Paz Serrano. In memoriam

Paz Serrano. In memoriam

Hace algo más de un año nos dejó nuestra amiga y compañera durante años en el esfuerzo que el Colectivo Baltasar Gracián viene haciendo en defensa de la instrucción pública y laica. Ella fue su primera inspiradora. La amplia difusión y acogida del artículo, que con esa firma apareció en la versión española de Le Monde Diplomatique en septiembre de 2001, nos animó a otros a unirnos al compromiso honrado, profesional y democrático, que ahí se expresaba, frente a la confusión y desánimo reinantes entre el profesorado y demás sectores sociales implicados en la educación.

A día de hoy, es de justicia reconocer la necesidad y oportunidad de una iniciativa tal, por cuanto que el alarmante deterioro de la enseñanza pública, no sólo venía propiciado por los intereses privados y confesionales de sobra conocidos, sino también por el amparo ideológico y político proporcionado desde posiciones pretendidamente "progresistas". Su muerte nos privó de una valiosa contribución al trabajo de análisis y denuncia que el Colectivo ha continuado desarrollando desde entonces sobre las sucesivas reformas y medidas dirigidas al desmantelamiento del sistema público de educación.

Pero Paz Serrano Gassent, poliédrica en inquietudes e ideas, ha dejado otras muchas huellas de sus afanes intelectuales y profesionales. De ahí el sentido del homenaje rendido el día veintiuno del pasado mes de febrero en el I.E.S. Lope de Vega de Madrid, donde ocupó plaza como profesora de Filosofía hasta su fallecimiento. Amigos y familiares nos reunimos para hacer memoria de lo que ha significado la vida de Paz y dar testimonio desde distintos ámbitos de su labor académica, profesional y vital. Digamos que, como nota común de las distintas intervenciones, se resaltó su estudio de la Filosofía desde una perspectiva histórica, particularmente centrada en su dimensión jurídica, haciendo honor al legado y temple que su padre, magistrado relevante, le transmitiera.

Paz fue una mujer comprometida vitalmente en la defensa de la causa de los preteridos. Desde una temprana influencia libertaria, buena parte de su investigación se dirigió al análisis de las bases ideológicas que sostuvieron en determinados contextos históricos el impulso de los pueblos hacia su emancipación, en tanto que fuerza dinamizadora de cambios sociales y políticos, así como la promoción de la persona como sujeto activo de la Historia.

Haciendo un recorrido por su historial académico, el filósofo Javier Muguerza hizo una detenida recensión del hilo conductor que arranca de la tesis doctoral (por él dirigida), y se continúa con el posterior libro, Vasco de Quiroga. Utopía y derecho en la conquista de América (Madrid, FCE 2001) y con su último apunte, Relectura crítica de los fundamentos de la insurgencia mexicana, publicado a título póstumo por Isegoría, revista de filosofía moral y política. En ellos esclarece el peso del pensamiento novohispano con la figura de Vasco de Quiroga, jesuita y primer obispo de Michoacán (Estado de México), que sembró los ideales de libertad entre las comunidades indígenas. Sus ideas determinaron, en buena parte, la especificidad de los movimientos de la independencia mexicana, en los que se percibían, como bien recoge su compañero José Lasaga en el nº 34 de Isegoría, "elementos valiosos de la tradición filosófica hispana…menos eurocéntrica, es decir, más efectivamente universalista", en la tradición de una Modernidad ilustrada distinta a la más conocida del siglo XVIII.

En referencia a esa misma línea libertaria, Antonio Santesmases, profesor de la UNED, comenzó su intervención aludiendo a la tesina que presentara Paz, por los años setenta, sobre anarquismo y pensamiento libertario, y a su interés en la denuncia del mundo carcelario, inquietud que compartió con su compañero, el periodista Manuel Revuelta. Continuó Santesmases elogiándole haber sido mujer de su tiempo, interesada desde una mirada crítica en los avatares pedagógicos en que nos hemos visto envueltos durante estos últimos años. Mantuvo siempre Paz, desde los inicios de la LOGSE hasta las últimas leyes educativas, una participación activa desde una posición independiente, denunciando las falsas reformas psicopedagógicas, que venían a encubrir el desmantelamiento de la enseñanza pública en favor de la enseñanza privada. Fue, y es, la doble red, pública-privada, el verdadero origen de la división discriminadora del alumnado, del abandono progresivo a las leyes del mercado al que se aboca al actual sistema educativo.

Aparte de su dimensión investigadora, las palabras de Enrique Lage y Jesús Pastor, compañeros en la docencia, vinieron a subrayar su labor como profesora en el I.E.S. Lope de Vega. Destacaron ambos la generosidad de Paz con los compañeros del Departamento de Filosofía, con gestos, como el de asumir voluntariamente nuevas materias de difícil encaje en la formación habitual de tales profesores, y otros cada vez menos frecuentes en nuestros centros educativos y en los claustros actuales, donde se favorece la pérdida de sus antiguas funciones y del sentido de empresa en común para reducirlos a una suma de intereses individuales. Recordaron su visión comunitaria proyectada sobre diversos aspectos de la vida: trabajo, amigos, asociaciones sociales y políticas en las que se implicaba directamente, etc. Llamó la atención, entre quienes participábamos en el acto, la insistencia de Enrique Lage en la relación de Paz con sus alumnos. Ésta iba más allá de la "neutralidad profesional" de la que muchas veces se hace alarde en los sectores docentes. Para Paz los alumnos no constituían una simple "clientela" a la que tenía que enseñar Filosofía o Derecho laboral (con la materia F.O.L. en los ciclos formativos). Ella se encontraba con personas cuya educación exigía una promoción como tales, terreno que abarcaba no sólo y exclusivamente proporcionarles determinados conocimientos. De ahí que siguiera, con particular interés, la vida de sus alumnos, antes y después de haber finalizado los estudios de Bachillerato o Formación Profesional, tratando de aportarles experiencia y orientación.

Por último, todos elogiaron su calidad de buena tertuliana, mujer de intereses intelectuales capaz de involucrar a cualquiera en una conversación sustanciosa, sin perder de vista el objetivo que le movía en cada ocasión. Su tono coloquial invitaba a todos a tomar parte de la misma, valorando la intervención de los demás e intentando llegar, a través de la crítica constructiva, a alguna conclusión práctica para cambiar el estado de cosas. Desde aquí, queremos dejar constancia no sólo de nuestro sentido recuerdo, sino también de la huella de una persona, cuyo ejemplo de generosidad y compromiso nos sirve de estímulo para continuar en la brecha.

Colectivo Baltasar Gracián