Memoria Peronista

Carta de la compañera de Miguel Radrizzañi Goñi

Miguel integraba un grupo de abogados que, como Ortega Peña, Duhalde, Gonzales Gartland y otros, lucharon por la seguridad de los presos políticos y la vigencia de libertades democráticas en épocas oscuras. Estos compañeros son de alguna manera “héroes olvidados”. Estuvieron en la primera línea de combate esgrimiendo la defensa de los DDHH, en épocas de gobiernos autocráticos aliados con jueces y fiscales funcionales a la represión. Vivieron la contradicción de su profesión intentando salvar vidas frente a aquellos que no les importaba en lo más mínimo violar las reglas democráticas. A estos compañeros que arriesgaron sus vidas, y muchos las perdieron haciendo honor a su profesión y militancia, les dedicamos este homenaje

Por Montserrat Olivera


Héroes olvidados


A Miguel:

Hoy, a casi 10 años que te fuiste, me permito dedicarte esta. Un recuerdo y una reflexión, necesaria.

A veces discutíamos en nuestra pareja, sentía que te exponías y te arriesgabas mucho, pero tu conocimiento del Derecho Penal junto a Ortega Peña, hacía que aparecieran permanentemente en las presentaciones judiciales.

Pasamos momentos muy difíciles, toda la familia junto a ti. Obviamente que ambos compartimos los ideales de un mundo más justo y la defensa de los DDHH.

Tres veces intentaron volarte en pedazos el estudio, con sendas bombas, la última prácticamente demolió el edificio donde estaba situada.

Salvaron la vida providencialmente en la huelga de hambre que hacían en Mataderos, con Mugica y los otros abogados, cuando llegó un aviso de un vecino solidario: que iban a allanar para matarlos o secuestrarlos, y lograron zafar a tiempo.

Cuando fuimos a Rawson, por la toma de los compañeros del aeropuerto de Trelew, después de escapar del penal, recuerdo que pensaste “esto es lo mismo que Aramburu le dijo a la mujer de Valle”.

Los marinos nos dijeron que los compañeros estaban seguros en la Base Almirante Zar. Mientras volábamos de regreso estaban fusilando a mansalva a los militantes que se habían rendido y estaban desarmados.

Sé que nunca pensaste en tu seguridad personal. Sí te preocupaba la de tu familia, la mía y la de tus hijos. Cuando te secuestraron pudiste aparecer, pero volviste muy golpeado, no sólo físicamente, sino emocionalmente, por comprobar la mezquindad y ferocidad con que otros seres humanos te trataron a vos y a los que estaban a tu lado. Seguiste trabajando ocupando un espacio como profesor de lo que conocías en profundidad, y podías dar cuenta de la historia de lucha en pos de las personas que se jugaron la vida por defender los derechos de las poblaciones más vulnerables.

Hoy solo pienso con qué generosidad y valentía te enfrentabas a poderes que sabías no te iban a respetar a vos como a todos los que lucharan por una mayor dignidad del ser humano, entregando todo lo que podías, con tu compromiso militante, en defensa de la vida y por conseguir un mundo mejor.

¡Hasta la victoria siempre!

Montse