Miguel Hernández
Octava XII 

Lo abominable

Aunque amargas, y sólo por momentos,

tendremos palmas en las manos todos;

palmas, que las mayores en los vientos,

no han de alcanzar, ni ardiendo, los dos codos.

Entonces, posteriores sufrimientos

nos haran leves, libres de los lodos:

las ultimas mejillas, viento en popa

irán sobre la un punto china Europa.