¿Sumisa, Master de su propio Amo?

Imagen de dominio público por Ernst Rudolf

En varias oportunidades hablé sobre mis inicios y comenté que las guías que me marcaron el camino fueron dos sumisas, que viéndome como un novato que estaba cometiendo errores muy bobos, se tomaron el trabajo de decirme unas cuantas verdades, que fueron invaluables para mí.

Por lo que para mí, es necesario que un Dominante escuche lo que las sumisas tienen para decir y esto que le digan va a ser una parte muy importante de su entrenamiento, especialmente porque esto le va a ayudar a entender cómo piensa y muy especialmente cómo siente una sumisa.

Es posible que una sumisa con experiencia aconseje a un Dominante novato para que no cometa errores y que esta guía se mantenga y pase a ser una especie de entrenamiento que seguramente le vendrá muy bien al Dominante novato. Pero no puede quedarse solamente con esto, ya que una sumisa le pude explicar todo lo que una sumisa necesita recibir, pero sólo un Dominante con experiencia le puede enseñar cómo hacer esto. La sumisa enseña “el qué”, mientras que un Master enseña “el cómo”.

Lo que yo desaconsejo es que una sumisa trate de entrenar a su propio Amo. Las razones del por qué de esta forma de pensar, se encuentran desarrolladas en un artículo que escribí adaptando un mail que le envié a una sumisa que, cansada de buscar a un Dominante que cumpla con sus requisitos, había pensado en entrenarlo ella misma a su medida.

La adaptación de ese mail la transcribo a continuación:

Cita:

Entiendo que cuando la necesidad de entrega empieza a ser inaguantable, toda esa frustración puede transformarse en una furia y un rencor tan fuertes que pueden hacer que se pierda la esperanza de encontrar a alguien.

Es posible que se pueda a llegar pensar en volver al mundo vainilla y educar un Dominante, a falta de oferta digna en el mercado.

Si es así, hay muchos factores que se deberían tener en cuenta. Uno es que por educar no se puede educar a cualquiera. El elegido debe tener condiciones antes que nada. Pero esas cosas no hace falta que yo las diga.

Otro es que a pesar de que algunos casos aislados puedan haberse dado así, en realidad las sumisas no son quienes deben educar a su Dominante (menos las novatas). Lo que en realidad debería pasar es que a los Dominantes los eduque un Master, o que se preocupen por leer como lo hice yo, consultar a otros Dominantes más experimentados, o consultar con sumisas experimentadas, etc. Y eso tiene que ser así.

¿Por qué? Porque sino la sumisa que ellos adopten, “la entrenadora”, va a quedarse siempre insatisfecha y vacía, haciendo algo que no le corresponde y que no le sirve.

Ésto es porque la necesidad de la sumisa es tener una guía. Que se la entrene, no entrenar.

Un Dominante que ejerce su rol tal y como lo necesita su sumisa descubre lo que le da placer a ella y la entrena para que ella le dé placer a Él. Si la sumisa ayuda al Dominante a descubrirse deseando una nueva forma de placer, y lo entrena para ser su Dominante, en realidad estará cumpliendo la función del Dominante.

No hay que confundir pasividad o masoquismo con sumisión. No son sinónimos. Un dominante puede modificar la conducta de su sometida para que asuma un rol muy activo y fuerte al proporcionarle placer a Él.

Inclusive hay Dominantes que gozan con el dolor y entrenan a sus sumisas para recibirlo de ellas. Si la sumisa se pone a entrenar a alguien para que pueda sentirse sometida, puede ser que en algún punto cruce esa delgada línea y termine sometiendo.

Yo escribí alguna vez que hay que tener en cuenta que lo que puede gustarnos en una fantasía tal vez no nos agrade en la práctica, y que muchas mujeres que se sienten erotizadas visualizándose en situaciones de humillación o dolor, no soportarían lo que para otra sumisa es una necesidad.

Una de las funciones del Dominante es proteger a la sumisa de ella misma, de su tendencia a esclavizarse, de sus raptos de baja autoestima, de su imposibilidad de utilizar la palabra de seguridad cuando cae al subspace, ayudarla a disfrutar de este estado y poder manejarla si se pone agresiva. Una persona que recién se está descubriendo a sí misma no está en condiciones de proteger así a alguien más. Pero lo peor es que la sumisa debería preparar a su Dominante para manejar aspectos de ella que ella misma no conoce ni comprende, es realmente un despropósito.

La sumisión está llena de paradojas. Lo que se busca es un compañero fuerte. Se necesita el rigor y la disciplina, a la vez que el amparo y la protección.

La sumisa siente que necesita darse la oportunidad de disfrutar del displacer, de poder recibir estímulos que en la vida diaria serían considerados desagradables, pero que rodeados de determinada atmósfera aumentan su sensación de vulnerabilidad. Ella siente que necesita cortar con las máscaras que emplea en la sociedad para mantenerse ilesa, y encontrar a alguien bajo cuya protección pueda darse el lujo de ser débil, y de poder gozarlo.

La sumisa frecuentemente no sabe lo que siente y cómo se siente, es un huracán de pasiones entremezcladas. Es un ser de extrema sensibilidad, que se entorpece a sí misma y necesita de la guía de un compañero para poder desarrollar todo el inmenso potencial que lleva dentro, expresar al máximo todos sus talentos, y poder crecer. Sólo podrá lograr ese crecimiento abriéndose para conocerse. Para ello debe bajar la guardia, y sólo lo hará si confía en que estará segura. Esa ex-presión (liberar la presión) le va a doler física y mentalmente, pero lo necesita y sólo así sentirá alivio. Es como reventar un grano de pus. De lo contrario, ella estará siempre incómoda e insatisfecha.

Una sumisa necesita confiar y no puede confiar en un inexperto. Una sumisa necesita la contención y el rigor que nunca pueden venir de la inseguridad del debut ni del temor a dañar al otro.

Quien empieza a Dominar se encuentra frecuentemente ante dos retos que debe superar solo y sin poner en riesgo a la sumisa. Estos son:

1) Tener lástima de la sumisa y no poder darle el rigor que ella necesita;

2) Transformarla en un chivo expiatorio de sus propias frustraciones.

Ninguna sumisa puede enseñar eso a un Dominante. Es algo que debe aprender solo, madurar dentro de Él, y consolidar en su temperamento y acciones.

Una sumisa necesita que la conozcan, que la penetren. El Dominante en cambio se dá a conocer para dar garantías a la sumisa y conquistar su confianza. Si ella necesita buscar, encontrar, conocer, darse a conocer, está en un rol que no le es propio, y va a terminar por frustrarse.

Una sumisa necesita guía para poder expresarse en toda su magnitud. Ella es un huracán de pasiones, ella no puede ni debe ponerse a guiar, porque no le sirve, no la completa, no la nutre.

Además una sumisa que deba entrenar a su Dominante, deberá saber aquello que le convendría no saber. Sería cómo conocer el final de la película, y mucho hay en la Dominación de sorprender a la sometida y subyugarla.

Es probable que una sumisa que experimente la necesidad y el placer de entrenar sea realmente una switch, pero esa ya es harina de otro costal.

Por lo pronto, no hay que desanimarse. El mundo de la D/s no es tan pequeño como parece, y el Dominante que cada sumisa necesita está cerca esperándola. Como escribí en otro lado, siempre hay un roto para un descosido, y para cada yunque un martillo, sólo hay que poner atención, tener apertura de criterio y no declarar nunca la derrota.