Jorge Luis Borges

Lectores

De aquel hidalgo de cetrina y seca

tez y de heroico afán se conjetura

que, en víspera perpetua de aventura,

no salió nunca de su biblioteca.

La crónica puntual que sus empeños

narra y sus tragicómicos desplantes

fue soñada por él, no por Cervantes,

y no es más que una crónica de sueños.

Tal es también mi suerte. Sé que hay algo

inmortal y esencial que he sepultado

en esa biblioteca del pasado

en que leí la historia del hidalgo.

Las lentas hojas vuelve un niño y grave

sueña con vagas cosas que no sabe.