6. Ata ese cabo.
7. El faro está en el cabo.
Los enunciados 6 y 7 utilizan la misma palabra, que desempeña una función sintáctica casi idéntica con distintos significados. En estos casos no solo se produce la homonimia, por la coincidencia en la forma, sino también el fenómeno de la polisemia: una palabra con distintos significados, como resultado de su uso especializado en distintos contextos durante la historia de la lengua (cabo1: vocabulario náutico; cabo2: léxico geográfico).
8. Ata esa cuerda.
9. El faro está en la punta.
La palabra ‘cuerda’ tiene un sentido similar, aunque no idéntico, al de ‘cabo’ en el enunciado 8; al igual que ‘punta’ en el enunciado 9. Ambos, ‘cuerda’ y ‘punta’, son palabras sinónimas de ‘cabo’ en distintos contextos. La sinonimia nunca es perfecta, lo que quiere decir que la aparición de una palabra o de la otra no es insignificante.
En muchos casos, las relaciones de sinonimia entre dos palabras no son equivalentes. Frecuentemente, el significado de una es más general (hiperónimo) y el otro es más concreto (hipónimo). Los rasgos semánticos de la palabra más general se incluyen en la más concreta, pero no al contrario: punta es sinónimo de ‘cabo’ por su valor topográfico, pero también de ‘clavo’ (por su valor como objeto agudo y punzante) y de ‘extremo’ (punta de un ángulo), etc. Así pues, ‘punta’ es un hiperónimo de ‘cabo’, mientras que ‘cabo’ sería un hipónimo de ‘punta’.
De similar manera, se distingue entre el holónimo: la ‘cuerda’, que es el todo o la realidad completa, y el merónimo: el ‘cabo’, que es una parte del todo.
A diferencia de las palabras que se relacionan por la forma, también nuestra mente organiza el léxico por la semejanza de significado, en conjuntos o redes que los lingüistas llaman campos semánticos y también espacios mentales. Sirvan como ejemplos el campo semántico de los automóviles (coche, autobús, moto, camión, etc.) y el espacio mental del movimiento (verbos de movimiento: ir, venir, salir, entrar, acudir, viajar, caminar, pasear, gatear, correr, reptar, etc.).
Es llamativo que cada lengua o idioma, e incluso cada dialecto, organice las distintas secciones del mundo por medio de distintas palabras, con un grado de concreción muy diverso, dependiendo de cada cultura y su diferente relación con el cuerpo o con el medio ambiente.
1. Organiza las palabras del campo semántico de las migraciones y los movimientos de población en español: migrante, emigrante, inmigrante, exiliado, expatriado, refugiado, viajero, transeúnte, deportado, desplazado, repatriado, vagabundo, errante.
Señala cuáles son:
1.1. Sinónimos, más o menos equivalentes.
1.2. Hiperónimos en relación (no equivalente) con hipónimos, por su significado más general o más concreto y específico.
1.3. Antónimos entre sí (al menos, opuestos en algún sentido):
2. Más allá de la mera significación, ¿cuáles de las palabras anteriores tienen una carga emotiva? Es decir, cuáles están asociadas, de forma social o subjetiva, a emociones básicas como: alegría, miedo, tristeza, sorpresa y, ocasionalmente, ira o desprecio.
3. ¿A qué crees que se debe esa asociación emotiva: a estereotipos y prejuicios o, más bien, a un conocimiento racional y científico?
4. De forma totalmente voluntaria, te sugiero que explores (en un ordenador) esta actividad multimedia sobre los fenómenos lingüísticos de la morfología y la semántica que hemos estudiado hasta ahora: “El mensaje de Yoda”.