FIDELA DE AZCONA, MANUELA GÓMEZ, JUANA DE AZCONA y AGAPITA DE GANUZA (1831)

«Tunantonaza, sal, sal, a ver qué tunanterías me has visto a mí», «sin vergüenza, que no tienes vergüenza ni punto de muger»: licenciosa y desocupada

Archivo General de Navarra (AGN), núm. 174411, Andosilla, 1831

Demanda interpuesta por Juana de Azona, esposa de Agustín Gómez, por Manuela Gómez, su hija, y Fidela de Azcona, vecinos de Dicastillo, contra Agapita de Ganuza, hija de Fermín de Ganuza, sobre injurias.

En casa de Agapita, el 27 de junio de 1831, se oían desde la calle voces de varias mujeres que insultaban a la moza arremetiendo contra su poco quehacer y su inclinación por la vida divertida y licenciosa, cuestiones ambas por las que no tenía «vergüenza ni punto de mujer». Incluso quisieron sacarla de casa para pegarle. Parece que la disputa venía por la maledicencia de Agapita sobre la hija de Juana de Azcona. Por este motivo fueron a su casa y le echaron en cara que era una tunanta.

En la sentencia se dice: «Haciendo justicia se da por finida y estinguida esta causa y por mal dichas las espresiones proferidas por Agapita Ganuza, querellante, y Juana Azcona, Manuela Gómez y Fidela Azcona, querelladas, contenidas en sus respectivos articulados de querella y disculpa. Y se condena a la primera en una tercera parte de costas y a las segundas en las dos terceras partes restantes, apercividas que en lo subcesivo no se injurien como resulta de este proceso haberlo hecho mutuamente, sino que si se creyeren ofendidas, usen de su derecho ante los tribunales, pues de lo contrario se procederá contra ellas con el mayor rigor».

En la demanda se relata que, cuando Agapita se hallaba en su casa «ocupada en las labores propias de su sexo», se presentaron en la puerta Juana, Manuela y Fidela, insultándola y amenazándola «de tuna, sin vergüenza ni crédito» y otros denuestos semejantes «dictados por la malicia», «con el mayor ruido y escándalo del barrio».

Cuando Agapita las reconvino, Fidela le dijo «que le constaba había salido aquella de casa con dirección al campo en busca de hombres» y Juana añadió «que también se había fugado y marchado por los caminos con el ato al hombro con fines siniestros», «y tuvieron la osadía de gritar que, en el Corral del Alto, sito en el campo y destinado a las ganaderías concegiles, había perdido el pudor y crédito».

Cuenta un testigo que, cuando él volvía de su labor, «acarreando albolba para Juan Martínez», oyó gritos en la calle, en la casa de Fermín Ganuza y oyó que Fidela decía a Agapita: «”Tunantonaza, sal, sal, a ver qué tunanterías me has visto a mí”». No oyó la respuesta de Agapita.

Otra testigo declara que estaba sentada a la puerta de su casa, próxima a la casa de los querellantes, cuando vio que llegaba Juana Azcona; esta preguntó a Agapita: «“¿Dónde está tu madre?”». Ella contestó que no estaba en casa y Juana replicó: «“Pícara, ¿cómo tienes valor de hablar lo que has dicho de mi hija?”». Agapita lo negó, pero Juana le dijo: «“Te ha de costar caro lo que has hablado”». Entonces llegó al lance Fidela, diciendo por Agapita: «“¿Dónde está esa pollo bobo, fandangonaza, ababolona?”» Y siguió diciendo: «“Vete, vete tras del haz, ababolón, ¿a quién tienes tú valor de decirle tunantona? Mejor fuera sacarla a la calle y cascarle una zurra”». Entonces llegó Manuela Gómez y gritó a Agapita: «“Sin vergüenza, ¿qué tienes tú que hablar de mí, más que sin vergüenza? Te ha de costar bien caro”». Todo ello con el «mayor ruido y escándalo del barrio». Manuela también le dijo a Agapita: «“Vete con el ato al hombro por el camino de Arróniz, y tu padre detrás a buscarte”».

Otra testigo oyó cómo Fidela le decía a Agapita «tunantunaza, que iba al campo a buscar los hombres». Cree que Manuela trató a Agapita de «sin vergüenza».

Según un testigo, la conversación transcurrió de este modo. Juana dijo «que a ella no le habían visto salir de casa con el ato al hombre como a la Agapita», y añadió:

Juana- Vete, vete al corral del alto a ver el crédito que has dejado; pero cómo no tienes vergüenza.

Agapita- Como salga ahí fuera, te tengo de rancar todo lo que tienes.

Juana- Sin vergüenza, que no tienes vergüenza ni punto de muger.

Agapita- No la he perdido.

Juana- La has perdido.

Otras testigos afirman que Agapita estaba dentro de la casa de sus padres y las querelladas en la calle pública, que entraron en casa de Agapita «con intenciones de atropellar[la]», diciendo «que mejor era sacarla a la calle y cascarle una zurra», y que le gritaban «Sal a aquí».

Por parte de la defensa varios testigos declaran que hacía un año Agapita se había marchado de casa «con un ato de ropas» en dirección a Arróniz, y poco después había pasado su padre preguntando por ella y diciendo «que cuando havía quiacer se marchava, y cuando no lo avía se venía». Declara que el padre fue tras ella y volvió al rato contando que no había podido alcanzarla.

Otro testigo afirma que vio cómo una noche «a deshora», cuando Agapita estaba sola en la puerta de su casa, llegó un joven y ambos se marcharon por la calle «en busca de un baile» y al rato volvieron juntos.

Tunante, que no se generalizará hasta el siglo XIX en el sentido más común hoy, era en origen 'el que vaga por ahí, de lugar en lugar, sin oficio ni beneficio', 'el holgazán'. Agapita de Ganuza, según su padre, “cuando havía quiacer se marchava, y cuando no lo avía se venía"; de ahí lo de “tunantonaza y fandangonaza” (el fandango aparece en el siglo XVIII), que suele ir unido al 'simple y de poco fundamento'; por eso le dicen ababolaza (de ababol ‘simple, tonta’) y pollo bobo.

© De la ilustración, Concha Pasamar

© De las transcripciones, Jesús M. Usunáriz

© De los textos, Cristina Tabernero

Universos discursivos e identidad femenina. élites y cultura popular (1600-1850)” (HAR2017-84615-P)