FERMINA RUIZ Y BERNARDA BUENO (1790)

«enrredadora, falsa, bribona, mala rueca, laminera»: ociosa y desocupada

Archivo General de Navarra (AGN) núm. 139289, Andosilla, 1790

Demanda interpuesta por Fermina Ruiz, esposa de Gregorio Teres, vecina de Andosilla, contra Bernarda Bueno, mujer de Ramón de Cárcar, vecina de Andosilla, sobre injurias.

En Andosilla, un día de enero de 1790, Bernarda Bueno insultó a Fermina Ruiz porque había enviado a un criado suyo a su corral para que buscara dos pollos que le habían desaparecido. A la mañana siguiente, Fermina fue a casa de Bernarda a decirle que la puerta de su casa había estado toda la noche abriéndose y cerrándose. Entonces Bernarda arremetió contra ella con insultos sobre su conocida costumbre de malquistar, por la que la habían echado del pueblo en el que vivía anteriormente.

El 17 de mayo de 1790 «[h]aciendo justicia se da por finida y estinguida esta causa, condenándola en todas las costas a Bernarda Bueno, y no consintiendo sea oída con poder y fianzas».

En la demanda se explica cómo, «[s]in más causa que haberse acercado un criado de los querellantes [Gregorio Teres y Fermina Ruiz] a un corral de la querellada [Bernarda Bueno], en solicitud de buscar dos pollos que les faltaban, empezó a probocarla a la querellante inmediatamente. Y aun no paró en ello su esceso, sino qes que al día inmediato, por la mañana, la citada querellada, sin darle la querellante motibo alguno, la injurió repetidas veces diciéndole era una enrredadora, falsa, bribona, mala rueca, laminera, con otras espresiones iguales». Molestó especialmente a Fermina que Bernarda le dijera «con ademanes y demostraciones, que andubiera, que a ella no le habían sacado del lugar como a la querellante, significando con esa espresión algún hecho indecoroso de parte de la querellante"» y que añadiera que al criado de los querellantes «era necesario ponerle un zencerro por qualquiera casa que entrara, significando por ello y aludiendo, a que era un ladrón». Según Fermina, Bernarda era de «jenio tan altibo que en las ocasiones que se le proporcionan, insulta y proboca a qualesquiera personas».

Según varios testigos, Bernarda le dijo a Fermina «que era una enrredadora, falsa, bribona, mala rueca». Otro afirma que la trató de «desocupada, mala rueca». Y otro la oyó decir que era «una enrredadora». Algunos cuentan que la llamó «pelotona».

Otros testigos afirman que, refiriéndose a Fermina, la querellada dijo que «no la avían sacado a ella de la villa de San Adrián como a la susodicha por laminera», a lo que añaden otros dos testigos que también había sido «por destruidora».

Según los testigos, Bernarda le habría dicho a Fermina «que era una enredadora», «que a ella no la avían sacado por laminera de San Adrián», «que era una enrredadora, falsa, brivona, mala rueca, laminera», «que era una falsa, brivona, mala rueca, laminera, pocas usadas y malas y pelotona»; la había llamado «desocupada, mala rueca».

Otra testigo oyó cómo Bernarda le decía a Fermina «que callase, que era una enredadora, y que solo se avía avierto la puerta a las doce de la noche, que binieron del trasnocho, y que a qué hirá allí, enbustera, enrredadora» y cómo Fermina respondía «que, aunque savía ablar desvergüenzas, no quería pronunciarlos». Después empezaron a vocear y Bernarda gritó «que a ella no le avían sacada como a la querellante por laminera e istruidora de la villa de San Adrián».

Un criado de los querellantes declara que Bernarda le dijo a Fermina «que era una enredadora, falsa, brivona, mala rueca y pocas usadas, laminera, bribonota y pelotona».

En su defensa, Bernarda declara que Fermina, con el pretexto de que le faltaban dos pollos, había enviado a un criado suyo a registrar su huerta, «dando en esto a entender que las tenía ocultas en su corral, injuriando con esta acción y sospecha la fama y justificada conducta de la requejante». Contó también cómo, al día siguiente, Fermina había ido a su casa «a probocarla» «diciéndole qué casa es esta, que toda la noche se ha estado habriendo y cerrando la puerta, dando en esto a entender que en ella se hacían cosas poco decentes y honestas». Alega Bernarda que por esta razón se irritó Bernarda y pudo decir algunas «expresiones» contra Fermina.

Entre los testigos de la defensa, Francisca Mateo, esposa de Lucas de Amatria, que había testificado asimismo a favor de la parte contraria, cuenta cómo al día siguiente del incidente con los pollos Fermina fue a casa de Francisca, en la que también vivían Bernarda y su marido. Al parecer, Fermina fue a la casa preocupada porque había oído cerrar y abrir la puerta varias veces por la noche y creía que Amatria, tío de Fermina, había «tenido novedad», pues «le suele dar algunas accidentes». En eso estaban cuando comenzaron a reñir y Bernarda dijo a Fermina «mala ruecona, si se hubiera estado como los demás, tirando una rueca, no hubiera tenido cuidado de si se abría o no la puerta» o «mala rueca, destruidora, laminera, si se estubiera en su casa no bendría a enrredar», «falutrera, enredadora».


Uno de los tópicos que ha acompañado a la mujer durante siglos tiene que ver con su gusto por el chisme, la murmuración y la maledicencia (enrredadora, laminera, estruidora), siempre bajo la apariencia de un sincero interés por el prójimo (falsa). La mujer debía ocuparse del buen gobierno de su casa; por ello, llamarla ociosa (mala rueca) suponía un enorme agravio.

Por cierto, la laminera de entonces no es la que hoy se identifica en Navarra como 'golosa' o 'aficionada al dulce' sino 'la mujer de malas costumbres'. No parece, sin embargo, que se usara con este sentido un masculino laminero.

© De la ilustración, Concha Pasamar

© De las transcripciones, Jesús M. Usunáriz

© De los textos, Cristina Tabernero

"Universos discursivos e identidad femenina. élites y cultura popular (1600-1850)” (HAR2017-84615-P)