¿Dejarme ayudar por otra persona?
¿Dejarme ayudar por otra persona?
Tomando de la mano al ciego
Tiempo de lectura: 5 min
#Jesucristo #Oración #DirecciónEspiritual #Acompañamiento #Luz #Gracia #Ayuda #Confianza #Libertad #Sinceridad #Docilidad
Mc 8, 22-26
Llegan a Betsaida y le traen un ciego suplicándole que lo toque. Tomando de la mano al ciego lo sacó fuera de la aldea y, poniendo saliva en sus ojos, le impuso las manos y le preguntó:
—¿Ves algo?
Y alzando la mirada dijo:
—Veo a hombres como árboles que andan.
Después le puso otra vez las manos sobre los ojos, y comenzó a ver y quedó curado, de manera que veía con claridad todas las cosas.
Y lo envió a su casa diciéndole:
—No entres ni siquiera en la aldea.
—Llegan a Betsaida y le traen un ciego suplicándole que lo toque.
Jesús, este Evangelio me llama la atención porque es lo que ocurre en mi vida: eres una experiencia “que se puede tocar” o te quedas en algo "vacío"... algo lleno de buenos sentimientos.
Me gustaría que para mí fueses esa Persona que me "toca" de verdad. Eso me parece que es la verdadera fe. La que “toca” mi vida de modo experiencial, real y no algo meramente intelectual.
Leyendo el Evangelio reflexionaba que los que sufren no necesitan explicaciones, sino ayuda concreta. Por eso, se insiste en esta petición. Y, Tú, Jesús, ofreces a este mismo hombre una experiencia:
—Tomando de la mano al ciego lo sacó fuera de la aldea y, poniendo saliva en sus ojos, le impuso las manos y le preguntó:
—¿Ves algo?
Y alzando la mirada dijo:
—Veo a hombres como árboles que andan.
Después le puso otra vez las manos sobre los ojos, y comenzó a ver y quedó curado, de manera que veía con claridad todas las cosas.
Jesús, lo primero que Tú le ofreces a este hombre no es un milagro, sino acompañamiento ("tomando al ciego de la mano, lo condujo...").
¿Por qué paso por alto a veces cómo me cuidas? Tú me das los medios necesarios y concretos. Además de la confesión, uno de ellos es el de la dirección o acompañamiento espiritual que consiste en tener cerca a alguien que te lleva de la mano y te ayuda. Una persona con quien puedo compartir también los sufrimientos o los momentos difíciles. En definitiva, una persona con quien multiplicar las alegrías y dividir las penas. Y eso, Jesús, sin sentirme juzgado ni condenado sino que me ayuda a ser libre y muy amigo Tuyo, a conocerte y quererte bien. Puede ser un sacerdote u otra persona de confianza que estará dispuesto a alegrarse y emocionarse conmigo, como Tú lo haces, y también a darme la mano si tropiezo. Un “compañero de viaje” experimentado que me advierte de los peligros que vienen de fuera, y también los que vienen de mi egoísmo, de mi pereza, de mi orgullo...
Jesús, que me deje ayudar y dar la mano cuando me siento en la oscuridad. Jesús, Tú haces gestos de una concreción casi escandalosa ("después de echarle saliva en los ojos, le impuso las manos"). Esta concreción se encuentra en los Sacramentos. También me das luces y ayuda mediante los consejos en la dirección espiritual.
Gracias, Jesús, porque a través de la Iglesia (con los Sacramentos) me dejas claro que no basta con dar la mano, sino que me das una ayuda concreta donde pueda actuar el poder de la gracia de Dios. Y esto también me queda claro porque en mi historia pones cerca personas concretas para pedirles consejo que me sirven de luz para poder decidir con libertad cómo quiero vivir. Y como lo que quiero es estar siempre cerca de Ti, quiero aprovechar todos los medios necesarios. ¡Gracias, Jesús!
Al final, algo que me llama la atención es que la curación se produce en dos etapas. Lo haces para mostrarme la gradualidad. De hecho, los verdaderos cambios, los que permanecen estables, se basan siempre en la gradualidad. Las cosas que van demasiado deprisa a veces también se acaban demasiado deprisa y mal pero si me fío que Tú “controlas” los tiempos y voy poniendo los medios necesarios y concretos, no hay problema.
¡Jesús, en Ti confío! Que me deje ayudar. También que sea transparente y haga caso en todo al director espiritual. Me hará mucho bien. Tú lo has puesto a mi lado para ayudarme. Alguien que reza por mí, se sacrifica por mí, me dedica tiempo, tengo un espacio de libertad y confianza: puedo ser yo mismo…
Madre mía Inmaculada, hazme muy humilde y muy obediente a la Gracia (la fuerza, la ayuda, la luz, la alegría…) que Tu Hijo quiere regalarme para vivir como Él.
Envió a sus siervos
Tiempo de lectura: 6 min
#Jesucristo #Oración #DirecciónEspiritual #Acompañamiento #Luz #Gracia #Ayuda #Confianza #Libertad #Sinceridad #Docilidad
Mt 22, 1-14
Jesús les habló de nuevo con parábolas y dijo:
—El Reino de los Cielos es como un rey que celebró las bodas de su hijo, y envió a sus siervos a llamar a los invitados a las bodas; pero éstos no querían acudir. Nuevamente envió a otros siervos diciéndoles: «Decid a los invitados: mirad que tengo preparado ya mi banquete, se ha hecho la matanza de mis terneros y mis reses cebadas, y todo está a punto; venid a las bodas». Pero ellos, sin hacer caso, se marcharon: quien a su campo, quien a su negocio. Los demás echaron mano a los siervos, los maltrataron y los mataron.
El rey se encolerizó, y envió a sus tropas a acabar con aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.
Luego les dijo a sus siervos:
—«Las bodas están preparadas pero los invitados no eran dignos. Así que marchad a los cruces de los caminos y llamad a las bodas a cuantos encontréis». Los siervos salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos; y se llenó de comensales la sala de bodas.
Entró el rey para ver a los comensales, y se fijó en un hombre que no vestía traje de boda; y le dijo:
—«Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin llevar traje de boda?»
Pero él se calló. Entonces el rey les dijo a los servidores:
—«Atadlo de pies y manos y echadlo a las tinieblas de afuera; allí habrá llanto y rechinar de dientes». Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos.
Jesús, a veces no te escucho o no te noto “cerca” y me pregunto de qué manera te manifiestas en mi vida? En el Evangelio en ocasiones se utiliza la palabra «ángel» para indicar precisamente la función de mensajero.
En esta parábola se usa la palabra siervo, pero me parece que la función es siempre la misma. Si Tú, Dios mío, te mostraras a través de tu omnipotencia, no tendría ninguna opción de elegir o decidir. Por eso, nos envías «siervos» para invitar, provocar, estimular e involucrarnos a cada uno de nosotros, para que ir a Ti sea algo elegido de modo 100% libre y no la única opción posible.
Pero, siendo sincero, Señor, parece que siempre tengo una buena excusa preparada para desertar (escapándome) y poner tierra por medio de este posible encuentro: «Tengo cosas que hacer; me gustaría tener un poco de tiempo para mí; tengo muchos problemas; la Iglesia me ha decepcionado; los sacerdotes son todos unos desgraciados...», en definitiva, una colección (siempre previsible y siempre muy actual) de las mil excusas posibles con las que me gusta armarme para no aceptar un encuentro decisivo Contigo y, por tanto, con el sentido de mi vida.
Por otro lado, participar en tu banquete, sentarme a tu mesa, tener una relación Contigo no es como “llevar un amuleto”. La superficialidad con la que tantas veces creo se convierte en la causa de mi propia ruina, porque pienso que, pase lo que pase, será un éxito, que basta con entrar «en la casa del Señor» para decir que Tú lo arreglas todo, mientras yo sigo siendo siempre el mismo, siempre igual en mis elecciones y en mi calidad de vida.
Pienso, Jesús, que el traje nupcial no es ser «el mejor», sino haber decidido cambiar mi propia vida, del mismo modo que uno se quita la ropa vieja y sucia y decide ponerse ropa buena o bonita y limpia. No puedo decir que “creo” y no cambiar nada de la propia vida. Creer exige elecciones, cambios radicales, abandonar lo viejo y sucio para dar cabida a una nueva decisión. Sin este “cambio de vestido”, ni siquiera la asistencia diaria a los sacramentos puede salvarme, es más… también se me pedirá cuenta de ellos.
—«Amigo, ¿cómo es que has entrado aquí sin llevar traje de boda?».
Aquel se quedó mudo. De hecho, no hay mucho más que decir.
Jesús, que me fíe en la dirección espiritual de aquellos consejos que me dan luz, que los comparta Contigo y decida con toda la libertad del mundo sin olvidar que creer en Ti conlleva “cambiar de vestido” (traje de boda), es decir, cambiar lo que haga falta para participar en tu banquete, sentarme a tu mesa, tener una relación profunda, personal e íntima Contigo, Dios mío.
Madre mía Inmaculada, confío también en Ti.
Y si no tuviese director espiritual, que lo busque cuanto antes.
Espíritu Santo, ayúdame. ¡Gracias!