Jorge Luis Borges

Un soldado de Urbina

Sospechándose indigno de otra hazaña

Como aquella en el mar, este soldado,

A sórdidos oficios resignado,

Erraba oscuro por su dura España.


Para borrar o mitigar la saña

De lo real, buscaba lo soñado

Y le dieron un mágico pasado

Los ciclos de Rolando y de Bretaña.


Contemplaría, hundido el sol, el ancho

Campo en que dura un resplandor de cobre;

Se creía acabado, solo y pobre,


Sin saber de qué música era dueño;

Atravesando el fondo de algún sueño,

Por él ya andaban don Quijote y Sancho.