había un árbol grande ente medio de la milpa, y ahí me iba en el día, y ahí estaba mirando y mirando a ver quien venía.

Hasta llegando la noche ya sabia donde me dejaban mi comida, y salía yo a comer y una vez comido me volvía a esconder. Todo el tiempo escondido, varios días. Hasta que los carrancistas ganaron y se vinieron de vuelta, y les avisaron a ellos que estaba escondido, y dijeron “no échenlo fuera, que se venga con nosotros”.

Ellos andaban buscando para matarme, este es mi corto testimonio que yo doy a ustedes de mi vida, puedo decir de mi vida, de lo que he sufrido y de lo que me ha pasado y esto es lo que digo en el nombre de Jesucristo. Amen.