Dentro de las relaciones BDSM existen relaciones o vínculos que no tienen por qué ser simétricos, y esta asimetría puede ser capitalizada a favor de las sensaciones y sentimientos de las que se pueden disfrutar.
Una de estas asimetrías se suelen dar cuando una sumisa tiene sentimientos de sumisión por o hacia un Dominante que por diferentes razones no pueden ser correspondidos de manera compatible. O de tenerlos no poder adoptar a esta sumisa al no tener posibilidades de brindarle, por algún motivo, la contención necesaria para establecer un vinculo D/s.
Esta asimetría puede vivirse como una verdadera calamidad, en donde la sumisa siente que tiene algo para dar a un Dominante y que éste, no quiere o no puede recibirlo, generando en ella un sentimiento de frustración. Pudiendo esto llegar a afectar de algún modo su autoestima. De esta manera la sumisa sufre por tener un sentimiento no correspondido.
Otra forma de vivir esta asimetría es aceptando el sentimiento entendiendo que se genera por alguna razón ajena a la voluntad. Y que este puede ser disfrutable por sí mismo y que por más que sería deseable que exista otra persona con un sentimiento compatible, no es necesario que sea correspondido.
Realmente son muy pocas las sumisas que tienen la capacidad de disfrutar de una situación como la descripta, pero existen. Y desde Clan Aleph las hemos denominado devotas.
Estas sumisas se sienten sumisas de un Dominante en particular, entendiendo y aceptando que por lo menos por el momento no se dan las circunstancias para ser aceptadas como tales, y sin esperar nada a cambio se dedican a disfrutar de ese sentimiento de sumisión.
Tenemos que diferenciar a las devotas, de sumisas que tengan sentimientos similares pero no el sentimiento de pertenencia.
El sentimiento más fácil de confundir es el de vulnerabilidad que se da en algunas situaciones, pero que luego de que ese momento pasó, se disipa.
La vulnerabilidad se puede presentar cuando se percibe una situación de sometimiento físico, que puede desatarse por actitudes tan simples como ser tomadas por la mano de forma enérgica, y se acompaña generalmente por una sensación de pequeñez por parte de la sumisa.
También puede presentarse en situaciones en donde se ve vulnerada de alguna forma la intimidad de la sumisa.
Como se puede ver fácilmente, el sentimiento de pertenencia se difiere del sentimiento de vulnerabilidad por estar provocados por diferentes fuentes. El sentimiento de vulnerabilidad es provocado por una situación y el sentimiento de pertenencia es provocado por la persona.
Las devotas tienen tres formas de convivir con estos sentimientos de pertenencia, uno es guardándose para sí mismas lo que sienten por este Dominante, desde la intimidad disfrutando de esta sensación, entendiendo este dolor de sentirse propiedad de alguien como un dolor disfrutable tanto como lo puede ser, el dolor físico. Sentir este dolor como una forma de influencia de él sobre ella. Sin arriesgarse a sufrir ningún tipo de abuso que podría desenlazarse por el solo hecho de que este Dominante supiera de estos sentimientos.
La otra forma de convivir con este sentimiento es compartirlo con la persona que lo genera, agregándole además ciertos sentimientos de vulnerabilidad que son frutos del conocimiento de esta realidad por este Dominante. Pero a la vez teniendo la satisfacción de saber que él disfruta de esta entrega voluntaria y desinteresada por más que se vea imposibilitado de corresponder ese sentimiento.
El tercer modo de convivir con esto, es ofreciéndose así misma como alguien de quien él puede disfrutar sin que se sienta en la obligación de hacerse cargo de las responsabilidades que implica adoptar a una sumisa. La sumisa evidentemente disfrutará de la sesión pero no obtendrá ningún otro beneficio de esta entrega o, en caso de recibirlo, deberá tener muy en claro que es por “generosidad” del Dominante. Más adelante voy a explicar mejor este punto, cuando hable de este asunto desde la perspectiva del Dominante.
En este punto en particular tenemos que diferenciar la forma en que vive una sesión una devota, del modo en que vive una sesión una compañera de juegos o cualquier otra persona que tiene una sesión que no implique ningún tipo de compromiso posterior. Y esta diferencia es que la devota tiene sentimientos reales de pertenencia con el Dominante, algo que debe siempre tener en cuenta el Dominante al momento de sesionar con una devota.
Al momento de que una sumisa se asuma como devota de alguien, debe comprender que por el simple hecho de aceptar esta realidad va a generar un aumento de estos sentimientos, y que posiblemente quede atrapada dentro de este vínculo unilateral por un tiempo, tan indeterminado, que puede llegar a convertirse en permanente. Y que posiblemente termine renunciando a tener una relación D/s convencional con algún otro Dominante que pudiera corresponderle.
Definitivamente no tiene que ingresar una sumisa a este tipo de vínculo unilateral con la ilusión de que en un futuro el Dominante terminará adoptándola, por que esto muy probablemente no suceda. Menos aún especular con tener sesiones en calidad de devota con la ilusión de que él terminará, sólo por esto, cediendo a adoptarla.
Por más que suene reiterativo, una sumisa que se encuentra en calidad de devota de un Dominante, debe entender que es una relación unilateral que no debe esperar ser retribuida por el Dominante, por más promesas que él haga de que en el futuro va a adoptarla.
Y como venía diciendo debe ingresar en esta situación, sólo por deseos propios, nunca por promesas de la otra parte y sólo si de verdad tiene la capacidad de disfrutar de este tipo de vínculo.
Por último desde el punto de vista de las sumisas, ellas tienen que tener mucho cuidado de no caer en las manos de algún “dominantito” que se abuse de la posición de privilegio que tiene frente a una devota.
Desde el punto de vista del Dominante, el saber que existe una devota a la cual por alguna razón no podemos corresponder, igualmente genera obligaciones éticas. Genera obligaciones éticas por más que no genere ningún tipo de obligación con respecto de ese vínculo, ya que es un vínculo unilateral decidido (o llevada por sus sentimientos) por propia voluntad y por su naturaleza, sin necesidad de contar con nuestra aprobación.
La principal obligación ética es cuidar a esa persona, no en un sentido activo, pero sí cuidar de que nuestras acciones no la perjudiquen. Por ejemplo no dando señales que ilusionen a la devota con una posible relación cuando sabemos, positivamente, que esto no va a ser así.
Otro punto a tener muy en cuenta es el tema de las ofrendas de la devota, cuando ésta consiste en una sesión, por más que el tipo de vínculo no implica ningún tipo de responsabilidad. Tenemos que tener muy presente que se trata de una persona que tiene realmente sentimientos de sumisión hacia nosotros. Deberíamos analizar bien la situación antes de aceptar este tipo de ofrenda, ya que puede afectar mucho a la devota.
Por más que se trate de un acuerdo entre personas adultas y que esta persona es responsable por sus actos, nunca deberíamos dejar pasar por alto el impacto que podría tener una sesión en una persona que se siente nuestra propiedad. Por lo que mi recomendación es no sesionar nunca con una devota. Tenemos que recordar que si una sumisa se encuentra en situación de devota, es por que por alguna razón no podemos adoptarla como sumisa, entonces muy probablemente no tengamos el tiempo o la disposición necesarias para hacernos cargo de las consecuencias de una sesión de la intensidad que implicaría ésta en particular.
Salvo que tengamos la seguridad de que esta persona sólo por el hecho de sesionar y sin necesidad de ningún tipo de atención posterior, o con el tipo de atención que le podemos brindar, se va a sentir mucho mejor. Sólo en este caso y en estas condiciones sería ético sesionar con una devota.
La asimetría que genera esta situación, deja en una posición de privilegio al Dominante, de la cual, muy fácilmente, él podría abusar y sacar provecho. Y deja también en una situación de vulnerabilidad a la devota. Pero si se vive con responsabilidad de parte del Dominante, esta misma situación puede llegar a ser muy disfrutable para ambos.