¿Perdonar es posible?


Perdonad y se os perdonará

Tiempo de lectura: 4 min

#Perdón  #Dolor  #Sufrimiento  #Humildad  #Soberbia  #Obediencia  #Confianza  #Evangelio  #Jesucristo

Lc 6,36-38

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.

»No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados. Perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará; echarán en vuestro regazo una buena medida, apretada, colmada, rebosante: porque con la misma medida con que midáis se os medirá.

De primeras, Jesús… perdonar me supera por completo ...y lo sabes.  

Tú me pides en este pasaje del Evangelio que debo comportarme como se comporta Dios. 

Me pides que ame sin buscar nada a cambio, que ame libremente y amar siempre. Me lo pides sabiendo que soy hombre y que me supera por completo. 

Tú, en cambio, eres Dios y, por tanto, puedes actuar con esa gratuidad y totalidad de la que está hecha la misericordia. La misericordia en el “mercado” es gratis y total. Y aquí radica el punto de conversión que necesito: Tú me pides pide que ame a tu manera, y también me das la fuerza y el poder para hacerlo. Yo no puedo pero Tú sí puedes.

Me lo dices de distintos modos: creer es saber que el poder del Espíritu Santo actúa en mí. Esto desencadena en mí una fuerza misteriosa que me hace vivir de manera diferente a la lógica del mundo. 

Por eso, Jesús, ayúdame a dejar de utilizar mi humanidad como la gran excusa para no vivir según lo que me dices en el Evangelio. Que deje de utilizar la "excusa barata número 439 de mi libro de excusas": mi fragilidad. En el fondo, oculto mi falta de fe en la fuerza del Espíritu Santo. Que me crea de verdad que Contigo sí es posible. Porque sino… lo más que simplemente te veré como alguien que me hace “propuestas bonitas”. Que no solo me parezcan bonitas, sino muy reales y que Contigo las puedo vivir. Solo no puedo. Además, perdonar es tu especialidad.

Hoy, Jesús, vuelves a enseñarme que el Evangelio me dice que soy capaz de vivir el Evangelio porque eres Tú, Dios mismo, quien me hace capaz, siempre y cuando crea en ello. 

Madre mía, ayúdame. 

¿Cuántas veces tengo que perdonar...?

Tiempo de lectura: 5 min

#Perdón  #Dolor  #Sufrimiento  #Humildad  #Soberbia  #Confianza  #Evangelio  #Jesucristo

Mt 18,21-35

Entonces, se acercó Pedro a preguntarle:

—Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano cuando peque contra mí? ¿Hasta siete?

Jesús le respondió:

—No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso el Reino de los Cielos viene a ser como un rey que quiso arreglar cuentas con sus siervos. Puesto a hacer cuentas, le presentaron uno que le debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el señor mandó que fuese vendido él con su mujer y sus hijos y todo lo que tenía, y que así pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies y le suplicaba: «Ten paciencia conmigo y te pagaré todo». El señor, compadecido de aquel siervo, lo mandó soltar y le perdonó la deuda. Al salir aquel siervo, encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándole, lo ahogaba y le decía: «Págame lo que me debes». Su compañero, se echó a sus pies y se puso a rogarle: «Ten paciencia conmigo y te pagaré». Pero él no quiso, sino que fue y lo hizo meter en la cárcel, hasta que pagase la deuda.Al ver sus compañeros lo ocurrido, se disgustaron mucho y fueron a contar a su señor lo que había pasado. Entonces su señor lo mandó llamar y le dijo: «Siervo malvado, yo te he perdonado toda la deuda porque me lo has suplicado. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo la he tenido de ti?» Y su señor, irritado, lo entregó a los verdugos, hasta que pagase toda la deuda. Del mismo modo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada uno no perdona de corazón a su hermano.

Jesús, Pedro te pregunta cuántas veces hay que perdonar Pero… ¿se puede cuantificar o “meter en un excel” la experiencia del perdón? 

Tú, Jesús, en el Evangelio, me dices que no. Es más, pones una medida infinita al perdón. 

Aunque, por lo que se ve este exceso de misericordia que Tú propones se percibía ya entonces como una forma de injusticia y no como un modo de amor. 

Es normal, no es posible pensar en el mal sufrido sin que nadie pague las consecuencias. A veces busco culpables y pienso “lo va a pagar”, imagino. 

Pero lo que Tú propones es algo grande: que el perdón no es una alternativa a la justicia. Es la posibilidad que tiene la justicia de no convertirse ella misma en mal, en venganza. 

Tú me propones que  perdone, no cuando el mal hecho no tiene consecuencias. Sino que perdone cuando ese mal sigue haciendo más mal porque va en aumento alimentando mi odio, mi resentimiento. 

Tú me invitas a perdonar siempre porque quien perdona, se libera de las garras de ese mal interior que le sigue haciendo sufrir. 

En este sentido veo que necesito perdonar infinitamente porque necesito liberarme totalmente de aquello que me corroe por dentro hasta quitarme la paz, la alegría, la serenidad. 

Esto es lo que Tú, Dios mío, haces siempre con cada uno de nosotros: nos liberas del mal que aún nos duele. 

Pero lo único que me pides es que actúe también de la misma manera. Es decir, que libere también a los demás del peso del mal que les atormenta, que les mata. 

Gracias Jesús, porque no sólo me pides que haga una cosa justa, sino que me pides que haga una cosa justa porque yo la he experimentado primero. ¡Gracias!

Puedo perdonar porque he sido perdonado. Así que la pregunta que me puedo hacer con este pasaje del Evangelio es sencilla: ¿me he sentido perdonado de verdad alguna vez? 

Madre mía, ayúdame a responder a esta pregunta y a ser coherente en mi día a día con la respuesta. ¡Gracias, perdón, ayúdame más!




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