El texto narrativo es aquel en el que un narrador cuenta unos hechos que les suceden a unos personajes en un lugar y en un tiempo determinados. Además, normalmente presentan la siguiente estructura: planteamiento, nudo y desenlace.
Vamos a ver sus elementos.
Antes que nada, resulta fundamental distinguir el concepto de autor (o escritor) del de narrador. Mientras que el autor (o escritor) es la persona que escribe el relato, el narrador es la voz que nos transmite la historia. Por tanto, es el autor el que decide qué narrador nos va a contar la historia y de qué manera va a hacerlo.
Existen muchos tipos de narradores y muchas clasificaciones. Sin embargo, una de las clasificaciones más usadas es en función de si participa o no participa en la narración.
NARRADOR INTERNO: Emplea la primera persona. Además, solo puede contar aquellos hechos que ha experimentado, ha visto o ha llegado a conocer. Existen dos tipos de narradores internos, en función del papel que desempeña en la trama:
El narrador protagonista, que protagoniza los hechos que cuenta.
El narrador secundario que narra los hechos como si fuera un testigo, porque es un personaje secundario (o un acompañante del protagonista), de ahí el nombre.
NARRADOR EXTERNO: Suele usar la tercera persona. Dentro de este narrador, existen dos tipos:
El narrador externo objetivo es aquel que cuenta una historia mientras va viendo cómo se desarrolla. Por tanto, solo puede contar lo que está pasando porque no sabe lo que los personajes sienten o piensan, es decir, tiene una visión limitada de la historia.
Nos cuenta lo que sucede desde su punto de vista y está limitado por sus percepciones. No puede estar en todas partes ni verlo todo, así como tampoco puede saber lo que piensan los demás personajes. Si el narrador tiene teorías u opiniones no las conocemos.
El narrador externo omnisciente. La palabra 'omnisciente' procede del latín 'omnis', que significa 'todo'; y 'scientia' (ciencia, conocimiento). Por tanto, un narrador omnisciente es el que lo conoce todo y puede contarle al lector-espectador todo. Así, un narrador omnisciente puede contarte los secretos de los personajes; y puede revelar sus sentimientos y sus pensamientos.
En resumidas cuentas, para distinguir un narrador omnisciente de uno objetivo, debemos tener en cuenta que:
Un narrador objetivo solo puede contar lo que ve, así que desconoce los pensamientos y los sentimientos de los personajes.
Un narrador omnisciente lo sabe todo: sentimientos, pensamientos, secretos... Por tanto, si vemos cualquier verbo que indique emociones (amar, odiar, gustar, alegrar, entristecer, etc.) o pensamientos (pensar, recordar, soñar, etc.), estaremos ante un narrador omnisciente.
Por cierto, aquí tenéis un ejemplo de un narrador bastante rarito, el narrador en 2 ª persona: se trata de un “El desayuno perfecto”, un cuento de Alejandra Kamiya. Estas son sus primeras líneas:
“No vas a esperar a que se cuele la luz por la ventana. Vas a mirar a Takashi dormir a tu lado. Vas a pensar que es bueno que descanse porque lo espera un largo día de trabajo. Vas a levantarte del futón sin hacer ruido, y levísima vas a andar por el tatami hasta la cocina, donde te vas a vestir para no rasgar el sueño de papel de Hiro y de Takashi.”
Para practicar trabajar este tipo de texto, aquí tenéis además algunas actividades: