¿Ser obediente me interesa?


Si alguno quiere venir detrás de mí...

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Lc 9, 22-25

Y añadió que el Hijo del Hombre debía padecer mucho y ser rechazado por causa de los ancianos, de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas, y ser llevado a la muerte y resucitar al tercer día.

Y les decía a todos:

—Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz cada día, y que me siga. Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí, ése la salvará.

»Porque ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero si se destruye a sí mismo o se pierde?

Leyendo esto me lleva a caer en la tentación de pensar que, Jesús, estás alabando el sufrimiento: 

—Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.

En realidad, Tú no quieres eso. Tú quieres lo mejor para mí. Me estás mostrando un camino directo a la felicidad. 

Me pasa mucho que pierdo de vista el camino y empiezo a andar dando círculos, es decir, vivo sin terminar nunca nada y malgastando muchas energías. Me canso. 

Tú me enseñas que negarme a mí mismo significa aprender a desconfiar de los miles de “pensamientos” o “sensaciones” que muchas veces resuenan en mi interior y me desestabilizan. 

¿Qué puedo hacer? Escucharte y hacerte caso. 

A veces imagino que es como si alguien estuviera ahogándose en medio del mar y recibe ayuda de alguien en una barca; en ese momento esa persona debe desobedecer al pánico y agarrarse a esa mano. 

En este sentido, que  aprenda a "desobedecerme a sí mismo". Nadie es buen juez en causa propia… Que no me fíe de mí mismo. Es decir, que aprenda a obedecer a algo objetivo (Alguien) que me saca de la oscuridad en la que muy a menudo caigo cuando me encierro en mis razonamientos y en mi emotividad. Muchas veces: “yo ya sé cómo…” y me equivoco.

Luego, ayúdame a tomar la cruz y seguirte, Jesús. Esto significa tomar la situación (interior o exterior) de mi vida en cada momento y afrontarla del modo que, Tú, Jesús, quieres enseñarme. Que me niegue a mí mismo.

A veces, Jesús, imagino mi vida como si fuese a atravesar un campo de minas, y Tú eres el Único que sabe dónde puedo poner los pies sin volar por los aires. Seguirte significa tomarte en serio en lo que me dices en el Evangelio. 

Sin el Evangelio, sin Ti, corro el riesgo de perderme, y precisamente por eso debo volver a ponerte en el centro de mi vida. 

Es verdad que muchas veces no entiendo nada de lo que dices ni el sentido de lo que quieres enseñarme. Te pido que me vayas enseñando y quiero ir aprendiendo. Que aprenda a escucharte poco a poco. Que me fíe de Ti. Así cogeré la Cruz de cada día y te seguiré. Madre mía, ayúdame.




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