El sueño de un lecerano

                                                EL SUEÑO DE UN LECERANO

 

Una noche yo soñé

que por el aire volaba,

lucía la luna llena,

no había rayado el alba.

 

Tras un día caluroso

en el rostro se notaba

una brisa fresca y fina

que anunciaba la mañana.

Como una lluvia de estrellas,

lágrimas de San Lorenzo,

chispeantes y fugaces,

rayaban el firmamento.

Un pueblo se divisaba

con una torre preciosa,

destacando por su altura

y estampa majestuosa.

Presentí que era mi pueblo,

al pasar las eras altas

y el pilón del Olivar,

se tocaban ya las casas.

Más adelante la escuela

recuerdos de niño son:

mis maestros y un letrero

de "Orden y Aplicación".

Pasé por las cuatro esquinas

calle Mayor, Callejón,

por la plaza del Herrero

y la esquina Ferrerón.

Desde el barrio de la Dula,

por la esquina Ferrerón,

a la plaza de la fuente

volando sobre el Cantón.

Cruzando la carretera,

que conduce a Zaragoza,

a un lado las eras bajas,

al otro lado La Poza.

Al pasar por la Salada,

de parte de la estación,

se oyó el silbido de un tren

que transportaba carbón.

De la venta de San Jorge

al corral de Gasparico,

mas del Turco y de don Jaime,

tierra de viñedo rico.

Sobrevolé la Malilla,

y también los Aliagares,

donde las juntas de viña

se contaban por millares.

Por la balsa la Matilla

corral de Antón y del Ciego,

Loma Gorda, Fandeguero,

corral del Morrudo luego.

La balsa del Agua Amarga,

Sabinoso y Pinaré,

por el alto el Portachuelo,

mas del Canelo después.

Remontar el vuelo tuve

al pasar por La Cucuta

y tomar un fuerte impulso

para continuar la ruta.

Pino de las Manolitas,

una gran masa verdosa

se divisaba de arriba

mientras volaba a Las Clochas.

Por la val de la Chineta

dejando los Blanquizares

y la fuente Piñispera

volé sobre romerales.

Pasé el corral de Regalo

y el barranco de Muniesa,

la cuesta blanca a lo lejos

y túnel con vía estrecha.

Por la casilla Las Muelas,

y Santa Bárbara luego,

lomas de La Moratilla

y balsa del Pajarero.

Llegado que hube a la Val

y a la Rueda del Teniente,

al continuar Val a bajo

tuve que cruzar el puente.

Carretera de Albalate

y la balsa de la Higuera,

ermita Santo Domingo

y estancos de la Grallera.

El frescor de la mañana

hizo de despertador,

preludio del nuevo día,

llegando estaba el albor.

La ventana estaba abierta,

Lucero del Alba enfrente,

como estrella solitaria

última y resplandeciente.

Un tañido de campana

escuché con atención,

el ángelus matutino

invitaba a la oración.

Hora fue de levantarme,

para ir a la procesión

del camino de la ermita

de nuestro Santo Patrón.

Pues era el cuatro de agosto

día de fiesta mayor;

el cinco la gran carrera,

tres pollos al ganador.

 

Una noche yo soñé

que por el aire volaba.

                                    Lécera 4 de Agosto de 1939

                    NOTA: No se cita al autor por deseo del mismo.