Regreso al oeste (12ª...)

Fecha de publicación: 08-oct-2012 0:52:40

Si se lo permites, el desamor te aplastará con sus "te quiero"...

Y que hacer cuando nos sentimos “no amados”?? Cuando nuestra intuición nos dice que aquello que escuchamos a diario: “te quiero”... no es cierto o, no es todo lo cierto que debiera o no es “esa amor o esa forma de amar” la que necesitamos, la que nos llena?? Qué hacer cuando nuestra intuición nos impide corresponder ese tipo de amores, ese tipo de cariños, esos que identifica más con el convencionalismo, con el tópico, con el prejuicio, que con un sentimiento real?? Aún hoy desconozco la forma de hacer algo bien hecho¡! Hacer algo que me satisfaga realmente. Aún no se como “huir de los falsos amores, de los cariños de convención, de lo que ahora se llama políticamente correcto”, sin dañar irremediablemente cualquier otro tipo de relación actual o futura con las personas que así me aman... y por supuesto, hacerlo sin sentir que está siendo peor el remedio que la enfermedad.

He llegado a creer que es imposible. Que no es posible rechazar por inauténtico aquello que otros sienten por nosotros y que ellos llaman cariño, amor; sin que esos otros se sientan heridos o al menos se muestren o actúen como si hubiesen recibido una grave ofensa. Oí cosas como: “tu me vas a decir a mi lo que siento yo??” y respondí cosas como: “da igual lo que tu sientas por mi, o lo que te parezca que sientes, o lo que te conviene que yo crea que sientes... lo único auténtico es lo que yo intuyo¡! Lo que yo siento¡! Y yo no siento eso que tu dices sentir por mi... y si algo he aprendido en la vida es que, independientemente de lo que salga de tu boca, lo único real es lo que mi intuición cree o no cree”. Y fue doloroso, más decirlo que tomar la decisión de decirlo y la de alejarme; muy doloroso.

Pero... cual era la alternativa?? Seguir durante el resto de mi vida viajando hacia el oeste con aquella sensación de estar huyendo de mi mismo?? Sentir en cada kilómetro que me estaba comportando como un cobarde??

No... esa no era una solución que pudiese satisfacer a esa otra parte de mi cerebro que desde que aprendió a hacerlo, se encarga de administrar un mínimo de ética en todo aquello que digo, en todo lo que hago, incluso en lo que pienso.

Ciertamente, los viajes hacia el oeste, siempre serían curativos. Siempre tendrían un fuerte componente balsámico; incluso después de que aquellos a los que tanto amaba allí, y por los que (estos si, estos si...) me sentía incondicionalmente amado; hubiesen regresado a la tierra... polvo y aire, sombras y ceniza, agua... si, aquel amor si lo sentía muy dentro de mi y mi intuición me decía que era auténtico¡! Pero esa necesidad de reencontrarme con los paisajes de mi niñez, de recordar los veranos y la cándida adolescencia; no debían ser contaminados por la premura de la huida¡! No, los viajes al oeste tenían que ser románticos por si mismos, por lo que representaban, no un sucedáneo imprescindible.

Ahora regreso cuando quiero... y casi siempre quiero regresar... pero en esos regresos ya no hay nada de huida. Ahora hay una doble melancolía: la que siempre sentí al acercarme al lugar en el que nace la lluvia, a la tierra de la que surgí, al polvo de mis ancestros, y la de los amores auténticos que seguro perdí mientras tomé la decisión de rechazar los que no sentía como tales. Sólo fueron algunos años...