Jorge Luis Borges - Ronda

     El Islam, que fue espadas

     que desolaron el poniente y la aurora

     y estrépito de ejércitos en la tierra

     y una revelación y una disciplina

     y la aniquilación de los ídolos

     y la conversión de todas las cosas

     en un terrible Dios, que está solo,

     y la rosa y el vino del sufí

     y la rimada prosa alcoránica

     y ríos que repiten alminares

     y el idioma infinito de la arena

     y ese otro idioma, el álgebra,

     y ese largo jardín, las Mil y Una Noches,

     y hombres que comentaron a Aristóteles

     y dinastías que son ahora nombres del polvo

     y Tamerlán y Omar, que destruyeron,

     es aquí, en Ronda,

     en la delicada penumbra de la ceguera,

     un cóncavo silencio de patios,

     un ocio del jazmín

     y un tenue rumor de agua, que conjuraba

     memorias de desiertos.