Historia real contada por Danny Penman al periódico “Daily Mail”
Hace tres años, seis paracaidistas deportivos hacían una demostración, formando círculos en el aire antes de abrir los paracaídas. Ese día hacía un fuerte viento. Desde tierra, varias personas que observaban la demostración se quedaron con la boca abierta al ver las habilidades del grupo.
De pronto, las cosas comenzaron a salir mal. Uno de los paracaidistas es arrastrado por una fuerte corriente de aire. Él abre su paracaídas pero la fuerza del viento lo enreda. El hombre comienza a caer girando. Pelea con todas su fuerzas, pero no puede recuperar el control.
Después de lo que parece una eternidad este joven cae en una colina. Tiene una pierna rota en varios pedazos y totalmente doblada hacia arriba, al punto de que le toca la cadera. Su rostro está contra el piso y le sale sangre por la boca.
Después de un momento de silencio, comienza a gritar de agonía. Sabe que la ayuda médica más cercana está a 30 minutos y que tomará otra hora llegar al hospital más cercano.
Para hacer las cosas peor, sabe que no puede permitirse perder la conciencia, porque si se le fracturó el cráneo en la caída, podría ser que nunca se despierte.
Entonces sucede algo muy interesante. El hombre decide comenzar a suprimir el dolor de su pierna fracturada usando una especie de autohipnosis que había aprendido hace algún tiempo.
Era algo muy sencillo: Comenzó a obligarse a respirar suave y lentamente, a la vez que se imaginaba que estaba en un jardín muy bonito, lleno de flores.
Con un esfuerzo supremo, mentalmente empujó el dolor de su pierna destrozada hasta el fondo de su mente.
Aún cuando podía ver fragmentos de hueso a través de su pantalón roto, se forzó a si mismo a pensar que apenas se había raspado la rodilla.
Se negó a creer que tenía dolor. “Es un mito” estuvo diciéndose a si mismo, “el dolor no existe”.
Y centímetro a centímetro, su agonía fue cediendo, hasta que finalmente se hizo aislada y distante.
La autohipnosis había funcionado. Permaneció en un estado de calma, hasta que al fin llegaron los paramédicos y le anestesiaron la pierna.
De esa experiencia se evidencia que la mente tiene poderes extraordinarios, que desafían las explicaciones lógicas y que dejan a los médicos convencionales sorprendidos y confundidos. ¿Cómo fue que yo, un paracaidista deportivo, fui capaz de suprimir el dolor de una pierna fracturada en doce lugares, usando solo el poder de la mente?
En los largos meses de mi recuperación, esto es un misterio que guardé en los más profundo de mi mente.
Pero, hace un mes, el recuerdo de mi traumática experiencia volvió a surgir cuando leí la historia de Leslie Mason.
La señora Mason tenía dos dientes en malas condiciones y era necesario que le extrajeran ambos. Nada fuera de lo común, por supuesto.
Pero había un detalle: La señora Mason es alérgica a los anestésicos usados en odontología.
Entonces, el odontólogo le pidió ayuda a un hipnoterapeuta, quien a través de un proceso de inducción hipnótica generó anestesia en la paciente y entonces se le pudo hacer el procedimiento, que fue exitoso.
La señora Mason comentó después que no había sentido ningún dolor durante la extracción.
¿Dientes extraídos sin anestesia? De solo pensar en eso, muchas personas hacen una mueca de dolor.
Yo se, por mi experiencia en la colina, que eso verdaderamente es una realidad.
Ahora yo se que la autohipnosis y la hipnosis son posibles, y que hemos subestimado el poder de la mente humana.