Todos los que somos jóvenes huimos de aquello que no es auténtico. Estamos llamados a hacer cosas grandes con nuestra vida. Necesitamos salir del anonimato. Buscamos la felicidad, deseamos la libertad, anhelamos la verdad y la belleza en nuestra vida. ¿Y sabes dónde podemos aprender todo esto? Todas las respuestas las tienes en el Evangelio.

Pero el Evangelio no es una simple herramienta que ayude a rezar. El Evangelio es, posiblemente, el libro más práctico y más cercano. A través de él, el mismo Jesucristo nos enseña a ser como Él: muy humanos y muy divinos.

Lánzate con audacia y aprende a rezar con el evangelio. Aprende a sentir como siente Cristo, a reaccionar como Él, a mirar con sus ojos, a pensar como piensa Él, a querer como Él, a actuar como actúa Él. En definitiva, a vivir tu vida como vive Él. 

Atrévete a mirarle a los ojos, a tener un encuentro personal y diario con Él. Tratále, quiérele, imítale. Y, después, cuenta a todo el mundo Quién es Cristo y la maravilla de compartir cada día con Él.

Pregúntale a Él. Te responderá. Déjate alcanzar por el Evangelio, por Cristo.