Ceremonia de súplica de ekatherina{}, relatada por ella misma y con el color tipográfico que ella eligió:
Al fin…Su Sumisa.
Hoy al despertar no pensé que al final del día tendría la sonrisa que ahorita esta plasmada en mi rostro, y mucho menos esperaba lo que acaba de ocurrir para causar la felicidad que ahora me llena.
Hace tres semanas inicié la etapa de conocimiento con el señor Andrés, las cuales transcurrieron entre preguntas, risas, momentos nerviosos –por mi parte –, sustos, aprendizajes sobre tantas cosas. El señor Andrés fue un guía sobre mi persona, conociéndome mas que yo misma en algunos aspectos con solo haber hablado conmigo, reconociendo mis tonos de voz, mi manera de expresarme cuando me encuentro feliz, triste, enojada o molesta, pensativa, me enseño muchas características sobre mi que ni yo misma veía o no me atrevía a reconocer en mi misma.
Sin tener la misma fluidez al preguntar, fui aprendiendo sobre Él, poco a poco, conociéndole de una manera más profunda así como Él iba conociéndome a mí.
Cual sería mi sorpresa que hoy sin darme cuenta, me fue dando pequeños empujones hasta llegar a lo que es la Suplica, mi Suplica para que Él me aceptara como su sumisa, para poder subir ese peldaño de ir conociendo a ser algo mas.
Al principio le dije todo lo que sentía y provocaba en mí, como sentía esa necesidad de estar siempre platicando con él, escuchándole, hablándole, preguntándole. Deseando a cada momento del día poder sentarme en mi escritorio o en mi cama para estar frente a mi laptop y poder escucharle aunque fuera unos minutos; el como odiaba que se fuera después de estar platicando horas y horas, o el como detestaba tener que irme Yo.
A pesar de mis palabras el señor Andrés me preguntó si eso era suficiente para que me aceptara como su sumisa…y la verdad es “No, no es suficiente”, le respondí…”La verdad es: ninguna palabra o palabras que pueda decirle serian suficientes para que me acepte como su sumisa”. Y Él dijo que entonces lo que buscaba no era una palabra, pero una acción para convencerle que me dejara ser su sumisa, para que me dejara pertenecerle.
Me sentí de una manera horrible, ya que después de responderle que haría muchas cosas para que el me aceptara, no podía pensar en alguna acción que fuera –en mi cabeza –digna para que Él me pudiera admitir como su sumisa, y sentí una ansiedad, un calor, una desesperación terrible, estando frente a la cámara sin hacer nada para suplicarle lo que mas deseaba yo en ese momento, pertenecerle, ser de él… sentía como iba subiendo mi grado de exasperación, de calor y de tristeza.
Quite la cámara en ese momento de consternación, sintiéndome la cosa mas pequeña del mundo, me quite la blusa en un arranque de rabia contra mi misma, y la lancé lejos de mi…me arrodille en el suelo al borde del llanto y enterré mis uñas sobre mis brazos dándole vuelta a lo que podría hacer para demostrarle que en verdad quería que me aceptara…que me diera la oportunidad de ser su sumisa.
Al encender la cámara web nuevamente me encontraba en el suelo sentada con una sabana a mi alrededor debido al temblor que recorría mi cuerpo y le dije que en verdad anhelaba todo lo que le dije anteriormente.
Me volvió a preguntar como me sentía y yo solo pude responder que tenía unas inmensas ganas de llorar, al decirme “¿Por qué no lloras?”, respondí que si iniciaba no iba a poder detenerme después. Me pregunto que lo que estaba haciendo y diciéndole era lo máximo que podía hacer para convencerle de que me cediera el honor de ser suya.
En mi cabeza seguía habiendo un “¡NO!” rotundo, que no era lo máximo que podía darle, mi estado de ansiedad aumentaba a cada segundo y cuando siguió preguntando lo mismo, sentí como mis ojos se llenaban de lágrimas y empezaba a sentir el peso de no saber como pedirle, suplicarle aquello que mas deseaba. Fue hasta que mis oídos captaron el “Un minuto” del señor Andrés, que mis lagrimas cedieron, volteando a ver la cámara directamente y llorando le dije “¡No se como hacer esto!, No se como demostrarle que en verdad deseo ser su sumisa, no sé que es lo máximo que puedo darle…Pero sé que quiero ser su sumisa, sé que no quiero me rechace, sé que quiero darle todo lo que pueda darle”.
En ese momento me sentí vulnerable, triste, decepcionada de mi misma, hasta que le escuche decir “Eso quería…” y las palabras “Lo lograste…” en ese momento llore aun mas fuerte, me reí al mismo tiempo que las lagrimas caían por mis mejillas sin poder detenerlas y escucharle decirme que lo había logrado, que me aceptaba, sentí una dicha enorme, tan grande que no podía contenerla dentro de mi y lo único que pude hacer fue llorar y llorar al mismo tiempo que reía.
El señor Andrés, ahora Mi Señor, me mandó a limpiarme mi rostro y volver a vestir mi blusa, haciéndolo de manera rápida volví a la laptop, en el momento en el que me senté de nuevo sentí como volvía llorar, traté de detenerme pero no podía, me sentía tan feliz que no podía contener el llanto, ni la risa, ni la sonrisa que se quedaron pegadas a mi cara.
No tengo ni la menor idea de como me sentía, solo sé que sentí una alegría colosal, aun con las mejillas mojadas por mi llorar, no podía detener tampoco la risa que escapaba de mis labios.
Cuando me calmé lo suficiente para poder hablar con Él, y me dijo que ahora en vez de señor –como siempre lo había llamado –lo llamara “Mi Señor”, y al decirlo por primera vez…lo bien que se sintió, lo correcto que fue decirlo nuevamente, y mas cuando Él volvió a pedirme que lo repitiera, no pude evitar decirlo una y otra vez para mi misma, para Él, para el mundo…quise gritarlo pero me contuve.
Y ahora, aquí estoy, con la sonrisa mas grande, sin poder borrarla, pensando en mi Señor, en como me siento ahora que por fin soy…Su Sumisa.
ekatherina{}