El sábado 13-04-2013 estuvimos en Gredos esquiando, ¿será el último día de la temporada?.
¡Qué madrugón!. Había que coger sitio en el aparcamiento de la Plataforma. A las 6,45h Marta y Carlos Costa, Aurea, Pablo, Jaime, Pedro “pedrito”, Kike y yo estábamos en el Conservatorio de Música de Segovia, también vino José Ángel que fue solo en su coche.
Se presagiaba un día excepcional en lo meteorológico, como así fue. No se sabe los días que llevamos saliendo al monte con un tiempo horrible, ventiscas, nevadas, lluvias intensas, pertinaces nieblas…..¡¡Ya iba siendo hora!!, NOS LO MERECÍAMOS.
En la panadería de Hoyos del Espino compramos el pan, cocido en horno de leña lo podemos testificar y también unas riquísimas madalenas de chocolate, de las que dimos buena cuenta antes de llegar a nuestro destino.
A las 9,30h comenzábamos la marcha. Todavía daba la sombra en el aparcamiento y se notaba frío. Durante el camino los termómetros de los coches habían marcado desde -1º a +5º pasando a -3º .
Con los esquís en las mochilas anduvimos por la bonita senda empedrada hasta llegar a la zona del pluviómetro donde comenzaba la nieve; estaba dura, pusimos las pieles (yo: “un por ejemplo” de “focas”) y a disfrutar de la subida.
Había mucha nieve ¡qué maravilla!, el sol comenzaba a calentar, la nieve de las laderas norte comenzaban a ablandarse, ya notábamos las maravillosas sensaciones que íbamos a tener descendiéndolas. En dos horas coronábamos El Morezón, ¿cuántas veces habré estado en su cumbre?, pero no me canso del espectáculo del que se disfruta en su cima: TODO EL CIRCO DE GREDOS CON TODAS SUS CUMBRES y esta vez “supercargadísimas” de nieve.
Kike y yo comenzamos el descenso. Al principio tanteamos la calidad de la nieve, parecía buena, llegamos al collado donde comienza La Hoya del Campamento, nuestra intención era descender por ella como otras veces, pero la superficie estaba muy dura para nuestros esquís de backcountry. Nos juntamos con Carlos y Marta, a la que animamos a que nos acompañara a hacer un recorrido alternativo al previsto. El resto del grupo descendió hasta el Refugio de la Laguna Grande, su material se lo permitía, y realizaron un descenso de “alto nivel” por ¿la Canal Negra?, que comienza en el Risco Moreno.
Marta, Kike y yo, descendimos una exigente canal con una nieve de “fantasía” que se dirige al nacimiento del Arroyo del Prado de la Pozas.
Sin necesidad de “focas” llegamos al Cerro de la Cagarruta, ¡vaya nombrecito!, pero así viene en el Mapa del Parque Regional de la Sierra de Gredos de mi amigo Adrados; el panorama que se divisa desde lo más alto es espectacular, todo el perfil de ”dientes de sierra” desde El Morezón al Casquerezo.
Para el descenso hasta las ruinas del Refugio del Rey “no tengo palabras”, fue largo larguísimo, en una nieve en la que los giros nos salían como si lleváramos esquís de pista. Continuamos hasta llegar al cordal que divide las cuencas del Duero y el Tajo,
buscamos un sitio donde almorzar, “el restaurante” donde comimos era un espolón de rocas con una “terraza” con vistas maravillosas del Almanzor, el bocata de queso y chorizo y un bote de cerveza me hizo pensar que no le cambiaría por el mejor “cinco tenedores”, el momento le rematamos con una “cabezadita” apoyados en unas piedras de granito comodísimas.
Deslizándonos por una suave pendiente llegamos al ancestral puerto de Candeleda, paso utilizado, entre otros, por el ganado vacuno (las moruchas) para aprovechar los pastos de los valles y majadas de Gredos en los meses de verano y que proceden principalmente de la zona de Candeleda (Avila) y de la Comarca de la Vera de Extremadura. El puerto está señalizado con un gran hito de piedras en forma de cono.
Después de un par de kilómetros de “subibajas” llegamos a Los Campanarios, donde teníamos a tiro de piedra La Mira, cumbre de obligada ascensión si hubiéramos hecho la “machada” de ir a Los Galayos (para otro día, jejeje).
Desde este punto iniciamos un largo descenso al Prao Puerto, valle por el que discurre el arroyo que recoge las aguas de las laderas que le conforman y que en estos días está muy caudaloso. Al intentar vadearle a uno de mis esquís le quiso arrastrar la corriente, hubo suerte y le recuperé. Al final de este valle se terminó la nieve, volvimos a poner los esquís en los macutos y llegamos al camino empedrado en el que habíamos comenzado la “aventura”. Total ocho horas, aproximadamente, de un maravilloso día de montaña.
Una vez en los coches paramos de nuevo en Hoyos del Espino, en esta ocasión a tomar una buena jarra de cerveza y ver como reponían fuerzas José Ángel y Pedro “pedrito” en torno a un buen plato de huevos fritos con chorizo y patatas fritas, ¡qué envidia!, jejeje.
Echamos de menos y nos acordamos de Toya y Pifo, pero son autónomos, y los sábados trabajan, ¡alguien tiene que mantener este país!, la próxima en domingo.