Retomando la palabra
Señora Directora:
El domingo 6 de septiembre se registró un encuentro sin precedentes. Representantes de la Confederación de la Producción y del Comercio, de la SOFOFA, de los exportadores, dirigentes Pyme y microemprendedores, debatieron y alcanzaron acuerdos sustantivos con más de mil delegados de la CUT, la ANEF, sindicatos privados, los trabajadores del campo, los mineros y los pescadores artesanales. ¿Imposible? No tanto si tomamos el ejemplo de la educación, donde ese fin de semana mil quinientos delegados de estudiantes secundarios, estudiantes universitarios, profesores, trabajadores de la educación, padres y apoderados de todo Chile nos reunimos a discutir sobre el futuro de la educación chilena y a construir propuestas, en el primer Congreso Nacional de Educación que se realiza desde la vuelta a la democracia.
Fueron los pingüinos en las calles en abril del 2006 los que pusieron el tema en la agenda, recordando al país la silenciada crisis de la educación. El gobierno de Michelle Bachelet —ciudadano y progresista— no tenía programa de educación. Producto de aquellas históricas movilizaciones, convocó a un Consejo Asesor Presidencial, que hizo patente tanto la necesidad del diálogo como su incapacidad resolutiva. Así, salieron del escenario expertos y agentes educativos, para dar paso a la toma de manos y un proyecto de ley cuyo mayor avance residía en cambiar las siglas. Chile ha discutido pocas veces en su historia qué educación quiere. Mientras los pingüinos iniciaron esta discusión, hoy el resultado es una ley que consolida y perfecciona lo que ya teníamos y, lo que es más grave e insólito, posterga una de las demandas centrales del movimiento pingüino para otra ley: no se fortalece la educación pública.
Es en ese sentido histórico, convencidos de que el debate y futuro de la educación pública todavía están pendientes, que convocamos a este Congreso. Así es como miles de delegados llevaron adelante jornadas de debate en sus regiones, tanto a nivel comunal como regional. Partimos con seis organizaciones convocando y terminamos trabajando con cerca de 50. Se elaboraron documentos con propuestas en las regiones que llegaron al Congreso en dos días intensos de debate en las salas de la Universidad de Santiago, el 4 y 5 de septiembre.
Tuvimos éxito en convocar a las personas, en movilizar las organizaciones, pero no en convocar a los medios para difundir lo que hicimos. ¿Qué nos impide ver un Chile que trabaja, se moviliza responsablemente y convive por construir un país distinto y mejor? Es la cuna de las desigualdades, que silencia a la gran mayoría del país para que no tengan oídos ni bocas. Sólo manos para trabajar sin habla.
Pronto entregaremos las propuestas a los candidatos presidenciales, esperando que las reciban y pongan la educación pública en el centro del debate. No podrán criticar futuras movilizaciones si no escuchan hoy estos procesos democráticos y propositivos. No creemos imprescindible llegar a la calle para que nos oigan, pero si nos ignoran, seguiremos ese camino.
¿Qué es lo que viene? El primer paso para levantar de manera real y definitiva la educación pública no es un cambio constitucional, sino una nueva Constitución. Para garantizar el derecho a la educación, hay que cambiar el rol subsidiario del Estado.
No nos quedaremos esperando hasta que nos escuchen. Este proceso, que cumplió un hito fundamental en este Congreso, continuará su avance, su organización y su articulación. Formaremos contundentes mayorías, no con fenómenos mediáticos ni improvisadamente, como tantas cosas en esta campaña presidencial, sino con voluntades de hombres y mujeres que quieren un mismo destino. ¿El próximo paso? Un plebiscito nacional de educación.
Federico Huneeus
Presidente
FECH
Carta al Director - La Segunda
Lunes 14 de Septiembre 2009