Jorge Luis Borges
Acevedo

  Campos de mis abuelos y que guardan

  todavía su nombre de Acevedo,

  indefinidos campos que no puedo

  del todo imaginar. Mis años tardan

  y no he mirado aún esas cansadas

  leguas de polvo y patria que mis muertos

  vieron desde el caballo, esos abiertos

  caminos, sus ponientes y alboradas.

  La llanura es ubicua. Los he visto

  en Iowa, en el Sur, en tierra hebrea,

  en aquel saucedal de Galilea

  que hollaron los humanos pies de Cristo.

  No los perdí. Son míos. Los poseo

  en el olvido, en un casual deseo.