Regreso al oeste (6)...

Fecha de publicación: 20-ago-2012 17:44:48

"Cuidado con lo que deseas, puede hacerse realidad..."

El humo del cigarro se iba muy aprisa para mi gusto y dejé que se apagase… los cigarros de tabaco inglés liados a mano en papel de arroz, no se consumen solos; los otros sí y, la mayoría de los fumadores intuimos o sospechamos por qué.

Por las ramas de un manzano en el que los brotes no esperaban más que unos pocos rayos de sol y algo de calor para florecer; saltaba un herrerillo picoteando aquí y allá por entre los líquenes que se apoderaban de la corteza del viejo árbol. No tenía aspecto de haberse mojado, sus colores eran vivos; cara blanca (pintura de guerra en los ojos...), cabeza azul, pecho amarillo, y el resto, azul verdoso. Sus plumas, aparecían esponjosas, vaporosas. De vez en cuando se detenía y me observaba, indeciso, quizá temeroso, siempre muy nervioso; después, con sus graciosos movimientos espasmódicos, sólo en apariencia improvisados, volvía a lo suyo.

Yo le seguía con la mirada y no sin cierta envidia, pensaba: “Me gustaría ser como tú; bello y libre. Me gustaría poder volar y tener tan claro como tú lo que he de hacer dentro de un instante o vivir el momento, sólo el momento… si es eso lo que haces. No tener más preocupaciones que las esencialmente vitales, las de supervivencia: comer, buscar pareja, mantener a la prole y esperar en soledad la próxima estación para hacer lo mismo de nuevo. No temer a la incertidumbre, al dolor, a la muerte; resguardarme de la lluvia y salir después a ver la luz.

Hoy lo he sido, hoy lo he hecho pero, casi nunca es como hoy. Sé por qué me fui un día y por qué tengo que regresar de vez en cuando; como si fuese un delfín o una nutria que ha de salir a la superficie del agua para hinchar de aire sus pulmones pero… no sé por qué no soy capaz de encontrar momentos como estos en otros lugares… he de pensar más en ello”.

Y lo hice… no pensarlo; aunque quizá también lo pensé de una forma no del todo consciente; sino hacerlo. Ser como un herrerillo, vivir como un pajarillo o, lo más parecido a eso que puede vivir un hombre y desde luego, pagué el precio; todo tiene un precio. No recuerdo quien dijo aquello de: “Cuidado con lo que deseas, puede hacerse realidad…” pero andaba en lo cierto. A veces deseamos cosas, tenerlas, que nos pasen, que les pasen a otros; dormidos o despiertos, tenemos sueños y si son bonitos deseamos que se hagan realidad pero, no somos conscientes del precio que se nos ha de cobrar por ello.

El genio de la lámpara es, tal y como le retratan en los cuentos infantiles y no tan infantiles, un poco tramposo. Nunca dice toda la verdad, jamás advierte a nadie sobre los efectos secundarios de los deseos que les va a conceder, ni sobre los daños colaterales. Los humanos no somos herrerillos y nunca lo seremos; podemos, eso sí, imitarles y vivir como ellos pero, sin olvidar que volar, lo que se dice volar, no volaremos. Que por mucho que nos guste la belleza de sus plumas, en realidad, no queremos tener plumas. Tener una pareja diferente cada año, es una fantasía... posible, pero tiene un precio. La prole humana tarda mucho en independizarse y tanta libertad no está bien vista en los grupos sociales en los que vivimos. Los herrerillos no encierran a otros herrerillos, no matan a otros herrerillos; los humanos sí.