JOSEFA DE GOÑI (1763-1764)

«Irusta de mi corazón»: Josefa ante la inmadurez de un hombre que no sabía lo que se hacía

Archivo Diocesano de Pamplona (ADP), c. 1697, núm. 13

Bartolomé de Irusta, capitán del regimiento de Cantabria, natural de Cartagena, nacido en 1745, hijo del mariscal de campo Antonio de Irusta, había sido destinado con su regimiento a San Sebastián. En la capital guipuzcoana conoció a la joven hidalga de dieciocho años María Josefa de Goñi. Ambos se dieron mutua y recíproca palabra de matrimonio y firmaron un papel de esponsales el 20 de febrero de 1763.

Poco después, el joven militar intentó dar marcha atrás, lo que originó un pleito iniciado por Josefa en la audiencia eclesiástica de Pamplona. Si bien él alego que escribió el papel «sin saber lo qué hacía», que como oficial militar estaba obligado a contar con la licencia del rey, además de otros requisitos consignados en las ordenanzas, el tribunal, por sentencia de abril de 1764, condenó a Irusta contraer matrimonio con Josefa.








En una carta al capitán Irusta, Josefa Goñi se defendía de algunas recriminaciones de su prometido, y, sobre todo, le animaba a que continuase en su empleo a pesar de los problemas que habían originado los esponsales entre ambos y de los comentarios que hacían otros soldados [«los caballeritos de tu regimiento»].

Tinta a partir de un grabado basado en el óleo “Mujer sellando una carta” de Jean Baptiste Santerre (c. 1705)

Carta de Josefa de Goñi para Bartolomé de Irusta (fol. 72r-73r) (1763, ¿abril?, 29, San Sebastián).

«San Sebastián, 29, abril, 1763.

Irusta mío:

He resibido la tuya sin fecha, por la cual veo con espesial gusto, que te mantienes sin novedad. La mía y la de todos los de esa tuya es buena, a Dios gracias, para lo que quisieres mandar.

De lo que me dises de que será mi hermano el que me ha dicho lo de las de Ibarrola, no sé qué motivos pueden obligarte a pensar que él me dijese tal cosa, pues ¿a qué asunto pudiera él intentar ponerme mal contigo? Y a más de eso, me dises que hago más confianza de él que de ti. No tienes ningún motivo de desirlo, pues bien se verifica lo contrario, según tú mismo experimentas.

En cuanto a lo que me aseguras de que aunque supieras perder el empleo, te mantendrás en lo dicho, no quiero nada de eso, pues te he dicho diferentes veces que antes eres tú que cuanto hay. No, chico mío, no quiero que por mí tengas ni aún el menor sentir. Y te aseguro que, si hubiera sabido lo que había de suceder, hubiera obrado de otro modo, pues ya le he dicho en la última que le escrito que no ignoro lo que andan disiendo en casa de tu coronel. Pues has de saber cómo la semana que viene se espera aquí el regimiento de los migueletos de Barcelona de infantería ligera, los cuales se deben repartir entre Fuenterrabía y Irún. Y me presumo que ése será el motivo por el cual procuran enviarte de allí. Y puede ser que tu señor sobrino, como tan informado del señor coronel, le habrá escrito a tu señora madre para que te enviara a llamar por quitarte esas cosas de la cabeza, pues están muy creídos de que ya te has olvidado de mí, según disen ciertos caballeritos de tu regimiento, y que hago muy mal de emplear mi cariño en quien no sabe corresponderle. Yo los dejo desir y espero que Dios me dará lo que nos conviene. Quien es causa de todos estos enredos son los que han sido tus mayores amigos, y puede que en el día lo sean, y que lo hasen por bien tuyo, según ellos disen. Algún día sabrá quién son; pero por ahora conviene que los ignores. Aquí han llegado tres navíos holandés y diferentes otros como también en el Pasaje, por cuyo motivo se halla el padre algo ocupado. No obstante espera la respuesta tuya para poner en ejecución lo que a tanto que deseamos. Ínterin quedo con el apre[cio] devidido.

Tuya hasta morir,

Pepa

Mi querido Irusta de mi corazón.

[Al margen]

Resibirás muchos escumunas de parte del padre, madre y tías y todos los demás de esta tuya, y en particular de la Getrudis. Ana Panchic me ha dicho que ayer, estando yo en misa, vino un soldado diciendo que venía de tu parte a saber cómo estábamos. Sentí mucho no haberle visto, pues le hubiera dado una carta [fingida], pues muchas veses pueden venir envidos como de parte tuya por algún curioso.

Adiós, nere biozceco prenda. Dios te guarde muchos años como te lo deseo, en compañía de quien te quiere con toda el alma que es tu chica.

[Al margen]

No dejes de escribir al padre, pues está sentido de que no lo hases.

© De la ilustración, Concha Pasamar

© De los textos y transcripciones, Jesús M. Usunáriz

"Universos discursivos e identidad femenina. élites y cultura popular (1600-1850)” (HAR2017-84615-P)