(Paoli (Estados Unidos) - 17 de agosto de 1936)
(Paoli (Estados Unidos) - 17 de agosto de 1936)
Su mayor logro fue escribir el código de software que llevó al primer hombre a la Luna.
LA INGENIERA QUE NOS LLEVÓ A LA LUNA
Había una vez una joven llamada Margaret Hamilton que era buenísima con los ordenadores.
Cuando tenía apenas veinticuatro años, entró a trabajar en la Nasa, la agencia espacial estadounidense. Aceptó el trabajo para ayudar a su esposo y a su hija, sin darse cuenta de que pronto estaría al frente de una revolución científica que cambiaría el mundo.
Cuando Margaret se licenció en la universidad en matemáticas, empezó a trabajar en el prestigioso instituto de Tecnología de Massachusetts y, gracias a sus conocimientos en matemáticas, se dedicó a aprender varios lenguajes de programación por si misma.
Por aquel entonces este trabajo no tenía ni nombre, así que ella tuvo que inventarse hasta el nombre para su profesión para así darle más forma y seriedad al asunto. Le llamó a lo que hacía “ingeniería de software”.
En aquella época, Estados Unidos estaba metido en una carrera contra Rusia para ganarle en todo. Especialmente para conseguir ser los primeros en enviar al hombre a la Luna.
Esta mujer dirigía el equipo que programó el código que permitió a la nave Apollo 11 aterrizar a salvo en la superficie lunar.
Margaret llevaba a su hija Lauret al trabajo por las tardes y los fines de semana, mientras la pequeña de cuatro años dormía, ella programaba sin parar secuencias de códigos que se incorporarían al módulo de comandos del Apollo.
El 20 de julio de 1969, apenas unos minutos antes de que el Apollo 11 hiciera contacto con la superficie lunar, el ordenador empezó a arrojar mensajes de error. La misión estaba en peligro. Por fortuna, Margaret había configurado el ordenador de tal forma que se concentrará en la tarea principal e ignorara todo lo demás. Por lo tanto, en lugar de abortar la misión, la nave logró aterrizar a salvo en la Luna .
El alunizaje fue aclamado en el mundo como “un pequeño paso para el hombre (y para la mujer), un gran salto para la humanidad”. pero nada de eso habría ocurrido sin las extraordinarias habilidades de programación y la serenidad de una mujer: Margaret Hamilton, ingeniera de la NASA.
Su lema era: No deberíamos tener miedo a decir no lo sé o no lo entiendo o incluso a decir preguntas tontas.
Las hazañas de Margaret son todavía más impresionantes si pensamos que en la época en la que hizo todo esto, las mujeres todavía tenían que pedir permiso para todo a sus maridos, hasta para solicitar un préstamos, y tenían sueldos más bajos porque consideraban que ya vivían del sueldo de su marido.
Ella no pidió permiso para hacer lo que le dio la gana, sino que abrió la puerta a miles de chicas para que descubrieran que había sitio para ellas en las carreras de tecnología, ciencia, ingeniería y matemáticas.
FUENTES:
“Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes 1”. ELENA FAVILLI Y FRANCESCA CAVALLO
“Las chicas son de ciencia”. IRENE CÍVICO y SERGIO PARRA
Realizada por: Amagoia y Noa