¿Por qué pido y no ocurre eso? ¿Rezo bien?


¿Por qué esta generación pide una señal?

Tiempo de lectura: 3 min

#Jesucristo  #Oración  #Señal  #Signos  #Milagro  #Fe  #Petición  #Confianza  #DiosPadre  #Abandono

Mc 8, 11-13

Salieron los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole, para tentarle, una señal del cielo. Suspirando desde lo profundo de si espíritu, dijo:

—¿Por qué esta generación pide una señal? En verdad os digo que a esta generación no se le dará ninguna señal.

Y dejándolos, subió de nuevo a la barca y se marchó a la otra orilla.

Jesús, leyendo esta escena del Evangelio veo la relación entre los signos y la fe. Muchos estamos convencidos de que la fe nace de los signos. Quizá esto puede ser un poco peligroso porque si la fe depende de los signos, tan pronto como éstos terminan, también se acabó la fe. Y la segunda razón es aún más grave, porque buscar señales es en realidad "tentar a Dios". 

Jesús, ¿estoy de verdad convencido de que Dios es mi Padre y me ama con locura? ¿Y de que, Tú, Jesús, diste tu vida por mí? ¿Y para qué pido más señales o signos? Si lo pido, es porque en el fondo no creo realmente. 

Muchas veces mi incredulidad, mi falta de fe, tiene su origen en el dolor y las heridas de la vida. El diablo construye sus perversos y mentirosos razonamientos para convencerme de que Tú, Dios mío, no existes o de que, si existes, en realidad no me amas. Por eso, Tú, Jesús, no haces ni caso a esa petición de los fariseos en el Evangelio:

"Salieron los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole, para tentarle, una señal del cielo. Suspirando desde lo profundo de si espíritu, dijo:

—¿Por qué esta generación pide una señal? En verdad os digo que a esta generación no se le dará ninguna señal.

Y dejándolos, subió de nuevo a la barca y se marchó a la otra orilla.".

Precisamente porque soy muy amado, por Ti, Jesús, no me dejas sin pruebas de este amor, sin los signos de esta verdadera entrega que Tú tienes hacia mí. Pero estos signos son un don gratuito Tuyo y no una exigencia mía. Muchas veces me los concedes cuando realmente lo necesito. 

¿Quién conoce realmente mi corazón y mis necesidades sino Tú? Jesús, enséñame a abandonarme en manos de Dios Padre. Ayúdame a confiar de verdad y que no me deje llevar porque no hay milagro o no me "mandas señales" o porque las cosas deberían salir como yo creo que debería ser... ¡No! Te dejo a Ti, Señor: Tú te encargas. Que se haga como Tú quieres y sabes bien qué es lo mejor para mí. Eso es la fe verdadera.

¡Señor, Hijo de David, apiádate de mí! 

Tiempo de lectura: 4 min

#Jesucristo  #Oración  #Señal  #Signos  #Milagro  #Fe  #Petición  #Confianza  #DiosPadre  #Abandono

Mt 15, 21-28

Después que Jesús salió de allí, se retiró a la región de Tiro y Sidón. En esto una mujer cananea, venida de aquellos contornos, se puso a gritar:

—¡Señor, Hijo de David, apiádate de mí! Mi hija está poseída cruelmente por el demonio.

Pero él no le respondió palabra. Entonces, se le acercaron sus discípulos para rogarle:

—Atiéndela y que se vaya, porque viene gritando detrás de nosotros.

Él respondió:

—No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

Ella, no obstante, se acercó y se postró ante él diciendo:

—¡Señor, ayúdame!

Él le respondió:

—No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perrillos.

Pero ella dijo:

—Sí, Señor, pero también los perrillos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.

Entonces Jesús le respondió:

—¡Mujer, qué grande es tu fe! Que sea como tú quieres.

Y su hija quedó sana en aquel instante.

Jesús, una cosa que me parece que voy entendiendo, poco a poco, a mi ritmo... pero cada vez lo veo con más claridad, es que sólo la fe me mantiene en pie. 

Una  pregunta que me hago mucho es: ¿cuál es la mejor manera de rezar? ¿cómo puedo aprender a rezar bien?

En este pasaje del Evangelio, se narra la historia de una mujer extranjera, ajena a la tradición de Israel, que te busca desesperada, Jesús. Lo que le lleva a estar así es el sufrimiento de su hija:

"Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija está cruelmente atormentada por un demonio". Pero él ni siquiera le dirigió la palabra".

Tu silencio, Jesús, me bloquea al leer esto pero a veces también experimento esta aparente distancia e indiferencia Tuya, Señor. 

Quizá, Jesús, estos momentos son precisamente para aprender algo de Ti: a veces me pregunto si quizá el problema está en la forma en que he estado orando, cómo pido o cómo rezo… o peor aún, si realmente tiene algún sentido orar. 

Tú y esta mujer extranjera me dais una gran lección: ella en vez de irse, se queda. En lugar de dejar de rezar, continúa haciéndolo con más fuerza:

"¡Señor, ayúdame!" Y Él le responde: "No es bueno tomar el pan de los hijos para echárselo a los perritos". "Cierto, Señor -dijo la mujer-, pero también los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos". Jesús le respondió: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se haga contigo lo que deseas". Y desde aquel instante su hija quedó curada".

Rezar no es dejar de rezar. Es seguir haciéndolo justo cuando parece inútil. Es continuar insistiendo y perseverando con humildad y confianza. Es esperar contra toda esperanza. Así hay mucho fruto que quizá no lo veo a primera vista. Viviendo así (rezando y confiando) el primer beneficiado (donde hay fruto) es en mí.

Madre mía, Inmaculada, ayúdame a perseverar en la oración y a confiar como Tú y san José. ¡Gracias!




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