El periódico “Academic Emergency Medicine” publicó un artículo que trata sobre la necesidad de un conocimiento básico de español entre los médicos. En el estudio, los investigadores enseñaron una clase de términos médicos para que los residentes médicos aprende vocabulario médico. Después, los investigadores estudiaron las interacciones de los médicos con sus pacientes, mayormente pacientes hispanohablantes. La clase duró cuarenta y cinco horas. El objetivo fue un aprendizaje de español de un nivel conversacional, una énfasis en los términos médicos, y para establecer relaciones positivas entre paciente y doctor. En los casos prácticos, los investigadores estudiaron las interacciones durante una visita para obtener una historia médica y hacer un examen físico. Para los médicos con competencias limitadas en la lengua, las observaciones mostraron que los residentes fueron más efectivos en sus exámenes y establecieron relaciones más personales y positivas con sus pacientes. Los pacientes estuvieron más cómodos y fue más probable que siguieron con el tratamiento si el residente habló en su lengua nativa. Aún así, los residentes cometieron errores de comunicación durante sus exámenes. Los errores durante los exámenes incluyeron la generalización de ser y estar, errores de morfología de género, errores con formal e informal conjugación de verbos, y cambios de código. El estudio concluyó que la educación es un beneficio, pero todavía no es un método para reemplazar a los traductores profesionales en un hospital (Prince, Nelson, 1995). La experiencia de la población hispanohablante en los Estados Unidos con la medicina será mejor con una educación de español para los médicos y un aumento de intérpretes.