El Aneto 22-5-2010.
¡¡Por fin!!, no se bien si ha sido a la tercera, pero este año he cumplido uno de mis sueños, bajar esquiando el Aneto.
Pero empecemos el “cuento” por el principio. Los Pirineos son unas montañas mágicas, por lo menos para los “Guadarramistas” como yo un enamorado de los Montes Carpetovetónicos. Cuántas veces de chaval, con 17 ó 20 años, soñaba con subir al mítico Aneto, esa montaña, que según decían los viejos montañeros, la dificultad estaba sólo al final debido a un “tajo” que Mahoma había hecho con su espada cien metros antes de la cumbre. De las tres veces que he subido a esta cumbre, he comprobado que la dificultad está en el “palizón” que hay hasta la cima desde que dejas el coche, hay que salvar un desnivel de 1.700m con un camino nada cómodo. Esta ascensión última ha sido especial, hacía buen tiempo y no había riesgo de avalanchas, la cantidad de nieve era extraordinaria, no así la calidad. Después de estar pendiente de la “meto” más de veinte días, decidí que la fecha idónea era el 22 de mayo. Se lo dije a todos aquellos que les van estas aventuras. Carlitos (Costa) su amigo Pablo, Pifo, José Angel, Kike, Adolfo y Jaime respondieron que no faltarían.
El 21 de mayo a las 10,30h, Pifo, “Adol”, “Kike” y yo, en un Renault (dos veces campeón del mundo), emprendimos viaje de Segovia a Benasque, el día invitaba a conducir y a relajarse con bellas melodías de unos CDs de “Sólo Música”. A las 13h paramos a hacer “pis” y fue la escusa para comernos unos sabrosos torreznos en Soria. En la cuna del “mudejar” (Tarazona) aumentamos nuestros niveles de grasas, que buena falta nos iban hacer al día siguente, comiendo magníficamente. Llegamos a Besnasque sobre las 19h, recogimos las llaves de nuestras dos viviendas en Apartamentos Petronila y después de dejar los trastos nos fuímos a hacer una pequeña excursión, subimos a Cerler, parando primero en un mirador de la carretera para comtemplar el precioso pueblo que habíamos elegido como “base de operaciones” Benasque. Nos acercamos al Ampríu, donde comprobamos la cantidad de nieve que todavía tienen las zonas superiores a 1.800m de altitud, el Gallinero estaba esquiable en casi su totalidad. A las 22h llegaron Carlos, Pablo, Jaime y José Angel ¡¡éste en moto!!, ya estabamos todos; nos fuimos a cenar degustando unas estupuendas raciones de diseño y a la cama.
Llegó el día “D”, a las 7h diana y desayuno, Adolfo se había encargado de la intendencia con lo que el aporte energético estaba asegurado, leche, galletas, madalenas, colacao,……y jamón para los bocatas. Salimos a las 8h hacia el Valle del Hospital de Benasque, dejamos el coche al final de la pista asfaltada, en la Besurta, ¡¡¡qué cantidad de personal humano había pensado lo mismo que nosostros!!!, ¡¡cómo estaba de coches!!, pero todos habían madrugado más y se veían largas filas de montañeros como hormiguitas en las blancas laderas que bajan del Glaciar de Tempestades. Nos calzamos los esquís y comenzamos el “foqueo”, teníamos por delante una larga subida. A los 45 minutos pasamos por el bonito Refúgio de la Renclusa, una referencia histórica para todo pirineista, data de principios del siglo veinte. La cuesta iba tomando cada vez más “empinación”, había que hacer uso de las alzas, había buena huella y eso ayudaba, la cantidad de nieve a partir del refugio es enorme, el arrastrar los esquís se hacía duro y el calor de un esplendido día de sol nos iba agotando. Llegaron las primeras retiradas, Jaime no consigue llegar al Collado del Portillón superior, era la primera vez que hacía una marcha ayudado de raquetas, yo califico su intento de sobresaliente, en la montaña la cima no es la meta y él sufrío y disfrutó. Pifo también tuvo que retirarse, se le saltaban con frecuencia las ataduras de los esquís subiendo, con lo que supone de esfuerzo adiccional y le empezaron a salir ampollas, todo un legionario, sobrepaso los 2.600m de altitud; Adolfo estaba muy “entero”, pero le falló el “gepeese”, se pasó de largo del Portillón y con un esfuerzo de titán llegó a la base del Glaciar de Tempestades ayudado de sus raquetas, después nos contó que no tiene claro si fue más dura la bajada; Carlos, Pablo y José Angel subieron como “motos” y no los vi hasta la cima; Kike y yo, subimos muy “redondos” (argot ciclista), se nos hacía dura la subida, pero somos unos sufridores, también nos pasamos del Portillón, preguntamos y con una pequeña vuelta hacia atrás corregimos, nos quitábamos los esquís para sobrepasar este collado, ¡¡que espectáculo teníamos ante nosotros!!, toda la vertiente norte del Aneto, se intuía perfectamente su glaciar, y digo se intuía, porque era tal la cantidad de nieve que había, que es imposible imaginar que debajo de ella existan hielos eternos y canchales con rocas del tamaño de una furgoneta. Llevabamos cuatro horas subiendo y el cansancio hacía mella en mí, me empezaba agotar, pensaba que no iba a tener fuerzas para llegar, se lo digo a Kike y me dio la receta mágica, paremos comamos bebamos y descansemos, el día es muy largo y no hay prisa, los que van delante que esperen; dicho y hecho, después de media hora en estos quehaceres, reemprendemos la ascensión, efectivamente aunque casados las cosas se ven de otra manera. Alcazamos el Collado de Coronas, ya sólo faltan las “palas” finales y sacando fuerzas de flaqueza (como decía el Capitán Trueno) a las 15,3h nos reunimos en la cima con los que iban por delante. Es difícil describir la sensación en la cumbre, se te olvidan todos los esfuerzos y cansancios que has sufrido, teníamos debajo de nosotros todos los Pirineos. Me acuerdo de todos los amig@s con los que alguna vez he estado en esta mágica montaña, recorro con la mirada los cuatro puntos cardinales y todos son montañas nevadas, el Poset, el Bachimala, el Vignemale, el Perdido, el Cotiella……..Como remate pasamos el vertiginoso Paso de Mahoma para hacernos la “foto cumbre” en la cruz y a los pies de la Pilarica. ¡¡ El bajadón!!, fue toda una bajada, me hubiera gustado disfrutarla más, pero la nieve no acompañó, quitando los 400 primeros metros de desnivel, el resto tuvo una calidad, como dicen los franceses, podrida; era nieve pesada, el hacer un giro suponía mucho esfuerzo, también es verdad que escaseaban las fuerzas, ¡pero bueno! era nieve y fue todo un placer deslizarse por esas larguísimas laderas hasta llegar a Aiguallut. ¿Pero que es Aiguallut?, un lugar de ensueño, maravilloso, un plano inmensamente verde surcado por un serpenteante río, rodeado de altas montañas nevadas y en el fondo el Aneto, me hubiera quedado horas y horas tumbado en la hierva contemplando el espectáculo; fotos, fotos, muchas fotos, me quería llevar Aiguallut a mi casa. Colgamos los esquís en las mochilas e inmensamente satisfechos, bajamos tranquilamente disfrutando de los senderos del Pirineo. ¡Ah!, se me olvida, estuve explicando a Kike, como los franceses se llevan el agua del Aneto a pesar de que la montaña y el glaciar son enteramente españoles. Debido a un fenómeno geológico, que los aragoneses llaman “forau”, se ha formado un pozo en el valle y a través de un tunel natural las aguas traspasan la cadena de montañas que dividen las cuencas de los ríos Ebro y Garona y se van a Francia……deberíamos poner un tapón.
Llegamos a Benasque a las 21h, quisimos parar en el bonito Bar del Hotel del Hospital, del que tan buenos recuerdos tengo, pero había ¡una boda!; ¡como nos pusimos de sidra!, con ayuda de un “maquinillo” que la escanciaba perfectamente cayeron unas cuantas botellas, después de una relajante ducha otra vez a la sidrería, esta vez a degustar unas estupendas “fabes”. La cama nos esperaba como la cuna a los níños, caímos todos desmayados. Se termina la excursión, nos despedimos de Benasque no sin antes dar un paseo comercial por la emblemática tienda de montaña de Barrabés. Los del Renault nos dirigimos a Aínsa donde sin querer, vimos la fiesta de las Navatas, son balsas de troncos que recuerdan como transportaban la madera de las cortas utilizando los ríos como vías de comunicación. El paseo y el vermut por el casco antiguo de Aínsa nos gustó a todos. Fuimos a Morillo de Tou, pueblecito vacacional, donde estuvimos en la última otoñada y a la sombra de sus frondosas arboledas nos comimos los restos de las viandas que llevabamos acompañadas de vino con gaseosa. Este es mi resumen de otra aventura para recordar. Gracias Adolfo, Pablo, Pifo, Carlos, Jose Angel, Kike, Jaime.
"El Capi"
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