Dos mitos acerca del conflicto:
1) Las buenas familias no tienen problemas.
¿Ha peleado alguna vez con sus seres queridos? ¿Ha reñido por algo? Si es así, lo felicito quiere decir que tiene una familia perfectamente normal.
Algunas personas piensan que dos personas que se aman jamás sufrirán el mínimo conflicto. Eso no es verdad, toda familia tendrá conflictos, no importa lo bien que se lleven o la madurez espiritual que tengan. Es una parte normal de las relaciones. Lo más constante que hay es el cambio, estamos cambiando continuamente como personas, como sociedad; experimentamos cambios constantes en nuestro cuerpo, mente, emociones, relaciones, espiritualidad, economía, comunidad, contexto, etc. Muchas veces estos cambios traen como consecuencia crisis para reacomodarnos a nuestra nueva realidad. Las crisis son sinónimos de conflictos, La pregunta es ¿Cómo vamos a manejar eso conflictos, batallas, discusiones, malentendidos, discrepancias y peleas? La respuesta correcta a esta pregunta es la que lo conducirá a unas relaciones maravillosas.
2) Los conflictos hacen daño a las buenas familias.
Los conflictos no tienen por qué causar daño a las familias bien constituidas. En realidad, los conflictos son una parte importante de toda buena familia; todo va a depender de cómo respondemos a las crisis. El símbolo chino para crisis es como una moneda con dos caras, por una lado representa amenaza y por el otro oportunidad, nuevamente, todo va a depender de como vemos el conflicto y cómo reaccionamos ante el mismo. Cuando manejamos las crisis con sabiduría, pueden llevar a una mayor intimidad mientras que si se resuelven de manera inconveniente, puede conducir al aislamiento y la desintegración familiar.
En muchas maneras, las relaciones familiares son como dos puercoespines que sienten frío y se acercan en busca de calor; ¡habrá un conflicto! Por supuesto, si permanecieren separados, no habría conflicto (y seguirán teniendo frío) para que la unión de los dos puercoespines de resultado, hace falta negociar.
Algunas personas piensan que tienen un buen matrimonio porque nunca tuvieron un conflicto ¿Cómo crees que hicieron para nunca tener un conflicto? Le diré cómo viven vidas independientes <<tú haces lo tuyo y yo hago lo mío>> nunca se relacionan o evitan relacionarse.
Conflictos Buenos y Malos.
La Biblia nos dice que el conflicto nos acompaña todo el tiempo desde el jardín del Edén. Cuando ingresó el pecado en el mundo, afectó en forma negativa todas las relaciones de todas las familias. No obstante, como ya lo dijimos, el conflicto en las familias no siempre tiene que ver con el pecado. La presencia de problemas tensiones o discusiones no necesariamente representa un peligro para el matrimonio, supongo que Adán y Eva habían tenido algún buen conflicto antes de pecar. Son dos personalidades distintas, ambos creados por Dios y sujetos a tener diferencias de opinión. ¿De qué manera nos podemos preparar para usar los conflictos que son inevitables en toda familia en un sentido constructivo en vez de lo contrario? Analicemos las trampas más importantes que debemos evitar.
Los NO de los conflictos.
En los conflictos destructivos se emplean varias armas de guerra inadecuadas para “ganar” las batallas. Seremos capaces de interceptar muchos de estos conflictos si recordáramos los signos.
1.- No se avergüence de su enojo.
Todo aquel que desee hacer algo en la vida, en algún momento se va a enojar. Hay muchas cosas que suceden a su alrededor y su opinión y conclusiones son importantes.
Si bien no debemos esconder el enojo, hay una mejor manera de expresarlo que nada tiene que ver con los golpes, los empujones, las bofetadas o los puñetazos. La Biblia dice: si se enojan, no pequen. No dejen que el sol se ponga estando aún enojados. (Efesios 4:26). Recordemos la lección sobre nuevas relaciones y el sanar el enojo.
2.- No use artillería pesada ni armas mortales.
Si bien expresar el enojo puede promover relaciones saludables, recuerde que no se trata de aniquilar a las personas. Usted no desea en realidad una victoria completa e incondicional. Los que no se dan cuenta de esto hacen que el conflicto sea mayor y se llega al aislamiento más que a la intimidad. Así que, deje espacio para maniobras. En ocasiones, cuando discutimos con alguien, sacamos la artillería pesada. Solo que en vez de usar bombas inteligentes, lanzamos impredecibles misiles. ¡Me voy! ¡Quiero el divorcio! Copiamos lo que vemos en las discusiones de parejas por la televisión donde el esposo se para luego de proferir dos o tres palabras y sale airado de la habitación dando un portazo. Entonces las personas en la vida real piensan que esa es la manera de manejar los conflictos.
Debemos permanecer en el ruedo y escuchar con atención y tener el valor suficiente como para enfrentar lo que sea que preocupa a la persona con la que tenemos el conflicto. Cualquiera puede huir. Los cobardes lo hacen todo el tiempo.
3.- No ventile los trapitos sucios en público.
No hay que discutir los asuntos privados frente a los amigos, la familia o los socios. Además, tampoco debe abrir su corazón en cuanto a ciertas cuestiones frente a amigos, padres o confidentes. Eso no hará más que herir a la persona con la que tiene la diferencia y no lo ayudará en nada a resolver el conflicto. Sólo podemos ventilar la situación ante nuestro ministro, consejero o un hermano fiel.
4.- No se acorrale.
Muchas veces, nos enredamos en nuestras propias palabras y quedamos acorralados. Si no terminas con esto, llamaré a un abogado. Usamos pases y amenazas demasiado exageradas, amplias y dramáticas para controlar a las personas. Recurrimos a nuestro arsenal y salimos armados con algo que hasta el momento no habíamos sacado a relucir. Se suele decir que en el amor y en la guerra todo se vale y no es así. Si hubiera un árbitro en las relaciones, haría sonar el silbato o agitaría una bandera roja ante este tipo de táctica. No se acorrale. No se ponga en una postura de la cual no haya retorno.
5.- No use la coartada de la tortuga.
La tortuga, cuando se encuentra en problema, se encierra en su caparazón, se agacha y se queda quieta. Muchos de nosotros actuamos como la tortuga ante el conflicto. Nos encerramos en el silencio. Claro que un poco de silencio no viene mal. En ocasiones necesitamos recapacitar y pensar por un momento. Otras veces, necesitamos tomarnos un respiro o una tregua.
Sin embargo, esas no son coartadas de tortugas. El que actúa como la tortuga piensa lo siguiente: me mantendré en silencio. No diré nada hasta que se disculpe o, no voy a contestar hasta que él no conteste primero. De manera que ambos se acuestan a dormir, lo más separados que pueden, y tratan de ni siquiera tocarse entre sí. Muchas veces nos negamos a enfrentar los pequeños conflictos en las relaciones. No queremos sacarlos a la luz y hablar de eso y con el paso del tiempo, esas piedrecillas se convierten en montañas. Así que evite la coartada de la tortuga.
6.- No sea resentido.
Muchos de nosotros manejamos los conflictos basados en el resentimiento y exageramos las cosas. Tomamos una situación insignificante y la generalizamos de manera que la hacemos parecer como algo que ha existido desde el comienzo.
7.- No use la relación sexual como arma. (Leerlo sólo para los mayores de edad)
Algunos usan la relación sexual como un elemento de castigo o recompensa. Pueden llegar a decirles a su pareja “no voy a tener relaciones sexuales contigo a menos que aclaremos las cosas”. Lo que sucede cuando el sexo se usa para la manipulación es que toda la relación física se degenera. Dicha arma puede desencadenar una competencia de brazos. Muchos maridos han respondido “ya vas a ver, encontré amor en los brazos de otra mujer”. Tenga cuidado y preste atención a los “no” de los conflictos, pasarlos por alto ha hecho que muchas personas tomen un camino escabroso y desgarrador.
Reglas para resolver los conflictos.
¿Cómo puede confluir una pareja y, a pesar de todo, mantener la armonía? Efesios 4:25-32 nos orientará para responder a esta pregunta. Estas reglas le permitirán atravesar las situaciones desagradables, normales y naturales sin contrariar las Escrituras.
Regla Nº 1. Mantengan la pelea honesta. Efesios 4:25.
Comprométanse a ser honestos y a respetarse mutuamente.
Regla Nº 2. Conserven el control.
Después del compromiso a la honestidad y al respeto mutuo, asegúrense de que sus armas no sean mortales. Airaos pero no pequéis (Ver 26).
Eso no significa que Dios te está ordenando que te enojes. Dios permite que te enojes en ciertas ocasiones, pero te advierte que no llegues a pecar, porque el pecado conduce a una existencia que es como la muerte. Por eso es que las armas de la ira pueden ser mortales.
En este versículo encuentro luz verde para el enojo. Dios dice: “te permito que te enojes, pero te advierto; no dejes que la ira te lleve al pecado. Todos nosotros sabemos cuándo el enojo se ha tornado en pecado. Las explosiones de mal humor son pecaminosas. El enojo que se propone agredir a otro miembro de la familia o a otro individuo es pecaminoso. La ira que se expresa por medio de la blasfemia también es pecaminosa. Proverbios 18:19.
El hermano ofendido (la esposa ofendida, el esposo ofendido) es más tenaz que una ciudad fuerte y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar.
¿Has sido herido o quebrantado por un ser querido alguna vez? Estoy seguro de que a todos nos ha ocurrido algunas veces. Las palabras violentas dichas en un momento de ira son armas mortíferas. Cuando atacamos a la persona en lugar de atacar el problema, nos movemos en esferas de muerte. Cuando hacemos una cuestión personal o atacamos los motivos en lugar de tratar con la situación conflictiva, estamos caminando sobre hielo quebradizo. Cuando en lugar de desaprobar, rechazamos, estamos agrediendo. Procura no usar en tus peleas las palabras “siempre” y “nunca”. No tienen cabida porque, esas sentencias universales no son ciertas, nadie hace algo “siempre” o “nunca”, siempre hay una excepción.
Regla Nº 3. Respeten el tiempo oportuno.
Decidan juntos que el momento es oportuno. Esto se hace después de haberse prometido mutua honestidad y respeto, y después de haber arrojado las armas mortíferas, de modo que puedan mantener bajo control. Volvamos a los versículos 26 y 27.
No se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.
Sugiere que hay un momento en el que pueden tener lugar las discusiones. Hay un momento adecuado para disentir y hay un momento en que no debe disentir.
Quizás la palabra más importantes en esta regla sea “juntos”. Tienen que asegurarse de que ambos sienten que es el momento adecuado para hablar. Y no es precisamente cuando el esposo llega del trabajo con todo el peso de la fatiga de la jornada. Ni cuando la esposa está atendiendo a los niños, arreglando la casa o acaba de llegar del trabajo, o cuando tu hijo está enfermo o pasando por momentos difíciles en el colegio. Hay momentos en que no estamos en condiciones de hablar acerca de asuntos serios o desagradables. Son sabios los que buscan el tiempo apropiado, oportuno y el lugar correcto.
Regla Nº 4. Conserven una actitud positiva.
Ten preparada una solución positiva apenas se haya producido el encontronazo. Versículo 28. Aunque aquí Pablo está tratando el problema del robo, podemos aplicar el principio al matrimonio. Expresa un hecho, y luego lo condena enfáticamente. “El que hurtaba, no hurtó más”. No cabe duda cual es su posición al respecto. “No quiero que eso continúe “dice” es malo ante los ojos de Dios. No hay ninguna forma de justificarlo. Que no hurte, pero aparece de inmediato una solución positiva y beneficiosa: …Sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.
Después de atacar el problema del robo, sugiere una alternativa saludable y práctica. Un anciano en una iglesia a la que solíamos asistir, acostumbraba decir “no escucharé ninguna crítica en esta iglesia si junto con la crítica la persona no trae una sugerencia sobre cómo podría solucionarse el problema” ¡No es una mala idea! Cuando plantees un reclamo razonable a tu cónyuge, sugiere enseguida una solución. La crítica hiere. Un comentario positivo y estimulante ayudará a quitarle algo de veneno a la flecha.
Regla Nº 5. Actúa con tacto.
Cuida tus palabras y controla el tono de voz. Esta regla probablemente sea la más difícil de poner en práctica porque cuando tenemos un argumento que queremos probar a toda costa, tendemos a levantar la voz. Sin embargo, cuando hablamos con suavidad, decimos más. Cuanto más levantemos la voz, menos atención prestará nuestro cónyuge; cuanto más violentas sean las palabras, menos lograremos comunicar. Pablo dice Versículo 29.
Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca. “Corrompido” significa echado a perder, putrefacto. Por cierto que incluye las blasfemias, maldiciones y las palabras amargas. Pero observa qué gentil es Pablo. No se limita a atacar dice, en efecto, y aquí está la contrapartida… sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracias a los oyentes. Puedes cultivar relaciones basadas en la honestidad y el respeto mutuo que les permita vivir con un espíritu de edificación el uno hacia el otro.
El versículo 30 dice “y no contristéis al Espíritu Santo de Dios” tú sabes que cuando pecas, sea en tu casa, en tu corazón o en público, has entristecido al Espíritu. Él nos dice “no hagamos eso”.
Regla Nº 6. Conserve la privacidad.
No ataques a las personas en público. Eso está tomado del versículo 31. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia y toda malicia.
El que ataca en público, está demostrando malas intenciones hay por lo menos dos formas de hacer esto en las relaciones. En primer lugar, se puede hacer molestando abierta y agresivamente. En segundo lugar, se puede hacer con sarcasmo sutil e incisivo.
Cualquiera de las dos hiere profundamente excepto en los casos en que busquen orientación personal con un consejero confiable, no expongan los aspectos desagradables de sus relaciones en público. Lo único que se logra con eso es generar un grupo de gente que siente lástima por ustedes y por su terrible situación. O les hace sentir molestos. En lo profundo de tu alma, tú sabes que si tu ser querido alguna vez te escuchara exponer los problemas de ustedes en público, eso sólo les produciría un resentimiento más profundo. De modo que no ataques a tu cónyuge en público. Deja la calumnia, la gritería y la malicia.
Consideremos otro tipo de crítica: el sarcasmo.
Regla Nº 7. Ayuda a limpiar los escombros.
Cuando termine el conflicto, ayuda a limpiar los escombros. En el versículo 32 Pablo da tres sugerencias para limpiar el piso.
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándolos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
Benignidad, ternura, perdón. El corazón de la palabra benignidad está la “gracia” ten la gracia suficiente como para borrarlo todo de tu pizarra mental. En el centro mismo de la “ternura” está la compasión. Ten suficiente compasión como para llorar con el que ha sido herido. Practica el perdón a diario para que vivas desde la libertad y el verdadero amor. Y finalmente, haciendo cosas buenas y nuevas por la relación, harás posible la sanidad y dejar el pasado atrás, Romanos 12:21 dice Pablo “no seas vencido de lo malo, sino vence con el bien, el mal”
REFLEXIÓN FINAL
1. ¿De qué manera maneja usted los conflictos y qué resultado han obtenido? Expliquen.
2. ¿Qué conflicto terminó fortaleciendo un punto débil de sus relaciones cómo?
3. ¿Es usted pacificador o un pendenciero? Explique.
4. ¿En qué necesita cambiar para hacer que el conflicto sea tu aliado en vez de tu enemigo?
5. ¿De qué manera manejaban sus padres los conflictos cuando usted era niño y de qué manera lo afectó ese ejemplo?
6. ¿Qué puede hacer distinto a partir de hoy cuando se te presente un conflicto?
7. ¿Qué compromiso puede hacer hoy, ahora que ha terminado con todas las lecciones de este discipulado?
8. ¿Qué es distinto en su vida después de estas 14 lecciones?
9. ¿Qué es lo que más valoras de todo este aprendizaje obtenido los últimos meses?