Todos mis miedos se sintieron desvanecer cuando tomó mi mano entre las tuyas. Cuando su calor fue el mío y su suavidad mi protección.
Usted despertó el ardor y la ansiedad, desató a la verdadera yo que estuvo encadenada e ignorada durante mucho tiempo. Me hizo libre, normal y suya. Anhelante de su tacto, sus azotes y sus besos. Verlo contener la pasión y la lujuria para no asustarme y sentir su deseo me hizo suya.
Todo se sintió especial y a la vez natural, nada fue forzado. Siempre contenida y cuidada, siempre con su sonrisa como guía.
Fué mucho mas de lo esperado, y mucho mejor de lo fantaseado.
Gracias mi Señor Andres.
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