Una experiencia de aprendizaje

Hace unos años me fue planteado el caso de un niño que había desarrollado fobia a tragar. Aunque usualmente no trabajo con niños, decidí aceptar el caso porque atrajo mi curiosidad y además lucía un reto interesante. Para efectos de este relato y proteger su identidad, al niño lo llamaremos Juanito.

 

Indiqué que la primera sesión sería con los padres, para obtener de ellos los detalles y también para poder darme cuenta de qué tipo de personas eran.

 

El padre me lució autoritario y muy exigente con el niño. La mamá en un principio se veía más tranquila, pero posteriormente pude descubrir que era descalificadora (con respecto al hijo).

 

El origen de la situación, relatada por los padres, fue el siguiente: Estaban en el exterior como parte de un viaje de vacaciones. En algún momento Juanito se extravió y después de una mal rato para los padres, fue encontrado. Esto le valió un buen regaño al niño, de parte de su padre. Ese mismo día fueron a almorzar y Juanito dijo que quería comer pollo. Un nuevo regaño del papá, quien le indica, de manera muy autoritaria, que tenía que ver el menú y elegir de allí lo que iba a comer.

 

Juanito empieza a almorzar y de pronto comienza a ahogarse, al punto de que debieron llevarlo a recibir atención médica (y probablemente con un nuevo regaño). A partir de esa experiencia, el niño se negó rotundamente a tragar sólidos y en consecuencia lo tenían que alimentar a base de sopas, papillas y similares.

 

Lo habían llevado a consultas con médicos y psicólogos, sin lograr resultados satisfactorios. Entre varias opciones lo trataba una psicólogo que usaba la técnica del "Grito Primal" (una técnica emocionalmente muy dolorosa, a la cual al niño no le gustaba ir). En ese momento es cuando me lo llevan a consulta y me entero de los detalles.

 

Una vez que escucho de los padres la historia, me digo a mi mismo "esto es una fobia, casi seguro que en una sola sesión habré resuelto el caso". Le pregunto a la mamá acerca de lo que gusta comer al niño y me responde que le encantan las galletas Oreo. Le indiqué que para la próxima sesión (que era la primera con el niño) llevara un paquete de Oreo.

 

Llega Juanito a la consulta y después de hacer rapport con él le aplico la cura de fobias. Al terminar, le pregunto "¿Quieres una Oreo?" y me responde que si (para mis adentros pienso "listo, ya este caso está resuelto"). Él toma la galleta, comienza a comérsela y de pronto me dice "¿puedo escupirla?". Le respondo que si, la escupe en la papelera y yo doy por terminada esa sesión (y pienso "esto como que es más complicado de lo que yo me imaginaba").

 

Salgo y le echo el cuento a la mamá. La mamá asegura que es un adelanto ya que anteriormente no habían logrado que se la introdujera en la boca y la masticara.

 

Juanito es un gran aficionado al fútbol. Forma parte de la selección de su colegio. Entrena todas las tardes. Había participado en una competencia fuera de Caracas y durante ese fin de semana los padres tuvieron que viajar al mismo lugar para llevarle la alimentación especial a base de papillas.

 

Esa afición al fútbol me generaba problemas. Si lo llevaban a consulta a la 1:30 pm, luego de salir de clases, estaba muy pendiente de que se quería ir a su sesión de entrenamiento. Propuse que lo llevaran después del fútbol a las 5:00 pm y entonces se quejaba de que estaba cansado y se quería ir a su casa.

 

Sesión tras sesión yo hacía intentos de manejar el caso racionalmente (lo cual no daría ningún resultado. Los padres habían intentado algo similar). Le hablaba de la importancia de estar bien alimentado para poder sobresalir y mantenerse como titular en el equipo. Le decía que tenía que compartir con sus compañeros de equipo.

 

Me hice la hipótesis de que Juanito había desarrollado inconscientemente un mecanismo de defensa (una ganancia secundaria): "Mientras yo no trague, mi papá me tratará muy bien". Efectivamente, el papá había tomado conciencia de que su trato hacia Juanito había sido una pieza clave y partir del incidente su conducta hacia su hijo había cambiado radicalmente: Lo trataba con suavidad, con cariño, algo que antes no hacía.

 

En una de las sesiones intenté hacerle una inducción hipnótica pero no logré meterlo en trance. En otras sesiones utilicé diferentes técnicas del repertorio de la PNL, que tampoco dieron el resultado que yo deseaba.

 

Después de cinco o seis sesiones, llegué a la conclusión de que no iba al lograr el resultado deseado y llamé a los padres para decirles que no me lo siguieran llevando. Ellos pidieron dos sesiones que más, alegando que el niño se había sentido muy bien conmigo.

Lo llevaron una vez más y luego fue el padre solo, a conversar conmigo. Reconoció su responsabilidad y me dijo que con TLE (Técnicas de Liberación Emocional) que yo le había enseñado (al padre) estaban logrando algún adelanto. Después de esto, más nunca supe del caso.

 

Tiempo después, haciendo un análisis de lo que yo había hecho, hice esta reflexión: Yo había tomado dos caminos, uno, pensar en la fórmula "Para la situación tal, aplico la técnica cual" y el otro, conversar racionalmente con Juanito ¡Y ninguno de los dos iba a funcionar! Es increíble, pero no estaba “haciendo” PNL. Lo que estaba haciendo era simplemente aplicar algunas técnicas de PNL.

 

Un punto importantísimo: Yo estaba trabajando con mis mapas, no con los mapas del niño.

 

Tiempo después, leyendo a Erickson, es que visualizo la solución del rompecabezas: Meterse en el mundo del cliente (Juanito). Trabajar con SUS mapas y no con los míos. Trabajar con la ACTITUD de la PNL y salirme del esquema de "para cada situación una técnica específica". Utilizar (a lo Erickson) todo lo que Juanito ofrecía, por ejemplo, su pasión por el fútbol. Usar metáforas, quizás muchas metáforas. Este fue el gran aprendizaje que obtuve de este caso.

 

Para pensar:

 

Tu eres especialista en PNL. Te llevan a Juanito a consulta. Identificas que desarrolló una fuerte fobia a tragar sólidos. Ya sabes que el padre, por su estilo y carácter, es probablemente la causa principal de la situación. Tienes la hipótesis de la ganancia secundaria. Sabes que Juanito es un enamorado del fútbol, que entrena y juega en un equipo infantil y además es fanático del Real Madrid.

 

¿Cómo abordarías este caso? ¿Qué pondrías en práctica?