Abdel Hernández San Juan
Art Criticism as Anthropology of Art
Monographies on Cuban Artists
Essays in Semiological Anthropology of Art
Office of provost, Latin-American studies faculty
Lake forest college, Illinois, usa
Aproximaciones antropológicas artistas visuales cubanos contemporáneo
©Por Abdel Hernández San Juan
Si alguna experiencia cultural en el arte contemporáneo es susceptible del análisis antropológico esa es la del arte cubano tanto desarrollado por aquellos que somos emigrantes en estados unidos, como por aquellos que viven en la isla, la mayoría de los artistas cubanos que emergieron a partir de la década de los ochentas han explorado búsquedas que requieren de la antropología para su comprensión, no se trata sin embargo, de antropología ni en el sentido de las relaciones de cierta antropología con el colonialismo ni en su reverso de sus versiones así llamadas poscoloniales sino antes bien de un análisis semiótico de los signos, indicios, símbolos, metonimias, sinécdoques y otras figuras de lenguaje en cuyo estudio comprendemos que tanto en términos de los códigos visuales como en términos del acervo de los lectores, el mero estudio semiótico aunque necesario no es suficiente.
Un alto número de exploraciones visuales entre las aquí discutidas abarcan búsquedas mucho más complejas que no pueden ser objetivadas ni en recurrencia al típico estudio iconográfico donde el alto nivel de codificación masiva de los signos se desprende de su misma emblematicidad colectiva, ni en su reverso o en su otro extremo, de la imagen visual que es explicada en recurrencia a un epitafio textual que presupone un correlato narrativo en los textos escritos o recogidos por la tradición oral como usualmente ocurre con la antropología que se ocupa del estudio de las religiones medievales o arcaicas en sus expresiones visuales.
A diferencia de ambos extremos, el primero simbolizado en su más nítida forma por el pop cuya recurrencia a signos masivos garantiza la masiva explicación del contenido por todos conocidos de los signos, el segundo simbolizado por la pintura medieval donde la imagen era casi una explicación didáctica de contenidos textuales que podían ser ido a buscar en la biblia, los artistas cubanos trabajan con conjugaciones visuales que escapan a ambos parámetros y se inmersionan en búsquedas mucho más complejas, búsquedas en primer lugar contemporáneas es decir que presuponen a un espectador abierto nutrido por una cultura contemporánea regida por la entropía, la polisemia y nivel cero a que conduce el relativismo interpretativo, pero por otro lado, paradójicamente, trabajan con refinados indicios y con material que obtienen de la atención a procesos culturales muchos de ellos no recogidos por ninguno de los cánones del código altamente informativo, en este sentido, lo rebuscado y refinado de sus exploraciones, exige que el análisis semiótico se inmersione en el campo de los estudios semánticos, campo el cual por el hecho mismo de referirse al sentido desborda el ámbito de las formas y nos conduce al estudio de la cultura.
La comprensión semiótico-semántica como modalidad de análisis crítico de la obra de arte, conduce así a una crítica que está obligada a desarrollarse como una antropología del arte, esta antropología, sin embargo, presupone como modalidad lingüística y semiótica, de estudios culturales empíricos que sólo pueden ser obtenidos en el trabajo de campo entendiendo aquí la noción de trabajo de campo en dos sentidos principalmente, primero, en el sentido sociocultural, complejas dinámicas de traducción cultural son requeridas en el mover los análisis sobre este arte entre unos contextos culturales y otros, al mismo tiempo en que complejos conocimientos de los contextos culturales en que este arte se hace y se presenta son requeridos y por lo tanto sòlo pueden ser obtenidos de la pesquisa de experiencia en esas socioculturalidades, contextos sin embargo que no pueden ser ya remitidos a todos cristalizados desde parámetros fijos como cuando hablamos de relaciones prefijadas entre narrativas de etnicidad y nación, pero tampoco entendidos como todos cristalizados según parámetros tales como la contemporaneidad de una ciudad o de una determinada regionalidad, ya que se trata de un arte que en gran medida y en su gran mayoría ha emigrado algo que en cuba llaman la diáspora, moviéndose en dinámicas culturales diversas comenzando por el mismo estados unidos.
Por otro lado, las obras de aquellos que emigramos y las de aquellos que se quedaron en la isla, se remiten mutualmente en una suerte de continua intratextualidad intercultural. Los que emigramos nos transformamos culturalmente en nuestras nuevas culturas, pero los que se quedaron en la isla, se esfuerzan por una continua intratextualidad intercultural que a su vez no pocos entre los emigrados toman en consideración.
Segundo, tampoco desde el punto de vista de contextos asegurados de antemano, sino antes bien con un sentido de decursos y desplazamientos, viajes y movilidades
Lo anterior no significa que se trata de una crítica que desatiende al artista y sus obras, todo lo contrario, partimos del principio, como sostenía Bourdieu, de que una crítica de las obras y de sus lenguajes, es decir que se recorta en torno a las obras y no a los sujetos, es la crítica en que más pueden reconocerse y elogiarse los méritos, los logros y el alcance de lo hecho por los artistas, pero en tanto crítica neo estructural enfocada en las obras y sus lenguajes y no así en los individuos enfocando en su verdadera libertad estructural intemporal, el lenguajes de las obras concretas La crítica antropológica en tanto neo estructural restituye el microanálisis obra a obra
Un arte en diáspora debe ser comprendido por una crítica de la diáspora y como tal esa crítica como la emigración misma debe ser ella antropología no historia, debe ser semántica no ideología, debe ser especialidad académica no política. Haber logrado como soñaba Barthes un punto intermedio donde las formas de subjetividad se hallen diseminadas seria para mí una gratificación suficiente.