Historia de Rey Lucero Pratt

Rey Lucero Pratt escribio sobre Rafael Monroy en su historia personal. Hay una parte de ella que se llama "Look to the Rock from Which Ye are Hewn" escrita por Mary Pratt Parrish, Parrish siendo su nombre de casada, Mary es hija de Rey L. Pratt. La familia nunca usó el nombre de Mary, toda su vida la conocieron como "Nena". Este libro contiene relatos de varios antepasados, pero más de Rey. Nunca se publicó como libro oficial, tiene forro de cartulina, pero ha sido muy interesante.

Este contenido fue compartido por Doratha Young (Pratt apellido de soltera) quien es sobrina de Rey L. Pratt

"El 28 de agosto de 1913 se pidió que todos los Americanos salieran del país de México. Rey hizo arreglos por medio de la Embajada para que él y su famlia y los élderes salieran de México por vía de Veracruz esa noche. Antes de salir Rafael Monroy vino a la oficina a despedirse de ellos. Rey decidió ordenar élder al Hermano Monroy y apartarlo para presidir sobre los hermanos en el pueblo de San Marcos."

Cuatro años después pudo conseguir permiso de regresar a México y la historia dice lo siguiente:

"Durante sus viajes entre los miembros, Rey escuchó muchas tristes historias de enfermedad, sacrificio y muerte. Una de las historias más conmovedoras fué la historia de Rafael Monroy. Rey fué a San Marcos especialmente para visitar a su mamá, la Hermana Jesús M. de Monroy. Ella le relató detalladamente de la muerte de su hijo Rafael y de su amigo Vicente, como se los llevaron y como sus hijas habían procurado su libertad y ellas mismas fueron hechas prisioneras.

Natalia, la hija mayor, contó que su madre corrió todo el día de un oficial a otro procurando su libertad, pero sin ningún resultado. Los dos hombres fueron torturados y aún colgados del cuello hasta que se desmayaron para que dijeran donde tenían escondidas armas, algo que no podían hacer ya que no tenían armas. Natalia dijo que a través de todo Rafael mostró gran valentía, fé y perdón. Como a las 8 de la noche él y Vicente fueron llevados afuera y los mataron. Las tres hermanas encarceladas esucharon los balazos y supieron que su hermano estaba muerto.

La Hermana Monroy pasó la noche buscando los cuerpos, cuando se enteró que habían muerto. Nadie le pudo decir donde estaban hasta las 4 de la mañana. Intentó que alguien le ayudara a llevarlos a su casa, pero nadie se atrevía a ayudarle porque los Zapatistas habían dicho que si alguien ayudaba, también los matarían.

En la mañana, los soldados hicieron preparativos para llevarse a las muchachas, pero la Hermana Monroy fué con el General y le imploró que no se llevara a sus hijas ya que habían matado a su hijo. Parece que esto le tocó el corazón al General y dejó en libertad a las muchachas.

Natalia preparó los cuerpos para su sepultura. Margarito Sánchez y su hijo hicieron los ataúdes. La familia manifestó el deseo de no buscar venganza, pero dejar el asunto en las manos del Señor."