Jorge Luis Borges
Elvira de Alvear

Todas las cosas tuvo y lentamente

Todas la abandonaron. La hemos visto

Armada de belleza. La mañana

Y el claro mediodía le mostraron,

Desde su cumbre, los hermosos reinos

De la tierra. La tarde fue borrándolos.

El favor de los astros (la infinita

Y ubicua red de causas) le habla dado

La fortuna, que anula las distancias

Como el tapiz del árabe, y confunde

Deseo y posesión y el don del verso,

Que transforma las penas verdaderas

En una música, un rumor y un símbolo

Y el fervor, y en la sangre la batalla

De Ituzaingó y el peso de laureles,

Y el goce de perderse en el errante

Río del tiempo (río y laberinto)

Y en los lentos colores de las tardes.

Todas las cosas la dejaron, menos

Una. La generosa cortesía

La acompañó hasta el fin de su jornada,

Más allá del delirio y del eclipse,

De un modo casi angélico. De Elvira

Lo primero que vi, hace tantos años,

Fue la sonrisa y es también lo último.