Ildefonso Conesa Ibáñez

Ildefonso Conesa Ibañez

© Jaime Cinca Yago

 

 Antes de referirme a D. Ildefonso Conesa Ibáñez, quiero dar algunos datos de su padre, don Ildefonso Conesa Izquierdo, que además fue su antecesor en el ejercicio de la profesión de Practicante Titular en Medicina y Cirugía en Lécera (lo que hoy llamamos ATS). Nació en Aliaga (Teruel) el año 1854; de joven, dejó su pueblo natal para trasladarse a Alboraya (Valencia), donde vivía una hermana suya casada en ese pueblo, población donde fija su residencia y desde la que diariamente se desplazaba a trabajar a Valencia, habida cuenta de la proximidad de ese pueblo con la capital. En la tercera guerra Carlista combatió en el bando carlista hasta que fue hecho prisionero y deportado a Puerto Rico para servir como sanitario en el Ejercito Colonial. Donde permaneció desde el mes de marzo de 1876, hasta el mes de junio de 1880 en que quedó libre y volvió a España. El 21 de septiembre de 1882, hizo constar su suficiencia en la Universidad de Zaragoza y el 30 de noviembre del mismo año, de Orden de S.M. El Rey Don Alfonso y en su nombre el Ministro de Fomento, le fue expedido el título de Practicante. Se estableció en Lécera para ejercer la profesión, donde contrajo matrimonio y se afincó para siempre. La Alcaldía Constitucional de Lécera, en Junta Extraordinaria el día 17 de septiembre de 1903, le nombra Practicante de la Beneficencia, con la obligación de asistir a las familias pobres, y desde esa fecha, ejerció la Titular hasta que ésta pasó, también por nombramiento municipal, a su hijo Ildefonso.

    

    Me ocuparé ahora del protagonista de este artículo, don Ildefonso Conesa Ibáñez. Nació en Lécera y era el menor de tres hermanos: Nieves, Antonio y él.  Cursó estudios en la Facultad de Medicina de Zaragoza bajo la dirección de los doctores don Felipe Sáez de Cenzano (Inspector Provincial de Sanidad y profesor en la Facultad de Medicina) y don Ricardo Lozano Monzón (Catedrático de Patología Médica y Quirúrgica); siendo Rector de la Universidad don Ricardo Royo-Villanova.

 

    El Título de Practicante le fue expedido por S. M. el Rey Don Alfonso XIII, y en su nombre el Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, el 16 de octubre de 1916; y registrado en Madrid (Registro General de Títulos, folio 153, nº 215).

 

    Al cesar su padre en el ejercicio profesional, le fue asignada la plaza de Practicante Titular de Lécera y su Beneficencia. La Beneficencia, suponía la percepción de una pequeña asignación mensual fija y la obligación de asistir gratuitamente a los vecinos pobres de solemnidad y a los transeúntes sin recursos; lo que acarreaba asistir a partos de gitanas que hacían coincidir su estancia en Lécera con el final de su embarazo, porque sabían que, en el hospital o bien en la paridera de ganado donde solían cobijarse, tenían asegurada la asistencia al parto y aunque era gente que legendariamente se valían de la madre o la suegra para estos menesteres, ya había algunas familias, que sabían al peligro que se exponían, y se aprovechaban de esta humanitaria concesión municipal lecerana.

 

    Desde su nombramiento como titular, y hasta que se cubrió la vacante de Comadrona, en Lécera (sobre los años 60), más del 90 por ciento de los nacidos, salieron del claustro materno con ayuda y el buen hacer de don Ildefonso. Hubo años, como el de 1924, que asistió mas de cien partos, sin contar los de las gitanas, que se ignoran (porque no inscribían a los nacidos en el Registro Civil).

 

    Dado que los ingresos profesionales procedentes del ejercicio como Practicante eran exiguos en aquellos años, se procuró otros complementarios estableciéndose como peluquero-barbero, oficio en el que era maestro y buen enseñador; en su peluquería se formaron profesionalmente, desde aprendices, personas que luego pasaron e ejercer de oficiales-barberos en prestigiosas peluquerías de Madrid y Barcelona.

 

    En "medicina y cirugía menor", fue un buen profesional, el pueblo entero lo manifestó siempre y ahora lo pueden corroborar las personas muy mayores que todavía existen.

 

    En cuanto a "extracciones dentarias", tenía mucha pericia, con anestesia o sin ella, a elección del paciente. Labor que ejecutó hasta que algún médico dentista comenzó a visitar el pueblo y él pudo liberarse de esta tarea.

 

    En "partos normales", a los que estos profesionales estaban autorizados, fue un verdadero especialista, porque siempre supo, en el reconocimiento previo que realizaba a la parturienta, cuando se trataba de una presentación normal o un parto distócico y por tanto de mayor dificultad, en cuyo caso requería la actuación del Médico.

 

    En los cortos periodos de tiempo que el pueblo carecía de médico, lo sustituyó con acierto y desde  agosto de 1936 hasta marzo de 1938 -periodo de la guerra civil en que Lécera estuvo bajo el dominio del bando republicano- se hizo cargo de la farmacia por ausencia y designación de su propietario, don Pedro Muniesa Latorre, y ejerció la función de farmacéutico hasta que ese regresó.

 

    Toda su vida profesional la dedicó a los vecinos de su pueblo natal y estos siempre mostraron agradecimiento al señor Alfonso que, día tras día y noche tras noche, siempre estaba dispuesto para asistir a quién necesitase sus servicios. Nunca tuvo vacaciones y el cariño a su persona se manifestó, con creces, el día de su sepelio; pues creo que el pueblo en masa asistió a su misa funeral. La Iglesia estaba llena y todavía quedaron en la plaza de la Iglesia personas por entrar. Sus hijos no olvidan este gesto.

 

    Se casó con Cándida Gimeno Quílez, natural de Lécera que falleció muy joven, dejándole seis hijos que mantuvo bajo su patrocinio hasta fueron mayores y se independizaron. No contrajo nuevas nupcias ni le faltó el cariño filial; sus hijos lo quisieron y respetaron siempre y cuando quedó solo por la emancipación de éstos, su hija Nieves, con su numerosa familia, se trasladó a la casa paterna para cuidar de él, hasta su óbito. Abnegación de hija, que sus hermanos agradecieron.

 

    Como buen lector, adquirió una cultura muy aceptable. Se mantuvo al margen de la política siempre, por lo que fue estimado y respetado por personas de todas las tendencias. Fue corresponsal de algunos periódicos y revistas de tirada nacional hasta el mes de agosto de 1936, y corresponsal de Heraldo de Aragón, labor que no dejó hasta que falleció. Como entretenimiento, escribió algunas poesías, como la titulada "Morros de a Palmo" y otras que dedicó a parientes y amistades.

 

    Estando ya jubilado, en la Asamblea anual que celebran los Practicantes de la provincia de Zaragoza el día de San Juan de Dios, recibió un homenaje de sus compañeros de la Provincia y el Presidente de Colegio Provincial don José Antonio Conget, después de elogiar sus meritos profesionales, le entregó un diploma con el nombramiento de Colegiado de Honor, entre aplausos de sus compañeros asambleístas. Como colofón a este acto actuó, con gran acierto, el Cuadro de Jota que dirigía, el también lecerano y gran Jotero, Jesús Gracia.

 

    Para terminar el relato de estos datos biográficos, resaltaré que los hijos de don Ildefonso recibieron un escrito, fechado el 16 de Julio de 1974, en él que el señor Alcalde  de Lécera y toda la Corporación hacían constar su sincero y sentido pésame por el fallecimiento de su padre, "toda vez que su entera vida estuvo dedicada humana y sanitariamente al servicio de todo el  vecindario (palabras textuales del escrito)". Ellos lo conservan y lo tienen muy presente, porque consideran que el Sr. Alcalde transmitía el sentimiento popular.

                                2 de agosto de 2006