José Saramago
Dos piedras de sal...
Dos piedras de sal en la pupila:
Los puños bien cerrados, apretando
Las agudas aristas del cristal;
Me viene sangre en el agua, mancha blanda,
Navegando en los ojos, mientras el grito
Golpea fuerte en los dientes que lo degüellan:
Al tiempo que la sonrisa me disfraza
El gruñido, la amenaza, el perro malo.