Añoranzas
AÑORANZAS
Si hubiera otro nacimiento,
ver la luz también quisiera,
y que en la villa de Lecera
fuera el acontecimiento.
Poder así recordar
la infancia y la pubertad;
jugar en los Corralazos
subir y bajar ribazos
y con la imaginación
recorrer toda extensión,
entre las Cucutas y Gasparico
y entre Campiseco
y la estación.
¡Campos de mi pueblo son!
que merecen la atención,
de este humilde lecerano
que dejó el pueblo temprano,
cumpliendo la obligación
de servir a su nación.
Ahora yo, caminaría
por todas estas partidas
en las que están divididas
del término, la extensión
y feliz también sería,
de ir de mojón a mojón.
Pero como soy anciano...
y el tiempo no pasa en vano
(tener, si tengo reaños,
pero me sobran los años)
y si no lo puedo hacer personalmente,
lo ejecutaré descansado, con la mente;
y por todo indumentario
si no fuera octogenario:
una mochila, un sombrero,
un garrote y buen calcero.
Mochila al hombro y sombrero en la sesera,
tomaría el camino más corto a Piñispera.
Por el Bolar al corral del Regalo y descansaría
al sol o a la sombra, según el día;
luego, en Piñispera almorzaría,
llenando la cantimplora de agua fría.
En las Clochas procuraría estar al medio día;
(lugar donde estuvimos desplazados,
por motivo de la guerra y los soldados).
Desde aquí a Las Manolitas hay un paso
y luego coronaría las Cucutas, muy despacio,
desde su pilón (con los gemelos), otear
y con mucha atención escudriñar,
la venta San Jorge, la estación,
la Matilla, la Sarda y el Sardón.
Una vez descansado, meditar
sobre otros recorridos a caminar;
añorando los años consumidos
al observar los maderos carcomidos,
del corral del Curro y el mas de Canelo,
donde pernoctaría,(cual mochuelo).
Me despertaría con el cantar de las perdices,
me asearía un poco, la cara y las narices,
respirando con ansia los aromas placenteros,
que desprenden: los tomillos, sisallos y romeros,
los pinos, el espliego y las sabinas,
para almorzarme después, la lata de sardinas.
Y para que sienten bien, buen chaparrazo
con la bota de vino cosechero;
regresando después por el Decantadero
(con paso firme y no darme un morrazo),
bajando por el Portachuelo a Pinaré
y aquí sacudirme un tentempié.
Seguir al Sabinoso, los Blanquizares
y china chana a otros lugares,
llegando al pueblo en un periquete,
por el camino que viene desde Oliete.
Y aquí haciendo un inciso,
antes de continuar el compromiso,
de seguir, del término su descripción;
comentaré algo, su producción:
tenemos hierbas y pastos,
uvas, centeno, cebada y trigo,
(pero como me dice un buen amigo,
cuando en el pueblo no llueve, ¡pintan bastos!)
ovejas que nos dan lana y corderos,
las vides, los buenos vinos
y en diciembre los tocinos,
que sacrifican los carniceros.
Esto es historia
que yo quisiera
como una noria
se repitiera.
Son otros tiempos
hay otros vientos,
y es un avance
que vuelva el Dance.
Y si algún otro rito
de ancestral hábito,
también volviera;
yo, muy alegre dijera:
¡ánimo leceranos!,¡viva Lecera!
Terminado este inciso
continuar es preciso
el relato iniciado
y verlo terminado.
Mi segundo recorrido haría
(también con el pensamiento) en todo el día;
saliendo del pueblo por el pilón del Olivar
despacio, la carretera alcanzar
y subirla caminando,
y por la ermita pasando
llegar hasta la Casilla,
volver por la Moratilla
y monte través cruzando
llegamos a la estación,
no veremos ni un vagón
y yo lo vi funcionando
por esta ruta maltrecha,
era un tren de vía estrecha.
Carbón y hombres transportaba,
además también llevaba
el correo y mercancías,
todos los años y días.
Aquí fuerzas repondría
y siguiendo por la vía
hasta la venta San Jorge, en otra etapa,
puesto que el tiempo se escapa,
y quiero volver de día
que la tarde será fría.
Después al mas de Pitarque
y volver por la Salada.
¡y sin cansarme, ni nada!
¡a ver quien me da a mi un jaque!
El último recorrido
y pasando por la Poza,
saldría muy de mañana,
como quien va a Zaragoza,
desviándome un poquico
llegaría a Gasparico,
para entrar por Cañartosa
y meterme en los viñedos,
que no son poquita cosa
los caldos de allí extraídos.
Cruzar por los Aliagares
al corral de la Matilla,
donde asaré unas costillas
con sarmientos de estos lares.
Pues en todo hay que pensar,
no sólo hay que caminar.
Y ya los dijo un rabino,
que para andar el camino:
pan, queso, costilla y vino.
Amén, creo que tuvo buen tino.
Y una vez reposado el tentempié,
un ratico andando y otro a pie,
me acercaré a la Sisallosa,
y como quien no quiere la cosa
me iré a la balsa la Higuera,
y de allí a Santo Domingo y a Lecera.
Amigo Jaime y paisano:
tres rutas de senderismo,
se me ocurren ahora mismo
y propone un lecerano.
Ya ves; aquí como en Tauste:
la ruta más larga alante,
la más pequeña va atrás
y la de enmedio en metá.
NOTA: No se cita al autor por deseo del mismo.