El parénquima renal

El parénquima renal es el tejido funcional del riñón, formado por la corteza y las pirámides renales. Estructuralmente, el parénquima renal consiste en 1 a 1.2 millones de estructuras microscópicas llamadas nefronas que son las unidades funcionales del riñón.

Evolutivamente, el riñón aparece cuando la vida animal conquista tierra firme.Entonces se necesita un órgano que gestione el agua. Cuando el animal necesita desplazarse para sobrevivir, no solamente precisa retener agua, además necesita que el líquido mantenga la calidad y la concentración necesarias para las funciones normales del organismo. 

Las funciones del riñón son varias:

Filtra la sangre y elimina los deshechos mediante la orina. Filtra aproximadamente doscientos litros de sangre eliminando entre uno y dos litros de orina de media al día.

Regula la homeostasis.

Segrega ciertas hormonas, como la eritropoyetina, que estimula la producción de glóbulos rojos, la renina que regula la presión arterial, el calcitriol (vitamina D), relacionado con la homeostasis del calcio.

Regula el volumen del líquido extracelular.

Participa en la reabsorción de electrolitos.

El riñón es el órgano de las raíces, de la existencia. Los conflictos que afectan el parénquima renal se deben a impactos emocionales acumulativos, situaciones que se repiten hasta que sobrepasan el umbral de tolerancia. 

Los conflictos relacionados con el riñón tienen relación con:

La gestión de líquidos, siendo su principal función la evacuación y la purificación. Se refiere tanto a líquidos reales como simbólicos, por ejemplo, falta de «liquidez» económica, es decir, de dinero.

Tener que elegir constantemente entre lo que es bueno o malo para uno mismo.

Situación de miedo existencial, de pérdida de referentes.

Conflicto de desmoronamiento de la existencia.

Veamos el ejemplo de una mujer de sesenta y tres años con obesidad mórbida y una retención de líquidos importante. Había estado casada muchos años con un maltratador que la rebajaba y la despreciaba constantemente. Después de separarse (no por propia iniciativa, sino por consejo de su médico), seguía siendo maltratada por sus hijos. Vivía con un gran miedo a existir, a ser.

Otro ejemplo: un hombre de sesenta años al que se había diagnosticado nefropatía a los cuarenta y nueve años. Era autónomo y trabajaba para una empresa vendiendo pisos. Era un buen vendedor, se ganaba bien la vida y tenía buena relación con el jefe de la empresa. Esta empresa contrató a un nuevo comercial que comenzó a hacerle la vida imposible y le impedía desarrollar su actividad: ese fue el conflicto desencadenante. Al cabo de un año, y tras varios roces y problemas, aunque la empresa le daba la razón decidió prescindir de sus servicios. Además, el director con quien había tenido más contacto ya se había jubilado.